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martes, 30 de septiembre de 2014

Jueves 25.09.14 Camino a Fisterre IV. Fué alrededor de las 5 cuando finalmente apareció Claudio por el albergue de San Roque, que lo lleva ni bien ni mal si no de un modo muy personal, hospitalería de autor me atrevo a decir que a unos gusta mucho por lo que pude ver y a otros no pero que de ningún modo puede dejar indiferente a nadie.

El como terminé el día a tan solo 3 kilómetros de donde dormí es otra historia.

Por que dormí bien a pesar del fuerte viendo que no terminaba de detener ninguna de las paredes que tenia para elegir, por poco, pero no coincidían las orientaciones. Desperté temprano e hice tiempo recogiendo todo sin prisas, al no ver nada abierto donde tomar un café ni posibilidad alguna de rodar con tan poca luz. Tras el café que al final tomé en el primer lugar que vi abierto fui como cada 25 de mes a por mi magra pensión, en un cajero de la misma red, por eso de la comisiones, que imposible ahorrármela al no disponer i entidad de sucursal cerca a esta población. El cajero me dice que no dispongo de salgo suficiente, extrañado pido información, y la pago, de mi saldo. No me ingresaron la pensión, Vale.

Sabedor que en Fisterre, por la información que me facilito la oficina de turismo, dispone de bancos, así en plural, comienzo a rodar hacia allí.

Al poco y desde alto se vislumbra la península en todo su esplendor, preciosa en la distancia representando ademas otro de los puntos de inflexión en el viaje, lugares donde cambio de rumbo, que a partir de ahora mas al norte o al sur pero me llevará hacia el este peninsular agotado ya el oeste. Una vez allí me topo de frente con el albergue, cerrado, y a buscar las entidades bancarias que son tres y las tres empeñadas en cobrarme 12 €, 2.000 pelas de comisión por darme mi pensión, al carajo las mando. Tan pronto abre el albergue y me informo salgo en dirección al faro para una breve pero bonita visita. Tampoco pienso inmortalizar el momento con fotos, Y de regreso a CEE que se anda surtida de bancos y ya comprobé esta mañana temprano que de la misma red que el mio.

Ya con los haberes a resguardo en mi cartera, visita al super, comida en el parque que me da esa vista sobre la bahía y paso a visitar el albergue que ayer no pude ver por estar cerrado. Allí llego antes de su hora de apertura y me distraigo conversando con un jubilado que me cuenta sus cosas, desde los 1.400 € que le cuesta su residencia en Fisterre al mes, que se escapa con un amigo que tiene coche a ese bosque para coger castañas las que me asegura son mucho mejores que en otras zonas, me interroga sobre los albergues y una niña que llega a pasear su perro sobre otras cosas mientras los dejo un rato. Cuando se marcha le imito, cojo castañas y sin ser un entendido en ellas si puedo apreciar que nunca las comí así de buenas y frescas. Aún conservo unas cuantas en la mochila.

Ya esperan algunos peregrinos la llegada de Claudio quien al fin aparece con su “mujera” como nos la presenta. Y allí entre unas cosas y otras se hace una hora en que ya por la luz, por mi enfriamiento y pereza desisto de ir de nuevo a Fisterra planeando con el auxilio de unos mapas mi camino de mañana a Muxía desde allí. Una de las cosas que me retrasa es la información de primera mano, de una visita que recibimos de un miembro de la asociación, de los albergues que llevan a lo largo de todo el Camino Francés, así como de otros que me recomienda encarecidamente. Quedamos en mantener contacto cuando pase por Logroño.

Terminamos juntándonos 11 peregrinos, disfruto de ducha y lectura en un sillón, confort olvidado, y por la noche padecemos la falta de consideración de tres criaturas alemanas faltas de educación. Por lo demás un día en que recorro el mismo paraje dos veces y una parte de ese ya conocido del día anterior. ¡Que se le va a hacer !


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