Domingo
26.10.14 Invirtiendo el Camino Francés. Grañón. Son muchos los que
me habían recomendado hacer noche aquí, más por el albergue que por
que el pueblo tenga algo en especial que si lo tiene yo no lo
encuentro. Pequeño y aburrido, sin nada de interés. Entro en el poco
convencido de quedarme y a la entrada me sale uno del pueblo,
Juanfran, antiguo peregrino que me da conversación. Su prima, o eso
me pareció entender, lleva un albergue en la ermita de la Virgen del
Carrascal y este fin de semana, ya hay muy pocos peregrinos, tiene
hospedados a una banda de música de un pueblo cercano a Calatayud,
ensayan su repertorio, una especie de concentración. El caso es que
hoy a las 11 y como el tiempo es espléndido, piensan
ensayar-interpretar al aire libre en una pradera que hay a la puerta
de la ermita, que si me apetece escucharles. Pues si, y mucho, así que para allí me dirijo, dos pasodobles, una romanza que me gusta y
no se el nombre y como colofón, y tras varios ensayos por partes,
interpretan Juana de Arco que no les queda nada mal.
Tras
el concierto matinal que escucho parcialmente como único público, se me unirán dos madres cargadas de niños uno de los cuales
se me sienta al lado y escucha formalmente una pieza cogiéndome de la
mano, antes de marcharse me regala una hormiga, regreso al pueblo
pues la ermita se encuentra algo apartada y me dijo a la iglesia,
por detrás de la cual se entra al albergue que forma parte de esta.
Muros
gruesos, desgastados por el tiempo, pulidos por las manos que durante
siglos se han apoyado en ellos para subir por la angosta y oscura
escalera para acceder a lo que fue la casa parroquial y que ahora
alberga el hospital de peregrinos repartido en tres estancias,
primera planta dormitorio, en la segunda han montado una cocina, el
comedor y un acogedor estar con sillones en torno a una gran chimenea
junto a la que descansa un piano desafinado. A la tercera planta no
accedo cerrada como esta para los hospitaleros que son un matrimonio
de californianos, San José, que no hablan una palabra de español.
El
sitio me gusta y por la hora que se me hizo con el tema del concierto
decido quedarme y la cosa comienza bien, no piden credencial, no
cobran mas que el donativo que quieras dejar de forma anónima y con un atrevido texto sobre la caja abierta que reza: "toma lo que necesites, deja lo que puedas", no sellan
tampoco credenciales, esto último es la primera vez que me sucede, y
mientras como de mis cosas en el comedor la hospitalera me pone en la
mesa un trozo de tarta para el postre.
El
albergue se comienza a llenar, mucho peregrino para estas fechas y la
visita de uno que fue voluntario aquí mismo este verano y que va a
hacer noche mientras viaja de Pamplona a Burgos creo. Xavi. Esta a
punto de decidirse a montar en Pamplona una panadería me cuenta pero
le tienta tanto lo de hospitalero que por otro lado duda si montar su
propio albergue, quedamos en escribirnos y contarnos, ya me iré enterando.
El anfitrión va preparando unas alubias para la cena, me muero de
curiosidad de saber como será una fabada de californiana y de
repente la cocina se revoluciona. Tenemos de peregrino lo que resulta
ser un afamado chef en sus tierras, al menos algunos lo conocen que
españoles solo somos tres y ni idea de quien es. Michael se llama la
mole, grande, alto, con unos brazos como jamones y tatuados que se le
ven al arremangarse y meterse en faena, dice que esta noche la cena
es cosa suya. Prepara un par de ensaladas distintas, un plato de
pasta que no como ya que lo hace para 4 vegetarianos que nos
acompañan yo tomare la fabada exótica. Eso si, dos platos y tras
meterme en el cuerpo otros dos platos de ensalada, uno de cada, para
una de ellas sirve una salsa vinagreta. Pan, vino y postre. Me río de
los menús que ofertan a los peregrinos, pedazo de cena.
Tras
esta el hospitalero monta dos cadenas de limpieza con lo que todo
queda en condiciones en breves minutos y de ahí nos invita a seguirlo por unas galerías. Accedemos a la cerrada iglesia que tiene
iluminada especialmente para la ocasión con luces tenues, entramos
por el coro y allí nos quedamos, lo tiene iluminado con velas y
donde antaño estaban las partituras ahora hay en diversos idiomas
unos papeles con salmos y oraciones para recitar cada uno en su
lengua y a su aire. Es el servicio de completas que desde 1.977 los
peregrinos que pernoctan allí realizan y en el que hoy voy a
participar. Tras este y a modo de terapia de grupo cada cual dice lo
que le venga en gana, de si mismo, del camino o a saber de que hablan
que no logro enterarme de nada, pero a los que si se entienden se les
ve en mayor o menor grado pero emocionados. Al terminar damos un
paseo por el interior de la iglesia semioscura y a nuestro aire.
Un
rato más tarde termino el libro que me dieron ayer y no se realmente
que hacer con el. Supongo que tan pronto tenga un rato de
aburrimiento tomare alguna nota, pocas, de lo útil que contenga y lo
soltaré en el primer albergue que se preste a ello. Sin mediar
palabra se dejan abiertas las ventanas de la estancia para que así
permanezcan toda la noche en una sabia decisión tras la copiosa cena
leguminosa, que a las alubias se le tienen que añadir los garbanzos
que contenían una de las ensaladas y somos legión.
Conversamos
Rafael, Xavi y yo hasta la hora de dormir y terminar así un
agradable domingo de Camino.
En
el albergue me he hecho con un par de calcetines que tendré que
remendar mas unos pantalones polares interiores. Voy completando mi
equipo de invierno con tiempo y ahora que puedo. No mencioné que con
anterioridad me hice con unas sábanas de seda para el saco, desde
que las uso las noches son otras, el placer de meterme en ellas y lo cómodo de poder lavarlas y mantener el saco limpio hace que pronto me acostumbrara a ellas. Altamente recomendables. Necesito unos
pantalones, los que tengo largos para poder ir en la bici se me caen
de grandes que son, los he de cambiar en algún sitio, tan pronto se
me ofrezca la oportunidad.
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