Sábado
20.09.14 Camino portugués V. He dormido muy bien, me despierto
descansado si bien desorientado y tardo un rato en tomar conciencia
de donde me encuentro, sucede en ocasiones. Sin apenas síntomas del
malestar que he sentido estos últimos días. La ropa esta casi seca
y el día si bien con nubes comienza sin lluvia.
Tras
tomar un café recorro la zona del mercado, el río, parte del casco
antiguo que ayer apenas pude ver con las lluvias para salir a
continuación en dirección a Caldas del Rey. Por el camino apenas
unas gotas. Paso por el albergue no se por que, sabiéndolo cerrado
así como también visito el siguiente en Valga, adornado con la
hermosa escultura de un peregrino y aún cerrado a estas horas.
Quiero
encontrarme con los chicos de Madrid y despedirme de ellos, cosa que
sucede poco antes de entrar en Padrón. En el albergue de allí la
misma canción que ya conozco, que he de esperar. La demora para
poder ducharme, lo incómodo que me siento con una camiseta seca y limpia pero que apesta a humedad y mi intención de evitar ese
gasto, tan solo hubiera dormido allí por verles y eso ya ha
sucedido, hace que me decida a seguir y no detenerme en el. Es
entonces cuando la hospitalera, subcontratadas por la Xunta, me habla
del Hospital de Peregrinos de San Antonio de Herbón, un convento
franciscano que dista escasos tres kilómetros de allí, donde me
dice que tendré plaza y esta atendido por voluntarios, cosa que
puesto a pagar prefiero mil veces antes.
Un
Irlandes, Robert, ya espera y al momento llegan dos hermanas de Nueva
Zelanda, el camina desde Oporto. Lo abren poco antes de las 16:00 y
hacemos tiempo, otras dos chicas llegan, alemanas creo, pero hablan
todos en ingles que viene a ser la lengua oficial en los albergues,
con esfuerzo logro entender parte de lo que dicen, que mi ingles no
mejora. Al final seremos once los que pasamos una tarde relajada y
con excelente ambiente, gracias sobre todo y sin lugar a dudas del
buen hacer que aportan Pep y Lola, los hospitaleros voluntarios.
Pep
nos enseña el convento que desde hace poco esta vacío, los últimos
franciscanos que había marcharon y solo llegan, mañana por ejemplo
para una misa, en ocasiones. Me gusto visitar sus jardines, pero más
el interior, respirar el claustro, refectorio y su diminuto
cementerio.
¡Que
gusto cenar así de nuevo, en compañia! Con sobremesa, en la que me
tomo una gotas del orujo que se destiló allí mismo.
Ver
los helechos crecer en las ramas de los robles, cubiertos de musgo,
recorrer su pequeño jardín con pretensiones botánicas donde
coleccionaban desde naranjos, aquí en Galicia, mandarinos chinos y
otras especies que desconozco. Nos explica Pep de los vínculos que
este convento tubo en sus momentos con misiones por Mexico y los
lazos que les han unido con ese país, de como trayendo chiles para
ver como crecían por aquí se llegó a una variedad que ahora
conoceos como pimientos de Padrón, por si alguien tiene duda que los
milagros no existen.
La
conexión con Pep y Lola la siento, es buena y me hace bien, nos da
algo de tiempo a tratar alguna cosa. Con Lola de llegar a la emoción
cuando brevemente hablamos por la noche, me hace bien, repito.
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