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viernes, 17 de octubre de 2014

Martes 14.10.14 Invirtiendo el Camino Francés. Ponferrada IV. Que un médico se esté quejando ante un paciente del instrumental con el que piensa hacerle una cura o intervención, por pequeña que esta sea, no despierta mucha confianza, si después te produce dolor con su trabajo ya la poca que tenia se va al carajo. En el centro de salud me atienden poco y mal, tras mi insistencia logro que me pasen a enfermería y allí la que me tiene que retirar el tapón encuentra una escusa para no hacerlo y me remite de nuevo a la médico que me atendió, a todo esto son las 11 de la mañana y llevo allí desde las 8.


Recuerdo aquel primer viaje que hice a
Sedano, como un día feliz. Sol amable,
bruma ligera, brisa tibia, la bicicleta
rodando sola, sin manos, varga abajo,
un grato aroma a heno y boñiga seca
estimulándome. Me parece recordar
que cantaba a voz en cuello, con
mi mal oído proverbial,
fragmentos de zarzuela sin
temor a ser escuchado por
nadie, sintiéndome dueño
del mundo”

                                                                                                           Mi querida bicicleta
                                                                                                          Miguel Delibes.

Al final la médico decide pasar el muerto al hospital comarcal y tema resuelto. Cita para las 15:00 que atiende el que se queja de sus medios de trabajo a las 17:00. Lo del dentista es otro tema. Simplemente no tienen dentista hasta el próximo martes y me dicen que lo intente en otro centro, ante mi pesada insistencia en recepción me dan un par de números de teléfono para que llame antes, sordo como ando y sin teléfono opto por plantarme allí que de paso me pilla de camino al hospital, esta lejos, es un centro de salud de otro barrio o población distante a 6 kilómetros y temo que si llego tarde me cueste lograr una cita para un tiempo razonable y tiro corriendo hacia allí. Explicar por que me encuentro allí me lleva un tiempo y vencer los resquemores entre centros que se pasan pacientes así por las buenas no resulta sencillo, el dentista sale en ese momento y gracias a eso escucha la conversación y tras su resistencia inicial me da cita para mañana a buena hora. Comprendo que mis asuntos no son de urgencia, pero carecemos de servicios para trashumantes y los de urgencia son los únicos que pueden suplir al que carece de domicilio como para esperar las citas que te dan para Dios sabe cuando.


Loco de orgullo y de alegría galopé en mi bicicleta hacia
mi escondrijo, tras la casa. Y allí en donde nadie podía
verme, bese el manillar... y en un susurro tan alto que
parecía un grito, salmodió: Bendito sea Dios Todopoderoso”

                                                                                                                 La bicicleta de Sumji
                                                                                                                Amos Oz.

En el camino entre concertar la cita para el dentista y el hospital entro en un supermercado  y compro algo para comer, rápido y caminando, ta regresaré en autobús.

Esta mañana salí rápido del albergue, no me despedí de una pareja de húngaros con los que ayer pase un rato, solo de pasada me tropiezo con una paisana que hace su segundo Camino, si con una hospitalera, la irlandesa a la que le explico a donde voy y creo que me entiende. Es a mi regreso cuando puedo hablar mejor con David y prorrogar un día más mi estancia, yendo armado con la cita del dentista a modo de justificación y no me ponen impedimento, al contrario, los que andan por aquí y ya conozco me preguntan por mi estado y en cierto modo me intento explicar, que los franceses y la canadiense poco entienden de mi idioma.

Hay que ir muy despacio para contemplar las montañas,
el campo, hasta las cabañas que hay, hasta las vías de
trenes. Hay que ir muy despacio para contemplar la vida
de la gente”

                                                                                                                  La bicicleta roja
                                                                                                                 Kim Dong-Hwa.


Tras inscribirme por cuarta vez en el albergue ya como con más tranquilidad y con el pan que compre de regreso, con apetito y cierto temor, ayer un bocado me provoco algo de dolor en la muela y solo queda un día para deshacerme de ella. El tiempo lo he pasado leyendo cada sílaba del periódico del sábado que aún conservo, nunca exprimí tanto un diario que de manoseado se ha vuelto blando y ahora parece un trapo. Las noticias de economía me aburren, las podría leer como literatura, sabiendo que son de ficción como se, pero los personajes que salen en ella me resultan despreciables casi siempre, carentes de personalidad y atractivo, como sus vidas y aspectos.

Cuando el día se vuelva oscuro,
cuando el trabajo parezca monótono,
cuando resulta dificil conservar la
esperanza, simplemente sube a una
bicicleta y date un paseo por la
carretera, sin pensar en nada más”

                                                                                                         Sir Arthur Conan Doyle.


Y el día no da para mucho más.... tengo un terrible dolor de cabeza que me ha dejado el que me trastearan en los oídos.

A los cincuenta años, hoy, tengo una
bicicleta
Muchos tienen un yate
y muchos más un automóvil
y hay muchos más que tienen ya un avión.
Pero yo
a mis 50 años justos, tengo solo una
bicicleta”

                                                                                                  Balada de la bicicleta con alas

                                                                                                 Rafael Alberti.

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