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martes, 26 de agosto de 2014

Jueves 21.08.14 Huelva. De nuevo una magnífica noche de descanso de la que tan pronto me despierto parto en dirección Huelva con la misión de lavar mis ropas. El camino lo conozco
bien, tan solo he de preguntar tan pronto llego por donde puedo disponer de ese servicio. En la sede de la agrupación local de Cruz Roja me remiten a otra dirección que esta en un barrio marginal y las instalaciones ofrecen una especie de centro de día para toxicómanos. Tengo problemas por que al no serlo no tengo derecho al uso de las instalaciones, cosa que al final soluciona la psicóloga o trabajadora social que no se lo que es que está al frente del centro. EL lavado y posterior secado lleva su tiempo, tiempo que al principio paso con la propia responsable que se interesa por mi psicodrama. No puedo estar del todo seguro de su sinceridad cuando al despedirnos, al final de mi relato y tras responder sus preguntas lo mejor que se, me suelta un: “te envidio”.

Tengo tiempo  para conversar con uno de los auxiliares que se interesa por mi viaje, en un momento cuando el relato pasa por el robo de mis cosas, me dice que esa bici la podrían haber recuperado con pocas ganas que le hubieran puesto, que el en Huelva, y le creo, si le dicen en que lugar y a que hora se ha robado una bici sabe quien a sido o con quien hablar para que se lo digan. Como confirmando sus palabras entra en la sala uno de sus “clientes” con un sillín en la ano, unido a su tija, la bici estaba aparcada frente a un supermercado y la tija unida a esta con un cierre rápido, ahora la bici ya no tiene sillín.

Tengo tiempo para hablar con la parroquia, algunos me piden de fumar y cuando les doy tabaco le añaden sus aditivos, en la puerta que dentro no se fuma. El del sillín me dice que vende bicis, que le diga el tipo que busco y el me la encuentra rápido, cosa que rechazo.

Ya con la colada terminada salgo al supermercado donde alguien perdió un sillín a comprar comida y tras tomar algo de esta veo zonas de Huelva menos deprimentes y que pasé por alto en mi primera visita para horas más tarde y justo cuando me dirigía hacia la zona minera, cambiar de opinión y rodar hacia Aljaraque y de allí a Cartaya, si bien una ermita abandonada próxima a la carretera y ya por la zona de pinares me hace detenerme, primero a leer un rato, después ceno allí mismo y al final decido hacer noche. Ya releo con placer el “Antonio y Cleopatra” que se me hizo muy corta y así gozo de esta traducción que ignorando si es buena me lo parece. Imagino el placer que puede suponer el leer las palabras del autor tal y como el las escribió, con su justo y exacto matiz.


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