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domingo, 25 de enero de 2015

Martes, miércoles y jueves 20, 21 y 22.01.15 Por la costa, haciendo tiempo. Y a todo esto procurando no mojarme, pues la lluvia va en aumento. Tal y como hice cuando subí desde Napoli ahora si en mi subida al norte la hice por la Aurelia, bajo al sur por la Litoranea y viceversa. Si antes dormí en un pueblo ahora busco para visitar y dormir aquel que dejé pasar de largo.

Por lo demás jornadas tranquilas. Paso tiempo detenido por no mojarme, bien de la lluvia, bien de mi propio sudor si ruedo con la chaqueta puesta. Leo siempre que puedo, visito los lugares con mas tiempo y esas cosas.

En ocasiones no dispongo de alternativa y he de repetir carretera, pero me resulta sorprendente que veo las cosas desde otro ángulo, otra perspectiva, el mar lo tenia a mi izquierda y ahora a mi derecha, por ejemplo, y como no me detengo normalmente para mirar atrás, dejo en ocasiones sin conocer el vistas y paisajes que si bien pasé antes por ellos, no los vi.

Mirando a un par de chicos jóvenes y preguntándome por la afición que tienen muchos italianos a vestirse con prendas de camuflaje, no para ir al campo, que también, es que los veo equipados con ropas de ese tipo para trabajar, para ir de compras, pasear al hijo en un carrito de bebe o al perro, en fin, les encanta a muchos ir así vestidos, decía que pensando en ello, se me acerca Vittorio.

Eso fue en Santa Severa, el viene de correr y tras cruzar dos palabras me invita a su casa a comer. Yo termino de hacerlo y así se lo hago saber, pero insiste en que tomemos algo y le sigo a su casa. Tres kilómetros hacia atrás, vale.

Era chófer en una embajada de país nórdico, ahora sin empleo, reducción de plantilla por crisis y ajustes de presupuesto que se dedican ahora a saber en que, me dice. Arregla su casa para alquilarla en verano y el marchara a Grecia a practicar surf y pasar un tiempo disfrutando de su nueva situación laboral. Tomamos algo ligero y un café.


En casa de Vittorio

Cuando pase por aquí hacia el norte, un castillo en la zona de las ruinas de Pyrgi, puerto etrusco, tenia los museos que alberga cerrados al ser lunes, ahora los puedo visitar a placer y paso en ellos la tarde. El de navegación antigua me interesa especialmente y logro aprender algunas cosas del modo en que se hacían las naves en la antigüedad, muy interesante. En otro de los museos conozco a un anciano que me cuenta algo de la historia del pueblo y me enseña fotos. Este pueblo fue de los que creo Mussolini si bien este hombre me dice que el es anterior al pueblo y que nació en el castillo. Me va contando cosas de la época en que fue construido el castillo, cuando la zona era parte de los Estados Pontificios y me explica de que Papa era cada uno de los escudos que por allí vamos viendo. Tarde entretenida por demás.


De nuevo la oferta de lugares para dormir es tremenda y me permito seleccionar el que más me agrada entre todos ellos, y de nuevo el pueblo muerto tan pronto se pone el sol. Antes de dormir se levanta un fuerte viento. Ando preocupado por que la bici comenzó a hacer un ruido extraño por la tarde, no identifico de donde procede, pero me propongo ir mañana a Ladispoli a una tienda grande de bicis que vi al pasar y ver el modo de solucionarlo.
Lunes 19.01.15 Montalto di Castro. Si ayer domingo fue de esos días que te llenan de energía hoy no lo será menos. He parado en Montalto con la idea de ir a comprar al supermercado, y camino de este veo a una cicloturista pidiendo unas indicaciones. En estas fechas los que rodamos en bici somos muy escasos, de hecho hace semanas que no me cruzo con ninguno, puede que sea incluso más de un mes. Llevo planos de zonas por las que he pasado y me acerco con la intención de pasarle alguno si lo necesita y por que hasta la fecha me detengo a hablar, siempre que puedo y ellos así lo hacen, con los que me cruzo, por cambiar información y esas cosas.

Es Margherita y es romana.

Terminamos haciendo la compra juntos, por turnos, para mirar las bicis. Y comiendo juntos en un anden de la estación. Ella termina los cuatro días que se ha tomado para hacer una escapada y regresa en tren a Roma. Al saber que este fin de semana iré para allí a por mi pasaporte me ofrece hospitalidad en su casa. Es de esta gente con la que congenias al primer instante, me siento bien con ella y al margen de que una hospitalidad, ducha, lavadora, etc, siempre es bien recibida y más en una ciudad donde he de hacer gestiones y se hacen mejor sin bici, tengo ganas de volver a verla y hablar de más cosas. Viajes incluidos. Ella por su parte, muestra interés por mi viaje, ya que planea una ruta europea. Tendremos tiempo de hablar con más detenimiento si nos vemos en Roma, llega su tren y ha de partir.

Margherita, un encanto.


De la estación me dejo caer al lido de Montalto, esta despoblado, apenas si veo gente. Y la oferta de techos bajos la que dormir es abrumadora. Los estudio sin prisas. Tengo una duda de si he de regresar a la Aurelia para continuar mañana o puedo tomar un camino local que he visto mientras recorro sus calles. Apenas hay a quien preguntar y cuando veo a una chica me acerco con mi demanda. Es Stefania. Maestra en el pueblo y que pasea por la playa antes de irse a casa.

Su nombre viene a que su madre vivía en la Isola del Giglio y cuando se puso de parto, al trasladarla a tierra, la pario en Porto San Stefan. Tomamos juntos un café. Hoy he podido invitar a dos hermosas mujeres, una a comer, si bien se empeño en poner ella la fruta del postre, y a la otra a café. Ambas invitaciones preparadas en mi cocina. Día hermoso. Stefania se empeña en darme unos kiwis que le han sobrado de su comida.


El poco tiempo de luz que me queda lo empleo en leer y me retiro a dormir pronto. Por las calles ni un alma, ni un coche que pase, nada de nada. No he logrado encontrar tampoco lugar donde mañana pueda comprar pan o lo que sea por si amanece con lluvia y decido retrasar mi salida.
De lunes a domingo días 11 al 18 de enero de 2015 Por la costa, entre Lazio y Toscana.

En comparar los restos etruscos de Cerveteri y Tarquinia no entro, pero entre ambas poblaciones me quedo con Tarquinia y por diferencia, ojo que una la vi con lluvia y la otra con tiempo soleado. Y eso marca mucho. Hermosa ciudad en la que paso el día, por la mañana en su núcleo urbano y por la tarde en su lido y salinas. Prácticamente despoblado su lido en esta época del año mantienen las Salinas una reducida población de unas doce familias que viven todo el año, en un conjunto de edificios que en su momento fueron de la explotación de sal en el siglo XIX.

El camino para acceder a ella es una reserva natural. Un mendrugo de pan duro les sirve de merienda a cinco ¿nutrias?, y a mi de distracción. Juegan en uno de los canales. Allí conozco a un par de señoras que les llevan igualmente sus restos de pan seco y son ellas quienes me presentan a su párroco, un argentino que ejerce su labor pastoral por estas tierras desde hace más de 30 años.

Rápidamente pone a mi disposición un aula que usan para catequesis y con considerándolo suficiente me llevara por la noche dos platos con sendos pasteles, uno de espinacas y el otro de fruta. Tras la copiosa cena, dejo parte de la de frutas para el desayuno, y en la caldeada estancia duermo a pierna suelta como no recuerdo en mucho tiempo.

Conozco ahora toda la costa de Liguria, del Lazio y parte de la de Campagnia, pero no conocía aún la de la Toscana a excepción de Versilia. Me pongo a conocer esta parte de la costa Toscana que me falta.

Dediqué una tarde al lago de Burana y a un aula que el WWF tiene allí montada.

Un día entero al conjunto de Orbetello y la península de Monte Argentario, bella, con Porto Ercole, viendo la Toscana marinera, pescadora, que en Ansedonia solo pode ver la de recreo.

Cerca del mar sigo encontrando abrigo, con el paréntesis de Tarquinia donde me armé de un plano de la provincia de Grosseto y la amable empleada de la oficina de información me cargo de literatura, un librito sobre la ciudad y sus cosas de interés, otro sobre los sitios Unesco en Italia, otro más sobre rutas en bici por la Toscana y le tuve que pedir que parara para no cargar con más. El de sitios Unesco es un amplio catálogo, grande y pesado pero con apenas información, tras leerlo de un tirón lo dejo en el aula de catequesis.

Tras estos días de tiempo esplendido, con mañanas y noches frías, eso si, que por ejemplo el día que llegue a Tarquinia fue entre campos helados durante la noche anterior, se anuncia un fin de semana con tormentas y ya la noche del jueves 15, el mar, que tenia a escasos 3 metros de mi catre, se muestra bravo y veo como los nubarrones van apagando una a una las estrellas. Noche que pasé en Porto San Stefano.

Cuento los días. Para la llamada al consulado, para el cobro de mi pensión, a pesar de no llevar nada mal el mes teniendo en cuenta los precios que se gastan los supermercados italianos, y para que se cumpla 1/3 del invierno. Cada tarde miro el reloj en el ocaso, con la satisfacción de ver como el día va ganando terreno a las sombras de la noche.

Me vi apurado el día que pase por Ansedonia y ver la puesta de sol sin haber encontrado lugar para dormir. Si esto me pasa en una población de otro tipo, la luz eléctrica cumple su cometido y la puedo usar para seguir buscando, pero llamar una población a Ansedonia no seria correcto. Es una aglomeración más o menos dispersa de casas desparramadas por un monte junto al mar y en estas fechas fantasmal. Lo encontré con el último retazo de luz y no fue de los malos.

Recibí estos días varios correos, de Puri con unas fotos que tomo cuando coincidimos en el Camino de Santiago, una de ellas, la que muestro, se la tome yo, de Ilaria, de Moto, de Tiziana, todas con fotos que me envían, otro correo de Rosario que me cuenta lo del embarazo de Verónica, Moto sigue por Italia con su novia y quiere saber cuando estaré por Roma para conocerla.

Me resulta más o menos sencillo encontrar conexión, no así lograr disponer de bateria con problemas para tener una clavija que acepte mi enchufe y eso me retrasa en responder correos o mantener en orden el blog.

En Albinia conocí a Antonella y Betti, la primera de ellas al verme por la calle me preguntó con descaro que a donde me dirigía, le dije que buscaba techo, se avecinaba una tormenta. Llama a su amiga Betti que aparece en el coche antes de descolgar el teléfono, de lo cerca que estaba. Betti tiene un hotel, cerrado por temporada y en obras de mantenimiento y mejora, pero me lo abre y en el vestíbulo pasaré la noche. Gracias Betti. Gracias Antonella.

El día que llegue a Talamone fue con un tiempo infame. Fuertes vientos y la constante amenaza de lluvia, cuando no directamente el ciego descargando agua sobre el mundo. Esa noche dormí en el pórtico de una ermita con aparente estado de desuso, o tal vez solo se emplea para alguna romería local. Noche placida, por cierto.

El domingo fue un día espléndido, pase la mañana visitando de nuevo Orbetello si bien comí por el parque natural que une Poggio Pertuso con Ansedonia, mirando a los ciervos y sentado al sol. Ya por la tarde me dedique a fabricar una pipa, de esas de fumar, con unos trozos de caña de los que se amontonan por las playas. No es que sea una maravilla, pero funciona y cumple su cometido, Se me terminó el papel y no tenia cerca donde comprar. La llevo ahora conmigo para casos de emergencia de ese tipo. 

Aquí algunas de las fotos que he recibido, son de distintos momentos pero las pondré juntas y sin demasiado orden.

Esta me la tomo Tiziana, cuando pasé por Liguria


Hospital de peregrinos en Roma

Despidiéndome de Moto



Dejo notas sin pasar, se mojo la libreta donde las tenia anotadas y perdí esas páginas.
Domingo 11.01.15 Cerveteri. Me comentó Renato que cuando por la Via Augusta pasara cerca de aquí no dejara de visitar su necrópolis etrusca, y eso hago.

A las cinco me despertó la alarma del teléfono de Ahmed. Hizo un corto rezo y volvió a roncar. Cuando dejo atrás el abrigo aún seguirá durmiendo bajo un montón de mantas y edredones que su amigo, el vigilante, le entregó anoche.

Cerveteri esta muy cerca, ha llovido durante toda la noche y por la mañana lo hará intermitentemente, de modo que busco y encuentro un techo tan pronto puedo y me dedico a visitar sus piedras.

Su castillo medieval con una pequeña torre a la que no quisieron cargar con el peso de un reloj de 12 horas y se lo pusieron de 6. Una placa de mármol, que preside la plaza, de la Generalitat Valenciana les felicita por la declaración de sitio Unesco, patrimonio de la humanidad.


En la plaza del recinto amurallado esta el museo y tras verlo salgo en dirección a la necrópolis. Forma parte de los restos de una ciudad que albergó a treinta mil almas en el siglo VII a.c. y son unas veinte mil las tumbas que han sido excavadas. El conjunto impresiona. Rivaliza con el de Tarquinia, que aun no conozco, si bien aquí afirman que este, aunque más modesto, es mucho más hermoso. Pasear entre sus ruinas me lleva el resto de la mañana.

sábado, 24 de enero de 2015

Sábado 10.01.15 Ladispoli. Llego tras pasar por algunas poblaciones y con la compra de provisiones realizada. Hasta el lunes no necesitaré más que el pan. Como siempre que llego a una población costera, me dirijo al mar, y por allí busco abrigo. Hoy me sorprendo al encontrar tal oferta de sitios disponibles para pernoctar y dejo la decisión para tomarla cuando se ponga el sol y pueda verlos de nuevo baso ese prisma.

Los sitios que uso para dormir suelen estar codiciados en ocasiones, por jóvenes para montar sus encuentros clandestinos y cosas así, hoy es sábado. Ya me he llevado más de una sorpresa a la hora de dormir y el lugar ocupado o merodeado por rostros patibularios, que eso también sucede. O simplemente lo tiene pensado usar otro vagabundo.

Si bien el día comenzó con amenaza de lluvia, a media mañana se va despejando y luce el sol. Uso la tarde para lavar y medio secar algunas prendas. Tan pronto se pone el sol, es para mi junto a una hora antes del amanecer los momentos más fríos, comienzo a pasear. Por las mañanas es más sencillo, simplemente me levanto y meto en una cafetería si estoy cerca de una población, para el desayuno y el aseo, es normal verlas abiertas desde las 6:30 de la mañana. Asunto resuelto. Hoy he paseando por sus calles comerciales, tomadas al asalto por gentes que con las rebajas llenan sus tiendas.

Son agresivas las rebajas con un 50% en la mayor parte de las prendas de temporada y hasta un 70% en algún lugar. No necesito nada y con el poco dinero de que dispongo ando realizando un modesto ahorro para adquirir en Roma una chaqueta que aparte de impermeable sea realmente transpirable. La que llevo no lo es. Lleva unas cremalleras en las axilas y se supone que su capacidad de transpiración consiste en llevarlas bajadas, pero ni con esas. Si llevo la chaqueta para rodar termino empapado de sudor. Molestísimo. No dispongo de ducha a mi antojo. Allá por el año 92 creo, tenia un Lada, Niva, una más de las insensateces que he cometido en mi vida, palabra. Si bien fabricado en algún lugar de la URSS el manual de entretenimiento había sido traducido en Cuba. Un poema. Como solución para temperaturas altas en el habitáculo proponía bajar las ventanillas. Si no lo leo no caigo en ello. Pues con mi chaqueta sucede lo mismo. Si no quiero condensación he de llevar las cremalleras bajadas y aún así condensa por las mangas y la espalda.

Un último vistazo a mis posibles refugios me hace decidirme por la terraza de un lido cerrado y frente al mar, despaldas al paseo marítimo que por esa zona del pueblo no es muy frecuentado. El acceso del lido a la playa esta abierto y por allí entro al mismo. No he violentado ninguna valla o cancela, ni saltado muros para acceder a mis lugares para dormir. Si el acceso no esta abierto busco otro, simplemente y por principio. Son propiedades privadas y un simple cartel prohibiendo el paso es suficiente para que decida no acceder a ellos.

Ya acomodado y con los ojos cerrados para dormir, escucho pasos y voces. Es el guarda del lido. Un marinero de origen marroquí que vive, habita, mora, en una minúscula estancia del puerto, junto a este lido. Me dice que esta noche dormiré acompañado y me presenta a Ahmed, un compatriota suyo recién llegado a Italia, el espacio donde estoy es muy amplio y sobra sitio por lo que se acomoda en el otro extremo y alejado de mi. Le ofrezco leche y galletas, me da a entender que ya cenó pero que si tengo para fumar. Y fuma. Abre su cartera para mostrarme una polaroid con su familia, mujer preñada y dos hijos. Yo no llevo nada en mi cartera que pueda enseñar ni ganas de que el o quien sea vean siquiera que tengo cartera y donde la guardo.

Tras una imposible conversación por barreras idiomáticas se hace su hora de rezar. Un cartón le hace de alfombra y a falta de agua hace su lavado ritual en seco, sin ahorrarse ningún movimiento. Su rezo de estas horas es largo, con múltiples repeticiones de movimientos.

A las diez pasadas Ahmed ronca y yo me dispongo a acompañarle. El guarda dice que irá pasando un par de veces y velará nuestros sueños. Vive en Italia casi 6 años y antes  fue  albañil en España, mezcla ambos idiomas para hacerse entender y comprende mi español sin dificultad.



Viernes 09.01.15 Fiumicino. Vivir o morar.

Renato es un jubilado. En sus tardes, tras la comida, aparca su coche junto al Faro Viejo que dista un par de kilómetros de donde mora. Baja del coche cantando y cantando saca del maletero sus utensilios de pesca, la caña a buen resguardo dentro de su funda. Y poco pescará empleando sus artes del modo en que le veo hacer. Se dirige al bar del pequeño puerto pesquero, por el camino me saluda y me dice si tomamos un café, pues claro.

Con el café en la mano conversamos y se enciende un cigarrillo, van llegando sus camaradas que tras los cafés cargan sus copas y se dirigen a la mesa, allí se reúnen cada tarde, café, copa, cigarrillos, partida de cartas y las cañas de pescar dentro de sus fundas. Antes de partir toman algún pescado que les da el guarda del puerto, poca cosa o ninguna que todos los días no se puede tener suerte en la pesca. Me temo que alguno de ellos no sabe el color de su caña.

Desde el faro ruedo hacia el pueblo y al entrar veo una escena que me deja helado. Una mujer, presa de un ataque de nervios al más puro estilo del sur italiano, llora, grita, suspira y hace amagos de desmayo. Le rodean al menos media docena de personas, una de las cuales, otra mujer, se empeña en que tome agua de la botella que le ofrece. Dos tipos jóvenes y recios llevan a un sujeto, enclenque, esmirriado y descarnado, con ese aspecto que deja en las personas el largo consumo de determinadas sustancias tornándolos en puros huesos. Uno lo sujeta de la muñeca, el otro, más expeditivo, directamente del cabello, y lo conducen a un coche.

En el camino se le saldrá un zapato, el que le sujeta de la cabeza afloja para que se lo pueda poner y este intenta zafarse. Es empujado al suelo e inmediatamente pateado. De nuevo lo sujeta del cabello y, ahora si, lo empuja al asiento posterior del coche, junto al que le tenia cogida la muñeca. Tras ocupar el asiento del conductor el coche sale quemando goma. El resto son conjeturas y especulaciones. Que le hizo a la mujer y que le pasara a el.

Llevo la mañana sin dejar de pensar en el modo en que sustituimos el verbo morar, o habitar si llega al caso, que lo mismo da, por el de vivir. Desplazando al primero de ellos. ¿Donde vives? En este momento no moro en ningún lugar o no vivo y si no vivo ¿que soy? ¿un muerto? Por que vivir, vivo. Aquí, en este momento y lugar.

Otra cosa es cuando se trata de poner un domicilio. Sin tener domicilio no tienes documentación, ni pasaporte, ni DNI, ni tarjeta sanitaria, ni na de na. El teléfono es aún mas sangrante. Te lo exigen para llenar cualquier solicitud. Si no tienes teléfono ya no vives. Mueres.

El pasaporte parece lo más sencillo de obtener si es a través de un consulado. La tarjeta sanitaria comunitaria te la envían directamente a tu domicilio y si no tienes pues no te la envían. Eso estés tu donde estés y la precises. Nada, a tu domicilio y listo, cuando hace no muchos años te la daban en la mano en el mismo momento de su solicitud. EL DNI es imprescindible hacerlo en suelo patrio y para esos casos la embajada, que lo es, deja de serlo y ya no cuenta, ni que allí tengas policía nacional tramitando documentos, que los he visto, eso si, tramitando documentos a quien tenga teléfono y domicilio.

La vivienda, que parte de un derecho constitucional se convierte en una obligación para ir documentado, sea propia, arrendada, ocupada o ficticia. Y aquí en Italia sucede otro tanto, sin domicilio no se te asigna médico y no hay recetas, las curas en urgencias pero sin receta de ningún tipo.

Si no moras, no vives, o al menos se te restan tus derechos que disfrutan los que ademas de vivir, moran.

Al caso me viene una historia del que al ir a preguntar si fray Antonio vivía en un convento, el hermano que le abre la puerta le contesta, “aquí "vivir" vive el señor abad, los demás moramos.”

He morado muchos años, en casa y todo eso, ahora vivo y creo que he salido ganando en el cambio.

Salí tarde de Ostia, pasando parte de la mañana en la ciudad vieja, buscando un café con wifi otra buena parte de la misma. Recorro poca distancia cuando conozco a Renato y nos distraemos otro buen rato. Con todo eso y con los días que tengo por delante para ir hasta la península del monte Argentario y regresar no me interesa apresurarme a sumar kilómetros.

La tarde la paso en el puerto, recorriendo sus dársenas y canales, viendo las embarcaciones de pesca que regresan de faenar y estudiando las maniobras de los veleros deportivos. Dormiré en el club náutico, bajo el toldo de la parte del mismo que da al embarcadero, viendo mecerse sus mástiles y con el sonido que de sus aparejos saca el viento.

Poco antes de retirarme a dormir me cruzo con un exhibicionista. Está en un rincón de uno de los edificios del puerto, en las sombras, junto al paseo marítimo y baja sus pantalones de chándal, no lleva nada bajo ellos, cuando pasa alguna mujer haciendo ejercicio, que a otras no las veo pasar por aquí a estas horas. Incluso le observo hacer idéntica maniobra al paso de alguna conductora en su coche.

Hoy es un día violento en Fiumicino, feo para los que aquí moran y para los que solo vivimos en ella un día.

domingo, 18 de enero de 2015

Jueves 08.01.15 Ostia. No se cuando se me terminará el colirio que uso por lo del glaucoma. Confiaba que en Roma contaría con la ayuda de Nicola, que siempre pasa por el hospital de peregrinos o del hospitalario de turno, para desentrañar los misterios sanitarios italianos y el modo de lograr receta. Ante el obligado aplazamiento me decido de averiguar por mi cuenta como tener la dichosa receta.

Por un lado el medicamento no se vende sin receta, por otro, como pensionista, pago solo una parte del mismo y me aseguraron que con el convenio sanitario comunitario, en Italia sería igual que en España. A saber como.

En el primer pueblo que cruzo, pregunto a unos policías locales, que se comienzan a preguntar entre ellos si un médico local de familia del pueblo me extendería la receta. Antes de que se compliquen las cosas y me las compliquen a mi les informo que me dirijo a Ostia y con rapidez me remiten a un hospital.

Llego a Ostia y al hospital en cuestión, Un vigilante en la barrera me pregunta, le cuento y me manda a información. En información me preguntan, les cuento y me mandan a urgencias. En urgencias me preguntan, tras una larga espera, les cuento y me mandan a hacer puñetas. Que allí no dan recetas. Vuelta a información y uno que pasa por allí se apiada de mi, por lo visto, y me escribe en un trozo de papel un número de teléfono. Entiendo que es un médico de emergencias y que he de llamar pasadas las 8 de la tarde y no antes. Le pregunto por un ambulatorio y me responde que solo atienden a la gente que tienen previamente asignada.

Con el número de teléfono en mi mano y una cara de idiota integral, salgo. De nuevo veo al vigilante de la barrera y quiero pensar que sin mala idea me pregunta si solucioné mi problema. Con educación le pregunto si hay en Ostia una asamblea local de Cruz Roja, si hay Cáritas o algo similar, una confraternitá de misericordia, lo que sea. Confío en que a través de ellos lo mismo rompo el maleficio y logro mi ansiada receta. El vigilante no es de Ostia y no conoce la ciudad. Pues bien.

A escasos 500 metros del hospital veo una iglesia, grande, con un amplio recinto ajardinado, parque con esos pinos romanos que podan insistentemente dotándoles de una gran altura y que en ocasiones sus formas me recuerdan a los bonsai literatos, salvando los tamaños.Tiene dentro unos barracones, el recinto de la iglesia, y de unos de ellos veo salir a gente con bolsas de alimentos y cosas de primera necesidad. Allí ayudan a la gente, yo soy gente y necesito ayuda, de modo que hacia allí me dirijo.

Han terminado el reparto y salen tres o cuatro señoras bromeando y de buen humor, les pregunto por el párroco y al oírme hablar español, comprendo ya bien el italiano pero no me decido a usarlo, me dicen que Roberto, el párroco, es también español, que entre a la iglesia que o está por allí o el secretario me dará razón de el. Secretario, le cuento mi película, y me dice que tranquilo, que Roberto estará por la tarde y que llamará a un médico que me prepare la receta, que pase por la tarde.

Salgo a la calle decidido a recorrer todas las farmacias del Lazio hasta encontrar una en que no me pidan la dichosa receta, horas más tarde me explicará Roberto que aquí en Italia llevan todos esos temas administrativos y burocráticos con mucho celo, no compro un librillo de papel de fumar, 50 cts, o un café 80 cts. sin que me emitan y me entreguen el correspondiente ticket y los edificios de la guardia de finanza son omnipresentes por todos lados.

No será necesario todo el Lazio, a la cuarta farmacia en que entro, la farmacéutica se compadece de mi situación, me sabe extranjero y de paso y conocerá sin duda el calvario que puede ser obtener en mi situación una receta. Aparte de eso lo que busco es un simple colirio para la tensión ocular, no una droga de diseño. Se que con la receta privada que me puede, o no, proporcionar el sacerdote me puedo olvidar de la reducción de precio como pensionista, de modo que ante cualquier eventualidad compro las dichosas gotitas y adiós al problema. Y adiós a mi siempre maltrecha economía. Me lo apunto como una modesta contribución para aliviar las secas arcas de nuestra seguridad social ahorrándoles el costo de la parte que me sufragan.

Tras comer, tarde, hoy de postre mandarinas calabresas a 0.90 €/kg. me presento en la iglesia para decirle al secretario que el tema lo he solucionado por mi cuenta. Aún no hay nadie pero llega un repartidor que me suelta un toner para que se lo entregue a quien sea y se pira. Allí con el toner en la mano recibo a Roberto, de Cuenca, charlamos y le cuento que ando haciendo por estas tierras, más o menos, por que yo mismo no lo se a veces. Me ofrece pasar la noche en el recinto, y lo haré, en el barracón de la asociación de alcohólicos anónimos tendría que ser en un principio. Al fin lo cambia por otro barracón. Hay reunión de los alcohólicos tras las fiestas navideñas que se reúnen sin que el lo supiera, tal vez por alguna posible recaída tras las fiestas.

Ya acomodado en la caseta prefabricada que me asigna y perfumándola con mi descafeinado recién hecho, tocan a puerta y aparece Roberto con un tarro de mermelada casera y un panetone descomunal. Mañana tengo desayuno resuelto. Tras las gracias, conversamos otro rato más hasta que una llamada de teléfono lo apremia y se marcha.


Techo, paredes, colirio, mermelada y panetone.
Miércoles 07.01.15 No se el nombre de la población a las afueras, por sus lidos, en que me encuentro.

Mi pasaporte sigue en manos de la policía en España y no esperan nueva valija hasta el día 23 de enero, que serian repartidos el día 26. Me quedo de una pieza ante el teléfono. Esto me obliga a alterar y retrasar mi viaje hacia el Adriático casi tres semanas más y a buscar por donde rodar y pasar esta cantidad de días.

Por lo pronto me quedo clavado en el pueblo desde el que llamé, buscando acomodo sin tener nada claro en que ocupar todos esos días y casi obligado por mi cercanía a Roma a andar y desandar un trayecto que sería por la costa no viéndome con ánimos de cruzar los Apeninos dos veces ahora y una más de nuevo tras tener el pasaporte en mi poder para dirigirme al este.

No se la razón por la que esto me contraria, cuando realmente me debería dar igual ir para un lado que para otro y en Italia me encuentro bien. Supongo que mañana, una vez asuma y acepte este retraso, veré las cosas de otro modo, con más optimismo, pero en este momento me siento decaído por el retraso. A todo esto, garantías de tenerlo para esas fechas no tengo ninguna, si bien la funcionaria que me atiende me anima a esperar que así sea. Las fechas de navidades no me han sido nada propicias en ese aspecto, para la gestión, y me toca pagarlo.

Por otro lado, el pasar dos días en Roma, hospedado, me suponen ponerme al día con lavadora y demás, que me viene haciendo mucha falta, ahora toco posponerlo.

Desanimado, paso el día dando vueltas, por darlas, sin dirigirme a ningún lugar y sin avanzar, solo entrando y saliendo por las largas calles que desde el centro del pueblo conducen a sus lidos, los paupérrimos barrios que la circundan y matando el tiempo ante cualquier escaparate, sea el comercio de lo que sea.

Como el día aún puede terminar peor, comienza a llover y termino pasando la noche en un lugar que si bien me ofrece protección ante esta, por lo demás no me agrada lo más mínimo.



Martes 06.01.15 Nettuno & Anzio. Esta vez con más tiempo por delante en esta ciudad, visito la villa de Nerón, bueno, sus restos, que el emperador en cuestión nació en estas tierras y conservan parte de las ruinas de la casa que habitó. Una estatua lo conmemora y en ella puedo entender que bajo su reinado prospero la paz en el imperio y se emprendieron importantes reformas. Nettuno fue lugar donde vivió y murió Maria Goretti. 

Me resulta complicado sustraerme a las imágenes que el cine nos ha regalado de estos hombres. Si pienso en Calígula me viene a la cabeza el Malcolm McDowell que dirigío Tinto Brass, si de Claudio, el soberbio Derek Jacobi que nos dejó la serie de TV, si de Cómodo en Joaquin Fenix y por supuesto si en Nerón, es Peter Ustinov en la película Quo Vadis. El cine y novela histórica reemplaza en nuestra imaginación a la verdadera historia.

Por la mañana desperté pronto y desayune, con aseo incluido, en la casa parroquial. No tengo prisa por partir a un Anzio muy próximo y se que a las 9 tienen en la iglesia un funeral, quedé en verme allí con los que conocí anoche al final del mismo. En las aldeas, cuando hay funeral, acuden en pleno y allí están. Me despido de ellos y Franco, que ayer hizo de Befana, no se resiste a dejar su papel y me regala una bufanda, de la asociación local de donantes de sangre que preside el marido de Renata, no soy capaz de recordar su nombre y cuando hablo con el, es de las pocas personas que he conocido en Italia que no soy capaz de comprender lo que me dicen. Con Sonia me sucede otro tanto. Hablan rápido y creo que con fuerte uso dialectal.

En Anzio si repito el abrigo que usé para dormir en la ocasión anterior, por la calidad del mismo, de modo que liberado de la búsqueda de uno nuevo, recorro holgazaneando sus calles y padeciendo el aroma que sale de sus cocinas, que la población es conocida por su cocina marinera y es destino de escapadas de los romanos que acuden a sus restaurantes.

Temo y confío al mismo tiempo en la llamada que mañana he de hacer al consulado por la seguridad con que me dijo el día en que debía hacerla. Pronto saldré de dudas de si dispongo ya de pasaporte o por el contrario me veré obligado a un vagabundeo por la región en espera de poder tenerlo.



Lunes 05.01.15 Borgo de Santa Maria. Salgo de Terrachina con la intención de hacer noche en Latina, no me gusta especialmente esta población “artificial” que cuenta tan solo con unos 80 años de existencia, siendo un invento de Musolini.

De cualquier modo no me convence lo que veo y me alejo de la ciudad buscando refugio. Así llego a una de sus pedanías, zona residencial de villas, donde viven los que se pueden permitir alejarse de Latina, hay varias zonas así en sus alrededores. Tras cenar y ponerse el sol se levanta una densa y fría bruma que hace que mire mi refugio, con techo pero con tan solo una pared, con desconfianza.

Me muevo para entrar en calor y hacer tiempo, unos carteles anuncian algo que van a hacer a las 19:00 con la Befana y los niños, como desconozco esta tradición y como aquí se celebra la noche de Reyes decido acercarme y distraerme de ese modo.

Es en el recinto parroquial, junto al polideportivo, donde se celebra el evento. La entrada al polideportivo es mejor refugio, por cierto., dispone de dos paredes en vez de una y esta en lugar más discreto. Es temprano y solo hay dos personas colgando calcetines con regalos debajo de un tenderete montado para este fin. Me presento y conozco a Francesco, Franco para más señas, quien resulta ser el que preside la asociación parroquial y pronto congeniamos. Pasaré la noche con ellos. Me presenta a Sonia, otra voluntaria que anda por allí, a Renata que prepara una cena de hermandad que compartiré con ellos.

Ni que decir tiene que me ofrecen el salón parroquial para dormir, donde paso la noche caliente y con aseos. De mil amores acepto. Su párroco esta hospitalizado y por lo visto muy mal. Lo suple Mario, un sacerdote joven libanes que estudia en Roma teología y estudios bíblicos. Sentado junto a el en la cena la pasamos conversando sobre los “sapienciales” que son los textos que anda traduciendo, que para eso el joven cura domina griego, latín, hebreo y arameo como lenguas antiguas aparte de hablar árabe, francés, ingles, alemán, italiano y español, que yo sepa.

Hablando de lenguas, me dice que su profesora es catalana y quiere enseñarle el idioma. Me dice su nombre y no se de que me suena. Salgo a buscar la biblia que llevo en la bici y mirando resulta ser la traductora de parte de los sapienciales que estoy leyendo. Contento, Mario, me muestra los versículos en los que anda trabajando actualmente.

La Befana


Franco resulta que es quien se disfraza de Befana, foto de rigor, y entre unas cosas y otras paso una noche de Reyes como no podía imaginar, en medio de una fiesta con media aldea reunida y hablando con todos. Con comida caliente, vino caliente y especiado, techo con paredes tambien caliente. Noche cálida. Cuando todos se retiran, aún nos quedaremos Sonia, Renata y el marido de esta, un buen rato de charla.

viernes, 9 de enero de 2015

Viernes, sábado y domingo 02,03 y 04.01.15 Retorno a Roma. No voy exactamente por el mismo camino que hice de Roma a Napoli y cuando este coincide con el anterior, me detengo en sitios distintos, por lo que no tengo la sensación de repetir recorrido.

Gaeta, por ejemplo, la dejé de lado sin ir a visitarla teniéndola a tan solo 6 kilómetro de por donde pasé y ahora paso en ella la tarde del sábado. Me resulta curioso visitar una capilla en la Puerta de Carlos V y leer las inscripciones de la piedra escritas en español. Traducidas posteriormente al italiano.

La carretera que desde Gaeta me lleva a Terracina está cortada en el tramo que pasa por Sperlonga. Se me ocurre consultar a dos guardias municipales y por poco se lía. Una me dice que pase, pero bajo mi responsabilidad, como si pudiera haber otro responsable sobre mis movimientos que no sea yo mismo, la otra policía duda, y un paisano que pasa por allí y escucha la conversación, ocioso como está, decide intervenir diciendo que las normas son las mismas para todos y si la carretera está cortada no debo pasar.

Finalmente paso. Por supuesto. El problema es que unos dos kilómetros de dicha carretera están, estaban, pegados a un acantilado y con los desprendimientos ahora no tienen suelo que la sustenten. La ciencia que la mantiene aún en el aire la desconozco, pero milagrosamente el asfalto se mantiene prácticamente solo. Paso, pero obviamente por el lado alejado del acantilado y con el corazón encogido. Con una extraña sensación al recorrer esos 15 kilómetros por una zona cerrada al transito, en silencio y soledad, gozando, eso sí, de las espectaculares vistas de la costa en esa zona.

Dedico la tarde a Terracina en unos día que están resultando cálidos, soleados, con noches no excesivamente frías. La que pasé en la cabaña de observación de aves fue desastrosa. El aire pasaba por las juntas de la madera hiriendo como cuchillos, el termómetro bajó a -6º y se heló toda la rivera del humedal, con lo que tenia el hielo a palmo y medio de mi trasero sin que las tablas del suelo me ofrecieran suficiente protección. A las 5 de la mañana no soporté más y me puse en movimiento para no congelarme.

Al pasar o detenerme en otras poblaciones distintas, duermo en sitios nuevos, que por fortuna sigo encontrando bajo techo. El catre me hace su papel y la cocina la uso casi a diario bien para prepararme algo de comer, bien para hacer café y calentar leche.


Si algo he de agradecer al invierno, que todo sea dicho cuento sus días para que termine, es el poder llevar conmigo alimentos que requieren frigorífico y que no hay mosquitos. Los días se irán alargando ofreciéndome unas horas más de luz solar, el proceso ya se invirtió.
Jueves 01.01.15 Reserva Natural “Foce Voltuno”. Me acosté pronto anoche, con la vana esperanza de dormir. La música atronando y la afición pirotécnica napolitana me lo ponen francamente complicado. Las tracas se suceden toda la noche. Logro dar alguna cabezada en esas condiciones cuando pasadas las tres y media me despiertan. Uno que me trae un capuchino, el se termina de tomar uno y ha supuesto que a mi, durmiendo como estoy, me apetece tomar otro. Su estado es lamentable, el del generoso que me trae el desayuno a la cama, comienza bien el año así, con servicio de habitaciones incluido.

Desisto de intentarlo de nuevo pero continuo en el saco por estar caliente, leyendo. Un indigente que pasa por allí me dice si tengo algo para comer y le paso mis galletas.

Ya son las 6 y cansado de catre me decido a pasear por las zonas de fiesta, donde se ven los destrozos del personal y en el personal, para que contar.

Entro en una cafetería para mi diaria liturgia de capuchino y aseo y allí me pasan tres cosas. Necesitaría más candados y cadenas que un escapista si pretendiera asegurar la totalidad de cierres de mis bolsas y bártulos, más las cosas que andan fuera de ellos por diversas razones, sujetas con una maya sobre los bultos delanteros, por ejemplo. Un casco que me regaló un ciclista allá por la provincia de Granada y en agosto creo recordar, que a el le costo 10€ en el Lidl y desde entonces perdió la rueda de ajuste, la luz intermitente de su parte trasera, esta mugrienta su correa, que no se a quien se le ocurrió hacerla en color claro, el casco es blanco y el mismo no presenta un aspecto muy atractivo por su continuo uso. Y así conozco a mi tercera Tiziana de este viaje y de mi vida. Tiziana vive por la Galeria Umberto I, Vive y no deja vivir. Duerme por allí y no deja dormir a los vagabundos que pretenden hacer lo mismo por esa zona, y a que les roba lo que pueda, sea lo que sea. Cleptómana. Me cuenta el camarero que las cosas que quita las tira después, o las regala o a saber donde terminan y que un día tendrá un disgusto gordo por que los mendigos se la tienen jurada. El casco terminará en un contenedor o lo mismo sustituye a otro que está en peor estado que el que fué mio, a saber. No salgo mal parado tras un día en una ciudad y durmiendo en sus calles, tomada por el crimen organizado y sin organizar, si tan solo me dejo un casco atrás.

Sigo. La TV está encendida en un informativo, de Canal 5, y allí me veo en la pantalla y de perfil cuando ponen imágenes de la gala de Nochevieja. Y la más importante de las tres, el parte meteorológico habla de la borrasca que nos vino de Rusia y que el anticiclón que nos regala España va a desplazar hacia el Adriático desde hoy. Buen tiempo y temperaturas razonables. No mencione que ayer nevó sobre las seis de la tarde, poco, débil y sin fuerza, pero nevando en Nápoles.

Con eso emprendo mi regreso a Roma, lento para hacer tiempo a la llegada del pasaporte me demoro viendo detenidamente lugares por los que en el viaje de ida a Nápoles pasé de largo o dejé a un lado.

Cuando veo una reserva ornitológica me meto en ella, a la entrada de Castel Volturno, para visitar el helado humedal, las montañas nevadas al fondo, que ya unos kilómetros más atrás me ofrecieron una bonita estampa con una manada de búfalos hembras, aquí les llaman “búfalas” y las ordeñan para la mozzarella, pastando plácidamente frente a un pequeño lago. En la reserva, un fotógrafo, dos ornitólogos y un naturalista pasan su día de fiesta en una cabaña y convencen al guarda que finalmente me la cede para pasar la noche. Dormiré en un palafito sobre el humedal rodeado de limícolas y halcones.

Otro lago visité al salir de Nápoles hoy y casi olvido mencionarlo. El lago d´Averno y sus ruinas del templo de Apolo, si llega a tener un poco de techumbre por algún lado me quedo allí a pasar la noche.

Poco antes de las cinco me acuesto en mi catre a leer, sin dejar de soltar nubes de vapor por mi nariz y boca. Las ventanas carecen de cristales y solo dejo una abierta. No se me ocurre imagen más relajante para dormir que la vista del ocaso sobre el lago.



Miércoles 31.12.14 Volcano Solfatara. Como viene sucediendo la providencia me depara cosas sorprendentes y hoy no podía ser menos. Ya anoche me regaló un espectáculo que no viene siendo habitual y es que hice noche en un camping que se encuentra a escasos 50 metros del cráter del volcán Solfatara. Unas 10 noches al año lo iluminan y organizan visitas guiadas por el mismo y anoche fue una de esas pocas ocasiones. Con la pernoctación en el camping tengo incluida la visita ya que el cráter se encuentra dentro del mismo camping y a las 19 horas, con un frío considerable me armo de valor y asisto a esa excursión. Pero la visión sorprendente al mismo la tendré hoy por la mañana.

La noche fría, como esperaba, pero me sorprendo de madrugada con una sensación de frío especial. Me asomo fuera de la tienda y veo que todo está blanco. Ha nevado por la noche, aquí, en la costa y en Nápoles, poco habitual donde lo haya, pero sucede. De hecho ha nevado en casi toda Italia, Sicilia esta bajo la nieve, por ejemplo. Me pongo toda la ropa que puedo llevar sobre mi y me lanzo al exterior, corriendo al bar del camping a tomar algo caliente, pero tan pronto lo tengo en el cuerpo y he sido capaz de liar un cigarrillo con los dedos medio helados, mis pasos me conducen de nuevo al cráter para ver las dos bocas, conocidas como Puerta del Infierno y del Purgatorio respectivamente, para a solas a esas tempranas horas, disfrutar del espectáculo del vapor sulfuroso que sale a 160º de un suelo nevado.

Ahora toca esperar para desmontar la tienda que esta cubierta de nieve, así como la bici, y eso hacerlo con mis pobre manos heladas. Los pies no están calientes precisamente.

Achille, me lo encuentro nada más llegar a Nápoles y me ayuda a moverme por sus calles.


Tan pronto piso Nápoles, siguiendo las indicaciones me dirijo al centro para buscar una de mis queridas oficinas de información turística, pero las indicaciones me llevan primero al mar y allí me topo con una imagen de postal, ya que desde Mergellina veo frente a mi el Castel dell´Ovo con el Vesubio nevado justo detrás de el. Un regalo más de fin de año.

La oficina a la que voy está a la entrada del barrio español y logro plano de la ciudad, fácil, y de la región de Campagna. Y a recorrer sus heladas calles, que ya he decidido de camino que veré el espectáculo de fin de año de la Plaza del Plebiscito y no iré a los que comienzan más tarde en la zona marítima, allí hace un frío que pela. Resulta complicado ver si los napolitanos tienen o no boca o nariz, todas cubiertas por bufandas, pasamontañas y la que no, con una mano que sujeta un pañuelo frente a ella.

Por la tarde llego pronto a la plaza, por no permanecer parado en un sitio y presumiendo que la aglomeración de gente generará algo de calor al ambiente, como una hora antes de la anunciada para la gala de Nochevieja. Logro de ese modo buen sitio, no para mi, que eso me da un poco igual, si no para poder tener apoyada la bici y pensando en poder salir del tumulto sin excesivas dificultades. Termino en la primera fila de uno de los laterales del escenario. Mañana veré las consecuencias de ello.

Es un directo de fin de año, para la televisión, que se emite desde Nápoles para toda Italia en el Canal 5, el origen de lo que fue el Tele 5 de Berlusconi. Otra cosa igual no saben hacer, pero en montar saraos no les gana nadie y vaya si lo montan.

Conozco allí a dos tailandesas con pinta de turistas, que en cierto modo lo son, cargadas como burras de comida y bebidas. Resultan ser madre e hija y al rato aparece la pareja de la adre, un italiano del norte, trabajan en Dinamarca y están aquí, efectivamente, de turistas, pasando las vacaciones navideñas. Con ella poco puedo hablar, por el idioma, por el volumen de la música y por que andan madre e hija muy atentas al espectáculo, pero con Alessio, que así se llama el italiano, si hablamos largo y comemos, que me invitan de su cena, y bebemos, yo con mucha moderación, de un espumoso dulzón local inclasificable pero que entra solo.

Se suceden las actuaciones que comienzan tras el discurso del presidente de la república, con precisión televisiva y puedo comprobar el poder que tiene un cámara de televisión. Mueve a unos de seguridad de sus emplazamientos por que molestan a su grúa en los movimientos de esta y saca la ambulancia del recinto por que no salga en plano. ¡Eso es mandar! Y todos obedecen sin rechistar, hablamos de un simple cámara, ojo.


La última media hora es un repaso de viejos éxitos musicales italianos que son coreados por el público, y como agradezco escuchar entre ellos uno de mi estimado Battiato. Fuegos artificiales a la hora acordada, brindis, besos y abrazos. El resto ya es otro día. Otro año.