Miércoles
29.10.14 Invirtiendo el Camino Francés. Estella. Día muy
entretenido. Al comenzar a rodar, dentro de una niebla espesa ante mi
y dentro de mi cabeza me confundo de salida en una rotonda y termino
entrando sin querer en el País Vasco. Nada grave, en los siguientes veinte minutos estoy de nuevo en La Rioja y ya en Navarra, de juntas
que están las tres comunidades autónomas en este punto geográfico.
El
camino hasta Estella es un subir y bajar, subir de nuevo y baja otra
vez, así hasta hartarte, me detengo a ver la iglesia de El Santo
Sepulcro en Torres del Río y allí me encuentro con Ana, rusa de Novosibirsk, de donde es mi amiga Irina, nos toca tirar del ingles ya que en mis 7 años de
matrimonio con una esposa rusa solo aprendí una palabra por año.
Viaja desde Barcelona a Santiago en su bici, con una cubierta de
recambio sin que logre entender la razón de ese modo de proceder. Un
café juntos, un rato de charla y cada mochuelo a su olivo, que vamos
en direcciones opuestas.
Mas
cuestas.
Llego
a Estella y me dirijo lo primero al albergue. A comer que voy
hambriento. Me siento fuera con Elena y un chico que viaja con ella y
que no despega los labios en ningún momento, creo que es sueco,
Elena del norte de Italia y rápidamente le pido información, ella
también quiere hacer esa ruta y sabe de la misma menos que yo, le
paso lo que tengo y me promete que tan pronto disponga de más me la
hace llegar. Con ellos esta ¿Sandy, Terry?, o algo así. Habla
español sin problemas, con un acento que no logro identificar,
estudio filología hispana en Colorado USA y más tarde amplió estudios
en Sevilla y Argentina, donde realmente aprendió a hablar nuestra
lengua con un acento que realmente es muy personal.
Justo
tras la comida me tropiezo con Luis, lo conocí en Melide, en el
albergue donde ambos hicimos noche y resulta que es de Estella y
primo de la hospitalera. Otro rato de charla.
Si
hay un lugar donde tiene que estar un museo carlista este es Estella
y por eso lo hay aquí con el incentivo de que los peregrinos tenemos
la entrada gratis ya no tengo excusas y me paso la tarde allí dentro
sin darme cuenta. Historia del partido tradicionalista desde sus
orígenes a la sombra de otros partidos contrarrevolucionarios europeos por el siglo XVIII-XIX hasta el momento en que Franco lo disolvió al integrarlo en la falange y mandar a Fal Conde al exilio,
dos guerras carlistas incluidas. Les pongo cara a personajes sobre
los que he leído, muestra de unifomres donde puedo ver por vez primera
un “detente”, oleos, documentos. De las tres salas que dispone el
museo solo veo la de sus fondos permanentes sin darme tiempo a visitar
una temporal más otra sala que trata sobre la historia del propio
edificio. Dato, tres empleados toda una santa tarde para un solo
visitante. Se lo tienen que hacer mirar que después dicen que no hay
dineros para cultura y lo mismo es que se emplean en vete a saber que
culturas.
El
albergue, que no lo he dicho, tomado por asiáticos, algún japones,
una de ellas se pone un kimono de seda tras la ducha, y unos 30
coreanos ya de edad que viajan arrastrando a sus retoños. A los
jóvenes que voy viendo desde que coincido con el Camino los veo
comer comida occidental pero estos de hoy, ya con cierta edad,
cocinan platos asiáticos y los comen con palillos. La cocina tiene
un bullicio increíble dentro de una densa humareda mientras las
señoras mueven perolas y dan órdenes, sus maridos fuman en el patio
ajenos a todo. Un joven pide un cigarrillo a uno de los mayores, ¿su
padre?, y se lo agradece con inclinaciones de cuerpo mientras
retrocede sin darle la espalda.
A
la hora de cenar me siento con Hermenegilda, vizcaína de 59 años que empezó a caminar hace pocos días. Se nota que
estamos cerca de los comienzos del Camino, gente cargada de empuje y
de ampollas en la misma medida. Pronto se van retirando a sus literas
y solo tres jóvenes españoles apuran cenando la hora de silencio, a
las 22:00.