Sábado
13.12.14. Vía Francígena II, Lucca. En la Toscana llueve. Dejo mi
casita bajo un cielo gris marengo tronando y cayendo agua con la
ilusión con que uno se dirije al cadalso. Pronto tomo el desvio que
me aleja de la Vía que he usado desde que pisé Italia para
adentrarme en el interior de esta nueva región. Confio en que
encontrare lugar en Lucca ya que dispongo de dos contactos de modo
que me decido a mojarme y rodar bajo el agua. Por el camino me
encontraré igualmente la Casa del Peregrino que acoje gente y
siempre puedo quedarme allí si la cosa se pone fea, por lo que son 3
las opciones de secar ropa y servidor de ustedes.
Cuando
llego Valpromaro encuentro con facilidad la casa, la puerta del
jardin esta abierta y hay, como los habia en el Camino de Santiago,
una caja donde la gente deja y coje cosas de modo que cambio la
chaqueta que compre por 1 € en La Coruña que si bien da cierto
abrigo pesa un disparate y cuando se moja no se seca nunca. En su
lugar tomo una camisa que me recuerda una bata de andar por casa, por
los cuadros y por lo grueso de su tejido, es abrigada y de mi talla,
más o menos, tomo igualmente de la caja una funda rígida de gafas
que las mias cada noche las he de guardar en el interior de las botas
por el miedo a pisarlas en un despiste si me levanto ante una
emergencia o lo que sea. El que atiende el albergue ha de haber
salido para algo, la hora es muy temprana para esperar peregrinos que
además no los hay. En un momento que el cielo da un respiro me
decido y tiro dirección a Lucca de la que solo me separan 12
kilómetros según reza un cartel y ya veremos que pasa allí.
Como
a la entrada de la ciudad, frente a sus murallas que atravieso por la
Puerta de San Pedro ya preguntando por la consabida oficina de
turismo, donde no me dan plano, grrr, pero si me indican un nuevo
lugar donde pernoctar, una asociación benéfica que esta pegada a la
plaza principal de la ciudad amurallada. Por cierto, el angel que
corona su principal iglesia, la de San Miguel in Foro, les ha salido
muy cabezón, desproporcionado. Pegada a esta plaza esta la de San
Salvatore y en ella Misericordia a donde me dirijo. Nada más pasar
la puerta me siento cómodo, ajetreo de gentes con ropa de trabajo
embalando cajas de alimentos que son ayuda para entregar a familias.
Otros clasificando ropas. Me acogen con una sonrisa, relleno una
ficha y una muchacha me pide que la siga. En el edificio de al lado a
la iglesia y esas dependencias me indica donde puedo dejar la bici,
me entrega unas llaves que mañana he de devolver y me dice que en el
último piso la única puerta que es de color claro.
Subir
por unas escaleras de estas es toda una experiencia, no hay dos
rellanos iguales, las puertas estan a cualquier nivel y de cuelquier
forma, con escalones irregulares y pasillos que se cruzan, una luz
que no en todas las plantas dispone de interruptor, me desoriento
dificilmente, pero he de hacer un esfuerzo por no confundirme por esa
escalera salida de una pesadilla de Escher.
Llego vivo, abro la puerta y me encuentro un apartamento con vistas a
la plaza. Dispone de 4 dormitorios dobles, salon, aseo, cocina
equipada y creo que nada más, como me dijeron pocas plazas cuando la
cosa esta a tope, pero en estas fechas es todo para mi. De nuevo sin
la bici y relajado salgo a explorar la ciudad que recorro en su
totalidad del recinto intramuros. Sábado en visperas de navidad y la
lluvia no detiene a la gente que invade las calles entrando de una a
otra tienda. Una repetición de lo que vi en Pietrasanta pero
multiplicado.
Contagiado
por la fiebre consumista que me rodea y a la que no soy inmune, me
meto en una tienda de alimentación, como las de antes que intramuros
no hay supermercados. La tienda es mas una boutique con comida que
otra cosa, el escaparatismo es increible. Compro un paquete de medio
kilo de pasta y un tarro de salsa de tomate con setas, todo 2,24 €,
más tarde coceré la pasta y cenaré parte de ella dejando el resto
para el desayuno de mañana, con un vaso de vino, calida tetrabric,
que un anterior peregrino dejó para mi. Ese peregrino fue un fraile
que lo puedo leer en el libro donde suelen dejar saludos o sandeces y
en el que hasta la fecha no he llegado a usar salvo para leerlo.
Se
repite lo de ayer. Es la ducha caliente, es la cena caliente, es el
vino que calienta y es la calefacción. Todo junto es una bomba que
me produce una sonmolencia dulce y a la que me avandono.
Mientras
paseaba por Lucca viendo sus tiendas y planeando mi cena, reflexione
que esto que estoy viviendo o no es legal o no es moral, incluso
ambas cosas. Quitando los momentos más duros, ¿quien no los tiene?,
el resto esta resultando una experiencia muy enriquecedora,
plenamente satisfactoria donde estoy disfrutando mucho más que en
cualquier otro “turismo” que he podido hacer en mi vida.
Conociendo más lugares, más gente y viviendo momentos que no podia
imaginar. Creo que me enamoraré de la Toscana y le seré infiel al
Canal du Midi, mi último amor. Si deja de llover de una puñetera
vez.
Mañana
si puedo llegaré a San Miniato. Si llueve igual no. Dejo de lado
Pisa por la que pasé hace años y Floréncia que conocí en ese mismo
viaje.
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