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lunes, 22 de septiembre de 2014

Sábado 20.09.14 Camino portugués V. He dormido muy bien, me despierto descansado si bien desorientado y tardo un rato en tomar conciencia de donde me encuentro, sucede en ocasiones. Sin apenas síntomas del malestar que he sentido estos últimos días. La ropa esta casi seca y el día si bien con nubes comienza sin lluvia.

Tras tomar un café recorro la zona del mercado, el río, parte del casco antiguo que ayer apenas pude ver con las lluvias para salir a continuación en dirección a Caldas del Rey. Por el camino apenas unas gotas. Paso por el albergue no se por que, sabiéndolo cerrado así como también visito el siguiente en Valga, adornado con la hermosa escultura de un peregrino y aún cerrado a estas horas.

Quiero encontrarme con los chicos de Madrid y despedirme de ellos, cosa que sucede poco antes de entrar en Padrón. En el albergue de allí la misma canción que ya conozco, que he de esperar. La demora para poder ducharme, lo incómodo que me siento con una camiseta seca y limpia pero que apesta a humedad y mi intención de evitar ese gasto, tan solo hubiera dormido allí por verles y eso ya ha sucedido, hace que me decida a seguir y no detenerme en el. Es entonces cuando la hospitalera, subcontratadas por la Xunta, me habla del Hospital de Peregrinos de San Antonio de Herbón, un convento franciscano que dista escasos tres kilómetros de allí, donde me dice que tendré plaza y esta atendido por voluntarios, cosa que puesto a pagar prefiero mil veces antes.

Un Irlandes, Robert, ya espera y al momento llegan dos hermanas de Nueva Zelanda, el camina desde Oporto. Lo abren poco antes de las 16:00 y hacemos tiempo, otras dos chicas llegan, alemanas creo, pero hablan todos en ingles que viene a ser la lengua oficial en los albergues, con esfuerzo logro entender parte de lo que dicen, que mi ingles no mejora. Al final seremos once los que pasamos una tarde relajada y con excelente ambiente, gracias sobre todo y sin lugar a dudas del buen hacer que aportan Pep y Lola, los hospitaleros voluntarios.

Pep nos enseña el convento que desde hace poco esta vacío, los últimos franciscanos que había marcharon y solo llegan, mañana por ejemplo para una misa, en ocasiones. Me gusto visitar sus jardines, pero más el interior, respirar el claustro, refectorio y su diminuto cementerio.

¡Que gusto cenar así de nuevo, en compañia! Con sobremesa, en la que me tomo una gotas del orujo que se destiló allí mismo.

Ver los helechos crecer en las ramas de los robles, cubiertos de musgo, recorrer su pequeño jardín con pretensiones botánicas donde coleccionaban desde naranjos, aquí en Galicia, mandarinos chinos y otras especies que desconozco. Nos explica Pep de los vínculos que este convento tubo en sus momentos con misiones por Mexico y los lazos que les han unido con ese país, de como trayendo chiles para ver como crecían por aquí se llegó a una variedad que ahora conoceos como pimientos de Padrón, por si alguien tiene duda que los milagros no existen.

La conexión con Pep y Lola la siento, es buena y me hace bien, nos da algo de tiempo a tratar alguna cosa. Con Lola de llegar a la emoción cuando brevemente hablamos por la noche, me hace bien, repito.



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