Sábado
13.09.14 Jornadas lusitanas XIX. No siempre nuestro agradecimiento,
alegría o alivio, según proceda, cuando logramos algo que nos
importa, esta a la altura de la angustia que nos produce su falta. Al
menos en lo que se refiere al momento en que logro encontrar un lugar
donde pasar la noche, esto no es así. Tan pronto veo el sol bajo
comienza mi preocupación de lo que ya he hablado, pero la alegría
que siento en todo el cuerpo cuando lo he logrado, y sin exagerar, es
la mejor del día. Esta noche la pasaré en la estación de tren de
Avança.
El
día comenzó temprano, me desperté a las 5:35 y ya me puse en
movimiento. Como en Figueira da Foz están tres días de conciertos,
que comenzaron anoche, la gente trasnocho y no me ha costado
demasiado tropezarme con un sitio donde desayunaban los que aún permanecían despiertos.
Antes
de eso y un poco después, me he dedicado a ver de nuevo la
ciudad sin el cansancio de ayer, ni la preocupación de encontrar
donde dormir. Y del modo en que más me gusta conocer las ciudades,
con las primeras luces del día y con apenas gente. Después con las
gente me centro más en ellas, pero a esas horas los edificios están limpios de distracciones.
Tras
ampliar el puerto, el antiguo faro quedo muy metido tierra adentro
para ser útil, se encuentra en un bastión del muro que en su momento rompía las aguas. Es un recurso estilístico, el bastión no se ponía de parto, esta claro. Es un pequeño y precioso faro. Delante de los muros donde antes estaba el mar la laguna de una fuente hace ahora
las veces y que de ese modo podemos ver paseando frente a este, el
efecto y ángulo que hacía visto desde el mar.
La
salida de las ciudades siempre son un pequeño caos de señales y en
este caso no podía ser menos. Las indicaciones de señales y de a
quienes pregunte me llevaron a un pequeño tramo de autopista, tan
solo 500 metros pero esta prohibido y así me lo hace saber un
empleado del servicio de la misma al pasar con su coche a mi lado. La
alternativa, que si la hay, es un lío que pasa por regresar a la
ciudad y salir por otras poblaciones de su línea de playa. El arcén es anchísimo y 500 metros se hacen en un instante, a esas horas y en
domingo no hay un alma por allí de modo que infrinjo las normas por
ese breve espacio de tiempo y distancia.
Tras
una cuesta muy larga y pronunciada que se me hace eterna el resto del
camino hasta Aveira es prácticamente llano, el día con pocas nubes y
empieza seco, 24º en termómetro y me planto los 76 kilómetros
hasta Aveira en un suspiro.
Sentado
comiendo frente a uno de sus canales, veo a un chico realmente guapo
que estaba rodeado de un enjambre de fotógrafos. Mirando mejor veo
que el chico esta posando para ellos. Pienso que ha de ser alguien
muy popular aquí en Portugal cuando giro la cabeza y veo la misma
estampa en otro lado.
Después veré a cientos de fotógrafos y decenas de modelos. Es, por lo
visto, un certamen o algo así y les hacen reportajes tomando como
fondo distintos lugares conocidos o emblemáticos de Aveira. Con esta tontería paso casi hora y media la mar de entretenido ya que están precisamente en esos lugares que ando visitando. De este modo los voy
conociendo de un modo distinto, pintoresco, sumándole que andan por
allí a su vez la gente de vestuario, peluqueros, maquilladoras, etc.
Una vez pasada la novedad y tras conocer su centro histórico me
quedan ganas de lanzarme a por otros 25 km más hasta Avança. Esta
vez pudiendo salir de la población sin mayor problema que el intenso
transito de vehículos que en diáspora hacia los centros comerciales
de la periferia atascan las salidas. Que para eso es sábado por la
tarde.
La
densidad de poblaciones, aldeas, pueblos, de todo, se incrementa
conforme subo al norte, hay ocasiones que sales de una para entrar en
la siguiente sin espacio intermedio. Pegadas unas a otras. Es como
rodar por un pueblo muy largo. Antes, al ser menor esa densidad,
entraba en ellas para curiosear pero ahora eso haría interminables
las jornadas, solo entro en alguna ocasionalmente, como esta mañana
cuando vi un mercadillo por que me gustan verlos, estire un poco las
piernas y vi lo que se compra por aquí y a que precios.
Hay
otra razón que me hace rodar más rápido, aparte de que ahora puedo
hacerlo, y es que después de una semana de lluvia, mis primeras
lluvias, creo que me resultará más sencillo encontrar cobijo en un
lugar donde conozco el idioma y costumbres, las normas, y me
encontraré los albergues de peregrinos.
Si
bien, y he de decirlo, aquí me he sentido mas seguro que en España
por un lado y por otro en ningún momento he padecido la sensación
de extraño, de extranjero, es como si esta fuera mi tierra
igualmente, solo que las cosas se hacen de otro modo y se habla
distinto, ademas de más bajo, pero con poco que me ponga podría perfectamente vivir por aquí y entre estas gentes, muy cómodo
además. Que son muchos los aspectos en que me resultan mas
coherentes y sensatos que mis paisanos.
A
esto hay que añadirle que nunca he tenido sensación de pertenencia
a un lugar. Naces en un país por un accidente, no es una opción, sin
ser de el ni de ningún sitio al nacer, y el resto es cultura y
educación. Puedo entender que una persona se sienta orgullosa por un
logro personal, y según de cual, ¿pero orgullosos de haber nacido
en unas coordenadas concretas? ¿de un pasado histórico que ademas
de falso no te pertenece ? ¿o vamos a enorgullecernos de las porquerías que estamos consintiendo en que se conviertan? Con nuestra
total pasividad.
Mejor
si nos sentimos orgullosos de procurar consuelo a quien lo necesita,
de arrancar una sonrisa donde sea precisa, de compartir, de dar, de
ser capaces de lograr que alguien nos ame, ¿no?
No
logro sentirme español, o valenciano, o católico, o blanco, o
europeo. Como decía un compañero cuando le preguntaban por su
nacionalidad y contestaba “soy belga, pero la culpa es de mis
padres”.
Tal
vez el único patriota real sea el mercenario que tiene muy claro a
que intereses sirve. A el mismo. Por que este mismo compañero me decía que el país de uno no es donde se nace, si no el país que te da
de comer. Muchos agitan la bandera de un país que les condena al
hambre y la miseria.
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