Jueves
25.09.14 Camino a Fisterre IV. Fué alrededor de las 5 cuando
finalmente apareció Claudio por el albergue de San Roque, que lo
lleva ni bien ni mal si no de un modo muy personal, hospitalería de
autor me atrevo a decir que a unos gusta mucho por lo que pude ver y
a otros no pero que de ningún modo puede dejar indiferente a nadie.
El
como terminé el día a tan solo 3 kilómetros de donde dormí es
otra historia.
Por
que dormí bien a pesar del fuerte viendo que no terminaba de detener
ninguna de las paredes que tenia para elegir, por poco, pero no coincidían las orientaciones. Desperté temprano e hice tiempo
recogiendo todo sin prisas, al no ver nada abierto donde tomar un
café ni posibilidad alguna de rodar con tan poca luz. Tras el café
que al final tomé en el primer lugar que vi abierto fui como cada 25
de mes a por mi magra pensión, en un cajero de la misma red, por eso
de la comisiones, que imposible ahorrármela al no disponer i entidad de sucursal cerca a esta población. El cajero me dice
que no dispongo de salgo suficiente, extrañado pido información, y
la pago, de mi saldo. No me ingresaron la pensión, Vale.
Sabedor
que en Fisterre, por la información que me facilito la oficina de
turismo, dispone de bancos, así en plural, comienzo a rodar hacia allí.
Al
poco y desde alto se vislumbra la península en todo su esplendor,
preciosa en la distancia representando ademas otro de los puntos de
inflexión en el viaje, lugares donde cambio de rumbo, que a partir
de ahora mas al norte o al sur pero me llevará hacia el este
peninsular agotado ya el oeste. Una vez allí me topo de frente con
el albergue, cerrado, y a buscar las entidades bancarias que son tres
y las tres empeñadas en cobrarme 12 €, 2.000 pelas de comisión
por darme mi pensión, al carajo las mando. Tan pronto abre el
albergue y me informo salgo en dirección al faro para una breve pero
bonita visita. Tampoco pienso inmortalizar el momento con fotos, Y de
regreso a CEE que se anda surtida de bancos y ya comprobé esta
mañana temprano que de la misma red que el mio.
Ya
con los haberes a resguardo en mi cartera, visita al super, comida en
el parque que me da esa vista sobre la bahía y paso a visitar el
albergue que ayer no pude ver por estar cerrado. Allí llego antes de
su hora de apertura y me distraigo conversando con un jubilado que me
cuenta sus cosas, desde los 1.400 € que le cuesta su residencia en
Fisterre al mes, que se escapa con un amigo que tiene coche a ese
bosque para coger castañas las que me asegura son mucho mejores que
en otras zonas, me interroga sobre los albergues y una niña que
llega a pasear su perro sobre otras cosas mientras los dejo un rato.
Cuando se marcha le imito, cojo castañas y sin ser un entendido en
ellas si puedo apreciar que nunca las comí así de buenas y frescas.
Aún conservo unas cuantas en la mochila.
Ya
esperan algunos peregrinos la llegada de Claudio quien al fin aparece
con su “mujera” como nos la presenta. Y allí entre unas cosas y
otras se hace una hora en que ya por la luz, por mi enfriamiento y
pereza desisto de ir de nuevo a Fisterra planeando con el auxilio de
unos mapas mi camino de mañana a Muxía desde allí. Una de las cosas
que me retrasa es la información de primera mano, de una visita que
recibimos de un miembro de la asociación, de los albergues que
llevan a lo largo de todo el Camino Francés, así como de otros que
me recomienda encarecidamente. Quedamos en mantener contacto cuando
pase por Logroño.
Terminamos
juntándonos 11 peregrinos, disfruto de ducha y lectura en un sillón, confort olvidado, y por la noche padecemos la falta de consideración
de tres criaturas alemanas faltas de educación. Por lo demás un día
en que recorro el mismo paraje dos veces y una parte de ese ya
conocido del día anterior. ¡Que se le va a hacer !
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