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martes, 30 de septiembre de 2014

Sábado 27.09.14 Ruta dos Faros, Costa da Morte. Extraño es este modo de ir a un sitio. Las rías hacen que lo que ves frente a ti y al alcance de tu mano este a 25 kilómetros y si esta a tu mismo nivel sobre el mar antes tengas que subir y bajar cien veces. Me alejo de Camariñas para ir a Camariñas.

Ayer recogí información sobre esta ruta en la oficina de turismo que es a la vez de información al peregrino en Muxía, información que esta misma mañana e amplió la dueña del bar donde tomé café y en donde al hojear la prensa de aquí leo una noticia sobre el tramo que recorrerá una asociación que lo fomenta y visita en fines de semana.

Tras unas semanas de peregrinos, encuentro este camino desierto, de gentes y flechas, de ingenios mecánicos y de todo, solo el vuelo y graznido de unos cuervos con vocación marinera me hacen saber que el mundo sigue vivo. Soledad en la carretera, al cruzar los pueblos y aldeas.

Cuando el café, vi a los que regresaban a Santiago toando el autobús, a los que reunidos en el café emprendieron camino a Fisterra y a un nutrido grupo de jóvenes del pueblo que conversan sobre un concurso de buceo que hoy comienza en la localidad y en el que muchos de ellos participan.

Me cuesta entrar en calor, subo las cuestas aún en manga larga y las bajadas me dan frío, tardo en saludar al sol metido como ando entre montes al borde del mar y enano ante los altos árboles que me flanquean. AL cruzar un río que desemboca en playa, desierta y en calma me detengo a observar como la bruma baila sobre su reposado cauce bajo el puente. Silencio, no, un graznido, escarban un campo de maíz ya segado. Un perro da vueltas sobre su espalda, perezosamente gozando del sol.

Tanta paz abre el espíritu, desde Muxía por Ponte do Porto, Caariñas que la encuentro en día de mercado y ya desde allí comienzo a rodar en dirección a Cabo Villán y si antes abrí el espíritu ahora lo lleno de cosas bellas. Precioso faro, más visto desde el este a i parecer y comienza una pista de tierra que pasa junto al Cementerio Inglés. Después una prolongada cuesta dejando a la izquierda un fenómeno curioso, entre montañas de roca con vegetación, algún árbol, y una sola duna que se forma a más de 100 metros de altura, cosa sorprendente y bella, en la Ensenada de Trece.

Más subida, donde la rueda trasera ya se niega a hacer agarre y en lo alto dos ciclistas de Santiago que hacen esta misma ruta a la inversa. Me ayudan con indicaciones. La falta de “etapas” ya fuera del camino me hace recorrer mayores distancias y más duras por lo prolongado de las subidas y el estado de la pista.

Arou y desde allí a Camelle donde decido detener al fin, mañana más.

Llevo comida y como más que estos días pasados. Un pan que compré en Camariñas de tipo que desconocía, pero si había visto por aquí antes, resulta ser una delicia. La pieza es grande pero cortan y pesan la cantidad del mismo que decidas comprar.

En Camelle me confirman algo que me apuntaron ya los ciclistas, al menos en lo que se refiere al tramo entre esta población y la cercana Traba, este sendero no es transitable para bicis, pasa por playa de bolos y después sube el bosque por zonas solo aptas para ir a pie.

Paseando por el pueblo mientras busco lugar para hacer noche unas ancianas e hablan sin que logre entender absolutamente nada de lo que me dicen, sonrío como un idiota, por cortesía y hago como que soy extranjero, que es en realidad lo que soy para ellas, como una de ellas al final me señala un lugar, para el me dirijo y el donde termina el paseo que bordeando el puerto lo cierra, el bonita la vista desde ese punto y con eso e quedo sin saber nunca que querrían decirme.

En la forzada paz de mi retorno a la soledad repaso uno por uno los rostros, voces y gestos de la gente con la que desde Caminha he compartido algo del camino, hospitaleros o peregrinos, bibliotecarias y panaderas, gente que con el café , tras sus barras, me dio algo más que una humeante taza, un consejo o indicación, que en la puerta de sus casas extendió su brazo para señalarme por donde debía ir.

Esta noche, la puerta del centro de salud me hace de refugio, suficientemente retranqueada de la fachada como para mantenerme seco del rocío, que la lluvia no se espera.


Por cierto, Verónica, tu no roncas, la que durmió sobre ti en la litera ya lo hizo por las dos, por todos. Besos para ti y para Rosario, todo un lujo haberos conocido.
Viernes 26.09.14 Camino a Muxía. Con lo que ayer consulte en el plano y preguntando a un taxista que está en donde tomo café, en el albergue el desayuno fué aun mas extraño y penoso que la cena, salgo para Muxía orientado y el camino se me hace corto y fresco, al menos no fue húmeda la noche ni la mañana.

Ya en Muxía se ven muy pocos peregrinos, la mayor parte lo deja en Fisterre, pienso que en parte por que dispone de más y mejores combinaciones para regresar a Santiago en autobús.

A las 14:30, ya comido me dirijo de donde salen estos autobuses por si lo toman las murcianas sin pasar por otro lado, ya que es la hora en que calculo ellas llegarán a Muxía y lo mismo deciden no pasar noche, eso suponiendo que aparezcan las dos, que una de ellas sonreía ayer con agonía y dispuesta a tirar la toalla. Y aparecen, pero no para tomar el autobús, que lo tomarán mañana, con lo que vamos juntos al albergue. Alegría de verlas.


Ya disponiendo de albergue de albergue lo exprimo haciendo uso de su ducha y seco lo poco que quedo de humedad en lo que ayer lavé. Y visita a al santuario de A Virxe da Barca, en proceso de restauración tras el incendio que sufrió a consecuencia de un rayo. Las chicas me invitaron a cenar una piña y yogures, que completo con unos plátanos de Madeira que ya los fui viendo por Portugal y me muero de curiosidad de probarlos. Un rato de charla antes de ir a descansar y apuro las comodidades del albergue quedándome un poco tarde con la lectura, me resulta tedioso este libro de Agatha Chistie, pero el otro de cuentos de Clarín ya lo termine con placer y dejé en el Albergue de San Roque.
Jueves 25.09.14 Camino a Fisterre IV. Fué alrededor de las 5 cuando finalmente apareció Claudio por el albergue de San Roque, que lo lleva ni bien ni mal si no de un modo muy personal, hospitalería de autor me atrevo a decir que a unos gusta mucho por lo que pude ver y a otros no pero que de ningún modo puede dejar indiferente a nadie.

El como terminé el día a tan solo 3 kilómetros de donde dormí es otra historia.

Por que dormí bien a pesar del fuerte viendo que no terminaba de detener ninguna de las paredes que tenia para elegir, por poco, pero no coincidían las orientaciones. Desperté temprano e hice tiempo recogiendo todo sin prisas, al no ver nada abierto donde tomar un café ni posibilidad alguna de rodar con tan poca luz. Tras el café que al final tomé en el primer lugar que vi abierto fui como cada 25 de mes a por mi magra pensión, en un cajero de la misma red, por eso de la comisiones, que imposible ahorrármela al no disponer i entidad de sucursal cerca a esta población. El cajero me dice que no dispongo de salgo suficiente, extrañado pido información, y la pago, de mi saldo. No me ingresaron la pensión, Vale.

Sabedor que en Fisterre, por la información que me facilito la oficina de turismo, dispone de bancos, así en plural, comienzo a rodar hacia allí.

Al poco y desde alto se vislumbra la península en todo su esplendor, preciosa en la distancia representando ademas otro de los puntos de inflexión en el viaje, lugares donde cambio de rumbo, que a partir de ahora mas al norte o al sur pero me llevará hacia el este peninsular agotado ya el oeste. Una vez allí me topo de frente con el albergue, cerrado, y a buscar las entidades bancarias que son tres y las tres empeñadas en cobrarme 12 €, 2.000 pelas de comisión por darme mi pensión, al carajo las mando. Tan pronto abre el albergue y me informo salgo en dirección al faro para una breve pero bonita visita. Tampoco pienso inmortalizar el momento con fotos, Y de regreso a CEE que se anda surtida de bancos y ya comprobé esta mañana temprano que de la misma red que el mio.

Ya con los haberes a resguardo en mi cartera, visita al super, comida en el parque que me da esa vista sobre la bahía y paso a visitar el albergue que ayer no pude ver por estar cerrado. Allí llego antes de su hora de apertura y me distraigo conversando con un jubilado que me cuenta sus cosas, desde los 1.400 € que le cuesta su residencia en Fisterre al mes, que se escapa con un amigo que tiene coche a ese bosque para coger castañas las que me asegura son mucho mejores que en otras zonas, me interroga sobre los albergues y una niña que llega a pasear su perro sobre otras cosas mientras los dejo un rato. Cuando se marcha le imito, cojo castañas y sin ser un entendido en ellas si puedo apreciar que nunca las comí así de buenas y frescas. Aún conservo unas cuantas en la mochila.

Ya esperan algunos peregrinos la llegada de Claudio quien al fin aparece con su “mujera” como nos la presenta. Y allí entre unas cosas y otras se hace una hora en que ya por la luz, por mi enfriamiento y pereza desisto de ir de nuevo a Fisterra planeando con el auxilio de unos mapas mi camino de mañana a Muxía desde allí. Una de las cosas que me retrasa es la información de primera mano, de una visita que recibimos de un miembro de la asociación, de los albergues que llevan a lo largo de todo el Camino Francés, así como de otros que me recomienda encarecidamente. Quedamos en mantener contacto cuando pase por Logroño.

Terminamos juntándonos 11 peregrinos, disfruto de ducha y lectura en un sillón, confort olvidado, y por la noche padecemos la falta de consideración de tres criaturas alemanas faltas de educación. Por lo demás un día en que recorro el mismo paraje dos veces y una parte de ese ya conocido del día anterior. ¡Que se le va a hacer !


viernes, 26 de septiembre de 2014

Miércoles 24.09.14 Camino a Fisterre III. Un día estupendo por donde lo mire. Al dormir en la cocina del albergue, despierto con los primeros peregrinos que entran a preparar sus desayunos, a las 5:30 si bien al momento entra Puri y nos ponemos con el nuestro, que ya dejamos espaguetis preparados de ayer para este fin. Aún así el café me tira y es temprano para ir a ningún lado con la bici, por lo que me acerco al albergue privado que desde bien temprano anda dando desayunos al personal que comienza a caminar mucho antes del amanecer. Allí me encuentro con un par de angeles.

Quiera la Fortuna que cuando a un camión le de por sacarme de la calzada sea cerca de donde trabajen estas dos enfermeras que andan desde Santiago a Fisterra – Muxia. Una sonríe cuando le duele, cuando no puede más, cuando todo se viene abajo, cuando respira, come, bebe y también sonríe cuando sonríe. La otra con una voz que me da una paz que no recordaba, que no recuerdo, que igual nunca he conocido, de puro serena que es, tomo el café con ellas y salgo por enésima vez a intentar recorrer algo del camino con la bici, por ver si esta vez se puede, y se puede. Al menos unos kilómetros hasta que ya la luz y un cruce de esta con la carretera me animan a tomarla y desde allí ir dirección a CEE.

En Os Camiños Chans veo a la panadera repartiendo su mercancía y le compro una barra, es su hora de tomar un café, me dice a donde va a parar y allí nos vemos para continuar de charla un rato, ya sabe ella a donde me envió, por el café, un micro zumo que me sirven y un trozo generoso de bizcocho me cobran 1 €, que se nota que este punto está fuera de por donde pasan los peregrinos en esas cosas. Cruzo Cee, con la idea de visitarla más tarde ya que ando con la idea de hacer noche en San Roque, un kilómetro de Corcubión y 3 de CEE, ya más tarde, sin bici ni alforjas. La cosa saldrá después de otro modo.

En Corcubión a la que llego pronto visito biblioteca con intención de ver correo y lo veo, noticias de Nina, de Lev, de Guille y de Mariana, un torrente, un aluvión de frases, seres queridos o apreciados que me pintan la sonrisa en el rostro llenándome de alegríasDespués con la bibliotecaria, como las quiero, ninguna me ha dejado sin cubrir aquello en que las he precisado, me pasa un par de libros para hacer camino que más tarde dejaré en albergues una vez leídos, para que sigan vivos y dando placer y compañía a quien los necesite.

En el albergue de San Roque, uno llevado por la Asociación de amigos del Camino, voluntarios como son Lola y Pep a quien tanto recuerdo, tiene en la puerta un cartel que anuncia que hoy permanecerá cerrado, tal vez la única decepción del día, que lamento mas por Rosario y Verónica que por mí. Estas llegan en un rato y han de deshacer camino hasta uno privado. Yo dolido de ver cada paso que da la segunda de ellas, dolida, y viendo la decepción en la cara de la primera.

Paso la tarde al fin entre CEE, primero en sus espigones, tomando el sol descalzo con unas páginas en las que leer, eso es placer. En Corcubión, recorriendo su puerto y paseo marítimo, yendo a continuación a comprar provisiones por que el lugar que emplearé para dormir lo vi ya desde el albergue privado que tomaron las chicas. Allí saludo a gente con la que he coincidido estas jornadas que terminan en el por una u otra razón. Las vistas desde ese albergue son buenas, la bahía que forman estas poblaciones es bellísima, con las montañas cerrando el mar que más parece un lago y en cuyo uno de sus extremos ocupa el faro de Fisterre que desde aquí no se ve. No he conocido antes un lugar así y lo aprecio en su hermosura mientras imagino como podrá variar este entorno en medio de una tormenta, imagino a las mujeres de los marineros apostadas en el muelle en tensa y larga espera, el cielo terrible, violento, la mar cargada de presagios. Esta imagen la he tenido en más de un puerto por los que he pasado. Ya de niño la familia pasaba los veranos en la casa que alquilaba a la viuda de un marino y desde entonces la he alimentado con lecturas y películas enriqueciéndola en mi imaginación.

La noche se presenta ventosa y fría, agradecido en parte por que no tendré mosquitos y seguro no sudaré en el saco. Me meto en el tan pronto el sol se oculta y la zona rápidamente se vacía. Es este un tiempo de contrastes, entre la temperatura del día y la noche, entre estar al sol o la sombra, estas al sol que calienta mientras el viento te golpea fuerte y frió, entre las gentes más o menos dadas a los fríos, que los ves pasar en pareja unos en camiseta y el otro con chaqueta de abrigo y bien cerrada. Con las cuestas me sucede otro tanto, que paso de los sudores de las subidas a un fresco o algo más cuando las bajo a gran velocidad dándome el viento fresco en las ropas mojadas. Para esto hay ropa técnica, lo se y la añoro.


Ya arropado y caliente en el saco, dispongo de una luz que no será molesta para dormir con poco que me gire permitiéndome a su vez poder leer un libro, anoche ya espere al sueño con las páginas que los sábados dedican a los mismos El País. 
Martes 23.09.14 Camino a Fisterre II. A las 6:30 suena el despertador de Puri y con eso comienza la actividad si bien al compañero húngaro lo oí antes enredar por el piso de arriba donde durmió y al momento sale a caminar bajo la noche a oscuras, que si bien el día nos dará un descanso más tarde a primera hora cae algo de agua.

La noche ha sido agitada, no se si es el lugar o el día pero los cuatro que hemos compartido refugio hemos tenido sueños inquietos cuando hemos dormido que no ha sido todo el tiempo, los he podido oír moverse sin terminar de acomodarse durante buena parte de la noche.

David se queda un poco más en el saco, Puri y yo vamos a por un café al cercano Albergue privado muy animado desde bien temprano. Aún paso por el refugio donde dormimos para apagar la luz que David dejo encendida y con dudas de si comenzar a rodar bajo la ligera lluvia o esperar a que aclare un poco. Al final me decido por seguir camino y al momento la lluvia se detiene.

A diferencia del Camino Portugués este no tiene la carretera principal pegada al camino todo el tiempo ni pasan por las mismas poblaciones, sea por eso, por confusión mía, por una mala indicación o mala comprensión de la misma el caso es que ando unos 14 kilómetros extras y de paso otros 4 más de regalo yendo de Olveroa a Ponteolveira para regresar de nuevo, eso si, tras comer y ver la población y su albergue. La noche anterior no cene y me sorprendo con mucho apetito que sacio comiendo de una vez la barra entera que compré, últimamente siento más hambre que antes, no se si por el clima por que el esfuerzo no corresponde a mi necesidad.

Es el albergue de Olveira una preciosidad, bien cuidado y atendido se reparte entre varios edificios y veo por vez primera uno preparado para atender caballerías en donde puedo meter la mía de hierro. La cocina esta ya vacía y tomo en ella sopa caliente mientras leo un periódico atrasado, fuera se nota el bajón de las temperaturas. Dormiré en esta cocina por cortesía hospitalera.

Esta tarde Puri preparo espaguetis para la cena que tomamos pronto, fue su comida, los hizo con chorizo que llevaba en su mochila y nos quedan para el desayuno de mañana. He conocido nueva gente, que comenzó el camino en Santiago sin ser para ellos prolongación de otro, estos se presentan con el cuadro típico de los que comienzan, el agotamiento y ampollas de los novatos cosa que también se les nota por lo limpio de sus ropas, la falta de marcas de sol de calcetines y otros detalles más.



Puri, al fondo uno de los edificios del albergue


El frió no es una apreciación subjetiva, aparte que es tema de conversación el albergue ya enciende calefacción por las noches y esta mañana rodando hasta aquí venia pensando en ir cambiando, al menos para esas primeras horas, mis mitones por unos guantes completos que conservo.

Anoche había mosquitos en el refugio, los hay aquí, y moscas, ¿no se enteran que ya no es su momento?, me sorprende con este tiempo su insistencia, pesados y cansinos, dándome una compañía que no deseo.


Lunes 22.09.14 Camino a Fisterre I. Cae una llovizna, cae fuera. Estoy seco, caliente con mi “casaco” portugués puesto y bajo techo, en el refugio que no es albergue de peregrinos que Vilaserío pone a disposición de los peregrinos. Son una antiguas escuelas que no se usan y que mantienen con colchonetas repartidas por las aulas, algunas mantas y unos aseos impecablemente limpios, la puerta abierta de par en par y nadie que lo controle salvo el buen criterio de uso de los peregrinos.

Anoche dormí con música a lo lejos y hoy me he enterado que en Negreira son fiestas, todo cerrado. Ayer ya al ser domingo no pude comprar provisiones allí y hoy con las fiestas más de lo mismo. Me entero al preguntar en un kiosco frente al centro de salud por la hora en que este abría sus puertas, extrañado al verlo cerrado a las 9:00. Cuando se acerca el día de cobro voy a por recetas y tan pronto tengo el dinero en mi poder lo primero que hago es comprar mis gotas para los ojos. Aún estando cerrado me dicen en el kiosco que por abajo atienden, urgencias, pero que pase por allí a ver que pasa, que el no ya lo tengo. Así hago y amablemente me dan de alta en la salud pública gallega para a continuación una doctora me atienda y sin ponerme objeción alguna me extienda las recetas, aún así me disculpo por no ser mi caso de urgencia, pero esta ociosa y es amable.

Emprendo camino y observo con que esfuerzo he de hacer las pendientes, extrañado. No tardo en darme cuenta que el sillín anda algo más bajo, que las piernas no trabajan en toda su extensión lo que hace que se me congestionen. Supongo que es la suma del día a día más que ayer al subir la bici al escenario debí de apoyarme sobre el sillín con fuerza y terminar de hundir la tija. Precisa de dos llaves, una para girar y otra inmovilizar la tuerca y ando a la expectativa de un taller, que preciso aparte para poner unas gotas de aceite en la cerradura del candado, que con tantas lluvias y humedad lo necesita. Si Negreira esta en fiestas, el resto de poblaciones que cruzo, que no son tales si no aldeas, carecen de comercio alguno, tan solo un almacén donde venden materiales de construcción y agrícolas que está poco antes del desvió que tomo por indicación de un lugareño para ir hacia Vilaserío.

Esta población es otra aldea, sin tienda, sin posibilidad de comprar nada fuera de un bar que es a su vez albergue privado. Me venden media barra de pan no obstante, y como allí haciendo algo de gasto un inmenso y sabroso bocadillo de pechuga. El hostelero se presta a ayudarme con lo del sillín y se arma de otra llave inglesa, entre los dos lo dejamos en su punto.

Justo al pasar ya por la tarde ante este refugio municipal comienza esa llovizna que me termina de decidir a ocuparlo, solo, tomo posesión del lugar, elijo colchoneta, saco como cada día mis prendas a secar, airear o lo que sea y estreno mi casaco que huele a borrego, curiosamente ese olor me da calidez, el exterior ya huele a vaca, con los prados que rodean la aldea y grupos de robles, castaños, eucaliptos y algún seto aislado. Los maizales se reparten el suelo con los pastos. Al fondo unos molinos producen voltios sin cesar perfilándose sobre un cielo gris y un sol de plata mientras la calzada es color antracita de la lluvia que la mantiene siempre lavada. Silencio.

He rodado poco, cansado de hacerlo con el sillín bajo en las cuestas y con previsión de lluvia no tengo pensamiento de hacerlo más por hoy. Mañana me acercaré a Ponteolveira u Olveirosa, estoy cansado de rodar mojado y no tengo prisa ni necesidad de hacerlo, no estoy de vacaciones con los días contados, ya hice demasiado el estúpido la semana pasada y pague con fiebres mi error.

Al rato de estar en el refugio llega Puri, es gallega y terminó el Camino Francés, ahora completa ruta a Fisterra – Muxia. A continuación David, francés y un hombre húngaro que no logro recordar su nombre y ya no me atrevo a preguntar de nuevo. Compartimos lo que tenemos en las mochilas para cenar y el húngaro nos trae vino que bebo con mucha moderación, mi falta de costumbre hace que el alcohol me de sueño con rapidez y lo prefiero evitar, aunque disfruto de un par de sorbos, es bueno. La hospitalera nos visita ya con el sol bajo, en una puesta espectacular donde el paisaje se transforma de los verdes y grises que nos han acompañado todo el día a ardientes rojos, cálidos amarillos amarillos, místicos morados y románticos violetas, todos en una explosión violenta que nuestro compañero húngaro se apresura a recoger con su cámara.

Al regresar del Camino Francés me sigo armando de consejos y recomendaciones, de lugares que no he de dejar de ver, de albergues por los que mejor no pasar y otros donde se han sentido especialmente bien.


lunes, 22 de septiembre de 2014

Domingo 21.09.14 Santiago.

Escribo al sol en un cuaderno de húmedas páginas. Al final de este extraño verano el cielo luce a estas horas sin la sombra de una nube, que ya al despertar pude ver con claridad las constelaciones en una fresca y húmeda mañana.

Disfruto más si cabe del desayuno que de la cena de ayer, tras una plácida noche ahora puedo compartir lo poco que llevo, poner sobre la mesa mi pan y mermelada y ver con placer como otros peregrinos comen de ello. Tras eso las despedidas, besos, abrazos, manos que se estrechan con calidez de quienes han compartido camino, mesa y techo...

Mis ropas, las que ayer lave y tendí siguen mojadas lo que no supone novedad, las envuelvo en una toalla que un peregrino dejó en el albergue y Lola me da, dejo la mía para que una vez seque a alguien le pueda hacer algún bien. No, es Lola quien me envuelve las prendas en la toalla, yo lo hacia mal, con poca arte. Pep que sabe solo tengo gel para una ducha más, me obsequia el suyo, le abrazo, le beso, o salgo de una vez o no sabre contener más emociones, una última foto en la puerta, de Jose, que viaja desde Murcia y hace camino desde Oporto acompañado y anoche llegaron los tres casi al terminar la cena. Una chica alemana inicia sus gestiones para hacerse hospitalaria y se cambian correos.

Ya en el camino voy adelantando a los que partieron delante y miro a cada peregrino en un intento de ver si Guille o Amparo es uno de ellos, y a esta, Amparo la veo con Moncho, su marido, desmonto para andar con ellos la parte del camino que coincide con las carretera, nos contaos, preguntan por Guille y les digo, así hasta que los caminos se separan de nuevo, adiósadiós. Buen camino.

Es una larga cuesta desde Padrón a Santiago, y una vez en la ciudad más cuesta hasta la catedral, allí los ojos húmedos no se si de sudor o no, que todo podría ser. Ves como llegan los ríos de peregrinos de cada uno de los distintos caminos, algunos comienzan en las antípodas, para confluir en una plaza donde la gente seca sus prendas y huesos al sol. Compran recuerdos, hacen o se hacen fotos.

Veo una mezcla de sentimientos; la alegría de un camino que termina, la tristeza de un camino que termina. Gente que se junto por unos días y ahora se separan entre promesas, algunos son reincidentes del camino, otros lo serán.

El sol castiga con justa venganza a los que reprochamos su ausencia, Agradezco la penitencia que nos impone. Es en la Oficina del Peregrino donde veo al final a Guille, me ve el, que me abraza como un oso que es lo que es, nos tomamos un último café mientras compartimos nuestros proyectos de inciertos futuros, otra despedida, más abrazos, más besos.

Recojo en una oficina de turismo el plan de viaje hasta Fisterre y Muxia que me imprimen. Se que la bici me obliga a usar las carreteras pero cabezón que soy y conocedor de los hermosos paisajes que por esa razón me pierdo, intento ir con ella por la senda de peregrinos. Nada. Eso con alforjas no es posible o si lo es será a costa de molestar a otros, de cruzar arroyos por tablones no se como y un lugareño que regresa de su paseo por ese sendero ya e lo advierte, que el bien los conoce, y me termina de quitar la idea de la cabeza, regreso al asfalto.

Todos los caminos llevan a Santiago menos este, que te aleja de el y no son pocos los peregrinos que lo toman. Al llegar a Negreira el albergue está completo, no lo pensaba usar de cualquier modo, por economía, y un poco antes de llegar, al pasar por Chancela ya he visto un abrigo para la noche y desando la poca distancia que los separa.

Mientras comí algo, detenido junto a la carretera, charle brevemente con dos peregrinos en bici que hicieron el Camino Francés y continúan a Fisterra, ambos de Vitoria, y me hablan del camino ese y del Camino del Norte, ayer también Pepe, que lo ha recorrido hace poco me indico cosas de interés.

Esperando la hora de dormir, en ese abrigo junto a la asociación de vecinos de Chancela, vuelvo a ver una foto que me gustaría poder hacer. Es una casa que si fotografiara en color saldría en blanco y negro pues tiene la casa en donde mire, bien sus muros, paredes deslucidas y lavadas, sus zócalos y ornamentos, sus carpinterías y rejas, hasta los mismos tiradores de sus puertas y ventanas, toda la gama de todos, formando aguas o definidos, desde el mas profundo de los negros hasta algún punto donde milagrosamente conserva un blanco níveo. Tan solo las tejas que en algún momento tuvieron el color de la arcilla con que se hicieron, aportan una discreta nota de color que también estas se contagiaron del resto de la casa y son más grises que las que la flanquean.

Se la ve hermosa acariciada por el sol que ya nos deja bajo las oscuras nubes que comienzan a ocupar el cielo como anticipo de los dos próximos días en que tal vez regrese la lluvia. Truena en ocasiones.

El viento mece los robles que bombardean de bellotas el techo de uralita bajo el que me cobijo. Los castaños dejan caer sus frutos.


Precioso domingo de septiembre.
Sábado 20.09.14 Camino portugués V. He dormido muy bien, me despierto descansado si bien desorientado y tardo un rato en tomar conciencia de donde me encuentro, sucede en ocasiones. Sin apenas síntomas del malestar que he sentido estos últimos días. La ropa esta casi seca y el día si bien con nubes comienza sin lluvia.

Tras tomar un café recorro la zona del mercado, el río, parte del casco antiguo que ayer apenas pude ver con las lluvias para salir a continuación en dirección a Caldas del Rey. Por el camino apenas unas gotas. Paso por el albergue no se por que, sabiéndolo cerrado así como también visito el siguiente en Valga, adornado con la hermosa escultura de un peregrino y aún cerrado a estas horas.

Quiero encontrarme con los chicos de Madrid y despedirme de ellos, cosa que sucede poco antes de entrar en Padrón. En el albergue de allí la misma canción que ya conozco, que he de esperar. La demora para poder ducharme, lo incómodo que me siento con una camiseta seca y limpia pero que apesta a humedad y mi intención de evitar ese gasto, tan solo hubiera dormido allí por verles y eso ya ha sucedido, hace que me decida a seguir y no detenerme en el. Es entonces cuando la hospitalera, subcontratadas por la Xunta, me habla del Hospital de Peregrinos de San Antonio de Herbón, un convento franciscano que dista escasos tres kilómetros de allí, donde me dice que tendré plaza y esta atendido por voluntarios, cosa que puesto a pagar prefiero mil veces antes.

Un Irlandes, Robert, ya espera y al momento llegan dos hermanas de Nueva Zelanda, el camina desde Oporto. Lo abren poco antes de las 16:00 y hacemos tiempo, otras dos chicas llegan, alemanas creo, pero hablan todos en ingles que viene a ser la lengua oficial en los albergues, con esfuerzo logro entender parte de lo que dicen, que mi ingles no mejora. Al final seremos once los que pasamos una tarde relajada y con excelente ambiente, gracias sobre todo y sin lugar a dudas del buen hacer que aportan Pep y Lola, los hospitaleros voluntarios.

Pep nos enseña el convento que desde hace poco esta vacío, los últimos franciscanos que había marcharon y solo llegan, mañana por ejemplo para una misa, en ocasiones. Me gusto visitar sus jardines, pero más el interior, respirar el claustro, refectorio y su diminuto cementerio.

¡Que gusto cenar así de nuevo, en compañia! Con sobremesa, en la que me tomo una gotas del orujo que se destiló allí mismo.

Ver los helechos crecer en las ramas de los robles, cubiertos de musgo, recorrer su pequeño jardín con pretensiones botánicas donde coleccionaban desde naranjos, aquí en Galicia, mandarinos chinos y otras especies que desconozco. Nos explica Pep de los vínculos que este convento tubo en sus momentos con misiones por Mexico y los lazos que les han unido con ese país, de como trayendo chiles para ver como crecían por aquí se llegó a una variedad que ahora conoceos como pimientos de Padrón, por si alguien tiene duda que los milagros no existen.

La conexión con Pep y Lola la siento, es buena y me hace bien, nos da algo de tiempo a tratar alguna cosa. Con Lola de llegar a la emoción cuando brevemente hablamos por la noche, me hace bien, repito.



Viernes 19.09.14 Camino portugués IV. ¿Como amanece? Pues lloviendo. Tras un nuevo repaso a mis economías, si uso albergue no tendré para comer. Estoy cansado de tener que aceptar comida, para fumar tampoco tengo ya.

Las alternativas están claras de modo que tan pronto encuentro en Pontevedra una cubierta que me pueda servir de abrigo durante el día y la noche me instalo en ella y rodaré cuando deje de llover si mañana sucede. La ropa de este modo no la mojaré más y la que esta casi seca la extiendo para que si bien no se seca, ayer no sucedió, al menos esté aireada en un intento de que no me críen champiñones. Apesta.

Tomé un café en la estación de Pontevedra junto al albergue, con Guille, quedando en vernos en Caldas de Rey, no le he dicho mis planes de no rodar hoy, para evitar cualquier asomo de generosidad que en esto no preciso.

Allí en la estación conocemos a Florian, llega de Canarias para asistir a la boda de un amigo, viene con chanclas y se encuentra una nueva versión del diluvio. Va a comprar calzado tan pronto abran las tiendas y se ofrece a comprarme unas zapatillas cuando ve que ando con sandalias y sin calcetines, insistiendo. Mi pequeña talla de calzado me permite aprovechar una oferta de zapatillas escolares y por 24 € llevo zapatillas secas y los calcetines que Guille me dio.

Guille & Florian
El techo que encuentro lo comparto con Manuel y tres vagabundos más que matan las horas, el frío y humedad, el tedio y a saber cuantas cosas más, con cartones de vino, cuyo contenido traspasan a otros de zumo, bajo el tejado que cubre las salidas de emergencia del polideportivo municipal. El vino les quita el hambre y les hace pasar el día dormitando.

Si bien hasta la fecha he podido vivir y sobre todo dormir en la calle, no ha sido hasta hoy en que lo hago entre otros de similar condición. Esto es así por que tras continuos días de agua ya no basta con encontrar un techo, los suelos, las paredes, están empapados de agua, he pasado por marquesinas cuyos suelos tienen hasta dos dedos de agua y eso obliga a tejados más generosos, más amplios, de los que poco abundan y encuentras ya ocupados, sitios apartados de actividades comerciales donde se pueda molestar y a ser posible no transitados en exceso. El abanico no es tan amplio.

Las gaviotas disputan la comida a las palomas, con su mayor envergadura las espantan y arrebatan el botín, los restos de la comida de uno de ellos, Perfecto se llama y fue el que marcho a comprar el vino para los demás. Manuel solo lleva aquí seis días, esta a pocos kilómetros de donde viven sus padres, de hecho desde donde estamos se ve el indicador de la carretera que lo marca, y reúne el valor para hacerlos.

Por la tarde siento frío y tengo fiebre de nuevo, los pies a pesar de ir embutidos en calcetines secos y con las zapatillas nuevas, los noto helados. Solo espero que oscurezca para meterme en el saco, entrar en calor y dormir. Soñar.

Perfecto es el de mayor edad y también el que vive aquí más tiempo, cuando me ofrece un rincón me dice que el vivió en el tres años. Con los otros no llego a hablar, uno es huraño y poco dado a conversaciones y el otro esta muy mal de la cabeza, la perdió, dicen, tras un episodio en el que falleció su hermana pequeña, antes era joyero. Perfecto tiene mano con el clero local y les trae bizcochos que le dan las monjas. Antes paso a saludar a uno que vivió aquí con ellos un tiempo y ahora es seminarista y les da tabaco cuando les viene a ver. Otro vecino del barrio también les visita cada tarde y conversa con ellos, tiene como distracción jugar con las gaviotas, les pone comida en el suelo para atraerlas y cuando estas se acercan las espanta con el paraguas. Tras su juego el se marchará y las gaviotas comerán lo que les trajo. Se refieren a el como El Rey de las Gaviotas.

No ven que viajo con colchoneta y antes de darme cuenta ya me han provisto de cartones sellos. Ellos por encima les ponen mantas de la Cruz Roja y se cubren con colchas, están a la espera de unos sacos de dormir que Cruz Roja les tiene prometidos, pero el tiempo se les adelantó con este clima.

Hay revuelo por que mañana han de dejar esa zona despejada desde las 19:30 hasta que termine un partido, no se de que. Les sucede en ocasiones y eso les rompe la rutina, desaparecerán por unas horas de allí, se harán invisibles, más. Es solo que con las lluvias les obliga a buscar donde poder guardar sus escasos objetos por esas horas mas refugio para sus huesos.

Manolo me cuenta su vida, a trozos y a saltos, sin orden, la parte que quiere o le gusta contar y como la quiere contar. Desde sus años como piloto en un pesquero allá por Noruega salta a sus tempanas experiencias con las drogas o cuando le atacó un enjambre de avispas cuando recortaba un seto en Argentina salta de nuevo para hablarme de una hija que dejó por el sur de Italia, con la medre de ella. Aún siendo el que menos tiempo lleva allí, ostenta una autoridad moral sobre el grupo y recrimina actitudes que les puedan causar perjuicio y terminar con el difícil equilibrio bajo el que usan ese espacio público, les impone medidas de higiene y discreción.


Jueves 18.09.14 Camino portugués III. Noche mala. He tenido techo en el polideportivo pero la acumulación de vicisitudes como el que ayer mis ropas se tuvieran que secar puestas, el no poder entrar en calor con una ducha a tiempo y poder cambiarme, el cansancio acumulado y que ya son 13 días en donde en un momento u otro del día llueve, me pasan factura y paso la noche entre estornudos y con fiebre, en la soledad agravada de un espacio grande como es el polideportivo solo por mi habitado durante esas horas.

La colchoneta, mojada, no puedo más que extenderla para que de ese modo se seque sin poder usarla y con la vana esperanza que hoy no se moje de nuevo, una fantasía ya que no deja de llover en toda la noche y el día.

Mi jornada de hoy la pretendo hacer tan solo hasta la ya muy próxima Pontevedra por lo que no e apresuro a comenzar mi camino a esperas de que la lluvia de un descanso o simplemente amaine. Hace días mencionaban que cambiaría, mejoraría, el tiempo para el viernes, ayer mencionaron el sábado y hoy hablan del domingo con suerte.

Al menos las calenturas, que me han proporcionado febriles sueños, por la mañana no las tengo, pero sí el cuerpo olido por no haber contado con la colchoneta que además del confort de su superficie, leve pero suficientemente mullida, proporciona aislamiento de un suelo siempre frió y húmedo.

Tan solo por espacio de dos minutos he visto detenerse la lluvia en toda la mañana por lo que llego a Pontevedra calado hasta los huesos. La ansiada secadora del albergue tiene un costo de uso de 4 € por lo que paso de su servicio y tan pronto tomo un bocado me meto en la cama. Almu, Tania, Nacho y Fran vienen desde Madrid y vengo coincidiendo con ellos desde Tuy, me dan, junto a Guille, un plato de macarrones que terminan de cocinar. Guille, ya algo más tarde, me dará unos calcetines secos. Hoy he pasado el día sin usarlos, solo con las sandalias, conservándolos secos para calentar los pies y prefiriendo pasar el día sin ellos. Los sudafricanos no aparecen hoy, pero si las checas y la pareja de polacos que tomaron el Camino de la Costa por Vigo. La gente se conoce y son comunes las muestras de camaradería.

Paso todo el tiempo posible en la cama con el cuerpo dolorido y un par de analgésicos que e dio Tánia.



jueves, 18 de septiembre de 2014

Miércoles 17.09.14 Camino portugués II. Con el cambio de hora aquí amanece más tarde, a las 8 se tiene que haber dejado el albergue, es de noche aún y esta lloviendo. Antes he recogido mi ropa tendida que esta calada, a oscuras la gente se va preparando y saliendo, que la luz no la encienden hasta las 7:30 si bien hay movimiento de gente desde las 5:30 que a oscuras o con sus linternas se preparan y van saliendo a caminar bajo la lluvia.

Llueve de un modo u otro desde hace 12 días, llueve camino a Porriño, desde donde el albergue está cerrado hasta las 15:00 y María espera, portuguesa que esta allí que para eso madrugó la mujer, paro para estar horas de espera decide continuar los 7 kilómetros que nos separan hasta Mos donde quedamos en vernos. No puede ser. AL rodar por la carretera en vez de ir por la ruta de los caminantes, sin darme cuenta no veo el desvío yy me vengo a fijar cuando ya he entrado en Redondela, siguiente etapa a la que por supuesto entro lloviendo.

Puedo usar el albergue para estar a resguardo, si bien no me aseguran plaza hasta las 20:00 y ayer se completo por lo que no esta nada claro que la pueda tener. Me dice la hospitalaria que en el polideportivo igual encuentro refugio y allí por tan solo 3 €. De un modo u otro un mes en donde tenía la economía controlada, con el tema del camping primero y ahora los albergues e la esta destrozando, simplemente no e sale la cuenta de comer y dormir pero no es una noche o dos, son muchas ya, con demasiadas cosas mojadas, sin posibilidad de secado y miedo a mojar mas cosas. La ropa que llevo esta húmeda y se va secando sobre mi cuerpo, la sensación es de una incomodidad y suciedad total, más si pienso que con suerte me puedo duchar me tendré que poner después ropa húmeda de nuevo. A todo esto está anunciado lluvia al menos hasta el sábado lo que resulta descorazonador.

En estas condiciones, al llegar a un sitio no quedan ganas de hacer turismo alguno, si no es meterse bajo techo y procurar no mojarte más, ya no dispongo de calcetines que no estén calados de agua. Los peregrinos compran nuevos y tiran viejos, otros los tirarán en tres días cuando retornen a sus hogares y allí se quitarán el el peor de los casos el frió y la humedad de sus doloridos cuerpos, cuidaran sus posibles catarros y relatarán su aventura bajo las lluvias del norte. Yo necesito un respiro de sol, por secar la ropa, un respiro de las lluvias, por dormir de nuevo fuera del sangrante costo de los albergues y de este modo llegar al menos comiendo hasta la próxima paga.

En la sala del albergue hay suplementos dominicales retrasados y con ellos voy matando el tiempo mientras saludo a caras que ya he visto en Caminho o en Tuy y conozco nuevos, Amparo que hace el camino con su marido que agoniza en la litera mientras ella, fresca como una lechuga, pasea por las salas del albergue.

Los hombres caminan con botas y ellas con sandalias, son más listas, ellos mojan su calzado que después no logran secar, ellas se cambian de calcetines y pies secos al instante, caminan más ligeras aparte de eso.

Muchos peregrinos son jubilados que ahora disponen de más tiempo para hacer cosas que antes no pudieron, hablo con algunos de ellos en el albergue, muchos repiten camino cada año y con un par de ancianos de Redondela que aún no se que hacen por aquí. Una de las cosas que tiene conversar con ellos, es que al preguntare mi edad, invariablemente todos, exclama “que joven” lo que supone un barato tratamiento anti edad.


Ya hablo con Fabian en el polideportivo y e confirma que me dará techo, pero tienen actividades allí programadas hasta las 22:30, que en esa hora llegue. El problema de todo esto es que a diferencia de los peregrinos de a pie que pueden ducharse y ponerse prendas secas si las tienen y disponer de más horas para procurar secar las húmedas, los ciclistas aún logrando plaza, no podemos ponernos prendas secas, ducharnos o secar ropas hasta mucho más tarde con las consiguiente incomodidad que eso acarrea y la imposibilidad de de disponer de ese modo de prendas secas.
Martes 16.09.14 Camino portugués I. Me he levantado tarde, atontado y dolorido. Tras tantas horas de sueño me cuesta comenzar el día, me siento torpe y somnoliento, entumecido.

Tampoco es que tenga mucha prisa por empezar el día que es oscuro, nublado, como no, A las 8:30 me acerco a hablar con Paulo a su cafetería, es uno de los voluntarios del refugio, pero no le encuentro, da igual, a las 9 he quedado con Rosa, la que me abrió la puerta que hoy me dará el carnet de peregrino, cosa que por lo visto es precisa tener para usar la red de albergues, pues se tiene y listo, y se paga por el, claro está.

Ahora tomo conciencia del estado de fatiga que tenia acumulado de modo absurdo, ya que no tengo prisa por ir a ningún lado, tengo que administrar mejor esos kilómetros y si quiero rodar mas horas no hacerlo a un ritmo fuerte. Las prendas que ayer lavé, que lavamos, no se han terminado de secar, escurridas como están a mano les costara lo suyo, imposible que sequen con la humedad que hay, sin sol ni viento en el interior y lloviendo fuera, con las correas a modo de tendedero la gente las cuelga de sus mochilas y por mi parte hago lo propio sobre las alforjas confiando que el aire termine su trabajo, cosa que no sucede, ya que nada más entrar en Tuy comienza a llover de nuevo. Con ganas. Bueno no exactamente al llegar a Tuy si no a su albergue que a eso me da tiempo.

El tener o no plaza depende de las que dejen libres los caminantes, la cosa esta así organizada teniendo ellos prioridad tras los minusválidos y por delante de los jinetes. Los ciclistas solo tenemos por detrás a los que caminan con coches de apoyo, pero la picaresca esta servida y recogen sus mochilas antes de entrar a los albergues con lo que somos los últimos en optar a una plaza libre. Si puedo dejar al menos la bici a resguardo y con eso salir a moverme a pie por la población con mayor libertad.

Estos albergues los gestiona la Xunta y poco tiene que ver con el de Caminha que es de voluntarios y me “dejaron el muerto” de recibir a los peregrinos que e precedieron, de apagar luces y controlar un poco el tema, como tuve que hacer tiempo de paso limpie algo aquello si bien la gente lo dejo todo bastante recogido y limpio.

Al salir más tarde, el último, me cruzo con las dos parejas, si bien el alemán y las “chicas checas” han tomado el camino correcto por lo que no e cruzaré con ellos, la pareja de Sudáfrica camina por donde le viene en gana, perdiendo con ello la opción de ir por los lugares mas seguros y bonitos, igual se han extraviado con las flechas... la pareja polaca quería cruzar el río para seguir la Ruta de la Costa pero los feries ya no operan en estas fechas por lo que me los encuentro en el desvío del sendero que pasa junto al Miño ya próximos a Vila Nova de Carveira, no se si con intención de cruzar su puente internacional o retomar su ruta o ya con la idea de tomar el Camino Portugués por Valença.

La lluvia continúa intermitente pero cuando cae lo hace con ganas por lo que paso parte de la tarde en la biblioteca de Tuy con ratos de animada conversación aunque a bajo volumen, si bien estamos prácticamente solos, con Pilar, la bibliotecaria, que ha sido muy amable conmigo y me ayudó a darme de alta en la red de bibliotecas de la Xunta. Ya acomodado en el Albergue tiendo la ropa que sigue empapada y la tiendo mientras continúa la lluvia, mejor así que encerrada en el interior de una bolsa, y seguro que algún día de estos termina por secarse. Aquí hay muchos más peregrinos que en el albergue de Carminha y menos interacción entre ellos a consecuencia de eso mismo, supongo. Las normas son mas rígidas, al menos en los horarios, allí no había hora de cierre y aquí es a las 22:00 y por las mañanas se debía partir antes de las 9:00 contra las 8:00 de aquí.

He comprado en el supermercado una empanada gallega de carne, en oferta, no esta nada mal de sabor pero mientras la como me recuerda los alimentos que dan de comer en los restaurantes chinos, supongo que emplearan glutamato. La como con apetito sin querer pensar si ese parecido es bueno o malo para la empanada y para mi.

He sentido cierta pena al dejar Portugal y los últimos kilómetros he rodado intencionadamente lento, retrasando levemente mi salida. Ya en Tuy continúo con la sensación de estar allí sin notar en nada que he cambiado de lugar, estando anoche en un albergue y con el mismo tipo de gente, bajo el mismo clima, entra idéntico paisaje aún, arquitectura. Tan solo el Duero que ayer tenia al norte ahora lo veo al sur desde la ventana del comedor.



martes, 16 de septiembre de 2014

Lunes 15.09.14 Jornadas lusitanas XXI He dormido bien. Me costo un poco, cierto, el descafeinado que tomé por la tarde igual no era descafeinado o sería otra cosa la que me mantuvo desvelado hasta tarde, pero después concilié el sueño y dormí bien, al menos hasta las cinco pasadas en que comenzó la lluvia, antes y durante la noche truenos y relámpagos ya la anunciaban. Por fortuna, una panadería a escasos metros abrió sus puertas a las 6:00 y me refugié en ella, de ese modo además del desayuno conté con unas horas con la calidez de su luz y paredes, la lluvia la sientes mas f´ria a oscuras.

Todo esto frente a una ventana sin dejar de mirar el cielo. Me comentó anoche un hombre de aquí, que a unos 10 km hay un abrigo para los peregrinos del camino y lo consideré una alternativa por si la lluvia no se detenía, cosa que sí sucedió sobre las 8.

Desde ahí y hasta la tarde fue intermitente y solo una llovizna, un calabobos que solo sirvió para tenerme siempre las gafas mojadas y así estropear mi visión.

El camino es cómodo, con pocas y suaves pendientes, pero estoy cansado tras varios días de rodar más kilómetros de los habituales, por más horas y ahora de haber dormido muy poco las últimas noches.

En Viana ya tengo información del camino, poca pero alguna, y lo más importante la casa de abrigo de Caminha localizada, donde pienso pernoctar, necesito una noche entera de sueño y el cielo sigue cubierto un día más. Mañana está anunciado que será igual. Esta por otro lado el tema de las duchas y de paso lavar algo de ropa. Hoy a medio día los termómetros no subieron de los 17º.

Ya conocía Viana de antes, pero le dedico aún así un buen rato a visitarla y descanso un poco, con la mente puesta en el albergue, en ese techo y reposar allí el cansancio que llevo. Esta mañana me sentí especialmente estúpido cuando tras un par de horas de marcha con todas las precauciones posibles por no mojarme más de lo necesario, pongo aire a las ruedas en una estación de servicio y al querer reponer agua, un despiste con un grifo hace que me cale hasta los huesos, por suerte me lo tomo a bien y arranco a reírme a carcajadas ante mi error.


Al llegar al albergue me veo solo, aún no llegaron otros peregrinos. Estos aparecen en unos minutos tan solo y casi todos a la vez. Un alemán que camina solo, una pareja de jóvenes polacos, otra pareja de Sudáfrica y tres checas, señoras recias y maduras de generosas proporciones. El cansancio de la gente es notorio y tras una temprana cena la gente va ocupando sus literas, a las 22:00 ya todos acostados y la mitad durmiendo, yo entre ellos.
Domingo 14.09.14 Jornadas lusitanas XX. Me he aburrido muchos domingos durante estos meses, nada dramático, solo un poco, son días de menos actividad de la gente y una de mis principales fuentes de distracción es observarles, pero hoy no ha sido el caso. Tronó durante la noche pero solo fue eso y el día amaneció cubierta de nubarrones. Los cruasán aquí rara vez los ves consumir solos, siempre con algo dentro, y es que nos más un pan algo soso con la forma simulada que otra cosa, pero es lo primero que sacan en la panadería y me como uno con el café y a rodar.

Los pueblos se suceden uno tras otro, me detengo en uno donde se celebra una feria de artesanía y gastronomía, poco como y menos compro, sigo moviéndome sin gastar un céntimo tan pronto se detiene el conato de lluvia que me pilla allí. Próximo ya a Porto salgo de la general, antes de llegar a Gaia, siguiendo las recomendaciones de un lugareño y de ese modo doy un rodeo pero disfruto de un recorrido que primero me lleva junto al mar por las playas de Gaia y después Duero arriba, por la rivera de Gaia pero viendo la de Oporto. Precioso camino. La ciudad a la que llego por el segundo puente, que el primero es de autopista, esta tremendamente animada por una media maratón que ha concentrado ha muchos corredores más el público que recorre alegremente sus calles y rebosas sus terrazas y mercadillos.

Conocía la ciudad de antes, pero ni la había visto desde esa rivera ni con este ambiente. Lo he disfrutado enormemente.

Encontrar la salida me trae las complicaciones acostumbradas, en esta ocasión lo tenia controlado, pero... lo que en mi plano es la nacional ahora es una autopista, de modo que me toca dar rodeos, entrar y salir de polígonos, subir puentes y mal señalizadas rotondas hasta lograr encontrar la otra nacional, ahora si, que pasa junto al aeropuerto.

Llego a Vila do Conde con tiempo sobrado para visitarla y me encuentro una feria agrícola en donde paso un rato y ya por la costa comienzo a buscar, como cada día, un tejado bajo el que meterme. Por la playa y sin darme cuenta me meto en Póvoa de Varzin, que está pegada y veo las primeras marcas del Camino de Santiago. Hasta la fecha solo había visto a una pareja de peregrinos, en bici, hace unos días de eso, hoy en Oporto veo a cuatro más, estos a pie y hablo con uno de ellos que me saluda.

Hoy vi también los primeros hórreos, que por esta zona tienen forma de urnas, muy curiosos, poco antes de desviarme para Gaia.

Y poco más por hoy, que he visto muchas cosas pero pocas que sepa contar.



Sábado 13.09.14 Jornadas lusitanas XIX. No siempre nuestro agradecimiento, alegría o alivio, según proceda, cuando logramos algo que nos importa, esta a la altura de la angustia que nos produce su falta. Al menos en lo que se refiere al momento en que logro encontrar un lugar donde pasar la noche, esto no es así. Tan pronto veo el sol bajo comienza mi preocupación de lo que ya he hablado, pero la alegría que siento en todo el cuerpo cuando lo he logrado, y sin exagerar, es la mejor del día. Esta noche la pasaré en la estación de tren de Avança.

El día comenzó temprano, me desperté a las 5:35 y ya me puse en movimiento. Como en Figueira da Foz están tres días de conciertos, que comenzaron anoche, la gente trasnocho y no me ha costado demasiado tropezarme con un sitio donde desayunaban los que aún permanecían despiertos.

Antes de eso y un poco después, me he dedicado a ver de nuevo la ciudad sin el cansancio de ayer, ni la preocupación de encontrar donde dormir. Y del modo en que más me gusta conocer las ciudades, con las primeras luces del día y con apenas gente. Después con las gente me centro más en ellas, pero a esas horas los edificios están limpios de distracciones.

Tras ampliar el puerto, el antiguo faro quedo muy metido tierra adentro para ser útil, se encuentra en un bastión del muro que en su momento rompía las aguas. Es un recurso estilístico, el bastión no se ponía de parto, esta claro. Es un pequeño y precioso faro. Delante de los muros donde antes estaba el mar la laguna de una fuente hace ahora las veces y que de ese modo podemos ver paseando frente a este, el efecto y ángulo que hacía visto desde el mar.

La salida de las ciudades siempre son un pequeño caos de señales y en este caso no podía ser menos. Las indicaciones de señales y de a quienes pregunte me llevaron a un pequeño tramo de autopista, tan solo 500 metros pero esta prohibido y así me lo hace saber un empleado del servicio de la misma al pasar con su coche a mi lado. La alternativa, que si la hay, es un lío que pasa por regresar a la ciudad y salir por otras poblaciones de su línea de playa. El arcén es anchísimo y 500 metros se hacen en un instante, a esas horas y en domingo no hay un alma por allí de modo que infrinjo las normas por ese breve espacio de tiempo y distancia.

Tras una cuesta muy larga y pronunciada que se me hace eterna el resto del camino hasta Aveira es prácticamente llano, el día con pocas nubes y empieza seco, 24º en termómetro y me planto los 76 kilómetros hasta Aveira en un suspiro.

Sentado comiendo frente a uno de sus canales, veo a un chico realmente guapo que estaba rodeado de un enjambre de fotógrafos. Mirando mejor veo que el chico esta posando para ellos. Pienso que ha de ser alguien muy popular aquí en Portugal cuando giro la cabeza y veo la misma estampa en otro lado.

Después veré a cientos de fotógrafos y decenas de modelos. Es, por lo visto, un certamen o algo así y les hacen reportajes tomando como fondo distintos lugares conocidos o emblemáticos de Aveira. Con esta tontería paso casi hora y media la mar de entretenido ya que están precisamente en esos lugares que ando visitando. De este modo los voy conociendo de un modo distinto, pintoresco, sumándole que andan por allí a su vez la gente de vestuario, peluqueros, maquilladoras, etc. Una vez pasada la novedad y tras conocer su centro histórico me quedan ganas de lanzarme a por otros 25 km más hasta Avança. Esta vez pudiendo salir de la población sin mayor problema que el intenso transito de vehículos que en diáspora hacia los centros comerciales de la periferia atascan las salidas. Que para eso es sábado por la tarde.

La densidad de poblaciones, aldeas, pueblos, de todo, se incrementa conforme subo al norte, hay ocasiones que sales de una para entrar en la siguiente sin espacio intermedio. Pegadas unas a otras. Es como rodar por un pueblo muy largo. Antes, al ser menor esa densidad, entraba en ellas para curiosear pero ahora eso haría interminables las jornadas, solo entro en alguna ocasionalmente, como esta mañana cuando vi un mercadillo por que me gustan verlos, estire un poco las piernas y vi lo que se compra por aquí y a que precios.

Hay otra razón que me hace rodar más rápido, aparte de que ahora puedo hacerlo, y es que después de una semana de lluvia, mis primeras lluvias, creo que me resultará más sencillo encontrar cobijo en un lugar donde conozco el idioma y costumbres, las normas, y me encontraré los albergues de peregrinos.

Si bien, y he de decirlo, aquí me he sentido mas seguro que en España por un lado y por otro en ningún momento he padecido la sensación de extraño, de extranjero, es como si esta fuera mi tierra igualmente, solo que las cosas se hacen de otro modo y se habla distinto, ademas de más bajo, pero con poco que me ponga podría perfectamente vivir por aquí y entre estas gentes, muy cómodo además. Que son muchos los aspectos en que me resultan mas coherentes y sensatos que mis paisanos.

A esto hay que añadirle que nunca he tenido sensación de pertenencia a un lugar. Naces en un país por un accidente, no es una opción, sin ser de el ni de ningún sitio al nacer, y el resto es cultura y educación. Puedo entender que una persona se sienta orgullosa por un logro personal, y según de cual, ¿pero orgullosos de haber nacido en unas coordenadas concretas? ¿de un pasado histórico que ademas de falso no te pertenece ? ¿o vamos a enorgullecernos de las porquerías que estamos consintiendo en que se conviertan? Con nuestra total pasividad.

Mejor si nos sentimos orgullosos de procurar consuelo a quien lo necesita, de arrancar una sonrisa donde sea precisa, de compartir, de dar, de ser capaces de lograr que alguien nos ame, ¿no?

No logro sentirme español, o valenciano, o católico, o blanco, o europeo. Como decía un compañero cuando le preguntaban por su nacionalidad y contestaba “soy belga, pero la culpa es de mis padres”.

Tal vez el único patriota real sea el mercenario que tiene muy claro a que intereses sirve. A el mismo. Por que este mismo compañero me decía que el país de uno no es donde se nace, si no el país que te da de comer. Muchos agitan la bandera de un país que les condena al hambre y la miseria.