Martes
23.09.14 Camino a Fisterre II. A las 6:30 suena el despertador de
Puri y con eso comienza la actividad si bien al compañero húngaro
lo oí antes enredar por el piso de arriba donde durmió y al momento
sale a caminar bajo la noche a oscuras, que si bien el día nos dará
un descanso más tarde a primera hora cae algo de agua.
La
noche ha sido agitada, no se si es el lugar o el día pero los cuatro
que hemos compartido refugio hemos tenido sueños inquietos cuando
hemos dormido que no ha sido todo el tiempo, los he podido oír moverse sin terminar de acomodarse durante buena parte de la noche.
David
se queda un poco más en el saco, Puri y yo vamos a por un café al
cercano Albergue privado muy animado desde bien temprano. Aún paso
por el refugio donde dormimos para apagar la luz que David dejo
encendida y con dudas de si comenzar a rodar bajo la ligera lluvia o
esperar a que aclare un poco. Al final me decido por seguir camino y
al momento la lluvia se detiene.
A
diferencia del Camino Portugués este no tiene la carretera principal
pegada al camino todo el tiempo ni pasan por las mismas poblaciones,
sea por eso, por confusión mía, por una mala indicación o mala
comprensión de la misma el caso es que ando unos 14 kilómetros
extras y de paso otros 4 más de regalo yendo de Olveroa a
Ponteolveira para regresar de nuevo, eso si, tras comer y ver la
población y su albergue. La noche anterior no cene y me sorprendo
con mucho apetito que sacio comiendo de una vez la barra entera que
compré, últimamente siento más hambre que antes, no se si por el
clima por que el esfuerzo no corresponde a mi necesidad.
Es
el albergue de Olveira una preciosidad, bien cuidado y atendido se
reparte entre varios edificios y veo por vez primera uno preparado
para atender caballerías en donde puedo meter la mía de hierro. La
cocina esta ya vacía y tomo en ella sopa caliente mientras leo un periódico atrasado, fuera se nota el bajón de las temperaturas.
Dormiré en esta cocina por cortesía hospitalera.
Esta
tarde Puri preparo espaguetis para la cena que tomamos pronto, fue su
comida, los hizo con chorizo que llevaba en su mochila y nos quedan
para el desayuno de mañana. He conocido nueva gente, que comenzó el
camino en Santiago sin ser para ellos prolongación de otro, estos se
presentan con el cuadro típico de los que comienzan, el agotamiento
y ampollas de los novatos cosa que también se les nota por lo limpio
de sus ropas, la falta de marcas de sol de calcetines y otros
detalles más.
Puri, al fondo uno de los edificios del albergue |
El frió no es una apreciación subjetiva, aparte que es tema de
conversación el albergue ya enciende calefacción por las noches y
esta mañana rodando hasta aquí venia pensando en ir cambiando, al
menos para esas primeras horas, mis mitones por unos guantes
completos que conservo.
Anoche había mosquitos en el refugio, los hay aquí, y moscas, ¿no se
enteran que ya no es su momento?, me sorprende con este tiempo su
insistencia, pesados y cansinos, dándome una compañía que no deseo.
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