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lunes, 22 de septiembre de 2014

Jueves 18.09.14 Camino portugués III. Noche mala. He tenido techo en el polideportivo pero la acumulación de vicisitudes como el que ayer mis ropas se tuvieran que secar puestas, el no poder entrar en calor con una ducha a tiempo y poder cambiarme, el cansancio acumulado y que ya son 13 días en donde en un momento u otro del día llueve, me pasan factura y paso la noche entre estornudos y con fiebre, en la soledad agravada de un espacio grande como es el polideportivo solo por mi habitado durante esas horas.

La colchoneta, mojada, no puedo más que extenderla para que de ese modo se seque sin poder usarla y con la vana esperanza que hoy no se moje de nuevo, una fantasía ya que no deja de llover en toda la noche y el día.

Mi jornada de hoy la pretendo hacer tan solo hasta la ya muy próxima Pontevedra por lo que no e apresuro a comenzar mi camino a esperas de que la lluvia de un descanso o simplemente amaine. Hace días mencionaban que cambiaría, mejoraría, el tiempo para el viernes, ayer mencionaron el sábado y hoy hablan del domingo con suerte.

Al menos las calenturas, que me han proporcionado febriles sueños, por la mañana no las tengo, pero sí el cuerpo olido por no haber contado con la colchoneta que además del confort de su superficie, leve pero suficientemente mullida, proporciona aislamiento de un suelo siempre frió y húmedo.

Tan solo por espacio de dos minutos he visto detenerse la lluvia en toda la mañana por lo que llego a Pontevedra calado hasta los huesos. La ansiada secadora del albergue tiene un costo de uso de 4 € por lo que paso de su servicio y tan pronto tomo un bocado me meto en la cama. Almu, Tania, Nacho y Fran vienen desde Madrid y vengo coincidiendo con ellos desde Tuy, me dan, junto a Guille, un plato de macarrones que terminan de cocinar. Guille, ya algo más tarde, me dará unos calcetines secos. Hoy he pasado el día sin usarlos, solo con las sandalias, conservándolos secos para calentar los pies y prefiriendo pasar el día sin ellos. Los sudafricanos no aparecen hoy, pero si las checas y la pareja de polacos que tomaron el Camino de la Costa por Vigo. La gente se conoce y son comunes las muestras de camaradería.

Paso todo el tiempo posible en la cama con el cuerpo dolorido y un par de analgésicos que e dio Tánia.



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