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viernes, 19 de diciembre de 2014

Miércoles 17.12.14. Vía Francígena VI, Radicófani, en casa, que fue, de Gino Severini ideólogo del Manifiesto Futurista.

Jornada salvaje. Al ser el primero de los que espero muchos días sin lluvia tras tantas jornadas pasadas por agua, me lanzo como loco a rodar. Animado en parte también por los carteles que me van diciendo la distancia que me queda a Roma y que voy viendo como se reducen. El caso es que me como más de 80 kilómetros de colinitas toscanas menos los últimos 10 kilómetros que me suben a casi 900 metros de altitud y que aún no se como he podido hacer. Bueno, si lo se, por llegar y poder descansar los huesos en un hospital de peregrinos y por que la última cuesta la subimos llevando la bici entre Moto y yo.

Moto es el primer peregrino con quien me tropiezo por la Francígena y lleva andado lo suyo. Comenzó este japones en Lisboa para ir a Santiago y desde allí por el Camino Francés vía Roncesvalles se ha comido media Francia y lo que llevamos de Italia con su mochila a cuestas. Nos encontramos en la cerrada puerta de la oficina de información turística, yo sin tener aún techo y el con sus cosas ya dejadas allí. Se presta a acompañarme, supongo que por que le resulta más sencillo que el que yo entienda su ingles, que no debe ser malo, pero si lo es mi comprensión de ese endiablado idioma. Me inscribo yo mismo ya que no hay hospitalero ni falta que le hace a la casa, con cocina. Hago mi colada con la esperanza puesta en la calefacción para que se seque y a la previsión del tiempo que no parece mala, siempre puedo terminar de secar las cosas por el camino. Eso si no sale el día como hoy, que si bien no ha llovido si he tenido niebla cerrada hasta medio día.

Ver el paisaje de ese modo tiene su encanto, no creas. Las formas desdibujadas y los colores fundidos en una visión fantasmal. Cuando ha salido el sol finalmente el juego de luces con las brumas ha sido todo un espectáculo en esta preciosa tierra. Aquí en el valle de Orcia termina ya la Toscana de la que saldré mañana para entrar en la región de …. donde se encuentra Roma de la que tan solo me separan 160 km. Quería pasar allí el día de navidad y ahora es cuando entra el juego de las fechas. Quiero llegar antes del 24 por no tener problemas de fiestas con la embajada, si llego más tarde la cosa se complica y mucho ya que la encontrare cerrada muchos días, pero si llego demasiado pronto tendré dificultades de solucionar mi estancia hasta navidad. En fin se trata de ir haciendo ajustes por el camino y confiar en la suerte, que demasiada he tenido cuando ya planee estar aquí estas fechas hace más de y se va cumpliendo lo planeado.

El cansancio del día lo voy acusando en cada gesto, me siento torpe. Tras la ducha y la colada he reunido fuerzas para salir a una tienda, aquí hay café y he comprado leche. Hace siglos que no como huevos y se me antojó una tortilla, por lo que los he añadido a la cesta de la compra. Mañana terminaré los restantes con el desayuno y la ayuda de Moto a quien ya le he comunicado que mañana prepararé algo para tomar. La tortilla sale de un amarillo intenso, no se la razón.

Comparamos notas del camino, nos pasamos lugares de hospitalidad para completar información y actualizarla, el anda con un libro y yo con una fotocopia, pero ambos tienen lagunas como hemos podido comprobar. Y la casa, como decía en el inicio del post fue en su tiempo de los artistas teóricos de dicho manifiesto si bien ahora pertenece, como no, a una confraternita de misericordia que dan de comer a hambrientos, visten a desnudos y dan posada a los peregrinos, entre muchas cosas más.

Esta mañana no pudo sor Gineta dedicarme el tiempo que yo quería, apenas entro, me puso una cafetera en la mesa y casi salio corriendo a atender las tareas que la casa de acogida le ocupan. No vi ni a la madre con el niño y a la otra monja que anoche salude y que trabaja con ella en la casa, Sí había otra mujer fregando suelos. Con el café, una caja de bollería del día anterior que un horno les dejó bien temprano, me como un cruasán. Comer, comí en no recuerdo donde, al borde de la carretera, eso si, al sol.

Solo cuatro plazas tiene el albergue, es el espacio más pequeño que he visto hasta la fecha, pequeño plazas por que el aseo, la cocina o el comedor son amplios. En el marco interior de la puerta de entrada, un trabajo de marquetería une una cruz de santiago con una concha de peregrino, el mismo símbolo que veo en un estandarte de la Confraternita de San Jacopo di Compostela de Perugia que adorna una de las paredes del dormitorio. Como detalle, en el tablón de anuncios están anotados los lugares de hospitalidad de la vía en ambos sentidos, con personas de contacto y sus números de teléfono.
Este es Moto y esa la puerta del hospital por dentro


Durante la cena intentamos conversas Moto y yo, pero se nos hace complicado, aún así nos sentimos cómodos juntos, pienso que agradecidos del contacto con otro peregrino en estas fechas donde no los hay. Me dice que el quiere llegar a Roma el día 23 y se interesa por ver donde me voy a alojar por vernos allí. Tras Roma, me dice, y ya como turista, quiere visitar Florencia, Milan y Venecia. Igual hasta coincidimos, dados mis ajustes que mencioné y el calamitoso estado físico en que me encuentro, pero si me levanto con fuerzas y la carretera no es tan dura como la de hoy con las mismas me planto en Viterbo. Por lo pronto se anuncian 4 días por delante sin lluvia lo que es toda una bendición.

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