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viernes, 9 de enero de 2015

Miércoles 31.12.14 Volcano Solfatara. Como viene sucediendo la providencia me depara cosas sorprendentes y hoy no podía ser menos. Ya anoche me regaló un espectáculo que no viene siendo habitual y es que hice noche en un camping que se encuentra a escasos 50 metros del cráter del volcán Solfatara. Unas 10 noches al año lo iluminan y organizan visitas guiadas por el mismo y anoche fue una de esas pocas ocasiones. Con la pernoctación en el camping tengo incluida la visita ya que el cráter se encuentra dentro del mismo camping y a las 19 horas, con un frío considerable me armo de valor y asisto a esa excursión. Pero la visión sorprendente al mismo la tendré hoy por la mañana.

La noche fría, como esperaba, pero me sorprendo de madrugada con una sensación de frío especial. Me asomo fuera de la tienda y veo que todo está blanco. Ha nevado por la noche, aquí, en la costa y en Nápoles, poco habitual donde lo haya, pero sucede. De hecho ha nevado en casi toda Italia, Sicilia esta bajo la nieve, por ejemplo. Me pongo toda la ropa que puedo llevar sobre mi y me lanzo al exterior, corriendo al bar del camping a tomar algo caliente, pero tan pronto lo tengo en el cuerpo y he sido capaz de liar un cigarrillo con los dedos medio helados, mis pasos me conducen de nuevo al cráter para ver las dos bocas, conocidas como Puerta del Infierno y del Purgatorio respectivamente, para a solas a esas tempranas horas, disfrutar del espectáculo del vapor sulfuroso que sale a 160º de un suelo nevado.

Ahora toca esperar para desmontar la tienda que esta cubierta de nieve, así como la bici, y eso hacerlo con mis pobre manos heladas. Los pies no están calientes precisamente.

Achille, me lo encuentro nada más llegar a Nápoles y me ayuda a moverme por sus calles.


Tan pronto piso Nápoles, siguiendo las indicaciones me dirijo al centro para buscar una de mis queridas oficinas de información turística, pero las indicaciones me llevan primero al mar y allí me topo con una imagen de postal, ya que desde Mergellina veo frente a mi el Castel dell´Ovo con el Vesubio nevado justo detrás de el. Un regalo más de fin de año.

La oficina a la que voy está a la entrada del barrio español y logro plano de la ciudad, fácil, y de la región de Campagna. Y a recorrer sus heladas calles, que ya he decidido de camino que veré el espectáculo de fin de año de la Plaza del Plebiscito y no iré a los que comienzan más tarde en la zona marítima, allí hace un frío que pela. Resulta complicado ver si los napolitanos tienen o no boca o nariz, todas cubiertas por bufandas, pasamontañas y la que no, con una mano que sujeta un pañuelo frente a ella.

Por la tarde llego pronto a la plaza, por no permanecer parado en un sitio y presumiendo que la aglomeración de gente generará algo de calor al ambiente, como una hora antes de la anunciada para la gala de Nochevieja. Logro de ese modo buen sitio, no para mi, que eso me da un poco igual, si no para poder tener apoyada la bici y pensando en poder salir del tumulto sin excesivas dificultades. Termino en la primera fila de uno de los laterales del escenario. Mañana veré las consecuencias de ello.

Es un directo de fin de año, para la televisión, que se emite desde Nápoles para toda Italia en el Canal 5, el origen de lo que fue el Tele 5 de Berlusconi. Otra cosa igual no saben hacer, pero en montar saraos no les gana nadie y vaya si lo montan.

Conozco allí a dos tailandesas con pinta de turistas, que en cierto modo lo son, cargadas como burras de comida y bebidas. Resultan ser madre e hija y al rato aparece la pareja de la adre, un italiano del norte, trabajan en Dinamarca y están aquí, efectivamente, de turistas, pasando las vacaciones navideñas. Con ella poco puedo hablar, por el idioma, por el volumen de la música y por que andan madre e hija muy atentas al espectáculo, pero con Alessio, que así se llama el italiano, si hablamos largo y comemos, que me invitan de su cena, y bebemos, yo con mucha moderación, de un espumoso dulzón local inclasificable pero que entra solo.

Se suceden las actuaciones que comienzan tras el discurso del presidente de la república, con precisión televisiva y puedo comprobar el poder que tiene un cámara de televisión. Mueve a unos de seguridad de sus emplazamientos por que molestan a su grúa en los movimientos de esta y saca la ambulancia del recinto por que no salga en plano. ¡Eso es mandar! Y todos obedecen sin rechistar, hablamos de un simple cámara, ojo.


La última media hora es un repaso de viejos éxitos musicales italianos que son coreados por el público, y como agradezco escuchar entre ellos uno de mi estimado Battiato. Fuegos artificiales a la hora acordada, brindis, besos y abrazos. El resto ya es otro día. Otro año.

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