Jueves
18.09.14 Camino portugués III. Noche mala. He tenido techo en el
polideportivo pero la acumulación de vicisitudes como el que ayer
mis ropas se tuvieran que secar puestas, el no poder entrar en calor
con una ducha a tiempo y poder cambiarme, el cansancio acumulado y que
ya son 13 días en donde en un momento u otro del día llueve, me
pasan factura y paso la noche entre estornudos y con fiebre, en la
soledad agravada de un espacio grande como es el polideportivo solo
por mi habitado durante esas horas.
La
colchoneta, mojada, no puedo más que extenderla para que de ese modo
se seque sin poder usarla y con la vana esperanza que hoy no se moje
de nuevo, una fantasía ya que no deja de llover en toda la noche y
el día.
Mi
jornada de hoy la pretendo hacer tan solo hasta la ya muy próxima
Pontevedra por lo que no e apresuro a comenzar mi camino a esperas de
que la lluvia de un descanso o simplemente amaine. Hace días mencionaban que cambiaría, mejoraría, el tiempo para el viernes, ayer mencionaron el sábado y hoy hablan del domingo con suerte.
Al
menos las calenturas, que me han proporcionado febriles sueños, por
la mañana no las tengo, pero sí el cuerpo olido por no haber
contado con la colchoneta que además del confort de su superficie,
leve pero suficientemente mullida, proporciona aislamiento de un
suelo siempre frió y húmedo.
Tan
solo por espacio de dos minutos he visto detenerse la lluvia en toda
la mañana por lo que llego a Pontevedra calado hasta los huesos. La
ansiada secadora del albergue tiene un costo de uso de 4 € por lo
que paso de su servicio y tan pronto tomo un bocado me meto en la
cama. Almu, Tania, Nacho y Fran vienen desde Madrid y vengo
coincidiendo con ellos desde Tuy, me dan, junto a Guille, un plato de
macarrones que terminan de cocinar. Guille, ya algo más tarde, me
dará unos calcetines secos. Hoy he pasado el día sin usarlos, solo
con las sandalias, conservándolos secos para calentar los pies y
prefiriendo pasar el día sin ellos. Los sudafricanos no aparecen
hoy, pero si las checas y la pareja de polacos que tomaron el Camino
de la Costa por Vigo. La gente se conoce y son comunes las muestras
de camaradería.
Paso
todo el tiempo posible en la cama con el cuerpo dolorido y un par de
analgésicos que e dio Tánia.
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