Jueves
21.08.14 Huelva. De nuevo una magnífica noche de descanso de la que
tan pronto me despierto parto en dirección Huelva con la misión de
lavar mis ropas. El camino lo conozco
bien,
tan solo he de preguntar tan pronto llego por donde puedo disponer de
ese servicio. En la sede de la agrupación local de Cruz Roja me
remiten a otra dirección que esta en un barrio marginal y las
instalaciones ofrecen una especie de centro de día para toxicómanos.
Tengo problemas por que al no serlo no tengo derecho al uso de las
instalaciones, cosa que al final soluciona la psicóloga o
trabajadora social que no se lo que es que está al frente del
centro. EL lavado y posterior secado lleva su tiempo, tiempo que al
principio paso con la propia responsable que se interesa por mi
psicodrama. No puedo estar del todo seguro de su sinceridad cuando al
despedirnos, al final de mi relato y tras responder sus preguntas lo
mejor que se, me suelta un: “te envidio”.
Tengo
tiempo para conversar con uno de los auxiliares que se
interesa por mi viaje, en un momento cuando el relato pasa por el
robo de mis cosas, me dice que esa bici la podrían haber recuperado
con pocas ganas que le hubieran puesto, que el en Huelva, y le creo,
si le dicen en que lugar y a que hora se ha robado una bici sabe
quien a sido o con quien hablar para que se lo digan. Como confirmando
sus palabras entra en la sala uno de sus “clientes” con un sillín
en la ano, unido a su tija, la bici estaba aparcada frente a un supermercado y la tija unida a esta con un cierre rápido, ahora la
bici ya no tiene sillín.
Tengo
tiempo para hablar con la parroquia, algunos me piden de fumar y
cuando les doy tabaco le añaden sus aditivos, en la puerta que
dentro no se fuma. El del sillín me dice que vende bicis, que le
diga el tipo que busco y el me la encuentra rápido, cosa que rechazo.
Ya
con la colada terminada salgo al supermercado donde alguien perdió un
sillín a comprar comida y tras tomar algo de esta veo zonas de Huelva
menos deprimentes y que pasé por alto en mi primera visita para
horas más tarde y justo cuando me dirigía hacia la zona minera,
cambiar de opinión y rodar hacia Aljaraque y de allí a Cartaya, si
bien una ermita abandonada próxima a la carretera y ya por la zona
de pinares me hace detenerme, primero a leer un rato, después ceno
allí mismo y al final decido hacer noche. Ya releo con placer el
“Antonio y Cleopatra” que se me hizo muy corta y así gozo de
esta traducción que ignorando si es buena me lo parece. Imagino el
placer que puede suponer el leer las palabras del autor tal y como el
las escribió, con su justo y exacto matiz.
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