Sábado
20.12.14. Vía Francígena IX, Sutri. El pan cambia por regiones,
provincias, incluso por pueblos. No los conozco y no puedo
sostenerlos en la mano antes de comprarlos, notar su peso, si son
densos o ligeros, si crujen con la presión de la mano, como huelen.
Los he de elegir a ciegas, señalando con un dedo el pan que quiero
del estante que tras el mostrador tengo frente a mi, entonces lo
pesan y voy teniendo la primera información, es pesado, sera denso.
El de hoy lo es, tengo para dos días con la pieza que he comprado,
no es especialmente bueno si bien menos aburrido que los que comía
hace unas semanas.
Para
no perder la costumbre daremos el parte meteorológico. Hoy podía llover o no, un 38% de probabilidad, ha llovido a ratos,
nada sorprendente. Frío para regalar, eso sí. Bruma desde las cuatro
de la tarde y la gente vestida como para ir a una expedición ártica,
casi todas las cabezas tapadas.
Se
me terminó la achicoria líquida que compré en Francia, barata y
muy ligera de transportar me ha cundido mucho, he comprado “orzo”,
que será una cebada o algo así, ye me iré enterando.
Nunca
he pretendido convertir el blog en una mala literatura odepórica,
pero se hace inevitable mientras dure esta vía a la que le quedan
días contados teniendo Roma a tiro de piedra si bien en Roma
procuraré hospedarme en un hospital de peregrinos de los dos que
llevo anotados. El de hoy he llegado de rebote. Cuento.
Siendo
sábado y pueblo no turístico más las fechas en que andamos no
podía esperar encontrar abierta la oficina de información
turística, y ciertamente no lo está. Dispongo de dos lugares en mis
notas a los que puedo acudir y me dirijo al primero de ellos. Es un
convento de clausura, carmelitas, el cartel de la puerta dice que
reciben a peregrinos a las 15:30 para acomodarlos de 16:30 a 20:00
pero dice igualmente que solo de lunes a viernes. No es aún la hora
y desde luego no estoy entre los días indicados, mal asunto. El
otro lugar que tengo anotado es un convento franciscano, o eso
suponía, que está como a 1,5 km del pueblo. Pues no, son 3
kilómetros, es ya en otro pueblo y no es un convento si no una casa
retiro atendido por una monja mal educada y el establecimiento es más
de tipo hotel confesional que otra cosa. Dispone de restaurante por
poner solo un ejemplo. Nada más pedirme una cantidad desorbitada por
pasar la noche, le felicito la Navidad y me largo de allí a la
carretera bajo la lluvia en ese momento. Vuelta al pueblo anterior.
Por
el camino me detengo a visitar la zona rupestre del pueblo, son unos
dormitorios excavados en la roca, hay una iglesia igualmente, pero
esta está cerrada al público, la población se remonta al siglo X
a.c. y tubo su pasado etrusco antes de la colonización romana, me
pienso muy seriamente la posibilidad de usar uno de esos dormitorios
ante la eventualidad de no encontrar mejor acomodo ya que algunos
están algo más apartados, junto a donde representan un belén
viviente. Ya frente al convento carmelita me da la hora que indica el
cartel se puede llamar al timbre y llamo. Esta monja es encantadora,
como otras dos que desde el convento salen en ese momento o otra más
que está abriendo la puerta de su humilde iglesia. ¿Clausura?,
pues si, me atiende tras una celosía y usa torno. Sin más
explicaciones por su parte me suelta las llaves de una habitación de
un edificio de apartamentos del siglo XV que hay frente al convento
advirtiéndome que pasaré frío, carecen de calefacción. No resulta
tan frío como la otra noche en que me movía por el hospital con
bufanda y Moto no se quito el gorro de lana creo que ni para dormir.
Ya
instalado visito con más calma el pueblo, que se ve en dos pasadas a
pesar de que en poco espacio concentra muchas cosas de interés. Veo
la colección municipal de piedras donde me quedo frente a un escudo
sabiendo que eso lo conozco yo pero sin caer en donde lo he visto
antes. Carecen de la menor indicación, de modo que solo resta hacer
memoria, al final lo recuerdo, es el escudo papal de Borgia y anda en
la pared mezclado con piedras de todo tipo de edificios y épocas ya
que el lugar anda sobrado de historia, cornisas, capiteles, frisos,
escudos, partes de bustos, hay de todo.
A
las 18:00 se anuncia una fiesta en un cartel, en la iglesia de San
Francisco que fue convento y dicen que fundado por el santo en
persona. Allí me planto a ver que se cuece. No es un acto de la
iglesia, si no en la iglesia. Resulta ser la presentación de una
película realizada por una asociación local de solidaridad y
voluntariado. Aquí en Italia las estoy viendo muy activas, un
aplauso por ellos. La película hace un repaso, con entrevistas a
ancianos vecinos del pueblo, de los momentos difíciles de su
reciente historia y como con solidaridad, apoyo mutuo, fraternidad,
han sabido salir adelante ante las adversidades. La película
documento es buena y la iglesia esta a rebosar de gente. Los dejo
tomando unos vinos y picando cosas tras el estreno consciente de su
mensaje y del modo que desde que puse los pies en Italia he podido
conocer la conciencia social que se gastan y que me parece a años
luz de la francesa o española y superior a la portuguesa, que
tampoco es mala. Hay Cáritas y Cruz Roja, alguna Cruz más he visto,
no recuerdo si verde y blanca sin saber de que van esas, pero aparte
en cualquier pueblo veo locales de confraternidades de misericordia,
agrupaciones solidarias por parroquias, agrupaciones cívicas,
políticas, sindicales que ofrecen ayuda. Y la de cosas que me habré
dejado por ver.
Me
meto pronto en la cama por entrar en calor, creo que el frío me
produce más sueño.
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