Translate

martes, 26 de agosto de 2014

No recuerdo cuando tuve un desayuno en familia por última vez y hoy lo tengo con dos a falta de una. Van saliendo de sus vehículos poco a poco y anoche acepté su amable invitación a desayunar con ellos. Conozco a Alicia la hija mayor de Charo y Javi que anoche dormía cuando llegué y mientras hacen los preparativos y amueblan su comedor tengo a Diego en brazos. Difícil de expresar la paz que transmite tener a este simpático niño de 6 meses tomado, así como poder verter en simples frases toda la riqueza de sensaciones con que me obsequian.

A todo esto Fran reparó anoche la cremallera de una prenda que de este modo vuelve a ser útil, como si sus presencias y amabilidad no supusieran ya bastante regalo.

EL lugar no esta ni ha estado transitado en toda la noche, alejado de carreteras y carente de alumbrado ha sido un remanso de tranquilidad desde que llegué, sin humedad a pesar de la próxima playa y con el aporte de seguridad que ofrece el estar agrupados. A eso le sumo que no he despertado con la premura de ir a buscar mi desayuno con lo que comienzo el día con cierta indolencia, plácida y perezosa como tiene que ser una mañana de domingo. ¡Gracias Familias! Por todo y por más. Por ese café con sabor a hogar de Rocio y ese aceite de primer premio que Javi vierte en mi rebanada de pan tostado. Más tarde hace fotos.

Voy haciendo la lista de cosas que he de hacer mañana, las saco de mi cabeza y las meto en un papel. Tras comprar pan emprendo camino hacia Ayamonte con la intención de visitar un par de lugares que ayer vi de lejos así como terminar de ver la población a la que apenas le dedique tiempo y en ese camino, como si con el comienzo del día no hubiera agotado mi cupo de satisfacciones, me cruzo un camaleón. Clavo el freno evitando de ese modo su atropello y me dedico un buen rato a observar al tranquilo saurio.

Pocos animales salvajes vivos he visto en mi camino, que inteligentemente nos evitan, que sí atropellados, puerco espines, diversos tipos de aves y roedores, algún conejo o felino domestico y una zorra, a la que me acerque por ver si la conocía de antes y al no ser así me lamente de su estado. Esto por suerte no lo he escrito, me he quedado con las ganas, por ser políticamente incorrecto y querer guardar las formas, que la zorra que bien conozco tambien gusta de usar pieles y la confusión es fácil. Hablar de este modo a una señora es un insulto para esta y casi puede rozar la violencia de género dependiendo de quien lo juzgue cuando en este caso al menos el animal seria la parte ofendida en la comparación. Dejemoslo ahí.

Como en una plaza de Ayamonte, frente a mi un perfil policromado de Frida Calho me observa con su inquietante y atrevida ceja mientras suena un tema de Roberto Carlos versionado, el día es moderadamente caluroso y la sombra de una palmera me da refugio. Una serena calma me produce bienestar que rara vez disfruto los domingos invariablemente aburridos, que hoy no lo está siendo. Una hermosa indígena del cono sur americano, de lustroso cabello trenzado y ojos rasgados atiende las mesas de un restaurante a mi izquierda. De esa plaza a otra semi desierta donde me descuelgo una cabezadita de apenas diez minutos en otro banco de azulejos, como el anterior, hasta que el sol me hiere el rostro y a punto lo está de hacer un niño con su pelota.

Ya por la tarde sigo durante un rato el camino que río arriba y a lo largo de 44 etapas recorre todo el Guadiana, la parte que no queda oculta se supone, y que va desde Ruidera hasta Ayamonte a lo largo de más de 800 kilómetros, lo recorro con la idea de ver sitio para pernoctar, pero por placer, si antes me sentía siempre agotado al ir en bici ahora disfruto usándola no solo para desplazarme, si no rodando sin más por gusto en cualquier ocasión. El lugar de dormir lo encuentro en mi camino de regreso, en un mirador elevado municipal de edificio sin terminar y paseos abandonados y ¡oh sorpresa! otro camaleón, este avanza, es un decir por que el animalito sera lo que quieras pero rápido no es, por lo alto de un vallado de madera. Ceno mientras el lo intenta mimetizado tras un hinojo creo que con escaso éxito en su cacería. Ahora que lo veo moverse y conozco sus “andares”creo haber visto uno intentando cruzar la carretera el día que termine cerca de Nerja, si es que por esas sierras los hay. El modo de moverse intentando infructuosamente cada paso que da para solo concluir algunos de ellos me llamó la atención en un lagarto que es lo que supuse que era en aquel momento.

Me fumo tras la cena un cigarrillo sin dejar de pensar que lo he de dejar. En la media hora que ocupo con estas cosas mi amigo el camaleón apenas se ha movido veinte pasos, eso si, sin parar su balanceo atrás y adelante como si cada paso fuera un mar de dudas de compleja resolución mientras otea estrábico en todas direcciones. Desconozco si es cazador nocturno y si los mosquitos formarán parte de su dieta, extremos que de ser así aumentarían considerablemente las simpatías que me despierta, por lo pronto nos haceos compañía, en dos ocasiones me he acercado mucho a el y o no se entera el tipo o no no me rehuye, al tocarlo tan solo cambia la forma de su cuerpo haciéndose mas alto y plano, creo que endureciendo además si piel al estirarla, pero sin hacer amagos ni de retirarse ni mostrar algún tipo de hostilidad, por no molestar más al bicho dejo de atosigarlo y me justifico pensando que mi posible acoso ha sido motivado tan solo por interés y en aras de la ciencia.

Desayuno con mis familias de acogida

No hay comentarios:

Publicar un comentario