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martes, 30 de diciembre de 2014

Jueves 18.12.14. Vía Francígena VII, Acquapendente. A las 5 de la mañana comienzo su día esa criatura japonesa de Dios. Y yo con el, por imperativo. Con el frío que hace a esas horas, si bien el momento más gélido del día lo alcanzaré sobre las 9 de la mañana cuando ya por el valle y tras la bajada me interno por no se donde, por que no se ve un carajo, rodando por un suelo helado, rodeado de densa bruma y las manos congeladas.


Saliendo de la Toscana


Salgo de Radicófani por su calle principal mirando los nacimientos que aquí en vez de poner dentro de las casas los ponen en los alféizares de las ventanas, por su parte exterior, no se si como modo de adornar las calles o como competición del pueblo a ver quien lo pone más bonito. No suelo recordar cuando me pongo a escribir los absurdos pensamientos con que me entretengo mientras ruedo, que son muchos los kilómetros para solo ir admirando el paisaje y este no siempre es digno de admiración. Hoy he dejado atrás la Toscana si bien ayer el paisaje de los últimos kilómetros ya era distinto, entrando en la región de Lazio. Volviendo a los pensamientos, pañal me imagino que sera un trozo, un pedazo de paño, y cuando mencionan que Jesús recién nacido fue cubierto con pañales no se referiría a pañales con el uso que hoy le damos a los paños higiénicos para mantener seco a los bebes. El caso es que en la mayor parte de belenes, que les llamamos con el nombre del pueblo donde nació en vez de pesebres como les llaman aquí, aparece el bebe-Jesús literalmente sin ropa y solo cubierto con los que eran los pañales en la época en que yo nací mientras sus progenitores si van bien cubiertos de prendas. Por mucho que caliente un pesebre quiero pensar que unos padres se desprenderían de un manto, una túnica, con que cubrir a su recién nacido que hasta no hace mucho ha estado a unos 36º como para dejarlo expuesto con solo lo que lleva. Eso me lleva a pensar que en sus más comunes representaciones, nacimiento y crucifixión, lleva prácticamente, salvo la talla, la misma cantidad de ropa encima.

Llego a Acquapendente y confirmo que efectivamente esto ya no es la Toscana. Los desconchones de las paredes ya no me parecen artísticos, tampoco lo son la basura que se acumula en las calles dentro o fuera de bolsas. Las iglesias ya no lucen del mismo modo. Y eso visto en un día que a estas horas ya es soleado y cálido. Ahora entro en otra Italia muy distinta a la turística que conocí por la costa de Liguria o la de la Toscana. Quiero suponer que no toda será así y que encontraré otras cosas que admirar, a buen seguro que será así. El hospital donde me alojo es una parte de la iglesia de San Agustín, convento de frailes mendicantes se levantó en el siglo XIII si bien las dependencias que ocupamos son de una ampliación del siglo XIV reformadas en el XVI y que ya por aquel entonces se enfrió y aun mantiene el frío desde esa remota fecha. Mi compañero Moto y yo vamos por la casa soltando vapor por la boca en cada estancia, antes hemos hecho compra en un supermercado si bien las comidas serán frías por que carece de elementos para calentar algo más que un café con una placa eléctrica o cosas así. Hemos quedado en vernos en Roma, el día 24, por si cada uno de los dos encontró aposento en sitio distinto y acomodar de ese modo al otro, ya que mañana ya iremos cada cual por su lado si logro como pretendo rodar hasta Viterbo. De ese modo igualmente puede que no pase solo la Nochebuena, bueno, ni él, que se alegra cuando le digo de quedar ese día allí.

Me he gastado una pequeña fortuna para mi comprando algo de fruta, galletas, comida principal para cuatro días, ya que los precios de este supermercado no están nada mal y no se que me encontraré más adelante. Comprando pan y poco más puedo aguantar hasta el lunes en que quiero suponer que andaré ya entrando a Roma y buscando la embajada. No dispongo de plano de la provincia o región, la oficina de información turística supongo que comenzó a vender productos típicos locales hace tiempo, la cosa no les fue del todo mal y ahora es más una tienda de comestibles que otra cosa. Me aporta la misma información y documentación que si hubiera entrado en una panadería local.

Viendo comer a mi compañero nipón me doy cuenta de un par de cosas, primera que las raciones salvajes que en ocasiones ingiero de comida no son tan exageradas, el come como una lima y de buen seguro lo ha de consumir con su esfuerzo diario. Lo otro hace referencia a Mapa de los Sonidos de Tokio, donde me enteré que el sorber la comida ruidosamente no es en Japón algo que tenga que ver con la falta de educación, Moto lo hace, ¡y como lo hace!, con la pasta que anoche se comió y hoy con una especie de sopa de verduras ya cocinada y que ha logrado calentar en esa placa eléctrica. Sobre una bandeja reposan un par de libros, en alemán, ahí se quedan. Me pongo la bufanda para ir al aseo, que está en la parte norte de la casa y allí entre eso y el aspecto de azulejos y sanitarios me da la sensación que hace algo más de frío.

Hay una cripta en el Duomo, que me ha parecido entender,que es copia fiel de la del Santo Sepulcro en Jerusalén. Hago tiempo esperando que Moto regrese para ir a visitarlo juntos, el ha salido para llamar por teléfono a su familia. Era, según me explica y creo entender, operario en algo de ingeniería electrónica, montador de componentes o cosa así. Un problema en la vista hizo que dejara el trabajo y entonces decidió viajar un tiempo y por aquí anda, primero haciendo los caminos de Santiago y Roma para completar más tarde lo de Italia que quiere conocer. Disfruta de lo que esta haciendo, se le ve feliz, no es cristiano pero le veo hacer una especie de reverencia o bendición antes de las comidas, ya me iré enterando, con la confianza de los días, que tipo de rito es ese y si forma parte de algún tipo de creencia religiosa o espiritual. El se me presento como Moto, que será un diminutivo y el modo en que decidió acortar su nombre por occidente, ya que su nombre realmente es Motohisa y de apellido Yoshimura, en cualquier caso nos sentimos a gusto dándonos por el momento mutua compañía tras las jornadas de bulliciosa multitud del Camino Frances en contraste con las de Francia o aquí en Italia en las que ambos hemos pernoctado en soledad la mayor parte de los días. No dejo de sorprenderme cuando le veo hacer reverencias por la calle cuando nos cruzamos con alguien y nos saludan. Es uno de los pocos japoneses que he visto con barba, siendo su bello facial lacio y ralo la ha debido costar su esfuerzo lograr tenerla como la luce. Creo que le queda bien.


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