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martes, 16 de septiembre de 2014

Lunes 15.09.14 Jornadas lusitanas XXI He dormido bien. Me costo un poco, cierto, el descafeinado que tomé por la tarde igual no era descafeinado o sería otra cosa la que me mantuvo desvelado hasta tarde, pero después concilié el sueño y dormí bien, al menos hasta las cinco pasadas en que comenzó la lluvia, antes y durante la noche truenos y relámpagos ya la anunciaban. Por fortuna, una panadería a escasos metros abrió sus puertas a las 6:00 y me refugié en ella, de ese modo además del desayuno conté con unas horas con la calidez de su luz y paredes, la lluvia la sientes mas f´ria a oscuras.

Todo esto frente a una ventana sin dejar de mirar el cielo. Me comentó anoche un hombre de aquí, que a unos 10 km hay un abrigo para los peregrinos del camino y lo consideré una alternativa por si la lluvia no se detenía, cosa que sí sucedió sobre las 8.

Desde ahí y hasta la tarde fue intermitente y solo una llovizna, un calabobos que solo sirvió para tenerme siempre las gafas mojadas y así estropear mi visión.

El camino es cómodo, con pocas y suaves pendientes, pero estoy cansado tras varios días de rodar más kilómetros de los habituales, por más horas y ahora de haber dormido muy poco las últimas noches.

En Viana ya tengo información del camino, poca pero alguna, y lo más importante la casa de abrigo de Caminha localizada, donde pienso pernoctar, necesito una noche entera de sueño y el cielo sigue cubierto un día más. Mañana está anunciado que será igual. Esta por otro lado el tema de las duchas y de paso lavar algo de ropa. Hoy a medio día los termómetros no subieron de los 17º.

Ya conocía Viana de antes, pero le dedico aún así un buen rato a visitarla y descanso un poco, con la mente puesta en el albergue, en ese techo y reposar allí el cansancio que llevo. Esta mañana me sentí especialmente estúpido cuando tras un par de horas de marcha con todas las precauciones posibles por no mojarme más de lo necesario, pongo aire a las ruedas en una estación de servicio y al querer reponer agua, un despiste con un grifo hace que me cale hasta los huesos, por suerte me lo tomo a bien y arranco a reírme a carcajadas ante mi error.


Al llegar al albergue me veo solo, aún no llegaron otros peregrinos. Estos aparecen en unos minutos tan solo y casi todos a la vez. Un alemán que camina solo, una pareja de jóvenes polacos, otra pareja de Sudáfrica y tres checas, señoras recias y maduras de generosas proporciones. El cansancio de la gente es notorio y tras una temprana cena la gente va ocupando sus literas, a las 22:00 ya todos acostados y la mitad durmiendo, yo entre ellos.

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