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martes, 28 de octubre de 2014

Lunes 27.10.14 Invirtiendo el Camino Francés. Nájera. De nuevo ruedo poco, pero es que esto anda cargado de lugares dignos de ser visitados. No me he detenido apenas en Santo Domingo de la Calzada, ni desviado a San Millán donde se escribió el primer texto en español y que cuenta con dos conventos pero me resulta imposible ir más rápido con tanta cosa interesante por conocer. Me niego a pasar de largo esta población sin ver su claustro o una exposición que tienen sobre la restauración de patrimonio artístico en España.

Por la mañana la cadena hizo un sonido que me hizo recordar el nulo mantenimiento que le doy y tan pronto entro en la población pregunto y me dirijo hacia una tienda donde venden bicis en un polígono a la salida de la misma. Allí me venden y me explica como he de usar un lubricante para la cadena y me convenzo de la necesidad de usarlo con la debida diligencia y disciplina. Ya cumplido este trámite devoro mi comida en la puerta del albergue a espera de que lo abran. Aquí estos tienen precios más bajos que en Galícia y usando la cocina compenso lo que he de pagar en algunos, ya que esos días como más y mejor, aparte de la ducha que ya no pueden ser fías como en verano o el tema de lavar ropa que tampoco seca tan rápido en estas fechas. Cuando salga por Somport dejaré atrás los albergues por una larga temporada ante lo prohibitivo de los precios de estos tras cruzar la frontera y tendré que crear nuevas rutinas que aún no logro imaginar como serán pero que se intuyen frías, solitarias y oscuras.

Hans es uno de los hospitaleros y para mi que se tiene ganado el paraíso por hacer su trabajo entre dos arpías patrias ya entradas en años y que llevan su negocio como maestras de la posguerra. En total son tres bregando con un albergue que hacen funcionar con orden y pulcritud.

Josevi es un psiquiatra de Vitoria que comienza el camino ahora, no lo culminará ni lo pretende, es solo un primer contacto disfrutando de unos días que tiene y aficionado como es a la bici y amante del arte el si se detendrá en San Millán así como en Santo Domingo de la calzada sin importarle hasta donde logre llegar. El cena en un restaurante cercano y más tarde compartimos café escuchando a un viejo del lugar con amigos comunes en su lugar de origen y que nos amenaza con cantarnos unas jotas. En la mesa de al lado los dos primeros coreanos que veo en bici, uno con una fixie y unas piernas descomunales que me dan la explicación de como puede viajar con eso. Un californiano, otro más, este del Valle de Napa, cata vinos con devoción compartiendo mesa con un par de alemanes y un austriaco de aceptable castellano.


Converso un rato con una muchacha italiana recavando información útil para mi viaje, con sus pies doloridos y quemada por el sol que estos días hemos gozado. Terminada mi lectura quiero volver a La Biblia donde la dejé, matando cabras en cada frase por la menor razón, pero el bullicio se que no me dejará concentrarme ya que este es mucho y la parte por la que voy carente de argumento o atractivo requiere al menos paz o aburrimiento para retomar. 

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