Miércoles
17.12.14. Vía Francígena VI, Radicófani, en casa, que fue, de
Gino Severini ideólogo del Manifiesto Futurista.
Jornada
salvaje. Al ser el primero de los que espero muchos días sin lluvia
tras tantas jornadas pasadas por agua, me lanzo como loco a rodar.
Animado en parte también por los carteles que me van diciendo la
distancia que me queda a Roma y que voy viendo como se reducen. El
caso es que me como más de 80 kilómetros de colinitas toscanas
menos los últimos 10 kilómetros que me suben a casi 900 metros de
altitud y que aún no se como he podido hacer. Bueno, si lo se, por
llegar y poder descansar los huesos en un hospital de peregrinos y
por que la última cuesta la subimos llevando la bici entre Moto y
yo.
Moto
es el primer peregrino con quien me tropiezo por la Francígena y
lleva andado lo suyo. Comenzó este japones en Lisboa para ir a
Santiago y desde allí por el Camino Francés vía Roncesvalles se ha
comido media Francia y lo que llevamos de Italia con su mochila a cuestas. Nos encontramos en la cerrada puerta de la oficina de
información turística, yo sin tener aún techo y el con sus cosas
ya dejadas allí. Se presta a acompañarme, supongo que por que le
resulta más sencillo que el que yo entienda su ingles, que no debe
ser malo, pero si lo es mi comprensión de ese endiablado idioma. Me
inscribo yo mismo ya que no hay hospitalero ni falta que le hace a la
casa, con cocina. Hago mi colada con la esperanza puesta en la
calefacción para que se seque y a la previsión del tiempo que no
parece mala, siempre puedo terminar de secar las cosas por el camino.
Eso si no sale el día como hoy, que si bien no ha llovido si he
tenido niebla cerrada hasta medio día.
Ver
el paisaje de ese modo tiene su encanto, no creas. Las formas
desdibujadas y los colores fundidos en una visión fantasmal. Cuando
ha salido el sol finalmente el juego de luces con las brumas ha sido
todo un espectáculo en esta preciosa tierra. Aquí en el valle de Orcia
termina ya la Toscana de la que saldré mañana para entrar en la
región de …. donde se encuentra Roma
de la que tan solo me separan 160 km. Quería pasar allí el día de
navidad y ahora es cuando entra el juego de las fechas. Quiero llegar
antes del 24 por no tener problemas de fiestas con la embajada, si
llego más tarde la cosa se complica y mucho ya que la encontrare
cerrada muchos días, pero si llego demasiado pronto tendré dificultades de solucionar mi estancia hasta navidad. En fin se trata
de ir haciendo ajustes por el camino y confiar en la suerte, que
demasiada he tenido cuando ya planee estar aquí estas fechas hace
más de y se va cumpliendo lo planeado.
El
cansancio del día lo voy acusando en cada gesto, me siento torpe.
Tras la ducha y la colada he reunido fuerzas para salir a una tienda,
aquí hay café y he comprado leche. Hace siglos que no como huevos y
se me antojó una tortilla, por lo que los he añadido a la cesta de
la compra. Mañana terminaré los restantes con el desayuno y la
ayuda de Moto a quien ya le he comunicado que mañana prepararé algo
para tomar. La tortilla sale de un amarillo intenso, no se la razón.
Comparamos
notas del camino, nos pasamos lugares de hospitalidad para completar
información y actualizarla, el anda con un libro y yo con una
fotocopia, pero ambos tienen lagunas como hemos podido comprobar. Y
la casa, como decía en el inicio del post fue en su tiempo de los
artistas teóricos de dicho manifiesto si bien ahora pertenece, como
no, a una confraternita de misericordia que dan de comer a
hambrientos, visten a desnudos y dan posada a los peregrinos, entre
muchas cosas más.
Esta
mañana no pudo sor Gineta dedicarme el tiempo que yo quería, apenas
entro, me puso una cafetera en la mesa y casi salio corriendo a
atender las tareas que la casa de acogida le ocupan. No vi ni a la
madre con el niño y a la otra monja que anoche salude y que trabaja
con ella en la casa, Sí había otra mujer fregando suelos. Con el
café, una caja de bollería del día anterior que un horno les dejó
bien temprano, me como un cruasán. Comer, comí en no recuerdo donde,
al borde de la carretera, eso si, al sol.
Solo
cuatro plazas tiene el albergue, es el espacio más pequeño que he
visto hasta la fecha, pequeño plazas por que el aseo, la cocina o el
comedor son amplios. En el marco interior de la puerta de entrada, un
trabajo de marquetería une una cruz de santiago con una concha de
peregrino, el mismo símbolo que veo en un estandarte de la
Confraternita de San Jacopo di Compostela de Perugia que adorna una
de las paredes del dormitorio. Como detalle, en el tablón de anuncios están anotados los lugares de hospitalidad de la vía en ambos
sentidos, con personas de contacto y sus números de teléfono.
Este es Moto y esa la puerta del hospital por dentro |
Durante
la cena intentamos conversas Moto y yo, pero se nos hace complicado,
aún así nos sentimos cómodos juntos, pienso que agradecidos del
contacto con otro peregrino en estas fechas donde no los hay. Me dice
que el quiere llegar a Roma el día 23 y se interesa por ver donde me
voy a alojar por vernos allí. Tras Roma, me dice, y ya como turista,
quiere visitar Florencia, Milan y Venecia. Igual hasta coincidimos,
dados mis ajustes que mencioné y el calamitoso estado físico en que
me encuentro, pero si me levanto con fuerzas y la carretera no es tan
dura como la de hoy con las mismas me planto en Viterbo. Por lo
pronto se anuncian 4 días por delante sin lluvia lo que es toda una
bendición.
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