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domingo, 25 de enero de 2015

De lunes a domingo días 11 al 18 de enero de 2015 Por la costa, entre Lazio y Toscana.

En comparar los restos etruscos de Cerveteri y Tarquinia no entro, pero entre ambas poblaciones me quedo con Tarquinia y por diferencia, ojo que una la vi con lluvia y la otra con tiempo soleado. Y eso marca mucho. Hermosa ciudad en la que paso el día, por la mañana en su núcleo urbano y por la tarde en su lido y salinas. Prácticamente despoblado su lido en esta época del año mantienen las Salinas una reducida población de unas doce familias que viven todo el año, en un conjunto de edificios que en su momento fueron de la explotación de sal en el siglo XIX.

El camino para acceder a ella es una reserva natural. Un mendrugo de pan duro les sirve de merienda a cinco ¿nutrias?, y a mi de distracción. Juegan en uno de los canales. Allí conozco a un par de señoras que les llevan igualmente sus restos de pan seco y son ellas quienes me presentan a su párroco, un argentino que ejerce su labor pastoral por estas tierras desde hace más de 30 años.

Rápidamente pone a mi disposición un aula que usan para catequesis y con considerándolo suficiente me llevara por la noche dos platos con sendos pasteles, uno de espinacas y el otro de fruta. Tras la copiosa cena, dejo parte de la de frutas para el desayuno, y en la caldeada estancia duermo a pierna suelta como no recuerdo en mucho tiempo.

Conozco ahora toda la costa de Liguria, del Lazio y parte de la de Campagnia, pero no conocía aún la de la Toscana a excepción de Versilia. Me pongo a conocer esta parte de la costa Toscana que me falta.

Dediqué una tarde al lago de Burana y a un aula que el WWF tiene allí montada.

Un día entero al conjunto de Orbetello y la península de Monte Argentario, bella, con Porto Ercole, viendo la Toscana marinera, pescadora, que en Ansedonia solo pode ver la de recreo.

Cerca del mar sigo encontrando abrigo, con el paréntesis de Tarquinia donde me armé de un plano de la provincia de Grosseto y la amable empleada de la oficina de información me cargo de literatura, un librito sobre la ciudad y sus cosas de interés, otro sobre los sitios Unesco en Italia, otro más sobre rutas en bici por la Toscana y le tuve que pedir que parara para no cargar con más. El de sitios Unesco es un amplio catálogo, grande y pesado pero con apenas información, tras leerlo de un tirón lo dejo en el aula de catequesis.

Tras estos días de tiempo esplendido, con mañanas y noches frías, eso si, que por ejemplo el día que llegue a Tarquinia fue entre campos helados durante la noche anterior, se anuncia un fin de semana con tormentas y ya la noche del jueves 15, el mar, que tenia a escasos 3 metros de mi catre, se muestra bravo y veo como los nubarrones van apagando una a una las estrellas. Noche que pasé en Porto San Stefano.

Cuento los días. Para la llamada al consulado, para el cobro de mi pensión, a pesar de no llevar nada mal el mes teniendo en cuenta los precios que se gastan los supermercados italianos, y para que se cumpla 1/3 del invierno. Cada tarde miro el reloj en el ocaso, con la satisfacción de ver como el día va ganando terreno a las sombras de la noche.

Me vi apurado el día que pase por Ansedonia y ver la puesta de sol sin haber encontrado lugar para dormir. Si esto me pasa en una población de otro tipo, la luz eléctrica cumple su cometido y la puedo usar para seguir buscando, pero llamar una población a Ansedonia no seria correcto. Es una aglomeración más o menos dispersa de casas desparramadas por un monte junto al mar y en estas fechas fantasmal. Lo encontré con el último retazo de luz y no fue de los malos.

Recibí estos días varios correos, de Puri con unas fotos que tomo cuando coincidimos en el Camino de Santiago, una de ellas, la que muestro, se la tome yo, de Ilaria, de Moto, de Tiziana, todas con fotos que me envían, otro correo de Rosario que me cuenta lo del embarazo de Verónica, Moto sigue por Italia con su novia y quiere saber cuando estaré por Roma para conocerla.

Me resulta más o menos sencillo encontrar conexión, no así lograr disponer de bateria con problemas para tener una clavija que acepte mi enchufe y eso me retrasa en responder correos o mantener en orden el blog.

En Albinia conocí a Antonella y Betti, la primera de ellas al verme por la calle me preguntó con descaro que a donde me dirigía, le dije que buscaba techo, se avecinaba una tormenta. Llama a su amiga Betti que aparece en el coche antes de descolgar el teléfono, de lo cerca que estaba. Betti tiene un hotel, cerrado por temporada y en obras de mantenimiento y mejora, pero me lo abre y en el vestíbulo pasaré la noche. Gracias Betti. Gracias Antonella.

El día que llegue a Talamone fue con un tiempo infame. Fuertes vientos y la constante amenaza de lluvia, cuando no directamente el ciego descargando agua sobre el mundo. Esa noche dormí en el pórtico de una ermita con aparente estado de desuso, o tal vez solo se emplea para alguna romería local. Noche placida, por cierto.

El domingo fue un día espléndido, pase la mañana visitando de nuevo Orbetello si bien comí por el parque natural que une Poggio Pertuso con Ansedonia, mirando a los ciervos y sentado al sol. Ya por la tarde me dedique a fabricar una pipa, de esas de fumar, con unos trozos de caña de los que se amontonan por las playas. No es que sea una maravilla, pero funciona y cumple su cometido, Se me terminó el papel y no tenia cerca donde comprar. La llevo ahora conmigo para casos de emergencia de ese tipo. 

Aquí algunas de las fotos que he recibido, son de distintos momentos pero las pondré juntas y sin demasiado orden.

Esta me la tomo Tiziana, cuando pasé por Liguria


Hospital de peregrinos en Roma

Despidiéndome de Moto



Dejo notas sin pasar, se mojo la libreta donde las tenia anotadas y perdí esas páginas.

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