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martes, 30 de diciembre de 2014



Saliendo del hospital de Roma. Con mi catre a cuestas







Del jueves 26 al martes 30, Camino a Nápoles. Los primeros días es la lluvia, que aparece ya la tarde del 26, la noche del 27 y la mañana del 28, pero lo peor está por llegar. La decisión de ir por la costa y dejar de lado la Umbria ha sido acertada, las montañas que veo a mi izquierda cuando ruedo están cubiertas de nieve que allí el agua a caído de esa forma. Y a partir del día 29 comienza el viento, mucho y gélido que sopla del este y pasa por esas mismas montañas. Bueno sopla principalmente del este pero en ocasiones no encuentro refugio del mismo, ya que si me pongo a resguardo de este en un muro, parece que cambia de orientación y me da en la cara me ponga donde me ponga. Las noches son un suplicio donde las temperaturas bajan de cero pero es el viento el que aumenta esa sensación térmica haciendo que desde las 4:30 de la tarde no encuentre mejor acomodo que dentro de mi saco y que alrededor de 12 horas más tarde me obligue a ponerme mas prendas para mantener dentro de el cierta calidez.
Y esto entre otras cosas es por lo siguiente. Supuse, erróneamente, que con el catre podría prescindir de la colchoneta aislante. Sucede que el saco, de plumón, mantiene el calor por que se hincha de aire caliente gracias a estas. Pero en la parte de abajo, donde apoyo el cuerpo sobre el catre, estas no pueden almacenar calor al no poder tener volumen y a diferencia de cuando duermo sobre el suelo que el aire no pasa por debajo de mi, en el catre si pasa. Dejé mi aislante en el hospital de Roma, lo pillaré cuando pase por allí ya que no puedo controlar que el refugio que adopte cada noche, disponga de un muro, además de techo, que me proteja por el lado desde el que sopla el viento, y eso se paga. Caro.

Visito las poblaciones de la costa, paso por Anzio don de ser ha conmemorado el 70º aniversario del desembarco, una exposición de fotos lo recuerda entre muchos actos, la exposición si puedo verla. Camino a Gaeta la carretera esta cortada y me obliga al no poder usar la autopista a subir un puerto, noche de frío. Y viento. Espero que ese paso este en uso para cuando regrese si decido usar ese mismo camino evitando los fríos y nieves del interior.

El día 30 comienza bien y mal. Entro en un bar a calentarme sobre las 7 de la mañana y por asearme. Una limpiadora que desayuna se empeña en invitarme a desayunar y conversamos mientras, su compañera es venezolana y como se la entiende en español se niega a aprender italiano, con lo que ella se ve obligada a aprender español, cosa que hace estupendamente. Es en el aseo y al usar la cisterna cuando la cosa se complica. Se cae al suelo y no se hace añicos por ser de plástico, pero se vacía en el suelo con el consiguiente estropicio, esta por un lado, las tuberías por otro y el suelo anegado de agua. La cosa no va a mayores pero mi apuro es monumental.


La entrada a Nápoles por la general me lleva por suburbios feos, ya Mondragone donde pasé la noche me pareció feo hasta decir basta, con cantidades de basura por las calles que el viento de estos días no ayuda precisamente a dejarlas en su sitio. Pero vertederos incontrolados por todos lados. La entrada como decía es deprimente, una recta de la general me lleva por casi 20 kilómetros de edificios destartalados, tiendas de suburbio, las paradas de autobús son africanas, solo se ven subsaharianos en ellas ateridos de frío, abrigados con todo lo posible y pañuelos que sujetan en sus manos para contener sus congestiones nasales descontroladas. Prostitución, a montones. Si te desvías al mar, el deprimente y decadente estado de sus lidos en invierno, los más acusando los estragos de este temporal sobre instalaciones efímeras de veraneo. Al fin y poco antes de llegar a Nápoles alcanzo un par de poblaciones con mejor ver y es en Pozzuoli donde decido hacer noche, si meterse en un saco a las 4:30 de la tarde es noche. Necesito la protección de la tienda y opto por un camping. En el primero tras informarme del precio me remiten a un segundo más económico que dista unos 6 kilómetros del primero y ciertamente es más económico. Los últimos kilómetros los recorro caminando, no por cansancio de la bici, ni por las cuestas que se hacen duras cuando el viento te castiga, nada de eso, simplemente necesito que mis pies congelados entren en calor. Lo de las manos no tiene solución y es en las extremidades donde más acuso el frío. Montar la tienda con las manos agarrotadas se me hace un tormento pero agradezco el calor que logro en el interior de la tienda protegido del viento exterior.

La idea es pasar la Nochevieja en las calles de Nápoles. Ya veremos si el tiempo mejora, aquí todos hablan de el, que no están acostumbrados por estas latitudes a días con valores tan bajos y noches donde el termómetro cae en picado. Por el resto del país es peor.
Lunes, martes y miércoles 22, 23 y 24.12.14. Roma. La Vía Casia me trae derecho a la ciudad, pero la ciudad es grande de narices. Cuando las señales de tráfico aún me indican que faltan 16 kilómetros creo que ya estoy en Roma y seguramente sea así, metido eso sí en un monumental atasco voy avanzando lentamente y me aproximo a su centro, carezco de plano y necesito una oficina de información.

Ya por el centro la oficina aparece finalmente, plano en mano, 1,50 €, no hay gratuitos ya que esos los facilitan, me dicen, en los hoteles. Localizada la embajada de España y los dos lugares de hospitalidad me lanzo al más cercano. Demasiado pronto, hasta las 15:00 horas no atienden a peregrinos. A la hora señalada, timbre y sonrisas de bienvenida, caluroso recibimiento. El hospital comparte edificio con un convento, ahí termina el vínculo con la orden de monjas, es llevado por la Confraternita de Perugia que ya conozco, llevan el de Radicófani y dispongo del teléfono de uno de sus miembros que es hospitalero en España. Tras un breve titubeo no me ponen obstáculos para que pernocte las tres noches que quiero, me ofrecen desayuno y cena y lo más importante, no estaré solo la nochebuena que eso siempre me ha deprimido.

Congenio rápido con Ilaria y Lorenzo, más tarde conozco a Nicola. Me buscan la dirección de la embajada por que la facilitada por la oficina de turismo me aseguran no es correcta como pude comprobar a la mañana siguiente. Me ayudan a localizar el "fornello de campello" de alcohol, en fin, mejor hospitalidad no imagino. Antes de la cena lavan los pies a los peregrinos recién llegados. Ni que decir que me he duchado antes y lavado los pies de nuevo antes de bajar al comedor. Aparte de lo emotivo que pueda ser el acto, es algo a lo que uno no anda acostumbrado y realizo con cierto pudor.

Ya cenado a dormir a pierna suelta.

El martes comienza pronto, no se calcular aún las distancias de esta gran ciudad y salgo pronto a la caza de la embajada. Primer intento fallido, se trata de la residencia del embajador, que es donde se realizan los actos diplomáticos, protocolarios y culturales, yo lo que necesito es el lugar de los administrativos. Un soldado que custodia la puerta me remite a otro edificio no muy distante donde dice que ondea la bandera española y que es embajada igualmente. Y lo es. Solo que ante la Santa Sede. Vuelta a preguntar, de nuevo a un militar que monta guardia en la puerta, y al tercer intento llego a la embajada propiamente dicha.

El trámite es corto, tan solo un obstáculo, en ordenador pide para la tramitación un número de teléfono. Cosas que en un principio son creadas para facilitar las cosas al ciudadano se terminan convirtiendo en obstáculos cuando el sistema es rígido. Si no tienes hoy en día teléfono hay cantidad de gestiones, presenciales, que no puedes realizar. Absurdo. Trampa, ponemos un teléfono que no se de quien es y asunto solucionado. Absurdo, absurdo. Que llame después de Reyes por si ya lo tengo, he de pensar estos catorce días por donde me organizo un tour turístico, ¿costa?, ¿Assisi?, por la costa iré más adelante pero me atrae la facilidad con la que se encuentra techo para dormir, por otro lado si me dirijo a Asis conocería la provincia de Umbría que queda fuera de mis rutas posteriores. En fin, iré pensándolo de aquí a Navidad en que partiré en alguna de esas direcciones. Me hablan de la zona al suroeste, de castillos, con un lago, por donde está Castel Gandolfo pero veo más colinas que las apetecibles y lo descarto.

Ya la tarde del lunes salí a la caza de mi cocina, donde logré un par de direcciones. Tengo pistas y me recorro Roma de punta a punta y en todos sus sentidos visitando tiendas a donde me conducen mis pesquisas. En cada recorrido me voy deteniendo a ver cosas, por la mañana camino a la embajada, el Panteón, a lo largo del día montones de monumentos, el Coliseo, Termas de Caracalla, Circo Máximo, y así, monumento y búsqueda todo el día. Termino agotado, con un intenso dolor en el tobillo derecho pero inflado a turismo y con mi hornillo de alcohol en una bolsa. Contento. Tan pronto puedo compro alcohol y lo estrenamos preparando una cafetera de cebada. Siguiente objetivo el catre, que las pistas me van conduciendo a él.

El martes aparece Moto, quiere quedarse aquí hasta navidad pero no se lo permiten, por el límite de los dos días. Realmente compruebo la excepción que han realizado conmigo. Pasará la noche en un hostel para llegar el miércoles y pasar de ese modo juntos la Nochebuena, quedamos no obstante en vernos el miércoles a las 12 en la Plaza de San Pedro. Y allí nos vemos. Deja pendiente los Museos Vaticanos para visitarlos con su novia que me confirma llega realmente el día 14. Me veo con demoras en la embajada y terminando por conocerla. Ya veremos...

Ceno con Ilaria y pasamos una velada que se alarga en la cocina. Quedamos para el desayuno tarde, ninguno tiene prisas ni por irnos a dormir ni por madrugar mañana.

Tal y como quedé con Moto allí nos encontramos, mi estupidez hace que olvide que llevo la navaja en el bolsillo y eso me impide acceder a la Basílica de San Pedro, lo dejo para mi próxima visita que no sera dentro de mucho. Ya por la tarde aparece Siro. Todo un personaje, argentino con doble nacionalidad española por sus antepasados, medio italiano por otro lado, que de hecho su nombre es Napolitano me parece. Con lo del nombre tengo por aquí problemas, me refiero al mio. Aquí no saben que es ni como se pronuncia, ya casi que me presento con la versión calabresa del mismo, Saverio, que viene a ser lo mismo y todos lo entienden.

Estamos invitados a cenar por las hermanas del convento vecino, con las que compartimos recinto. Cena entrañable donde las allá. Son seis hermanas tan solo y se han esmerado para una cena tan especial. Una canta villancicos de su tierra, la otra de la suya, Siro conoce canciones populares romanas y Moto se arranca con un villancico ingles. Guitarra tocada por una de las hermanas foto final, no sale Ilaria que es quien hizo la misma y faltan dos hermanas que andan de líos por la cocina. Hemos terminado pronto y salimos a visitar Roma.
En la mesa panes y peces y tras nosotros la Última Cena



Todas las iglesias abiertas, unas con completas, alguna con canto de salmos o la misa propiamente cantada, nos quedamos un rato en Santa Cecilia que es la iglesia del convento si bien tiene acceso por otro lado, allí son salmos que canta un coro de monjas formado por hermanas de una diversidad de congregaciones como puedo observar por sus distintos hábitos.

Ilaria nos propone enseñarnos un par de lugares, primero nos lleva a un jardín de naranjos desde donde se domina gran parte de la ciudad, eso no me veo capaz de ponerlo con palabras, el Tiver a nuestros pies y las cúpulas de la sinagoga, del Panteón, de San Pedro, de un sinnúmero de iglesias que puebla Roma, encima, un cielo, con las nubes blancas sobre el negro fondo, como pintado por El Greco. La noche es templada y no se siente la humedad de estos días pasados, una gozada estar en el exterior y la poca gente que nos vamos encontrando respetan la paz y calma que marca nuestros pasos.

De allí nos dirige a la plaza del Caballero de Malta. No es que carezca de interés, pero no entiendo el por que precisamente ese lugar es el elegido para llevarnos, hasta que en la puerta del edificio principal de la plaza, Ilaria nos pide que miremos por la cerradura de la puerta. Y lo hacemos. No cuento que se ve a través de ese agujero, que cada cual lo descubra cuando tenga ocasión de hacerlo y así no estropeo la magia del momento, que lo tiene y mucho. Consejo, mejor por la noche. Aparece un fotógrafo, turco, nos explica que anda haciendo un trabajo, ese día y a esas horas, en fin, una agencia de turismo esta haciendo un catálogo y le ha pedido que documente con fotos una serie de lugares previamente marcados, la plaza esta entre ellos y no comprende el porque, hasta que mira por la cerradura y se maldice por no llevar trípode para una exposición larga. Habla español por que se crió en Argentina y paseamos juntos por la ciudad. Noche mágica.


Ilaria y Siro



Ya en el hospital nos dirigimos a la cocina y tomamos un desayuno a las 4 de la mañana antes de irnos a dormir. Mañana partiré finalmente por la costa, hacia Ostia y desde allí a visitar Nápoles. Pronto pasaré de nuevo por Roma y visitaré con calma cosas que no he podido. Parto con cocina, con catre que uso la noche del 25 para dormir allí mismo, y con un libro. No imagine que podía pasar unas navidades así como estas ni que Papa Noel sería tan generoso conmigo. Otra cosa que no me deja de sorprender es que planeara hace algunos eses estar aquí, precisamente este día y tras retrasos por el tiempo, días pasados de reposo o como en Ponferrada de paro forzoso por médicos, días de inundación por Francia, días en fin, perdidos de cualquier modo o circunstancia, precisamente este en Roma el día de Navidad.  
Domingo 21.12.14. Vía Francígena X, Campagnano. El día es claro, luminoso, soleado. Veo a los campos desprenderse en forma de vapor la humedad que les dejó la lluvia de ayer, de la espesa bruma de la noche, que fue fría en la habitación tal y como me advirtieron. Me desperté a las 12 con mucho frío que las mantas no logran mantener apartado de mi. Ya dentro de mi saco la cosa mejora al instante y entro rápidamente en calor.

Ruedo muy poco por no entrar hoy en Roma. Uno de los contactos me ofrece en teoría dos noches, el otro tres pero este último se encuentra realmente apartado de todo mientras el primero está en el Trastévere, cerca del río al atravesarlo por la isla. Si llego hoy debería salir de ellos antes de Navidad cuando mis planes son pasar allí la Nochebuena para partir el día de Navidad. De cualquier modo es festivo el día 26 en Italia.

En Campagnano no tengo contacto alguno para hacer noche, pero tan pronto entro en el pueblo me cruzo con una señora que me pregunta directamente si busco el centro parroquial y me indica que allí puedo recibir hospitalidad. Sigo sus indicaciones y llego al mismo, que esta cerrado a esa temprana hora. Frente al centro parroquial veo un bar, entro a preguntar por si conocen los horarios y todo eso, pero en la misma puerta, el propietario y su resfriada hija, me invitan a pasar y calentarme diciendo que ellos se ocupan de todo. Y así es. Localizan al párroco para informarle que estoy allí y me dicen que tras la comida vendrá alguien a abrirme la puerta. El bar se llama “Del peregrino” como puedo leer entonces en su cartel mientras tomo en la puerta un capuchino conversando con un cliente y la hija del dueño. Se siente mal y se marchará a casa un rato más tarde. Tengo Roma a 30 kilómetros.

Un periódico deportivo anuncia en su previsión meteorológica que al menos mañana y pasado disfrutaré de buen tiempo. A las 13:30 me llevan a una mesa y me plantan delante un plato de espaguetis y un vaso de vino. Una vez acomodado en una habitación con literas de su moderna segunda planta, el resto del edificio no esta mal pero tiene sus años, salgo como de costumbre a recorrer la zona histórica del pueblo a la que accedo por una puerta de su muro. Nada especial, o así me lo parece, regreso pronto a la habitación y me duermo una siesta casi sin querer. Cenar algo más tarde y vuelta a la cama pronto. Poco más hoy.
Sábado 20.12.14. Vía Francígena IX, Sutri. El pan cambia por regiones, provincias, incluso por pueblos. No los conozco y no puedo sostenerlos en la mano antes de comprarlos, notar su peso, si son densos o ligeros, si crujen con la presión de la mano, como huelen. Los he de elegir a ciegas, señalando con un dedo el pan que quiero del estante que tras el mostrador tengo frente a mi, entonces lo pesan y voy teniendo la primera información, es pesado, sera denso. El de hoy lo es, tengo para dos días con la pieza que he comprado, no es especialmente bueno si bien menos aburrido que los que comía hace unas semanas.

Para no perder la costumbre daremos el parte meteorológico. Hoy podía llover o no, un 38% de probabilidad, ha llovido a ratos, nada sorprendente. Frío para regalar, eso sí. Bruma desde las cuatro de la tarde y la gente vestida como para ir a una expedición ártica, casi todas las cabezas tapadas.

Se me terminó la achicoria líquida que compré en Francia, barata y muy ligera de transportar me ha cundido mucho, he comprado “orzo”, que será una cebada o algo así, ye me iré enterando.

Nunca he pretendido convertir el blog en una mala literatura odepórica, pero se hace inevitable mientras dure esta vía a la que le quedan días contados teniendo Roma a tiro de piedra si bien en Roma procuraré hospedarme en un hospital de peregrinos de los dos que llevo anotados. El de hoy he llegado de rebote. Cuento.

Siendo sábado y pueblo no turístico más las fechas en que andamos no podía esperar encontrar abierta la oficina de información turística, y ciertamente no lo está. Dispongo de dos lugares en mis notas a los que puedo acudir y me dirijo al primero de ellos. Es un convento de clausura, carmelitas, el cartel de la puerta dice que reciben a peregrinos a las 15:30 para acomodarlos de 16:30 a 20:00 pero dice igualmente que solo de lunes a viernes. No es aún la hora y desde luego no estoy entre los días indicados, mal asunto. El otro lugar que tengo anotado es un convento franciscano, o eso suponía, que está como a 1,5 km del pueblo. Pues no, son 3 kilómetros, es ya en otro pueblo y no es un convento si no una casa retiro atendido por una monja mal educada y el establecimiento es más de tipo hotel confesional que otra cosa. Dispone de restaurante por poner solo un ejemplo. Nada más pedirme una cantidad desorbitada por pasar la noche, le felicito la Navidad y me largo de allí a la carretera bajo la lluvia en ese momento. Vuelta al pueblo anterior.

Por el camino me detengo a visitar la zona rupestre del pueblo, son unos dormitorios excavados en la roca, hay una iglesia igualmente, pero esta está cerrada al público, la población se remonta al siglo X a.c. y tubo su pasado etrusco antes de la colonización romana, me pienso muy seriamente la posibilidad de usar uno de esos dormitorios ante la eventualidad de no encontrar mejor acomodo ya que algunos están algo más apartados, junto a donde representan un belén viviente. Ya frente al convento carmelita me da la hora que indica el cartel se puede llamar al timbre y llamo. Esta monja es encantadora, como otras dos que desde el convento salen en ese momento o otra más que está abriendo la puerta de su humilde iglesia. ¿Clausura?, pues si, me atiende tras una celosía y usa torno. Sin más explicaciones por su parte me suelta las llaves de una habitación de un edificio de apartamentos del siglo XV que hay frente al convento advirtiéndome que pasaré frío, carecen de calefacción. No resulta tan frío como la otra noche en que me movía por el hospital con bufanda y Moto no se quito el gorro de lana creo que ni para dormir.

Ya instalado visito con más calma el pueblo, que se ve en dos pasadas a pesar de que en poco espacio concentra muchas cosas de interés. Veo la colección municipal de piedras donde me quedo frente a un escudo sabiendo que eso lo conozco yo pero sin caer en donde lo he visto antes. Carecen de la menor indicación, de modo que solo resta hacer memoria, al final lo recuerdo, es el escudo papal de Borgia y anda en la pared mezclado con piedras de todo tipo de edificios y épocas ya que el lugar anda sobrado de historia, cornisas, capiteles, frisos, escudos, partes de bustos, hay de todo.

A las 18:00 se anuncia una fiesta en un cartel, en la iglesia de San Francisco que fue convento y dicen que fundado por el santo en persona. Allí me planto a ver que se cuece. No es un acto de la iglesia, si no en la iglesia. Resulta ser la presentación de una película realizada por una asociación local de solidaridad y voluntariado. Aquí en Italia las estoy viendo muy activas, un aplauso por ellos. La película hace un repaso, con entrevistas a ancianos vecinos del pueblo, de los momentos difíciles de su reciente historia y como con solidaridad, apoyo mutuo, fraternidad, han sabido salir adelante ante las adversidades. La película documento es buena y la iglesia esta a rebosar de gente. Los dejo tomando unos vinos y picando cosas tras el estreno consciente de su mensaje y del modo que desde que puse los pies en Italia he podido conocer la conciencia social que se gastan y que me parece a años luz de la francesa o española y superior a la portuguesa, que tampoco es mala. Hay Cáritas y Cruz Roja, alguna Cruz más he visto, no recuerdo si verde y blanca sin saber de que van esas, pero aparte en cualquier pueblo veo locales de confraternidades de misericordia, agrupaciones solidarias por parroquias, agrupaciones cívicas, políticas, sindicales que ofrecen ayuda. Y la de cosas que me habré dejado por ver.

Me meto pronto en la cama por entrar en calor, creo que el frío me produce más sueño.

Viernes 19.12.14. Vía Francígena VIII, Viterbo. Una treintena de afroamericanos ¿se dice asi?, en el altar de una iglesia de Viterbo a las 9 de la noche dando alaridos salvajes mientras gesticulan como una comparsa de chirigotas y se mueven desaforadamente de un lado para otro. La gente baila en sus bancos y pasillos. Un prodigio de voces en éxtasis mesiánico se van sucediendo mientras el coro, que realmente esta formado por solistas berrea a pleno pulmon haciendo peligrar las piedras de tan antiguo y santo lugar. Es un concierto de góspel ya que desde hoy hasta el día 28 se celebra el Tuscia Gospel Festival y hoy actúan Dexter Walker & The Zion Movement. Después cuento como he llegado allí.

Como es costumbre en mi compañero Moto, comienza el día pronto y hambriento, desayunamos juntos y le acompaño a la puerta del hospital de peregrinos donde me recita de memoria día, hora y lugar de nuestro encuentro en Roma y nos despedimos con un abrazo. Es de noche, por supuesto, y regreso a la planta de arriba a recoger mis cosas, fregar los cacharros del desayuno y hacer tiempo hasta que disponga de luz para salir a rodar. Cuando salgo el primer termómetro que me cruzo me indican -1º y veo la hierba con una capa blanca en los jardines, esta noche ha helado. Mi pierna derecha no funciona como debe, esta, ciertamente, mejor que ayer, pero no a pleno rendimiento, y comienzo a subir a San Lorenzo. AL llegar allí ya el sol luce y la vista sobre el lago de Bólsena es espectacular, bajada con las manos heladas. Llego pronto a Bólsena y me detengo un rato. Capuchino en la mano derecha, cigarrillo en la izquierda, el lago hermoso frente a mi, el sol calentando mis huesos en una mañana radiante que ya comienza a ser cálida, ¿es esto la felicidad?, si no lo es se le parece mucho.

De nuevo toca subir, esta vez a Montefiascone, la pierna ya caliente se va portando, veremos si más tarde no me pasa factura. Aquí veo el cartel que me anuncia que tengo a Roma a tan solo 100 kilómetros y me quedan 16 para Viterbo donde tengo pensado pasar noche. Pero me entretengo un buen rato charlando con una de Cerdeña que me dice que allí se habla un dialecto más parecido al español que al italiano, incluso tienen dos poblaciones donde lo que hablan es catalán. No tengo prisa por salir, es pronto aún y nos demoramos en la puerta de su comercio donde no tiene nada que hacer, al sol. Finalmente es su hora de cierre y reanudo mi camino deteniéndome a comer en el.

Llegada a Viterbo, otro casco antiguo intramuros, nada más entrar por una de sus puertas, en una plaza pregunto como de costumbre por la oficina de turismo, hay sentados tres jóvenes, aire gótico, ellos, no la plaza. Uno de ellos me indica donde cree que está quejándose de su ciudad y de los servicios que ofrece. Su peinado no tiene desperdicio. Una vez en la oficina me toca esperar un poco a la hora de apertura, de nuevo de charla con dos señoras que van a comprar entradas para el concierto de Góspel de esta noche, ya antes me fijé en varios carteles que anuncian el concierto y el festival al completo, entrada de hoy 10 €. Plano de la ciudad en mano me dicen que el primer contacto de hospitalidad que tengo ya no existe, mal asunto, los demás de que dispongo cobran una cantidad fija en vez de aceptar un donativo, he de asegurarme del precio lo primero. Me remiten, la empleada y una de las señoras con quien hable en la puerta, a un convento de capuchinos que esta junto a la iglesia donde es el concierto, mira tu que bien. Y hacia allí voy recorriendo de punta a punta la ciudad, que para eso se encuentra en la dirección opuesta a la puerta por la que entre, esta extramuros.

Llegada al convento, tocar timbre y ser atendido por una especie de bruto con pestilencia etílica que trabaja, a saber las razones, de conserje en el convento. Me va dando ordenes de donde, cuando y como, yo asiento. Me pide una cantidad muy razonable por pernoctar y se la doy, voy bien de dinero o eso espero. Una vez acomodado salgo a buscar un lugar con wifi público, que no me funciona por lo que termino en una cafetería. Allí sin problemas pongo el blog casi al día. Y a recorrer calles. Esto, como ya comente en Acquapendente, no es la Toscana y se deja notar mucho. Ni la turística costa norte. El paisaje de hoy lo he disfrutado y apreciado, es bello, más con el lago y su par de islas, pero las ciudades ya son otra cosa, no es que no tengan cosas hermosas que admirar, que las tienen, es el conjunto el que se resiente, son las casas privadas sobre todo las que carecen de la armonía y buen gusto que he dejado atrás para mi desgracia.

Ya de regreso al convento paso por la puerta de la iglesia donde será el concierto algo más tarde, entro por ver el edificio y allí me topo de frente con el muchacho gótico de peinado impagable. Resulta que junto a sus dos amigos forman un grupo local de música y son los teloneros del plato fuerte. Me pregunta que si iré al concierto, le digo que no ando sobrado de dinero, me dice que espere y al momento aparece con una entrada en la mano. Estoy obligado a aplaudir su actuación por muy penosa que sea, que lo es. Ahora que el concierto es un directo y con una acústica dudosa, habrá que ver que puede hacer una discográfica con lo que ellos hacen, que he asistido a directos de grupos de muchas venta, hace años, y en el directo eran incomibles. De modo que termino a las 21:00, en la iglesia abarrotada disfrutando como el que más de la actuación “buena”, que a los del góspel les da lo mismo que sea directo, les sale genial, y la acústica lo mismo, les han escuchado en Roma a buen seguro con sus voces increíbles. Son siete conciertos en total, de otros tantos grupos, y viendo el programa me lamento de no poder asistir a algún otro más.

Ya en el convento, de nuevo solo, me dispongo a terminar un día espléndido y dormir mucho más tarde que de costumbre, mañana sin Moto que me despierte a media noche para desayunar dormiré algo más si así me apetece. Por cierto, al final me enteré, es sintoista, 38 años y su novia canta, tengo que buscar, me ha dicho, Cyua Betta Flash en Youtube, ah, y el día 14 de enero llega a Italia, para que juntos visiten las ciudades que mencione que tiene pendientes de ver. 


Aquí el enlace del vídeo:

BETTA FLASH/AGATA PV: http://youtu.be/0ib5vQRqoQY
Jueves 18.12.14. Vía Francígena VII, Acquapendente. A las 5 de la mañana comienzo su día esa criatura japonesa de Dios. Y yo con el, por imperativo. Con el frío que hace a esas horas, si bien el momento más gélido del día lo alcanzaré sobre las 9 de la mañana cuando ya por el valle y tras la bajada me interno por no se donde, por que no se ve un carajo, rodando por un suelo helado, rodeado de densa bruma y las manos congeladas.


Saliendo de la Toscana


Salgo de Radicófani por su calle principal mirando los nacimientos que aquí en vez de poner dentro de las casas los ponen en los alféizares de las ventanas, por su parte exterior, no se si como modo de adornar las calles o como competición del pueblo a ver quien lo pone más bonito. No suelo recordar cuando me pongo a escribir los absurdos pensamientos con que me entretengo mientras ruedo, que son muchos los kilómetros para solo ir admirando el paisaje y este no siempre es digno de admiración. Hoy he dejado atrás la Toscana si bien ayer el paisaje de los últimos kilómetros ya era distinto, entrando en la región de Lazio. Volviendo a los pensamientos, pañal me imagino que sera un trozo, un pedazo de paño, y cuando mencionan que Jesús recién nacido fue cubierto con pañales no se referiría a pañales con el uso que hoy le damos a los paños higiénicos para mantener seco a los bebes. El caso es que en la mayor parte de belenes, que les llamamos con el nombre del pueblo donde nació en vez de pesebres como les llaman aquí, aparece el bebe-Jesús literalmente sin ropa y solo cubierto con los que eran los pañales en la época en que yo nací mientras sus progenitores si van bien cubiertos de prendas. Por mucho que caliente un pesebre quiero pensar que unos padres se desprenderían de un manto, una túnica, con que cubrir a su recién nacido que hasta no hace mucho ha estado a unos 36º como para dejarlo expuesto con solo lo que lleva. Eso me lleva a pensar que en sus más comunes representaciones, nacimiento y crucifixión, lleva prácticamente, salvo la talla, la misma cantidad de ropa encima.

Llego a Acquapendente y confirmo que efectivamente esto ya no es la Toscana. Los desconchones de las paredes ya no me parecen artísticos, tampoco lo son la basura que se acumula en las calles dentro o fuera de bolsas. Las iglesias ya no lucen del mismo modo. Y eso visto en un día que a estas horas ya es soleado y cálido. Ahora entro en otra Italia muy distinta a la turística que conocí por la costa de Liguria o la de la Toscana. Quiero suponer que no toda será así y que encontraré otras cosas que admirar, a buen seguro que será así. El hospital donde me alojo es una parte de la iglesia de San Agustín, convento de frailes mendicantes se levantó en el siglo XIII si bien las dependencias que ocupamos son de una ampliación del siglo XIV reformadas en el XVI y que ya por aquel entonces se enfrió y aun mantiene el frío desde esa remota fecha. Mi compañero Moto y yo vamos por la casa soltando vapor por la boca en cada estancia, antes hemos hecho compra en un supermercado si bien las comidas serán frías por que carece de elementos para calentar algo más que un café con una placa eléctrica o cosas así. Hemos quedado en vernos en Roma, el día 24, por si cada uno de los dos encontró aposento en sitio distinto y acomodar de ese modo al otro, ya que mañana ya iremos cada cual por su lado si logro como pretendo rodar hasta Viterbo. De ese modo igualmente puede que no pase solo la Nochebuena, bueno, ni él, que se alegra cuando le digo de quedar ese día allí.

Me he gastado una pequeña fortuna para mi comprando algo de fruta, galletas, comida principal para cuatro días, ya que los precios de este supermercado no están nada mal y no se que me encontraré más adelante. Comprando pan y poco más puedo aguantar hasta el lunes en que quiero suponer que andaré ya entrando a Roma y buscando la embajada. No dispongo de plano de la provincia o región, la oficina de información turística supongo que comenzó a vender productos típicos locales hace tiempo, la cosa no les fue del todo mal y ahora es más una tienda de comestibles que otra cosa. Me aporta la misma información y documentación que si hubiera entrado en una panadería local.

Viendo comer a mi compañero nipón me doy cuenta de un par de cosas, primera que las raciones salvajes que en ocasiones ingiero de comida no son tan exageradas, el come como una lima y de buen seguro lo ha de consumir con su esfuerzo diario. Lo otro hace referencia a Mapa de los Sonidos de Tokio, donde me enteré que el sorber la comida ruidosamente no es en Japón algo que tenga que ver con la falta de educación, Moto lo hace, ¡y como lo hace!, con la pasta que anoche se comió y hoy con una especie de sopa de verduras ya cocinada y que ha logrado calentar en esa placa eléctrica. Sobre una bandeja reposan un par de libros, en alemán, ahí se quedan. Me pongo la bufanda para ir al aseo, que está en la parte norte de la casa y allí entre eso y el aspecto de azulejos y sanitarios me da la sensación que hace algo más de frío.

Hay una cripta en el Duomo, que me ha parecido entender,que es copia fiel de la del Santo Sepulcro en Jerusalén. Hago tiempo esperando que Moto regrese para ir a visitarlo juntos, el ha salido para llamar por teléfono a su familia. Era, según me explica y creo entender, operario en algo de ingeniería electrónica, montador de componentes o cosa así. Un problema en la vista hizo que dejara el trabajo y entonces decidió viajar un tiempo y por aquí anda, primero haciendo los caminos de Santiago y Roma para completar más tarde lo de Italia que quiere conocer. Disfruta de lo que esta haciendo, se le ve feliz, no es cristiano pero le veo hacer una especie de reverencia o bendición antes de las comidas, ya me iré enterando, con la confianza de los días, que tipo de rito es ese y si forma parte de algún tipo de creencia religiosa o espiritual. El se me presento como Moto, que será un diminutivo y el modo en que decidió acortar su nombre por occidente, ya que su nombre realmente es Motohisa y de apellido Yoshimura, en cualquier caso nos sentimos a gusto dándonos por el momento mutua compañía tras las jornadas de bulliciosa multitud del Camino Frances en contraste con las de Francia o aquí en Italia en las que ambos hemos pernoctado en soledad la mayor parte de los días. No dejo de sorprenderme cuando le veo hacer reverencias por la calle cuando nos cruzamos con alguien y nos saludan. Es uno de los pocos japoneses que he visto con barba, siendo su bello facial lacio y ralo la ha debido costar su esfuerzo lograr tenerla como la luce. Creo que le queda bien.


viernes, 19 de diciembre de 2014

Miércoles 17.12.14. Vía Francígena VI, Radicófani, en casa, que fue, de Gino Severini ideólogo del Manifiesto Futurista.

Jornada salvaje. Al ser el primero de los que espero muchos días sin lluvia tras tantas jornadas pasadas por agua, me lanzo como loco a rodar. Animado en parte también por los carteles que me van diciendo la distancia que me queda a Roma y que voy viendo como se reducen. El caso es que me como más de 80 kilómetros de colinitas toscanas menos los últimos 10 kilómetros que me suben a casi 900 metros de altitud y que aún no se como he podido hacer. Bueno, si lo se, por llegar y poder descansar los huesos en un hospital de peregrinos y por que la última cuesta la subimos llevando la bici entre Moto y yo.

Moto es el primer peregrino con quien me tropiezo por la Francígena y lleva andado lo suyo. Comenzó este japones en Lisboa para ir a Santiago y desde allí por el Camino Francés vía Roncesvalles se ha comido media Francia y lo que llevamos de Italia con su mochila a cuestas. Nos encontramos en la cerrada puerta de la oficina de información turística, yo sin tener aún techo y el con sus cosas ya dejadas allí. Se presta a acompañarme, supongo que por que le resulta más sencillo que el que yo entienda su ingles, que no debe ser malo, pero si lo es mi comprensión de ese endiablado idioma. Me inscribo yo mismo ya que no hay hospitalero ni falta que le hace a la casa, con cocina. Hago mi colada con la esperanza puesta en la calefacción para que se seque y a la previsión del tiempo que no parece mala, siempre puedo terminar de secar las cosas por el camino. Eso si no sale el día como hoy, que si bien no ha llovido si he tenido niebla cerrada hasta medio día.

Ver el paisaje de ese modo tiene su encanto, no creas. Las formas desdibujadas y los colores fundidos en una visión fantasmal. Cuando ha salido el sol finalmente el juego de luces con las brumas ha sido todo un espectáculo en esta preciosa tierra. Aquí en el valle de Orcia termina ya la Toscana de la que saldré mañana para entrar en la región de …. donde se encuentra Roma de la que tan solo me separan 160 km. Quería pasar allí el día de navidad y ahora es cuando entra el juego de las fechas. Quiero llegar antes del 24 por no tener problemas de fiestas con la embajada, si llego más tarde la cosa se complica y mucho ya que la encontrare cerrada muchos días, pero si llego demasiado pronto tendré dificultades de solucionar mi estancia hasta navidad. En fin se trata de ir haciendo ajustes por el camino y confiar en la suerte, que demasiada he tenido cuando ya planee estar aquí estas fechas hace más de y se va cumpliendo lo planeado.

El cansancio del día lo voy acusando en cada gesto, me siento torpe. Tras la ducha y la colada he reunido fuerzas para salir a una tienda, aquí hay café y he comprado leche. Hace siglos que no como huevos y se me antojó una tortilla, por lo que los he añadido a la cesta de la compra. Mañana terminaré los restantes con el desayuno y la ayuda de Moto a quien ya le he comunicado que mañana prepararé algo para tomar. La tortilla sale de un amarillo intenso, no se la razón.

Comparamos notas del camino, nos pasamos lugares de hospitalidad para completar información y actualizarla, el anda con un libro y yo con una fotocopia, pero ambos tienen lagunas como hemos podido comprobar. Y la casa, como decía en el inicio del post fue en su tiempo de los artistas teóricos de dicho manifiesto si bien ahora pertenece, como no, a una confraternita de misericordia que dan de comer a hambrientos, visten a desnudos y dan posada a los peregrinos, entre muchas cosas más.

Esta mañana no pudo sor Gineta dedicarme el tiempo que yo quería, apenas entro, me puso una cafetera en la mesa y casi salio corriendo a atender las tareas que la casa de acogida le ocupan. No vi ni a la madre con el niño y a la otra monja que anoche salude y que trabaja con ella en la casa, Sí había otra mujer fregando suelos. Con el café, una caja de bollería del día anterior que un horno les dejó bien temprano, me como un cruasán. Comer, comí en no recuerdo donde, al borde de la carretera, eso si, al sol.

Solo cuatro plazas tiene el albergue, es el espacio más pequeño que he visto hasta la fecha, pequeño plazas por que el aseo, la cocina o el comedor son amplios. En el marco interior de la puerta de entrada, un trabajo de marquetería une una cruz de santiago con una concha de peregrino, el mismo símbolo que veo en un estandarte de la Confraternita de San Jacopo di Compostela de Perugia que adorna una de las paredes del dormitorio. Como detalle, en el tablón de anuncios están anotados los lugares de hospitalidad de la vía en ambos sentidos, con personas de contacto y sus números de teléfono.
Este es Moto y esa la puerta del hospital por dentro


Durante la cena intentamos conversas Moto y yo, pero se nos hace complicado, aún así nos sentimos cómodos juntos, pienso que agradecidos del contacto con otro peregrino en estas fechas donde no los hay. Me dice que el quiere llegar a Roma el día 23 y se interesa por ver donde me voy a alojar por vernos allí. Tras Roma, me dice, y ya como turista, quiere visitar Florencia, Milan y Venecia. Igual hasta coincidimos, dados mis ajustes que mencioné y el calamitoso estado físico en que me encuentro, pero si me levanto con fuerzas y la carretera no es tan dura como la de hoy con las mismas me planto en Viterbo. Por lo pronto se anuncian 4 días por delante sin lluvia lo que es toda una bendición.
Martes 16.12.14. Vía Francígena V, Siena. La Toscana es una sucesión de colinas sin fin, sin un terreno llano, que voy subiendo y bajando toda la mañana ya sin reparar si esta lloviendo o no, que comencé el día con lluvia, desayune con ella, salí a rodar con ella y me acompaña a ratos con breves descansos. Paro de cualquier modo en una de las logias de la plaza a fumarme un cigarrillo antes de salir.

Ya hambriento, me he demorado a comer por hacerlo en Siena, veo la que supongo es la última colina sin tener una perspectiva aún de la ciudad. Y por fin lo logro, justo cuando sale el sol y con el alumbrando el día tengo la primera vista de la ciudad. Que no es siena, ni siena tostada, es siena mojada. Siempre supuse que el color lo tenia por la pintura de sus fachadas pero cuando la voy recorriendo observo que no es solo por eso. La piedra tiene ese color, lo tienen sus hermosas fachadas de ladrillo, y por supuesto cuando pintan una lo hacen en ese color tan característico.

Como la oficina de turismo esta junto al Duomo, me recorro buena parte de su casco antiguo antes de llegar a ella, veo de pasada la Plaza Il Campo que por la tarde visitaré con más detenimiento, es donde se celebra su famosa carrera de caballos donde los jinetes cabalgan sin montura ni estribos y puedo ver que el suelo donde se corre no es plano, si no que va formando pendientes. Otro espectáculo de edificios se suceden, cada rincón es una postal. Tengo poco tiempo para tanto que ver y me apresuro a buscar mi alojamiento de hospitalidad, que aquí lo brindan una congregación de religiosas. Es una casa de acogida en donde destinan un dormitorio a los peregrinos que van a Roma, 6 plazas y todas, por supuesto, libres. La casa no es que este precisamente llena de gente, me invitan a cenar y comparto comedor con una joven madre y su hijo de dos años, que se niega a comer, solo mordisquea distraidamente trozos de pizza. Su madre me dice que prácticamente se alimenta de leche. Ya como yo por el, disfrutando de una suculenta cena y su fruta de postre. Un lujo total, por que la comida esta caliente y por la fruta, mandarinas.

La tarde la pasé sin dejar de ir de un lado para otro, termino agotado pero me merece la pena sin duda. Eso de no disponer de más de unas horas para ver cada ciudad en el mejor de los casos que otras las veo casi de pasada tiene sus inconvenientes. Por ejemplo hay exposiciones o conciertos que son mañana o dentro de un par de días. Me ha pasado en más sitios, de hecho la exposición de Giotto que vi en Lucca teóricamente ya había pasado a tenor de las fechas puestas en su cartel. Aquí pillo por casualidad un concierto de cuarteto de cuerda, Brahms, Bethoven y Haydn, salí en un descanso para poder cumplir mi compromiso con la cena. La iglesia del convento Franciscano me encantó y pude ver un cuadro de Santo de 1.998, cosa a la que no estoy acostumbrado. Lo interesante no es lo anecdódico de una fecha tan reciente para un cuadro religioso, lo que me llamó intensamente la atención fue el modo de interpretar un tema tan clásico por la pintura figurativa contemporánea y realmente el cuadro me gusto mucho.

Resumir en unas líneas mi tarde pasada por Siena se me hace imposible. Tal y como me viene regalando la Toscana, arte por todos lados, unos espacios cuidadísimos hasta el detalle, cualquier elemento arquitectónico me requiere para su disfrute de un tiempo que no tengo. Cafés que son obras de arte, enotecas, tiendas de delicatessen que ahora andan promocionando sus trufas blancas, eso junto a callejas sombrías y húmedas que son un puro deleite para perderse por ellas sin rumbo. Visité una perfumería, a ver venden perfumes, pero es que también los fabrican que ahí es donde reside el encanto de la tienda, en eso, en el edificio donde se ubica y en la decoración, por supuesto, una delicia de lugar.

Antes de la cena converso un poco con sor Gineta. No se en italiano que significará por que gineta en castellano es nombre de alimaña, que en mi casa había una disecada cuando yo era niño, fruto de un atropello por el coche de mi padre y que no se por que razón mandó disecar al animalillo. Un día desapareció de casa, algunos de la familia le tenían manía. Es lo más parecido a una hospitalera y se ocupa de la atención a los peregrinos. Me enseña su libro de registro y con orgullo me pasa las páginas de los meses de verano donde cada día recibia visitas. Hemos quedado mañana a las 8 para desayunar que se empeña en que guarde mi comida que ahora que ando en su casa se ocupan ellas de darme de comer, entre un capuchino instantáneo mal disuelto en leche fría y un café caliente y en condiciones tengo pocas objeciones que poner a su invitación. Por otro lado me ha gustado lo poco que hemos podido hablar y de ese modo tengo excusa para mañana poder charlar otro rato con ella.

Me llamó la atención al poco de entrar en Siena no ver bicis por sus calles. A diferencia de Lucca donde miraras se veían por decenas aparcadas y otras tantas circulando. Un policía me saca lo aclara diciéndome al verme caminar con ella en la mano que en el centro histórico están prohibidas, que la deje en un aparcamiento. No la dejo en otro sitio que en la casa de acogida que es a donde me dirigía. Lo cierto que es que las calles de Siena son un caos. Carece de aceras y por el espacio que hay circulan en alegre armonía peatones, coches, microbuses que más grandes no caben, motos y motocarros, milagrosamente no se pasan por encima unos de otros. Se deja notar el ambiente juvenil por su universidad donde escucho a muchos jóvenes hablando español.

Casi lo olvido, hordas de japoneses haciéndose fotos con poses imposibles y ridículas en cada rincón. La guía del viaje les habla en ingles y al pasar por su lado les explica lo que es la Vía Francígena mostrándoles un peregrino, eso fue junto al duomo cuando aún arrastraba la bici.

Y ya por último que se me cierran los ojos de sueño, tenemos previsión de los próximos tres días nublados pero sin lluvia. Para el sábado sol y lluvia.
Lunes 15.12.14. Vía Francígena IV, San Gimignano. Decir que el dia amanece con lluvia no resulta original, es cansino tanta agua pero lo que me pone de peor humor es comenzar el día ya en esas condiciones. De cualquier modo lo voy llevando con calma a falta de mejor remedio. Lo de cada día, comprar el pan, agua llevo a tope mis reservas, y salir al primer punto del recorrido que me tengo marcado para hoy.

La lluvia juega y a ratos para y a ratos no. Así estara todo el día. Antes con el agua paraba de rodar, ahora según y como. Depende mucho de donde me pille, de donde tenga la próxima parada y sobre todo si veo posibilidad de pernoctar en un sitio, como lo tengo previsto hoy, donde me pueda duchar, secar la ropa en un radiador y cosas así. Las distancias a los puntos son más largas que si fuera por carretera en dirección a mi destino. Esto es así por que se trata de una ruta de peregrinación antigua y por entonces sucedían varias cosas, una que muchas poblaciones de ahora no existian, otra que lo mismo con puentes y túneles haciendo que pasos sencillos de ahora entonces fueran infranqueables y lo mismo sucede con muchos tramos de actuales carreteras que han requerido un movimiento de tierras por aquel entonces impensable. Mi desplazamiento de hoy que por autovia son menos de 30 kilómetros me lleva dando vueltas por pueblos y carreteras entre montes por cerca de 50. El premio es un paisaje que desde la otra carretera no se ve, el pasar por poblaciones que de otro modo no conocería y la tranquilidad de rodar por esas carreteras secundarias de epenas tránsito de vehículos.

A la entrada de San Gimignano me acerco a una estación de servicio a preguntar y sin necesidad de abrir la boca me indica un hombre que esta de charla con los gasolineros donde he de ir. Viejo peregrino me ha calado nada más verme. Me interroga y conoce Alicante, ha viajado por España y el Camino de Santiago lo ha realizado por la Vía Tolosana y por la de la Plata desde Sevilla. Me pregunta si me detengo en Roma, al decirle que continuo hasta Brindisi para ir a Grecia y Turquia me supone un peregrino a Jerusalen. Esto me resulta sorprendente, ya Simona me dijo que fuera para allí, o alguno más que he ido conociendo, a ver, ¿alguien ha mirado el mapa de la región? Antes de llegar, que igual ganas no me faltan, me han matado media docena de veces por lo menos. Dejemos aquí el tema.

Nada más llegar a la ciudad amurallada me dirijo al convento de San Agustín donde como y hago un poco de tiempo hasta la hora en que abren la iglesia, que es el modo más sencillo de hablar con ellos sin ir tocando timbres. Nada más abrir la iglesia hablo con un fraile que me dice que espere, y con gusto que espero visitando el lugar con la boca abierta como el provinciano que soy y sin disimulo. El convento es del siglo XIII, ayer mismo, pero esta levantado sobre algo que ya antes existió aquí pues en sus paredes hay restos de frescos que aun se pueden ver que corresponden al siglo IV. Desde esa fecha hasta la actualidad te puedes inflar a ver arte, pues no desprecian el contemporaneo como puedo ver en láminas que decoran los pasillos. Me acomodan en una celda del convento, y con una ventana desde la que se divisa, gracias a la altura de la población, media Toscana. Esta parte del convento ha sido parcialmente restaurada menos los aseos que esos son simplemente nuevos para mi fortuna. Prácticos, bonitos y pulcros. Ducha al canto.

Ya descansado salgo a dar un paseo por la población con la misma cara de tonto que antes vi la iglesia. Es pasear por una ciudad renacentista en estado puro. Talleres de artesanos y artistas, tiendas preciosas, fantásticas donde lo de menos es que venden en ellas, las logias, que decir de las dos logias que visito, ya las vi antes nada más entrar en la Toscana pero vacias, estas estan vivas, con gente usandolas para estar en ellas como en la plaza pero al abrigo de la lluvia, por que sigue lloviendo y mañana esta previsto que continue. Parece, eso sí, que para el miercoles tendremos buen tiempo. Lo que decia, lo interesante de un museo ornitológico que hay en el pueblo no son los pajaros, en dibujos o disecados, lo que importa sobre todo es que la colección Panciatichi es principios del siglo X.

Veo un plano de la ciudad del siglo XIV y el recinto intramuros apenas ha sufrido modificaciones. No se si la decoración navideña le resta encanto, o la lluvia, pero he de verlo en estas condiciones sin poder elegir y aún asi me encanta todo lo que veo.

Junto a mi celda hay un mirador con un sillón frente a una ventana grande. Se ve lo mismo que desde mi ventanuco pero a lo grande, que gozada y en la planta baja esta la biblioteca que me muero por poder verla. La puesta esta entreabierta, me asomo y solo logro ver unas mesas altas con banquetas a los lados y en las paredes vitrinas que guardan los libros. La oscuridad y los cristales me impiden ver el interior y no soy tan osado como para buscar un interruptor para iluminar la estancia, aquí soy gozo de hospitalidad y esta tiene muchos límites.

No comente, se me paso, que visite en Lucca una exposición de Giotto. No es que sea un pintor que me guste especialmente, todo sea dicho. De los pintores que veo aquí expuestos solo conozco a Filipino Lipi, hay muchos otros que me gustan más y que no conocia de antes. Paso por la casa natal de Santa Fina y con eso recuerdo que esta mañana pasé por la que dicen que fue de  Boccacio  en Certaldo de camino aquí, ojo que otros incluso dicen que nació en París, a saber. Si bien he disfrutado un disparate de muchas jornadas de mi viaje, las de Francia fueron más de la naturaleza, estos días mi principal fuente de gozo es cultural. Ando por una región donde un desconchón en la pintura de una tapia es arte y que incluso en el plano natural no deja insatisfecho a nadie que disfrute de los cipreses como es mi caso. Estos recortan la linea del cielo allí donde mires, o tapizan a franjas el paño de un muro, no hay camino en la Toscana sin sus hileras de cipreses a ambos lados.

Con la lluvia de mañana pretendo llegar a Siena. Miedo me da recorrer esas calles y lo que allí me pueda encontrar.
Domingo 14.12.14. Vía Francígena III, San Miniato. Despierto poco antes de las 6 y me preparo un desayuno caliente, leche con esos polvos de capuchino instantaneos que ahora si logro que se disuelvan y parte de la pasta que anoche dejé para tomar hoy. Apoyado en la ventana veo una ciudad que duerme, no así los voluntarios de esta organización que veo entrar y salir prestando servicio de ambulancia unos y repartiendo cosas a gente sin techo otros, para hacer mas llevadera la fría noche. Hoy tendré oportunidad de conocerlos un poco mejor, pero al no encontrar a nadie ocioso con quien me pueda entender me tengo que esperar. Me queda viaje por Italia y tendré a buen seguro nuevas oportunidades de estar con ellos.

Salgo por las calles mojadas de la ciudad y me cruzo con un grupo grande de gente que participa en una especie de cros popular, en la panaderia los madrugadores y los que por las prendas y los ojos notas que no durmieron y se detienen antes de ir a casa a comprar algo. Lo del pan aun no lo domino pero va mejorando un poco, ya voy encontrando cosas más decentes pero a un abismo de los que comí estos últimos meses.

A la hora de salir más o menos me cae el primer chaparrón, dura poco, pero lo justo para calarme al pillarme en sitios donde no logro encontrar techo, a mitad de carretera. Una hora más tarde sera el segundo del día y en identicas condiciones. Cortos pero intensos. Tan pronto veo salir un mortecino sol que apenas durara una hora en todo el día y ni eso, me quito la chaqueta para ir secando prendas. Contento con la camisa que “adquirí” ayer, abriga más que el forro que uso a diario y que hoy he cambiado por esta, se seca antes cuando mojo los brazos, cosa que sucede cada vez que voy rodando, ¿los brazos?, pues si, no se por que pero en ellos se me condensa la transpiración cuando ruedo sin que me lo logre explicar, pero así sucede.

Entro en San Miniato Basso, como en una zona ajardinada frente a la estación de tren y pregunto por la Confraternita Misericordia, que es la misma organización donde ayer me dieron hospitalidad y aquí disponen igualmente de 6 plazas según indica el listado de que dispongo. Sea como fuere la mujer que me atiende se explica de tal modo que entiendo que no es en Basso si no en San Miniato a sacas que es el municipio principal y que dista pocos kilómetros pero de una pendiente notable. Allí me subo, oficina de turismo en la plaza y pregunto por un plano. No hay planos de la Toscana que regalen, pero el chico que atiende aquello lo suple dandome una fotocopia de un plano de carreteras que tiene para esos menesteres y que a mi me hace igual papel que uno original. Contento. Pregunto por la Confraternita y me dice que esta en Basso, de donde salí hace un rato. Con cara de idiota me ha de ver cuando me indica que me dirija al convento de Franciscanos que si esta en el pueblo y le consta que dan hospitalidad en ocasiones, que no tengo nada que perder y para allí voy.

Mal día. Las pocas plazas las tienen ocupadas, no por peregrinos, si no por un grupo que andan de ejercicios espirituales o algo así. Me remite a la Confraternita y a regresar de nuevo al otro pueblo. No es dificil de encontrarles. El edificio que tienen es imponente para tan pequeña población y alli tienen montada hoy una fiesta navideña. Puestos de dulces, atracciones, mercadillo, y todo el pueblo alli reunido. Nada más verme se me acerca Mario, el responsable de la hospitalidad y uno de los que andan empujando en el tema de darle popularidad a la Vía Francígena, según puedo leer en un recorte de periódico que tiene en la pared. Me abre la puerta de una sala donde tienen 6 plazas en literas y aseo. Esta caliente y es confortable. Entonces me doy cuenta de dos cosas. Esta mañana debia dejar las llaves en recepción. Esta ha estado cerrada y solo abrio un momento cuando paró una ambulancia y como tenia todo ya en la bici baje corriendo para entregarles las llaves, con lo que me he dejado la leche olvidada en la cocina con las prisas y el plato donde tenia la pasta en el fregadero y sin fregar. Lamento mucho más esto último, pero ya no tiene solución, lo de la leche si la tiene y me pongo a resolverlo.

El recinto de la Confraternita es un hervidero de uniformes, los hay de bomberos, de sanitarios, de vigilantes forestales, de gente de las ambulancias, todos pertenecen a esta asociación y todos son voluntarios. Por disponer, tienen en esta población hasta un consultorio médico que no se en que condiciones prestan servicio. Le pregunto a una muchacha con uniforme de sanitaria donde puedo comprar leche por el pueblo, que se que es complicado al ser domingo y le explico que la que tenia con las prisas la olvidé esta mañana. Me dice que en pueblo hoy no la compro, pero que espere. Sale con un cartón que no me quiere cobrar, me dice que deje un donativo de lo que quiera en cualquiera de las huchas que hay repartidas en la fiesta. 2€. Tendre para merendar y el desayuno de mañana solucionado.

Paso la tarde con la animación de la fiesta, el pueblo no tiene mucho que ver, es en San Miniato y no aquí en San Miniato Basso donde hay restos de la población que se remontan al siglo IV antes de Cristo, cuando ya era un asentamiento etrusco. Pero esta en alto, ya he subido una vez hoy, mañana he subir la cuesta de nuevo y malditas las ganas que tengo de subir esta tarde para una visita más detenida del lugar.

Me pasa con los enchufes italianos una cosa curiosa. En teoría necesito un adaptador, pero en algunos de ellos, mi clavija llega a entrar lo suficiente como para poder cargar la bateria. No fue así en Sestri Levante, pero si en Pietrasanta, aquí no me funciona y me toca tirar de bateria un rato confiando en que más adelante pueda cargarla, ah, en San Remo si me funcionó, que cosas. No me decido a lavar ropa por miedo a que no se seque y entonces si que apesta de veras guardada sin secar, con esto igualmente confio en que en algún momento saldrá el sol del todo y podre lavar en condiciones. Ceno en la habitación y aun doy un último paseo cuando ya han terminado de retirar las cosas. Los socorristas y conductores de ambulancia juegan al futbolin mientras esperan, en la centralita alguien hace guardia y atiende el teléfono.

A diferencia de otros día hoy no tengo necesidad de irme a acostar tan pronto, me gustaría tener algo para leer, soy hay un Also Spnach Zaratrusta, en aleman, que tras hojear la primera página y solo entender una de las letras entre todas, “uber”, desisto de perder el tiempo con el. Me preparo el catre con sábana y manta y a dormir por no tener nada mejor que hacer.
Sábado 13.12.14. Vía Francígena II, Lucca. En la Toscana llueve. Dejo mi casita bajo un cielo gris marengo tronando y cayendo agua con la ilusión con que uno se dirije al cadalso. Pronto tomo el desvio que me aleja de la Vía que he usado desde que pisé Italia para adentrarme en el interior de esta nueva región. Confio en que encontrare lugar en Lucca ya que dispongo de dos contactos de modo que me decido a mojarme y rodar bajo el agua. Por el camino me encontraré igualmente la Casa del Peregrino que acoje gente y siempre puedo quedarme allí si la cosa se pone fea, por lo que son 3 las opciones de secar ropa y servidor de ustedes.

Cuando llego Valpromaro encuentro con facilidad la casa, la puerta del jardin esta abierta y hay, como los habia en el Camino de Santiago, una caja donde la gente deja y coje cosas de modo que cambio la chaqueta que compre por 1 € en La Coruña que si bien da cierto abrigo pesa un disparate y cuando se moja no se seca nunca. En su lugar tomo una camisa que me recuerda una bata de andar por casa, por los cuadros y por lo grueso de su tejido, es abrigada y de mi talla, más o menos, tomo igualmente de la caja una funda rígida de gafas que las mias cada noche las he de guardar en el interior de las botas por el miedo a pisarlas en un despiste si me levanto ante una emergencia o lo que sea. El que atiende el albergue ha de haber salido para algo, la hora es muy temprana para esperar peregrinos que además no los hay. En un momento que el cielo da un respiro me decido y tiro dirección a Lucca de la que solo me separan 12 kilómetros según reza un cartel y ya veremos que pasa allí.

Como a la entrada de la ciudad, frente a sus murallas que atravieso por la Puerta de San Pedro ya preguntando por la consabida oficina de turismo, donde no me dan plano, grrr, pero si me indican un nuevo lugar donde pernoctar, una asociación benéfica que esta pegada a la plaza principal de la ciudad amurallada. Por cierto, el angel que corona su principal iglesia, la de San Miguel in Foro, les ha salido muy cabezón, desproporcionado. Pegada a esta plaza esta la de San Salvatore y en ella Misericordia a donde me dirijo. Nada más pasar la puerta me siento cómodo, ajetreo de gentes con ropa de trabajo embalando cajas de alimentos que son ayuda para entregar a familias. Otros clasificando ropas. Me acogen con una sonrisa, relleno una ficha y una muchacha me pide que la siga. En el edificio de al lado a la iglesia y esas dependencias me indica donde puedo dejar la bici, me entrega unas llaves que mañana he de devolver y me dice que en el último piso la única puerta que es de color claro.

Subir por unas escaleras de estas es toda una experiencia, no hay dos rellanos iguales, las puertas estan a cualquier nivel y de cuelquier forma, con escalones irregulares y pasillos que se cruzan, una luz que no en todas las plantas dispone de interruptor, me desoriento dificilmente, pero he de hacer un esfuerzo por no confundirme por esa escalera salida de una pesadilla de Escher. Llego vivo, abro la puerta y me encuentro un apartamento con vistas a la plaza. Dispone de 4 dormitorios dobles, salon, aseo, cocina equipada y creo que nada más, como me dijeron pocas plazas cuando la cosa esta a tope, pero en estas fechas es todo para mi. De nuevo sin la bici y relajado salgo a explorar la ciudad que recorro en su totalidad del recinto intramuros. Sábado en visperas de navidad y la lluvia no detiene a la gente que invade las calles entrando de una a otra tienda. Una repetición de lo que vi en Pietrasanta pero multiplicado.

Contagiado por la fiebre consumista que me rodea y a la que no soy inmune, me meto en una tienda de alimentación, como las de antes que intramuros no hay supermercados. La tienda es mas una boutique con comida que otra cosa, el escaparatismo es increible. Compro un paquete de medio kilo de pasta y un tarro de salsa de tomate con setas, todo 2,24 €, más tarde coceré la pasta y cenaré parte de ella dejando el resto para el desayuno de mañana, con un vaso de vino, calida tetrabric, que un anterior peregrino dejó para mi. Ese peregrino fue un fraile que lo puedo leer en el libro donde suelen dejar saludos o sandeces y en el que hasta la fecha no he llegado a usar salvo para leerlo.

Se repite lo de ayer. Es la ducha caliente, es la cena caliente, es el vino que calienta y es la calefacción. Todo junto es una bomba que me produce una sonmolencia dulce y a la que me avandono.

Mientras paseaba por Lucca viendo sus tiendas y planeando mi cena, reflexione que esto que estoy viviendo o no es legal o no es moral, incluso ambas cosas. Quitando los momentos más duros, ¿quien no los tiene?, el resto esta resultando una experiencia muy enriquecedora, plenamente satisfactoria donde estoy disfrutando mucho más que en cualquier otro “turismo” que he podido hacer en mi vida. Conociendo más lugares, más gente y viviendo momentos que no podia imaginar. Creo que me enamoraré de la Toscana y le seré infiel al Canal du Midi, mi último amor. Si deja de llover de una puñetera vez.

Mañana si puedo llegaré a San Miniato. Si llueve igual no. Dejo de lado Pisa por la que pasé hace años y Floréncia que conocí en ese mismo viaje.