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martes, 28 de octubre de 2014

Jueves 23.10.14 Invirtiendo el Camino Francés. Tardajos. Pequeña población próxima a Burgos donde decido parar hoy, albergue pequeño, los prefiero, y de voluntarios, también los prefiero así.

Tan pronto llego me pongo a comer con mucho apetito, la hospitalera me dice que hasta la hora de la entrada no puedo pasar, ni lo necesito, pero si puedo hacer mi colada y ni lo dudo, con un sol fantástico que luce y una suave brisa que de seguro secan las prendas con rapidez como así sucede. La mañana fue fría al menos hasta la mitad de ella dando paso a continuación a un día muy caluroso. Esto ya viene sucediendo desde hace días, mañanas por debajo de los 10 grados y medios días rondando los 30. ¡Que siga así el tiempo que quiera!

Una vez abre el albergue ya espera un indigente que intenta hacer noche en el, carece de credencial por lo que la hospitalera no se lo puede permitir, pero Marta que así se llama la mujer, le prepara algo de comer con lo que tiene en la cocina y un poco que saco de mi mochila, el caso es que el hombre come hoy. Se ajusta al patrón de los que ya he tenido ocasión de conocer, historias con saltos donde mezclan realidad con fantasía, repeticiones, contradicciones, explicaciones que dan donde nadie se las pide e historias que nadie les puede creer. Tan pronto se marcha aparece el segundo, este si armado de su credencial y mucho más profesional que el primero.

Todo un profesional del Camino que vive, como siempre hay gente que han vivido, a la sombra de los caminos, de la gente del Camino. Portugués y con los brazos plagados de tatuajes carcelarios ha sido de todo, lo sabe todo, lo conoce todo y opina de todo. Se hace cansino y se le tolera como se puede.

En maldito momento opine en la cocina sobre la cena que al final me la adjudican y termino cocinando para los peregrinos y hospitalera. El que se comieran hasta la última miga de lo que preparé, con el hambre con que andan los caminantes, poco motivo de orgullo es. Somos pocos y hay muchas plazas, una pareja de canadienses ocupan solos una habitación, comenzaron su camino desde Arles y me pasan  el título de una guía,  la información la  voy ampliando cada vez más.

Con todos acostados, el portugués se dormía durante la cena y tras esta estando fumando de pie, me adueño del comedor y me quedo leyendo a placer mientras en el exterior la temperatura vuelve a caer en picado, me dice Marta que la pasada madrugada llegaron a un grado.

Mis planes para mañana son solucionar un par de cuestiones de la tarjeta sanitaria y recetas en Burgos en donde puedo estar temprano y hacer noche si quiero por lo amplio en plazas que es el albergue municipal, creo que llevado por la Asociación Madrileña de Amigos del Camino. Como al día siguiente dispondré de mi pensión, comprar unas botas que mantengan mis pies calientes y secos, que no se me salgan y dispongan de suela. Las botas que usé estos días las dejé en Castrojeriz cambiadas por unas zapatillas de deporte que no están nada mal para lo que son si bien me vienen grandes y no son botas cosa importante si hay barro. Compartiendo mis planes para el siguiente días con Marta esta desaparece en el interior de la casa y me sale con un par de botas, ligeras, Gorotex, suela Vibram y marca de renombre, nuevas, con apenas uso, me las pruebo y me quedan bien. No me lo puedo creer. Algo así no me lo podría haber permitido ni con los ahorros de dos meses. Dos meses de estrecheces sin fin y ni aún así podría soñar con poder comprar nada parecido. El Camino te ofrece lo que necesitas, la máxima se me cumple cada día, ¿como poder así dudar de ella?

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