Viernes
22.08.14 De Lepe a Isla Cristina. Pensando anoche antes de dormirme en
ese sillín robado y lo fácil que los cierres rápidos lo ponen,
comienzo a cuestionarme si una tuerca como cierran mis ruedas y tija
de sillín no es con diferencia mejor opción que si bien es cierto
que obligan a llevar una llave los hacen más complicados de
sustraer. Así mismo miro y estudio el modo, si es que lo hay y soy
capaz de encontrarlo, de modificar un poco la canasta, que llevo
delante y tan buen servicio me presta, para que pueda colgar en ellas
unas alforjas delanteras que con tiempo me tendré que agenciar. Tan
solo he de encontrar el modo de bajar el punto de anclaje. De este
modo no solo ahorraría el tener que comprar ese portabultos si no
además mantener parcialmente la canasta y sobre la que tengo tan
solo una objeción, el peso esta alto y eso perjudica y mucho a la
dirección. Seguiré estudiando el tema.
El
no disponer de dinero para todas estas cosas, en lugar de ser un
problema, me ofrece la oportunidad de reflexionar y estudiar opciones
en vez de lanzarme a soluciones que después demuestran no ser tan
acertadas cuando no directamente erróneas. Una vez más, si los
tiempos de espera se usan para pensar, este, el tiempo, juega a tu
favor.
Hoy
me he despertado a alguna distancia del pueblo de modo que mordisqueo
un par de galletas con sorbos de agua y me pongo en marcha. Tras
desayunar en Cartaya en condiciones y callejear un buen rato me topo
con la biblioteca y atiendo el escaso correo, poca cosa, pero llega
el fin de semana y tendré más complicado hacerlo, ¡como adoro los
lunes! De Cartaya a Lepe hay un paso y allí compro para reponer
provisiones y comer en un banco a la sombra frente al ayuntamiento,
eso tras de recorrer la población y disfrutar de la actividad
matinal que observo.
Las
distancias son ya muy cortas y la ansiedad me empuja hacia Ayamonte
para cruzar al vecino país, si bien he de esperar unos días, pero es
que realmente tampoco me siento en ningún sitio de estos por los que
estoy pasando especialmente tentado a pasar más tiempo ni estoy
encontrando gente con la que distraerme como en otros lugares.
La
Antilla, Islantilla e Isla Cristina, casi sin darme cuenta y sin
apenas interés, disfruto de la vista de las playas de esta última
con la marea baja viendo como la gente cosecha almejas.
Hoy
el pinar que he visto para dormir es menos espeso que los de los
pasados días, más expuesto y además se encuentra entre dos zonas
de marisma lo que se deja sentir nada más llegar. Por mucho que me
apresuro, y lo hago, para ponerme el repelente, mientras lo pongo en
una pierna me da tiempo a matar a tres mosquitos antes de que me
piquen y padecer las picaduras de otros tres.
Por
lo demás día aburrido sin nada especial, que también tienen que
haber días de estos.
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