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domingo, 31 de agosto de 2014

Martes 26.08.14 Tavira, etc. Jornadas lusitanas II. Imagina un patio con el rumor de una fuente, el edificio dispone de una galería cubierta que proporciona sombra y bajo esta veladores con sus sillas. En la mesa el cenicero es la concha de la almeja mas grande que nunca he visto, la puerta da a la cafetería donde me sirven un café solo más que decente por 0,60 €. Ese espacio forma parte de la biblioteca de Tavira donde paso gran parte de la mañana holgazaneando entre páginas y poniendo un poco de orden en el blog, una biblioteca con su espacio de sobra pero exterior donde poder leer o navegar mientras fumas, toas un café o comes como he visto a más de uno hacer en un edificio que además es bello, mezclando unas losas de piedra pulidas que no adivino a conocer su nombre y placas de corten, los aseos bien cerca además.

Cuando salgo y pretendo comprar de comer, veo los comercios cerrados, que aquí siguen otros horarios y costumbres. Toca esperar.

La noche ha sido de mucho viento, molesto en ocasiones pero que no me ha impedido dormir y he desayunado y aseado a dos escasos kilómetros de allí, medio de leche con café y un “bolo de arroz” que así se dice lo que he pedido pero poniendo la boquita de Mourinho para que salga mejor, 1,75 €.

Paso un rato en la horas tontas bajo las sobras de un parque, junto al río que divide la ciudad, junto a un mercado de antigüedades cerrado a estas horas, voy aprendiendo que aquí los comercios cierran de 13.00 a 15:00 normalmente para comer. Tras ese rato de sombras salgo para Santa Luzia, de ahí a Luz de Tavira y después a Fuseta o Fuzeta que de los dos modos lo veo escrito, usando la Ecovia si la encuentro que tiene esta vía verde varias peculiaridades, naciendo en la desembocadura del Guadiana esta contagiado de su maldición de modo que aparece o desaparece sin previo aviso, larga como es, tiene diversas cualidades en su trazado lo que es natural pero para mi su mayor problema es la señalización o falta de ella en ocasiones, si no coincide su trazado con el de la carretera y tiene su propio punto de partida desde la población que atraviesa, no hay manera de encontrar ese punto, así que toca preguntar y la gente no es que ande muy puesta en vías ciclistas precisamente.

El último tramo del día lo emprendo en Fuseta ya pendiente de encontrar acomodo y entro de nuevo en el Parque Natural Río Formosa, salinas, zonas inundadas o marismas a ambos lados, bonito pero no útil para dormir, cuando tuerce el camino a la derecha, paso sobre un puente de madera y bajo las vías del tren apareciendo en un área de descanso con bancos, fuente, plano de la Ecovia, etc, decido pasar allí la noche que se viene encima en nada.

El recorrido que llevo de la Ecovia, cuando coincide con la costa es especialmente bello y hoy ha sido un día de esos, el campo de fútbol de Luz de Tavira está en la arena y se puede usar cuando la marea esta baja mientras que cuando sube se ven las porterías asomar del mar.


Leyendo el cartel de este área de descanso me entero que existe una Ruta 1 que partiendo del Cabo de San Vicente, al cual me dirijo, te lleva (es un decir) hasta Cabo Norte, en Noruega.

sábado, 30 de agosto de 2014

Lunes 25.08.14 Vila Real de San Antonio. Jornadas lusitanas I. Despierto temprano después de la primera noche calurosa en mucho tiempo. Hoy es día de paga y tengo cosas pendientes de esos dineros por lo que en primer lugar me dirijo a un cajero de mi entidad bancaria, ladrones, que tengo localizado, ya me vi obligado el mes pasado a sacar desde otro cajero a falta de uno de ellos, ladrones, y se quedaron con un pellizco de mi magra pensión. Tengo una pesadilla recurrente, es la noche del día 25 de un mes cualquiera y nos sobreviene una apocalipsis bio o bacteriológica, que me da igual, de película o un holocausto zombie, no me da tiempo a sacar mi pensión y el banco se la queda en su saldo por toda la eternidad. Es espantosa.

A partir de ahí comienzo a borrar cosas de mi lista, una cámara, las dos que tengo para reparar pasan de hacerlo, ya las repararé más adelante pero al menos ahora viajo con un par de ellas de repuesto otra vez, después farmacia, que tres de estas tengo que visitar para completar los dos tipos de gotas oftálmicas con las que me aliño los ojos dos veces al día, a continuación ferretería, demasiado he forzado a Fortuna pinchando cerca de donde me han podido prestar una. En la oficina de correos no tienen ni idea de si en Portugal se dispone de algo así como la lista de correos pero asumo que seguro que lo hay y lo dejo pendiente para solucionar al otro lado del río.

Compro mis billetes, embarco e invado Portugal. En un ferry de pabellón español y nombre de virgen.

Nada más llegar y mientras tomo un café pongo mi reloj con la hora local que esas cosas traen disgustos. Mi último despiste me costo pasar tres días tirado en el aeropuerto de Malpensa. Veras, volando hacia Italia y en mi total ignorancia pregunto a la azafata si Italia y España comparten uso horario a lo que la despistada o incompetente aeromoza me responde que no, ha hay una hora de diferencia. Quiere la suerte que tras tomar tierra, unas obras en el aeropuerto obligan a desviar al pasaje por otra salida, una creo que de empleados y allí un reloj me confirma la diferencia horaria,  supe más tarde ya que pasé allí tres días, que el dichoso reloj marcaba la hora GMT, alguna hora de uso de aviación o lo que narices fuera y no la local. Tomo posesión de un coche de alquiler que tenia reservado y al mirar el salpicadero veo que efectivamente hay una hora de diferencia con respecto a la que yo llevo en mi reloj. ¿Tu que haces? Yo cambie mi hora, lo curioso del tema es que en los días que pasé entre Venecia y Milan  fui con la hora cambiada sin que me supusiera algún problema ni en horarios de desayunos y comidas de hoteles ni de visitas a museos ni en ocasión alguna por lo que el error se mantuvo al menos hasta que al ir a tomar el avión de regreso que ahí si que todo el invento se me vino a bajo.

Muchos años antes, muy bisoño yo por aquel entonces en temas aeronáuticos, sin que haya mejorado mucho, ya confundí la hora de un vuelo de regreso desde Palma de Mallorca a Alicante cambiando las 7:15 por las 19:15 y quedándonos en tierra mi compañera de trabajo y yo sin vuelos a la península en 31 de diciembre. Un chaqueta roja ante nuestra desesperación nos embarcó en vuelo a Barcelona que paró por no se que cuestión en las islas y allí nos colocaron en un Paris – Barcelona – Alicante donde se celebraba a esas horas el fin de año en las alturas con barra libre de champagne. Mi mujer de entonces me esperaba en el aeropuerto para recogerme tras una semana fuera por trabajo, le llegó mi aviso a través de amigos, bebido como estaba no podía dejar de reír cuando ella vio que no había vuelos desde Palma y que veníamos de Paris. Me costo varios días que al fin creyera lo sucedido o al menos me dio a entender que me creía, pero la nochevieja fue antológica.

Volviendo al tema, que se me va el hilo, tras el café busco y encuentro una oficina de turismo y con ello mi primer plano, si bien algo birria el mismo, de la comarca, que de más territorio no tienen gratis, ya encontrare supongo. De ahí a la oficina de correos donde confirmo el servicio que aquí se llama “Posta Restante” y el código postal del mismo en Lagos, localizo una red wifi abierta, correo a Nina con las nuevas instrucciones y a comprar comida e ingerir parte de esta, dejando mucha fruta para la cena.

Ando un poco, un carril bici me lleva a Monte Gordo, que no tengo prisa y si ganas de ir aprendiendo lo elemental. Ah, también compré al salir de correos un chaleco reflectante como me indicó el de la oficina de turismo al verme en bici, que a determinadas horas es obligatorio de usar, vale poco y aporta seguridad.

Paso por Vila Nova de Cacela y pocos kilómetros más adelante me decido por acercarme a La Fabrica y Cacela Velha yendo hacia la costa ya que las poblaciones por las que pasa la carretera no están algo apartadas del mar y has de ir y venir de las playas a la carretera no estando estas unidas entre si en muchos casos. El conjunto que presentan ambas playas con sus islas es precioso y Cacela la Velha es una aldea deliciosa coronada por una fortaleza en cuya entrada, una dehesa, me hace de dormitorio. Antes de eso he cenado en la fortaleza melón y una de las nectarinas que compré, esta última regular, el melón espantoso.

En Monte Gordo e hice por fin con un planito, el diminutivo lo aplico por que el mismo es algo menos que una cuartilla en papel fino como el de fuar, de todo el Algarve y ahora si puedo organizarme algo mejor si bien las poblaciones se suceden tan próximas unas a otras que realmente no seria preciso plan alguno.

Con el cambio de hora, el ferry-lag, he cenado y montado lo de dormir inusualmente pronto, pero es que anochecerá y amanecerá una hora antes de modo que aprovecho los últimos ratos de luz para leer.

martes, 26 de agosto de 2014

No recuerdo cuando tuve un desayuno en familia por última vez y hoy lo tengo con dos a falta de una. Van saliendo de sus vehículos poco a poco y anoche acepté su amable invitación a desayunar con ellos. Conozco a Alicia la hija mayor de Charo y Javi que anoche dormía cuando llegué y mientras hacen los preparativos y amueblan su comedor tengo a Diego en brazos. Difícil de expresar la paz que transmite tener a este simpático niño de 6 meses tomado, así como poder verter en simples frases toda la riqueza de sensaciones con que me obsequian.

A todo esto Fran reparó anoche la cremallera de una prenda que de este modo vuelve a ser útil, como si sus presencias y amabilidad no supusieran ya bastante regalo.

EL lugar no esta ni ha estado transitado en toda la noche, alejado de carreteras y carente de alumbrado ha sido un remanso de tranquilidad desde que llegué, sin humedad a pesar de la próxima playa y con el aporte de seguridad que ofrece el estar agrupados. A eso le sumo que no he despertado con la premura de ir a buscar mi desayuno con lo que comienzo el día con cierta indolencia, plácida y perezosa como tiene que ser una mañana de domingo. ¡Gracias Familias! Por todo y por más. Por ese café con sabor a hogar de Rocio y ese aceite de primer premio que Javi vierte en mi rebanada de pan tostado. Más tarde hace fotos.

Voy haciendo la lista de cosas que he de hacer mañana, las saco de mi cabeza y las meto en un papel. Tras comprar pan emprendo camino hacia Ayamonte con la intención de visitar un par de lugares que ayer vi de lejos así como terminar de ver la población a la que apenas le dedique tiempo y en ese camino, como si con el comienzo del día no hubiera agotado mi cupo de satisfacciones, me cruzo un camaleón. Clavo el freno evitando de ese modo su atropello y me dedico un buen rato a observar al tranquilo saurio.

Pocos animales salvajes vivos he visto en mi camino, que inteligentemente nos evitan, que sí atropellados, puerco espines, diversos tipos de aves y roedores, algún conejo o felino domestico y una zorra, a la que me acerque por ver si la conocía de antes y al no ser así me lamente de su estado. Esto por suerte no lo he escrito, me he quedado con las ganas, por ser políticamente incorrecto y querer guardar las formas, que la zorra que bien conozco tambien gusta de usar pieles y la confusión es fácil. Hablar de este modo a una señora es un insulto para esta y casi puede rozar la violencia de género dependiendo de quien lo juzgue cuando en este caso al menos el animal seria la parte ofendida en la comparación. Dejemoslo ahí.

Como en una plaza de Ayamonte, frente a mi un perfil policromado de Frida Calho me observa con su inquietante y atrevida ceja mientras suena un tema de Roberto Carlos versionado, el día es moderadamente caluroso y la sombra de una palmera me da refugio. Una serena calma me produce bienestar que rara vez disfruto los domingos invariablemente aburridos, que hoy no lo está siendo. Una hermosa indígena del cono sur americano, de lustroso cabello trenzado y ojos rasgados atiende las mesas de un restaurante a mi izquierda. De esa plaza a otra semi desierta donde me descuelgo una cabezadita de apenas diez minutos en otro banco de azulejos, como el anterior, hasta que el sol me hiere el rostro y a punto lo está de hacer un niño con su pelota.

Ya por la tarde sigo durante un rato el camino que río arriba y a lo largo de 44 etapas recorre todo el Guadiana, la parte que no queda oculta se supone, y que va desde Ruidera hasta Ayamonte a lo largo de más de 800 kilómetros, lo recorro con la idea de ver sitio para pernoctar, pero por placer, si antes me sentía siempre agotado al ir en bici ahora disfruto usándola no solo para desplazarme, si no rodando sin más por gusto en cualquier ocasión. El lugar de dormir lo encuentro en mi camino de regreso, en un mirador elevado municipal de edificio sin terminar y paseos abandonados y ¡oh sorpresa! otro camaleón, este avanza, es un decir por que el animalito sera lo que quieras pero rápido no es, por lo alto de un vallado de madera. Ceno mientras el lo intenta mimetizado tras un hinojo creo que con escaso éxito en su cacería. Ahora que lo veo moverse y conozco sus “andares”creo haber visto uno intentando cruzar la carretera el día que termine cerca de Nerja, si es que por esas sierras los hay. El modo de moverse intentando infructuosamente cada paso que da para solo concluir algunos de ellos me llamó la atención en un lagarto que es lo que supuse que era en aquel momento.

Me fumo tras la cena un cigarrillo sin dejar de pensar que lo he de dejar. En la media hora que ocupo con estas cosas mi amigo el camaleón apenas se ha movido veinte pasos, eso si, sin parar su balanceo atrás y adelante como si cada paso fuera un mar de dudas de compleja resolución mientras otea estrábico en todas direcciones. Desconozco si es cazador nocturno y si los mosquitos formarán parte de su dieta, extremos que de ser así aumentarían considerablemente las simpatías que me despierta, por lo pronto nos haceos compañía, en dos ocasiones me he acercado mucho a el y o no se entera el tipo o no no me rehuye, al tocarlo tan solo cambia la forma de su cuerpo haciéndose mas alto y plano, creo que endureciendo además si piel al estirarla, pero sin hacer amagos ni de retirarse ni mostrar algún tipo de hostilidad, por no molestar más al bicho dejo de atosigarlo y me justifico pensando que mi posible acoso ha sido motivado tan solo por interés y en aras de la ciencia.

Desayuno con mis familias de acogida

Sábado 23.08.14 He decidido que en unos días, tras la adecuada preparación de mi voluntad para tal empeño, voy a dejar de fumar. Para celebrarlo me fumo un cigarrillo aún acostado, un placer del que me he visto privado mucho tiempo. Hoy además he empleado un 10% nde mi fortuna en la adquisición de “Papa Goriot” 1 €, no había nada más barato, pero eso será mucho después, justo antes de comer.

Ruedo los escasos kilómetros que me separan de Isla Cristina por haber anoche retrocedido hasta un discreto pinar donde duermo de escándalo. Hoy en vez de la ½ tostada de costumbre, me siento con apetito y devoro una entera con lo que el café con leche se sube a 1,70 € y doy una vuelta por la población recreándome en el puerto pesquero cuya olor me recuerda mi niñez en los veraneos de Torrevieja de nuevo. Por cierto, mencionando olores, los dos mas nauseabundos que me he visto en la tesitura de soportar este tiempo han sido las de un vertedero que cruce tras que lo quemaran parcialmente no se si intencionadamente o no, que provocados lo son todos por mucho empeño que los periodistas recalquen erróneamente y en una segunda ocasión junto a unos invernaderos los restos de melones pudriéndose al sol, dulzona y penetrante, repugnante.

Me dirijo al inicio de la vía verde que me llevará por un polvoriento camino hasta Ayamonte y allí, sin necesidad alguna por el momento, me empeño en localizar la oficina de correos y el muelle del que parte el ferry que son realmente dos. Estos y hasta el 15 de septiembre ofrecen servicio “internacional” cada media hora, que después sera cada hora. Les hago una foto a una pareja antes de que lo tomen, que tienen ilusión de inmortalizar su viaje tan extranjero.

Ya si, visito la población con más calma, con mis deberes hechos, compro algo de comer si bien aún tengo reservas conmigo, pero mañana es festivo y mejor así. Ahora es cuando compro el libro mientras regalo el “Antonio y Cleopatra”, que con tres libros en bici ya comienza a parecer un bibliobús.

EL viento fresco hace que el día sea soportable y tras comer salgo en dirección a Isla Canela que recorro hasta llegar a Punta del Moral, frente al faro de Isla Cristina cerrando así un circulo ocupado por mar.

La tarde la alterno entre lectura, observación de especies humanas y admiración de mareas y como estas transforman el paisaje marino, que será muy tonto pero de donde vengo no hay mareas.

Por la zona ya hay mucho visitante portugues, ya charlé en el supermercado con una señora que de allí cruza en ferry para comprar la comida de su gato, me explica que aquí le sale más barata y además entre las marcas que compra hay una española que a su gato le encanta y que allí no encuentra, el trayecto en ferry sale por 1,5 €, a mi me saldrá algo más por la bici.

Tan pronto baja la marea se comienza a ver a los que recogen coquinas de la arena, no se si algo más que también he visto a otros por las marismas con el agua por la cintura o hasta el cuello paro a tal distancia de mi que no logro adivinar que es lo que pillan del fondo. Por Punta del Moral veo a pescadores frente a sus casas reparando redes, solos o en grupos mientras los restaurantes anuncian su oferta hoy sábado si con clientela abundante.

En mi paseo por la playa he visto una zona sin edificar, con sus dos zonas de parking, en ellas alguna autocaravana acampada y con toldo extendido (resulto ser la de Fran y Rocio), no se si desafiando a la autoridad o gozando de la laxitud de esta y al fondo de los mismos un grupo de eucaliptos y pienso en usarlos para dormir.

Un dejota en un bar de playa juega poniendo temas mientras algún cuarentón tirando a la cincuentena ensaya imposibles pasos de bailes carentes ellos de algún resto de pudor, para diversión de paseantes, allí mismo decido parar a cenar pasando un buen rato entretenido con el espectáculo.

Tras ese primer parking con autocaravanas hay otro y a ese me dirijo a preguntar siendo Rocio a quien interrogo sobre la zona, si es tranquila y todo eso. Me indica tras responderme incluso sitios que puedo ocupar mientras voy saludando a Lucia y Laura, sus pequeños encantos. La autocaravana vecina esta ocupada por Chari que aparece en el gran Diego en brazos, su bebé, y al instante salen Fran y Javi, maridos de ellas.


Me siento a gusto al instante entre ellos, que ha querido la Fortuna que encontrara en mi camino y tras montar mi dormitorio junto a sus vehículos acepto su invitación y compartimos velada, demorando de este modo mi hora de ir a dormir y gozando de su entrañable compañía.
Viernes 22.08.14 De Lepe a Isla Cristina. Pensando anoche antes de dormirme en ese sillín robado y lo fácil que los cierres rápidos lo ponen, comienzo a cuestionarme si una tuerca como cierran mis ruedas y tija de sillín no es con diferencia mejor opción que si bien es cierto que obligan a llevar una llave los hacen más complicados de sustraer. Así mismo miro y estudio el modo, si es que lo hay y soy capaz de encontrarlo, de modificar un poco la canasta, que llevo delante y tan buen servicio me presta, para que pueda colgar en ellas unas alforjas delanteras que con tiempo me tendré que agenciar. Tan solo he de encontrar el modo de bajar el punto de anclaje. De este modo no solo ahorraría el tener que comprar ese portabultos si no además mantener parcialmente la canasta y sobre la que tengo tan solo una objeción, el peso esta alto y eso perjudica y mucho a la dirección. Seguiré estudiando el tema.

El no disponer de dinero para todas estas cosas, en lugar de ser un problema, me ofrece la oportunidad de reflexionar y estudiar opciones en vez de lanzarme a soluciones que después demuestran no ser tan acertadas cuando no directamente erróneas. Una vez más, si los tiempos de espera se usan para pensar, este, el tiempo, juega a tu favor.

Hoy me he despertado a alguna distancia del pueblo de modo que mordisqueo un par de galletas con sorbos de agua y me pongo en marcha. Tras desayunar en Cartaya en condiciones y callejear un buen rato me topo con la biblioteca y atiendo el escaso correo, poca cosa, pero llega el fin de semana y tendré más complicado hacerlo, ¡como adoro los lunes! De Cartaya a Lepe hay un paso y allí compro para reponer provisiones y comer en un banco a la sombra frente al ayuntamiento, eso tras de recorrer la población y disfrutar de la actividad matinal que observo.

Las distancias son ya muy cortas y la ansiedad me empuja hacia Ayamonte para cruzar al vecino país, si bien he de esperar unos días, pero es que realmente tampoco me siento en ningún sitio de estos por los que estoy pasando especialmente tentado a pasar más tiempo ni estoy encontrando gente con la que distraerme como en otros lugares.

La Antilla, Islantilla e Isla Cristina, casi sin darme cuenta y sin apenas interés, disfruto de la vista de las playas de esta última con la marea baja viendo como la gente cosecha almejas.

Hoy el pinar que he visto para dormir es menos espeso que los de los pasados días, más expuesto y además se encuentra entre dos zonas de marisma lo que se deja sentir nada más llegar. Por mucho que me apresuro, y lo hago, para ponerme el repelente, mientras lo pongo en una pierna me da tiempo a matar a tres mosquitos antes de que me piquen y padecer las picaduras de otros tres.

Por lo demás día aburrido sin nada especial, que también tienen que haber días de estos.


Jueves 21.08.14 Huelva. De nuevo una magnífica noche de descanso de la que tan pronto me despierto parto en dirección Huelva con la misión de lavar mis ropas. El camino lo conozco
bien, tan solo he de preguntar tan pronto llego por donde puedo disponer de ese servicio. En la sede de la agrupación local de Cruz Roja me remiten a otra dirección que esta en un barrio marginal y las instalaciones ofrecen una especie de centro de día para toxicómanos. Tengo problemas por que al no serlo no tengo derecho al uso de las instalaciones, cosa que al final soluciona la psicóloga o trabajadora social que no se lo que es que está al frente del centro. EL lavado y posterior secado lleva su tiempo, tiempo que al principio paso con la propia responsable que se interesa por mi psicodrama. No puedo estar del todo seguro de su sinceridad cuando al despedirnos, al final de mi relato y tras responder sus preguntas lo mejor que se, me suelta un: “te envidio”.

Tengo tiempo  para conversar con uno de los auxiliares que se interesa por mi viaje, en un momento cuando el relato pasa por el robo de mis cosas, me dice que esa bici la podrían haber recuperado con pocas ganas que le hubieran puesto, que el en Huelva, y le creo, si le dicen en que lugar y a que hora se ha robado una bici sabe quien a sido o con quien hablar para que se lo digan. Como confirmando sus palabras entra en la sala uno de sus “clientes” con un sillín en la ano, unido a su tija, la bici estaba aparcada frente a un supermercado y la tija unida a esta con un cierre rápido, ahora la bici ya no tiene sillín.

Tengo tiempo para hablar con la parroquia, algunos me piden de fumar y cuando les doy tabaco le añaden sus aditivos, en la puerta que dentro no se fuma. El del sillín me dice que vende bicis, que le diga el tipo que busco y el me la encuentra rápido, cosa que rechazo.

Ya con la colada terminada salgo al supermercado donde alguien perdió un sillín a comprar comida y tras tomar algo de esta veo zonas de Huelva menos deprimentes y que pasé por alto en mi primera visita para horas más tarde y justo cuando me dirigía hacia la zona minera, cambiar de opinión y rodar hacia Aljaraque y de allí a Cartaya, si bien una ermita abandonada próxima a la carretera y ya por la zona de pinares me hace detenerme, primero a leer un rato, después ceno allí mismo y al final decido hacer noche. Ya releo con placer el “Antonio y Cleopatra” que se me hizo muy corta y así gozo de esta traducción que ignorando si es buena me lo parece. Imagino el placer que puede suponer el leer las palabras del autor tal y como el las escribió, con su justo y exacto matiz.


Miércoles 20.08.14 Punta Umbría. Duermo hasta tarde, me despierta el sol al golpearme raso en la cara iluminando el pinar de un modo que resulta casi irreal. Tras recoger perezosamente los bártulos me pongo camino en la fresca mañana hacia la cercana Punta Umbría donde desayuno y recorro sus puertos y playas. Ya en el centro de nuevo, paseo a pie por sus calles y entro en la biblioteca el resto de la mañana.

Antes de comer una señora me entrega unos ejemplares de “La Atalaya” y “Despertad” que leo con voracidad ávido como esto de lectura. El empacho naif me lleva a un puesto de libros en la playa donde por 1 € compro “Antonio y Cleopatra de Shakespeare. Igual mañana tengo más ganas de acción pero hoy la gandulería con que empecé el día y mi intención de repetir aposentos para dormir me hace pasar el tiempo entre las sombras del pueblo observando a sus gentes y sus cosas.

Un correo de Nina me hace recalcular las fechas y me obligará si no se me ocurre otro modo a pasar más días por Huelva con lo que dispongo de mucho tiempo para visitar la comarca minera si me da por ahí. Podría ser interesante de cara al fin de semana y así me alejaría de la animación que estas zonas sufren esos días.

Cuando por la mañana voy a Punta Umbría, si bien se dispone de un carril bici la mayor parte del recorrido, termino optando por rodar usando la carretera ya que a las 8:30 de la mañana el carril esta casi atascado entre paseantes, corredores y ciclistas, dado lo estrecho del mismo las situaciones comprometidas se suceden, además los márgenes de este en ocasiones están invadidos por la arena y las agujas de pino tapizan su suelo haciéndolo resbaladizo en las cuestas y curvas. Por el contrario la carretera apenas presenta transito de vehículos.

Tal y como planee el día transcurre muy tranquilo deambulando por las distintas zonas de Punta Umbría pudiendo observar discretamente y a placer, ya de regreso a la zona de donde partí por la mañana. Olvido que al poco de llegar y ante mi necesidad de hacer colada y las prohibiciones en las playas del uso de detergentes, pregunte en la policía si existía por la zona algo similar a las instalaciones que usé en la Cruz Roja de Roquetas de Mar, por no haber no hay Cruz Roja en la localidad pero me informan que en Huelva les consta que hay un servicio de este tipo bien con ellos o con Cáritas por lo que mañana me desplazaré a la ciudad con el fin de lavar ropa que se empieza a hacer urgente.

Termino de cenar en un área de descanso de la vía verde, a la que se llaga bajando una cuesta por la pinada, aparece una joven madre con sus dos retoños, el más pequeño de estos en una silleta sobre su misma bici y el otro poco más mayor manejando la propia y precipitándose por la cuesta a gran velocidad y sin control ante los gritos de su madre de que frene. El niño bastante tiene con manejar la dirección y no se como logra tomar la curva por la que supuse se saldría pero el niño continúa hacia la valla del fin de la vía donde hay un par de bolardos. Un ciclista y yo nos tiramos hacia el pero por su velocidad es imposible que le alcancemos, tras salir del camino en su final, la arena logra frenar en parte su inercia, eso y que choca con su rueda delantera impide que su golpe con el bolardo tenga mayores consecuencias. Allí pasamos como una hora entre consolar al asustado niño que además usa la situación para negarse a caminar siquiera. Hablando en animada charla hasta que todos nos retiramos, ellos al cercano camping y yo a amueblar el pino que me servirá de nocturno refugio.


Candando la bici meto el casco también y hoy al quitar el candado este ha caído al suelo, la altura desde el plato, pocos centímetros pero suficientes para que una ruedecilla, que tenía en la parte posterior del mismo y que permitía el ajuste del ancho del casco, salte por los aires rota, por cierto el niño del golpe no llevaba casco y le habría evitado en gran parte el daño que se ha causado. Ahora con esa rueda rota si mi cabeza encoje o se agranda tendré problemas al ponérmelo. Tengo que cuidar que el tamaño de mi cabeza permanezca constante o necesitaré otro casco.

miércoles, 20 de agosto de 2014

Martes 19.08.14 Huelva y poco más. Pase la noche y descanse muy bien junto a una estación de servicio antes de entrar en San Juan del Puerto. Me despierto poco antes de las 06:00 cuando entra el empleado para abrirla, mañana fría a estas horas. Es temprano para todo, el médico no lo tengo hasta pasado el medio día y la falta de luz desaconseja el rodar por lo que me tomo mi tiempo y un café con leche de máquina en la misma gasolinera.

Ya con luz recorro las zonas de San Juan que ayer no vi mientras la gente despierta, desayuno con los empleados de correos en un bar cercano a su oficina por 1,50 € y les escucho en sus conversaciones, el bar ofrece todos los viernes bocadillos a 1 €, voy a la biblioteca y espero la hora de apertura al sol, entrando en calor.

A la hora acordada más una de espera tengo mis recetas y tiro para Huelva de la que no digo nada no por que no se pueda decir nada de ella, es solo que a mi no se me ocurre nada. Allí pillo al empleado de la oficina de turismo de mis sueños, además por la hora esta sin “clientela” y ocioso por lo que lo exprimo a placer acaparandolo un buen rato y salgo con toda la información que quiero.

Ahora conociendo una via verde que va o irá hasta Punta Humbria, por que aún tiene un tramo inacabado, la tomo y disfruto. Cruza un puente saliendo de la ciudad para transcurrir entre marismas, pinares, salinas, dunas con pinos, una hermosura de recorrido con áreas de picnic para ciclistas que al llegar a la playa se bifurca tomando por un lado dirección a Punta Humbria y por el otro a El Portil con una bonita laguna. Carca de la bifurcación encuentro el sitio para pasar la noche y comienzo mi particular “feng shui”.

Un lugar para dormir puede ser algo muy simple o muy complejo. La formula simple solo cumple dos requisitos, no molestar y que no te molesten. El tema visto así confunde ya que tiene mas infundia y puede dar para hablar largo y tendido de el, pero hoy lo dejamos así para centrarnos en el interiorismo que obviamente en este caso es exteriorismo. Depende como seas, un ruido te puede amargar la noche, o un foco que te de en toda la cara, pero aún así eso es secundario y con el debido agotamiento y llegada una determinada hora de la madrugada, aún así te duermes. La primera regla para mi es apoyar la bici y que entre el apoyo y yo este ella, a ser posible incluso tocándola aunque sea con el pie. Además que la superficie que tengo para mi este más o menos sin pendiente, si es plana mucho mejor pero en el campo no hay muchos planos. Si ha de tener pendiente mejor la cabeza en alto, pero esto representa otro problema por que la posición del cuerpo no puede ser casual, me explico. En un dormitorio convencional, dormimos mejor si nos sentimos más seguros, si miramos hacia la puerta, no es que sea algo fundamental para estos tiempos que corren y en tu propia casa pero sí lo fue durante el tiempo suficiente teniendo su importancia y lo tenemos en nuestra memoria genética, seguro, pero lo que sí esta claro, es que al raso y en un lugar desconocido siempre hay un lugar por el que te sientes más vulnerable y hacia ahí quieres tener la cara mientras duermes, aunque la espalda te la cubra algo tan prosaico como es un árbol. Esa vulnerabilidad tiene varios factores que la agravan como son que quienes puedan venir lo harán a pie y tu estas acostado, la altura o la falta de ella produce inseguridad, otro factor es la ropa, tu no la llevas o muy poca para dormir así como calzado y por terminar pero no lo último tenemos el tema de las gafas que me las quito para dormir. El que las use me entiende, sin ellas aún te sientes más inseguro, y mas a mayor graduación. Ya volveré al tema de las gafas por que tienen mucha importancia marcando diferencias notables en el como se afronta con ellas un día de lluvia al aire libre, por ejemplo.

Bien, ya decidiste hacia donde “mirar” mientras duermes, el sitio no tiene ruido molesto, no hay un foco que te ilumine como en un escenario, el suelo esta relativamente plano en los dos sentidos ya que una inclinación hacia un costado es aún más molesta, tenemos en cuenta que el viento no te castigue en ese lugar, que no padezcamos olores molestos . Como nos retiramos más o menos pronto por la falta de distracciones tipo lectura, ver películas o series según el gusto, navegar por la red, conversar u otras ocupaciones que se pueden hacer en compañía, etc, eso representa una buena cantidad de horas, muchas más tan pronto la luz comience a escasear y queremos que nuestro dormitorio sea en suite, o sea con aseo incluido, por que se visita el mismo con seguridad si no a lo largo de la noche, tan pronto te despiertes, tal vez con urgencia y puede que más de una vez, de modo que tenlo localizado con tiempo. EL vestidor, ya que estamos con nuestro dormitorio en suite, nos cambiaremos la ropa, las prendas del día no es la mejor para dormir, además de por higiene y por la mañana lo mismo.

A todo esto le sumo que en ocasiones y según el sitio que cruces es preferible lugares no muy despoblados mientras que en otras ocasiones lo que buscas es a la inversa. Según veas.

Por suerte la oferta inmobiliaria es amplísima, pero no olvides el factor suerte ya que días que no encuentro nada de calidad descubro un poco más adelante o al doblar una esquina/curva el sitio que sí lo es, me ha pasado solo un par de veces pero pasa.


Ah, y la lluvia, pronto estará aquí y el dormitorio querrá tener un techo cada noche.
Lunes 18.08.14 Lugares Colombinos. Entro en San Juan del puerto decidido a lograr un plano de la provincia de Huelva, hoy es laborable y tendrán que estar abiertas las oficinas de información turística, eso donde las haya que en San Juan no las hay. Me entero de lo de la lista de correos y como funciona con gran alegría de por mi parte y tan pronto dispongo de la información se la remito a Nina para que así me pueda enviar la bolsa, millones de gracias, Princesa. Lo siguiente es cita para las recetas que me la dan para mañana y ya con algunas cosas solucionadas comienzo mi recorrido por esta zona visitando la población de la que pronto marcho a Moguer.

Muchos sitios de interés y ya armado con un rudimentario plano de la provincia más otro de Moguer me pongo manos a la obra. Como en el muelle, en la marisma y un cartel en el inicio de una senda me resulta tentador después de un rato de descanso. Es la antigua senda que unía Moguer, Palos y La Rábida bordeando todo el lado oriental de la marisma y si bien comienza con un carril bici este termina pronto, el resto se supone que es para recorrer a pie pero aún así lo recorro. Algún tramo corto de arena, en otro punto se ha de cruzar un arroyo lo que te permite calarte los pies y muchas zonas se recorren por pasarelas de madera en diverso estado de deterioro, alguno notable que hace comprometido el cruzarlo aún desmontado por la falta de tablones en el suelo, si falta uno se cruza sin más, dos incluso, a partir de tres el tema se se empieza a complicar.

Al ir a frenar a la bajada de una de estas pasarelas me quedo sin freno de atrás, que unas horas más tarde y de nuevo en Moguer (ni en Palos ni en S. Juan hay tiendas o talleres de bicicletas) me lo tensan sin problemas, mi juego de Allen y mis alicates Leatherman ya no son míos.

Visito Palos y La Rábida si bien con cierta prisa por solucionar lo del freno por lo que regreso a Moguer y ya más tranquilo tras la reparación ceno antes de ir a San Juan de nuevo. Por lo demás un día sin mucha gracia. Mientras recorro Moguer leo párrafos de Platero y Yo. Ah, en la senda que mencioné tengo ocasión de cruzarme con muchos de sus parientes, mas mulas y caballos que bien en fincas bien sueltos por la marisma los hay en gran cantidad ofreciendo una bonita estampa. La brisa que sopla hace que el día no sea duro y por todo el recorrido, al fondo, puedo ver la capital.

Elijo para dormir un lugar cercano a San Juan, discreto y aparentemente seguro, techado.


Cuando me han tensado el cable del freno he visto a las hermanas de mi bici, solo que estas con librea roja en vez de azul pero iguales en lo demás salvo sillín y ruedas que Paco mejoró. Coinciden ambas comarcas, donde me dieron la mía y esta donde las veo en venta, en la existencia de una economía de importante presencia de invernaderos, aquí son de fresas, y de un núcleo de población inmigrante que trabaja en ellos y precisan de máquinas para sus desplazamientos que sean duras, con escaso mantenimiento y económicas de adquirir. Me dice el mecánico mientras revisa el otro freno que con esta bici duda que tenga algún problema, que siguen funcionando cuando otras infinitamente más caras y de delicado ajustes y mantenimientos ya están dando problemas, sean por las suspensiones delicadas, frenos de disco, sistemas hidráulicos varios, etc, que suponen ademas un desembolso alto de compra y la constante preocupación de su puesta a punto. Tras examinar además de los frenos, cambios, bielas y pedales le da el visto bueno a todo. Hablando de posibles mejoras, el particularmente tan solo metería mano a unos cambios sincronizados por comodidad y si acaso unos cierres rápidos para las ruedas, extremo en el que pienso desde el primer pinchazo y que me evitaría la compra de una llave para las tuercas. Tomo nota de ello.
Domingo 17.08.14 Comarca de el Condado. Duermo al final tras una valla abierta de una pequeña nave sin actividad, hasta las ocho de la mañana, sin ruido de ningún tipo al ser domingo y estar la zona apartada y sin transito si bien con una visita, a las dos de la mañana un par de coches entraron con la idea de montarse un botellón, 6 ó 7 jóvenes que me ven, me saludan y deciden ir a otro sitio por no molestar mi sueño y así me lo dicen.

Desayuno en Rociana del Condado mi café con leche y media tostada de costumbre 1,70 € y visito el pueblo prácticamente dormido a estas horas del domingo para salir después en dirección Bollullos del Condado.

Cruce hace años Francia por carreteras secundarias, la cruce de un modo errático, sin una idea clara de por donde iba a pasar, tan solo tenia un punto que quería ver, Chartres y un punto por el que salir de allí, Cale, donde tomaría el ferri a Dover. Viajé en coche. El viajero cultivado, indudablemente goza más de las cosas que encuentra, conoce la historia de lo que va a visitar, su cultura, gastronomía y tradiciones. No es mi caso. Poco o nada sabia de los puntos que visité o donde me detuve y en ocasiones era por un nombre que me impulsaba a dirigirme allí por curiosidad, como me sucedió con Limoges que sabia de su existencia por una pequeña porcelana que recibe su nombre por ser oriunda de allí y que recibí de obsequio anteriormente.

El hacer el viaje sin pisar autovías o autopistas sí me aporto la indudable ventaja de atravesar las poblaciones rehuyendo siempre todas las circunvalaciones, así pase por Toulouse, Poitiers, Tours, Orleans, etc. El caso es que no hay nada del todo bueno ni malo y esa misma ignorancia que padezco me regala algunas sorpresas que de no ser el caso me habría privado de tener. Así me sucedió cuando al mirar a la izquierda me encontré con las murallas de Carcasone, ciudad de la que por aquel entonces ignoraba todo y que posteriormente he podido disfrutar al conocer su historia y leyenda, y que por supuesto visité. Algo así me ha sucedido con Niebla. Pase por que estaba en mi camino. Cierto que con curiosidad por su hermoso nombre pero sin conocer absolutamente nada de su existencia hasta hace un par de días que la vi en mi plano y esa ignorancia me ha supuesto un precioso regalo en una segura aburrida tarde de domingo.

Empece a disfrutar ya con su puente romano que recorrí en ambos sentidos por ver mejor el Rio Tinto a su paso ya que a cada lado es distinto lo que veo, una parte es árida y pedregosa en la que el agua contrasta fuertemente con el ocre de su rivera, al otro lado una frondosa vegetación que desde la orilla se extiende hasta el pie de las murallas, dentro de las cuales esta gran parte de la ciudad. Murallas en fábrica de tapial principalmente, con seis puertas.

Rápidamente entro por una de ellas, la más próxima a la Iglesia de San Martín y recorro sus calles hasta llegar al Hospital Nuestra Señora de los Ángeles donde tras ver una exposición de arte visito el centro de interpretación donde me voy enterando de su historia o de una pequeña parte de ella, que se remonta, y ahí podemos entrar en la leyenda, hasta los antiguos pobladores ligures que en algún texto aparecen como vecinos de los tartesos. De como se tiene constancia de que en alguna batalla ya se uso pólvora para unos primitivos cañones por el siglo XIII siendo así el lugar de occidente donde primero se empleo para usos militares. En esa misma plaza del Hospital, la Iglesia Santa Maria de la Granada que aunque se remonta a mezquita árabe, por tener tiene hasta columnas romanas, ya que esto fue emplazamiento romano y anteriormente fenicio. Recorro su castillo. Por la puerta de Sevilla salgo y bajo hasta la alameda que recorre el río junto a sus muros y bajo un álamo, sera un álamo si esto es una alameda, supongo, encuentro sitio para pasar la noche.

Me he saltado mi camino hasta aquí, que deje en dirección a Bollullos tras el desayuno. Por el camino un pinchazo que por no desinflar del todo la rueda y la proximidad a la población decido reparar en esta con el auxilio de la sombra, de poder inflarla en una estación de servicio y de no meterme en faena en un arcén. De modo que camino un rato con la bici a mi lado. He cambiado alguna cámara en mi vida, no es que sean muchos, pero son. Se de sobra que no basta con cambiar la cámara, que hay que revisar en la cubierta para localizar el objeto que la pincho si es posible y continua ahí y de ese modo evitar un segundo pinchazo. Y así lo hago. Tras el segundo pinchazo, por supuesto.


Haciendo el idiota de este modo paso buena parte de la mañana. Además de ver la cantidad enorme de bodegas que hay en Bollullos y preguntar por ese vino de naranja que anuncian y que resulta ser un vino dulce aromatizado con esta y que por la hora de la mañana entre otras cuestiones me quedo con las ganas de probar. Ya con la rueda reparada, por segunda vez, una espina de cardo, continúo hacia La Palma del Condado donde paso las horas duras de la siesta con un café al que me invita el dueño del bar y de charla con este y con un matrimonio amigos y vecinos en la misma finca que el bar. 
Sábado 16.08.14 El Rocio – Almonte. Quede primero de todo constancia que no entran en mis planes al registrar mis sucesos e impresiones en este diario ofender o molestar a nadie, pero tampoco pretendo faltar a la verdad del como veo o siento las cosas. Dicho esto y a modo de que no queden dudas, no tengo nada en contra de las Oficinas de Información Turística cosa que no puedo decir que suceda a la inversa. Este fin de semana y cayendo el festivo día 15 en viernes serán casi con toda seguridad los días con mayor número de desplazamientos por cualquier medio de locomoción se produzcan en el solar patrio a lo largo de todo el año y especialmente de turistas, ¿que hacen las oficinas de turismo de Almonte y sus aldeas de El Rocio y Matalascañas en estos días de gran afluencia?, pues esta muy claro, cerrar. Y al turista que le den por ahí. Sumale a eso que se celebra en este momento el Rocio Chico, que es como una segunda romería. Si alguien lo entiende que me ilustren.

Cambiando de tema. Hace años y por espacio de uno o poco más, moré en una aldea de la huerta murciana, de muy pocos habitantes y todos conocidos entre sí cuando no familia. En las fiestas se juntaban una noche a cenar el pueblo entero a lo largo de una mesa que disponían en su calle, si, como en las historietas de Asterix pero sin amordazar al bardo. En ocasiones me desplazaba a Murcia en busca de civilización, la que hubiera, y en una de ellas terminé en un centro cultural viendo una exposición que he olvidado. Coincidiendo con ella, en una sala de ese mismo centro presentaba creo que su primer libro Boris Izaguirre. La curiosidad me hizo meter el hocico en la sala durante unos cinco minutos en que no se a santo de que su locución versaba sobre El Rocio que el comparaba con un poblado del Far West, salí de allí pensando “como se pasa este tío”. Pues no, no se paso al menos en esa ocasión. Tan solo que yo lo situaría algo más al sur. Su arquitectura y urbanismo me cuadra mas con una Catherine Zeta-Jones en caballo mientras Antonio Banderas salta por los tejados con mascara y capa.

Calles de arena y no una capa superficial, ausencia de aceras ¿quien las necesita?, en las fachadas de cada casa una de esas cosas que se usan para atar a los caballos, si de esas que pasan por ellas las correas en las pelis y nos preguntamos por que el caballo no se pira si no lo han atado realmente, en la puerta de todas y cada una de las construcciones, que son bajas o de una altura a lo sumo. Y caballos por todos lados, con gente encima o sin ella, si tienen gente encima pasean, hablan por el móvil, se toman algo o simplemente parecen que esperan, pero sobre el caballo. Muchos arrastran carros de todos los tipos y para los niños, ponis. Caballos en cuadras cerradas, al aire libre, sueltos por la marisma que desde su paseo, única superficie que no es de arena, puedes ver pastar. Algún coche pasa, 4 x 4 normalmente. Creo que mi poco mundo me hace sorprenderme, lo lamento.

El Real con su ermita me resulta difícil de cruzar aún desmontado, así como circular por sus calles en donde se ven comercios que no suelo ver por otros lados, aquí puedes comprar botos o ver guarnicionerias muy cerca una de otra. Con todo el respeto, en serio, hacia lo que esto es y representa así como al resto de cultos o tradiciones marianas, parece que andas por un parque temático acostumbrados como nos tienen a ellos en estos tiempos y tierras.

No lo he dicho aún, pero me gusta verlo y me gusta haberlo visitado. En época de romería ha de ser un espectáculo difícil de describir viendo el número de hermandades e informado de la cantidad de personas que llegan a formar algunas de estas.

Y paso ahora a contar algo que me ha sucedido esta madrugada y que desde que me puse en pie me tiene desconcertado. Bien pasadas las cinco y media me despierto sobresaltado notando en la cara algo húmedo, me incorporo rápidamente para ver que terminan de estrellar un vaso de rebujito, continente y contenido, a escasos 20 cm de mi rostro, supongo que han fallado y este pretendía estamparlo en toda mi cara o cabeza.

El osado agresor ha huido, por supuesto, feliz y satisfecho de su hazaña. Retiro los trozos de vidrio, alguno está en mi pelo, apenas aparte de mi rostro se ha mojado, nada mas. Y lo que realmente me desconcierta es que en ese momento solo me ha importado por turbar mi sueño a tan temprana hora y que después incluso a lo largo de todo el día no logre vivirlo como un peligro o una amenaza. No se la razón pero es así. De hecho tras limpiarme la cara y molesto con el olor, me la he lavado un poco y seguido durmiendo tras visitar un “aseo” cerca.

Entiendo que el tipo estaría bebido o intoxicado por otras sustancias, seguramente ambas cosas, pero intento imaginar que clase de individuo incluso en ese estado es capaz de lanzar un vaso de cristal a la cabeza de otro que duerme.











-espacio dejado intencionadamente para la reflexión-

Ahora otras cosas. Lo normal es que cuando ruedo tarareo o silbo algo, hoy el programa ha sido el aria de Giannini Schicchi mientras mentalmente escucho la voz de la Callas con el “o mio bambino caro” y “se arrebujan los pinos, sientes temores...” el tema Segaores de Jarcha. Llego a Almonte por un arcén de tamaño descomunal que en los días de romería se hará imprescindible, lo recorro hasta su plaza del ayuntamiento, ni un ruido, ni un alma por sus calles, acojona. En un banco sentado sentados frente a la iglesia estamos un anciano sedente de metal y yo. En las fachadas de muchas casas del pueblo unos azulejos con textos explican que fue y en que fecha anteriormente en ese solar con lo que al leerlas mientras deambulas entre ellas vas haciéndote una idea de que y como fue Almonte en su pasado. Otras muchas cuentas las idas y venidas de su patrona a la población. Escucho una voz, una mujer se asoma a la puerta de su casa ¡cuanta caló!, entra de nuevo y sensatamente la cierra. Con solo 30 km que lo separan de su aldea Matalascañas, el cambio de temperatura el brutal, paso de un viento fresco, que esta mañana hacia que en el desayuno más de la mitad de los que estábamos llevaran algo de abrigo a una quietud seca y asfixiante. No me quiero preguntar de que modo hice las cosas en mi vida para ser el único humano, seguro que en kilómetros, expuesto a esta absurda situación ni por que siguiendo los consejos de Pedro me adentré al interior en lugar de continuar por la costa en dirección a Mazagón a igual distancia de Matalascañas de donde me encuentro, claro que de ese modo no habría conocido El Rocio

Recorriendo las calles al entrar, he visto una oferta de desayuno, café, tostada completa con jamón (realmente eso es un bocadillo solo que el pan esta tostado), zumo de naranja natural por 3 €. En esta parte al menos si acertó Pedro cuando en la lista de bondades del interior incluyó sus precios. Si ya de por sí me suelo aburrir los domingos por el cambio de actividad que veo en sus poblaciones por las que paso, un puente como este se me está haciendo pesado. Necesito comprar tabaco y es sábado por la tarde, si bien en los pueblos poco entienden de días de semana y de horarios al menos en periodo vacacional, o entienden mucho más que los ayuntamientos en su gestión de atención al publico según se mire. Realizo alguna compra de alimentos para los próximos días y encuentro sin dificultad ese estanco abierto una tarde de sábado. Al norte y oeste de Almonte están los “… del Condado”, nombre de la comarca y apellido de algunas poblaciones como Rociana, Bollullos y La Palma, salgo hacia la primera de ellas mirando ya por el camino por si veo donde dormir pero por encontrarse todo pegado a la carretera lo voy dejando pasar, siempre puedo volver sobre mis pasos.


Una cosa que me sorprende. Lo vi en Rota, un café con jarras llenas de agua en una mesa auxiliar y vasos, para que los clientes se sirvan cuando tienen sed, lo vi en Matalascañas, donde desayuno dos días seguidos en el mismo bar y en la barra, en un rincón se llenan 20 ó 30 vasos, siempre llenos y frescos, los clientes los toman o los piden, o nada más entrar en la misma Matalascañas cuando al ir a pedir un café la camarera antes de nada me pregunta si deseo agua, lo he visto hace nada en Rociana del Condado, donde al entrar al bar, sin mediar palabra, la camarera me pone frente a mi un gran baso de agua fresca, para quitar la sed que después cada cual ya pedirá lo que quiera. Y si lo terminas rápidamente te lo llenan de nuevo como me ha pasado. Creemos los poco viajados que lo que vemos en nuestro pueblo es común en todos los demás y no le damos importancia, no es así, todos esos pequeños detalles que nos diferencian forman una riqueza propia de cada lugar, de cada grupo humano, de donde vengo si quieres agua la tienes que pedir y en ocasiones hasta parece que molesta. 

martes, 19 de agosto de 2014

Viernes 15.08.14 Voy a ciclobundear por Huelva hasta el día 26 seguramente. Me permitirá además de conocer en más detalle algunos sitios el solucionar, con suerte, una bolsa estanca para poner sobre las alforjas dando tiempo a que me llegue, retirar medicinas para mi glaucoma después de que me las receten y que me den de alta como desplazado, cosa que ya he visto no siempre se logra al primer intento, así como hacerme con una prenda de abrigo para las noches y madrugadas que con la bolsa mencionada ya tendrá cabida en mi equipaje que ahora mismo no lo tiene.

Se trata de encontrar a un/a sufrid@ emplead@ de oficina de turismo y explotar su ingenio, rutas para ir en bici, con pernoctaciones ocurrentes y visitas a sitios de mi interés a coste cero y teniendo en cuenta que el lunes empezare mi ventanilleo de centros de salud, a ver que sale de todo esto. Pero eso será otro día ya que olvidé que hoy es festivo y la oficina que encontré en el pueblo solo abre las mañanas de días laborables.

Esta noche si no hubiera estado tan cansado podría haber sido horrible y que la música y el trasiego de gente no ha cesado hasta las 8 de la mañana. Cansado como estaba las ocasiones en que me desperté fue para volver a conciliar el sueño instantáneamente y sin dificultad por lo que me he despertado descansado pero dolorido.

AL principio del viaje dependía mas de caminar que de ir en bici, no podía subir cuestas por la carga y mi baja forma física y sufrí mucho dolor en los pies, por los ligamentos, después la cosa cambio para bien, tan pronto me habitué y fui capaz de ir sobre la bici sin problemas y solo caminaba paseando por las poblaciones, por placer, por concurrencia de gente en paseos y demás que hacen desaconsejable ir sobre la bici y cosas así. Pero Ayer cambio todo.

35 Km de arena y empujando una bici cargada. Igual no importa pero no son esos los kilómetros ya que la playa con la marea baja se hace muy ancha y no se camina en linea recta si no que vas buscando la zona que presenta mejor aspecto para cruzar, la más dura bajo tus pies y vas evitando las zonas donde el agua queda retenida a modo de lagunas. Serán unos pocos kilómetros más, seguro, pero más sin lugar a dudas y como resultado hoy no soy capaz de dar dos pasos sin sufrir un intenso dolor.
Camino aún así, primero para desayunar e ir al aseo, 2 €, después para ir hasta la oficina de información turística y más tarde hasta el comienzo del Parque Dunar donde salen rutas de paseo por Doñana. Nada más leer la palabra “duna” se me eriza el cuerpo. Este breve trayecto me supone una hora de dolor, dolor que continúa aunque esté detenido y sentado pero con menor intensidad.

No me veo con fuerzas de llegar a un supermercado, tal vez lo intente por la tarde, de modo que me meto en una venta mientras converso un rato con un par de policías locales, allí están  los conductores y demás de dos ambulancias del reten y a lo largo de la mañana pasarán más tarde a almorzar dos guardias civiles de tráfico y otros dos más del Seprona.

Allí acampo en su terraza, tengo aseo, tengo wifi y una camarera me da un analgésico que logra calmar en parte mi dolor. Mas tarde me como un bocadillo y cuando veo sombra en el conjunto de bajos edificios de enfrente logro llegar no sin esfuerzo cubriendo los escasos metros que los separan. Solo tengo que esperar, no es que mañana desaparezca el dolor, pero será mucho menos intenso y no se trata que hoy decida reposar, es que realmente no me veo capaz de otra cosa y menos de cubrir los aproximadamente 30 km que me separan de Mazagón ya que seguro que pedalear puedo, otra cosa es poner el pie en tierra cuando me detengo, que si difícilmente puedo lograr mantener el equilibrio estando en pie, con la bici y frenando no me quiero ver en la tesitura y más cuando necesidad no tengo.

El tiempo juega sus cartas, hay que aprender a diferenciar aquellos problemas que el tiempo disminuye de aquellos que agrava y hacer que trabaje a favor nuestro, venciendo la ansiedad en unos casos y la inacción en los otros. Es un gran aliado casi siempre si no nos empeñamos en ir en su contra, nos resultan insufribles las esperas, algo que nuestra cultura de inmediatez alimenta creando insatisfacción cuando lo que ha de acontecer no sucede en el instante que deseamos. Me viene a la memoria cuando Kapuscinski, en Ébano se sorprende y no sin razón al ver como en África la gente se sienta simplemente a esperar, sin medir el tiempo de otro modo que no sea el desplazamiento de sus sombras por el sol sobre el polvoriento suelo. Igual ocupados en sus pensamientos, cosa que nos hace reflexionar el que nosotros pensamos si es que lo hacemos mientras realizamos otras actividades y donde la meditación nos supone un esfuerzo y dejar la mente en blanco un imposible.

Otras culturas nos pueden enseñar a esperar y emplear ese tiempo como decía en nuestra mente. Asia tiene mucho que decir en todo eso. Creo que aquí no sabemos esperar bien y así vivimos la cultura de la desesperación.

A lo largo de la tarde, que paso sentado hablando primero con Lukas y más tarde con Pedro, noto que el dolor remite lentamente, cuando voy a comprar el pan sigue ahí, pero no como esta mañana y por la noche cuando me dirijo a dormir este es ya mucho mas soportable. Lukas trabaja en un gimnasio, me ofrece las duchas y me dice que si necesito algo, hablamos de viajes y le gustaría hacer lo que yo, viajar en bici un tiempo, es polaco, habla casi sin acento, es un decir, habla con acento del sur, de aquí, lo que le da una sonoridad que me gusta a sus palabras. Pedro trabaja de vigilante en un parking y prácticamente pasamos juntos la tarde.


Jueves 14.08.14 Matalascañas. No se por donde empezar a contar el día de hoy, el principio se me hace muy lejano, como si el día se hubiera estirado para ocupar una fracción de tiempo a todas luces muy superior a el real. Prefiero comenzar por las 16 pasadas, sentado en un banco mini, de esos que cuando se desean tener más plazas para sentarse se agrupan enfrentados o casi y que no termino de verles la gracia entre otras cosas por que en los parques uno se sitúa de cara al camino o frente a la fuente o buscando el sol o la sombra y la orientación del banco tiene importancia de modo que con estos amontonamientos solo uno de ellos en el mejor de los casos termina teniendo la orientación buena, pero efectivos son para ahuyentar a vagabundos o impedir que el chandalismo local acampe en ellos para dormitar por el escaso espacio que ofrecen si no es sentado.

Después de esta divagación el caso es que aquí estoy sentado, con todo desparramado a mi alrededor tras haberme lavado los pies y cambiado de calcetines y ahora no soy capaz de ponerme en pie, directamente me caigo. Los ligamentos duelen como no recuerdo y mis pies se resisten a soportar el peso de mi cuerpo. Llevo así desde hace más de media hora, con hambre pero sin fuerzas para ir a comprar comida.

¿Como se llega a este punto? El que le autoricen a cruzar el Parque de Doñana por la playa en bici no, NO, significa que se pueda, no en bici, o no yo en bici. Me explico, incluso en la hora con la marea más baja la bici se hunde en la arena por el peso y se requiere una fuerza para moverla de la que yo carezco, tan solo unos 15 minutos y con un soberano esfuerzo que me ha dejado agotado he logrado mover la máquina conmigo encima. El resto de las 7 horas y media de camino lo he pasado empujando, sin detenerme, sin sentarme por que no hay opción de poder apoyarla en ningún sitio, con relativa prisa por que no se disponen de referencias para saber cuanto has recorrido y/o cuanto queda por recorrer, con ganas de salir pronto por que una eventualidad como un simple pinchazo se me hacia catastrófico.

Y aún así he disfrutado del camino.

EL sol ha salido en el mismo instante en que la barcaza “La Olga” se ha separado de la playa en Sanlúcar si bien avanzados unos escasos metros ha regresado para recoger a un rezagado empleado del parque que ha llegado con retraso. El trayecto es muy corto, el río se cruza en nada y pasa junto al Real Fernando, un barquito pequeño y bonito que realiza visitas por la zona. Nada más llegar, y teniendo en cuenta que apenas dos horas antes la marea estaba alta, la superficie de la arena no es óptima para mucho. Primero probar las distintas partes que esta ofrece y medir el avance y esfuerzo, desde las marcas de rodaduras que han dejado los 4 x 4 hasta la arena húmeda por las olas pasando por todas las intermedias.

No se decir que alguna sea la mejor ya que eso varía según la hora del día y las horas en que el agua se retiro de ella, además que es caprichosa, vas por donde esta funcionando y de repente deja de hacerlo, cambias entonces a la segundo mejor opción y te das cuenta que ahora es incluso mejor que la que usaste antes por ser buena. Esto te obliga a ir por una “senda” zigzagueante que hace que los kilómetros del recorrido no sean los nominales. Lo que si está claro es la que no funciona, arena seca y profunda.

A ratos incluso circulé por el agua, donde esta forma una delgada capa de un dedo de profundidad y es por esta zona donde logré rodar esos 15 minutos si bien a unos escasos 6 kilómetros por hora o así, cosa que no compensó por el esfuerzo que empleé, como el de una dura subida y ojo a la dirección que ha de ser fina.

Tras la primera media hora de marcha a pie, tras asumir como seria el recorrido si no empeoraba y confiando que a lo largo de la mañana y hasta pasadas las 12 el mar dejaría al descubierto nuevas zonas con nuevas oportunidades de ir intentando rodar, empecé a disfrutar del camino.

Una playa virgen de 35 kilómetros, con dunas a tu derecha y el mar, al frente más y más de lo mismo, ninguna construcción, ningún ser humano en horas ni nada, salvo esas marcas de rodadas que deje de ver al acercarme al agua, que indique que existen sobre la tierra.

Pasa muy de largo en largo, a las dos horas de marcha, un coche del servicio del Parque y a las 4 horas de marcha me adelantan cinco autobuses 4 x 4 de una empresa que organiza visitas guiadas, saludos desde las ventanillas como los niños cuando pasean en esos trenecitos urbanos, alguna foto, me encendí un cigarrillo en un intento de que no me confundieran con un deportista o algo así. De hecho me molestan un poco las preguntas tipo ¿cuanta distancia llevas?, lo ignoro, ¿cuantos kilómetros recorres por día?, ni idea, viajar no es eso señores, si recorro mucho veo poco los sitios por donde paso y me gusta detenerme y conocerlos.

Uno de los que hace un par de días me hablo de que el Parque se podía cruzar en bici me comento que tenia referencias de ello por una familia, cuatro miembros, que la habían pasado, incidiendo en que incluso la niña de siete años y con 20 kg de peso, ¿para que? ¿estamos locos?, lo cruzó sin problemas.

Lo dudo, perdón.

Otro cicloturista me describió su viaje como de 2.900 kilómetros. No mencionó sitios, lo mismo si el mismo se dio cuenta de por donde pasaba.

Volviendo al Parque. Una bici sin carga, un cuerpo que yo no tengo y a disfrutar, si señor. Un recorrido que puede ser duro por la arena y la distancia pero sin dificultad será sin duda la delicia de cualquier ciclista.

Por cierto, lo peor con diferencia el último kilómetro, ya en la playa de Matalascañas, ahí si hay arena de la mala y no encuentras hasta pasar un buen rato una rampa por la que salir, cansado como ya estas de tanta arena y sol.

La noche fue movida, empezaban justo ayer las fiestas en Sanlúcar y por ser el primer día y hoy laborable el personal consideró a las 03.30 una hora razonable para marcharse a sus residencias, eso si, montando todo el bullicio posible por si algún vecino ha tenido la insensata ocurrencia de querer dormir. Antes de las seis de la mañana otro poco de lo mismo, no de fiesta esta vez, si no de gritos, un pescador, de los de caña, llamando a su amigo que llega a la vez que el pero aparca a distancia. Entre unas cosas y otros poco más de dos horas de sueño. Que hoy acuso.

Desayuno por 1 € café con leche y ½ tostada, el precio es correcto, abre el primero de la población y con esos precios, café y tostada entera de jamón ibérico por 2,80 € tiene el local a tope desde las 7 de la mañana. Por el pasaje en la barcaza pago 10 € solo ida, la bici paga un suplemento que es más que el precio de un pasajero y el pasaje, menos un pescador y yo, son todos empleados del Parque que comienzan su jornada.

Recorro Matalascañas por buscar donde comprar comida y dormir, la parte no residencial turística es pequeña, el resto de la población, que es una parte de Almonte, son todo urbanizaciones, mas una extensa playa.

Voy hasta el faro, moderno y de planta triangular me llama la atención y me trae recuerdos de juventud, cuando pasé un tiempo interesados por las escasas torres triangulares que existen, hablo de castillos que no de construcción contemporánea, afición que despertó la que tienen en el castillo de la Mola, en Novelda. La alimentamos, pues la compartía con otros, a base de investigaciones transversales, disparatadas y fantasiosas que años más tarde pude ver en “El Péndulo de Foucault” extremos a lo que esto puede llegar. El tema lo dejamos pasado un tiempo y ya ni recuerdo en detalle mucho de ello, además eran tiempos pre-internet con lo que las fuentes a que recurrimos fueron entre pocas y menos.

Dejo el faro que si bien es un sitio con alguna opción de cubrir la función de dormitorio, esta en alto, frente al mar y muy expuesto al viento que aún sopla de poniente, pronto esta anunciado que cambiará, me promete una noche de perros que no me apetece después de lo poco que dormí anoche y mi estado de cansancio.

Cambio el prisma por el que miro las cosas y regreso cojeando al pueblo cuyo centro termino de encontrar, tengo algo de frío, casi como cada noche y siempre me sorprendo ver a la gente con muy pocas prendas mientras yo he de vestirme más. Hoy al menos veo alguna chaqueta y algo que me reconforta, un vendedor de la ONCE coloca sus últimos décimos y el, ciego como es, no ve como van los demás y simplemente se viste para su confort, con un jersey.

Ya con ojos de vagabundo escruto de nuevo el escenario urbano y descubro dos sitios, uno especialmente propicio, techado, eso si, con un local de copas cerca si bien separado de la vista por un muro, dormiré con música.

Por que esto es un lío, a ver si pongo un poco de orden por que si bien las etiquetas difícilmente se nos terminan de ajustar si necesitamos un patrón mínimo aunque después rocemos los extremos de dicho patrón o nos salgamos en ocasiones.

Pobre soy, totalmente.
- Indigente, por el momento no.
- Cicloturista cada día más horas, en su doble vertiente de ciclo y de turista o más bien viajero.
- Sin techo, por supuesto.
- Vagabundo, sin lugar a dudas, sobre todo cada noche.

Andaría entonces en algo intermedio entre cicloviajero de día y ciclobundo en las noches ya que por suerte la “ciclo” la conservo. De comer no pido, bueno pedir no pido de nada, pero aceptaría más de una cosa, sobre todo lo que se refiere a reemplazar aquello que perdí, mas más no quiero.

Para calentarme me tomo un descafeinado sentado junto a uno de esos asadores de carne para kebab y ya más templado me dirijo a mis aposentos ilusionado de poder reponerme de tan intenso día.

Por cierto que casi mejor ciclobundo, en serio.