Sábado
25.10.14 Invirtiendo el Camino Francés. Tosantos. Este es uno de los
puntos donde me habían recomendado no dejar de pasar y a ser posible
detenerme en su albergue y así lo hago, en el parroquial, donde te
reciben como si fueras un hijo prodigo que regresas al hogar.
Me
atiende Santi, es hospitalero desde hace 11 años, en otro albergue,
y ahora que este cierra ayuda aquí unas semanas hasta que regrese a
su Madrid natal, vendrá de nuevo en marzo cuando su albergue abra de
nuevo. Tras las presentaciones e instalarme conozco a Pepe que anda
por la cocina preparando algo, me invitan a comer y como un risoto
con boletus increíble, lo aprendió a hacer en Italia y al decirle que
voy para allí me sale con un libro publicado por el donde relata su
peregrinación a Roma desde Burgos. Aquí a mi lado tengo ahora un
ejemplar dedicado por el autor.
Van
llegando más peregrinos, pero no seremos más que cuatro, y un
hospitalero, Jose, que hace noche camino a Burgos donde retoma su
peregrinación, también a Roma, que interrumpió hace semanas por un
tema familiar ya felizmente solucionado. A ratos voy leyendo el libro
en cuestión y si bien tras conocer al personaje que lo ha escrito no
le pongo demasiadas expectativas a lo que me voy a encontrar me
sorprende que es capaz de escribir casi tan mal como yo. A las horas
ya no es una sospecha, es un convencimiento y no escribe tan mal como
yo lo hago, me supera y con creces, el libro es un bodrio. Lo peor de
todo es que la poca información que pensaba sacar de el se convierte
en nula, nula para mi, por supuesto.
Hacemos
una pequeña excursión para visitar una ermita, la totalidad de los
peregrinos con una “guía” local, una señora que se presta a
hacerlo con mas voluntad que aptitudes. La ermita está excavada en
la roca, es rupestre. Lástima que ya no existan ni la vivienda del
ermitaño ni las escuelas que durante años también eran parcialmente
rupestres si bien la parte de construcción la tenían en madera y la
carcoma de las mismas les aconsejo su demolición antes de que
pudieran afectar al resto, que si la iglesia es de piedra no lo es el
altar ni imágenes.
Cena
en grupo, todos compartiendo una sopa de ajo soberbia, una ensalada y
de postre una tarta que prepara el autor del librillo que en mi
modesto parecer tiene más futuro entre fogones que con los papeles
si bien cosas peores se ven publicadas por ahí con relativo éxito de ventas. Esta noche cambia la hora y mañana por fin podré salir, si
así lo deseo, a la hora en que nos insisten dejemos los albergues y
con luz.
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