Jueves
18.12.14. Vía Francígena VII, Acquapendente. A las 5 de la mañana
comienzo su día esa criatura japonesa de Dios. Y yo con el, por
imperativo. Con el frío que hace a esas horas, si bien el momento
más gélido del día lo alcanzaré sobre las 9 de la mañana cuando
ya por el valle y tras la bajada me interno por no se donde, por que
no se ve un carajo, rodando por un suelo helado, rodeado de densa
bruma y las manos congeladas.
Saliendo de la Toscana |
Salgo
de Radicófani por su calle principal mirando los nacimientos que
aquí en vez de poner dentro de las casas los ponen en
los alféizares de
las ventanas, por su parte exterior, no se si como modo de
adornar las calles o como competición del pueblo a ver quien lo pone
más bonito. No suelo recordar cuando me pongo a escribir los
absurdos pensamientos con que me entretengo mientras ruedo, que son
muchos los kilómetros para solo ir admirando el paisaje y este no
siempre es digno de admiración. Hoy he dejado atrás la Toscana si
bien ayer el paisaje de los últimos kilómetros ya era distinto,
entrando en la región de Lazio. Volviendo a los pensamientos, pañal
me imagino que sera un trozo, un pedazo de paño, y cuando mencionan
que Jesús recién nacido fue cubierto
con pañales no se referiría a
pañales con el uso que hoy le damos a los paños
higiénicos para mantener seco a los bebes. El caso es que en la
mayor parte de belenes, que les llamamos con el nombre del pueblo
donde nació en
vez de pesebres como les llaman aquí, aparece el
bebe-Jesús literalmente
sin ropa y solo cubierto con los que eran los pañales en la época
en que yo nací mientras sus progenitores si van bien cubiertos de
prendas. Por mucho que caliente un pesebre quiero pensar que unos
padres se desprenderían de
un manto, una túnica, con que cubrir a su recién nacido
que hasta no hace mucho ha estado a unos 36º como para
dejarlo expuesto con solo lo que lleva. Eso me lleva a pensar que en
sus más comunes representaciones, nacimiento y crucifixión,
lleva prácticamente, salvo
la talla, la misma cantidad de ropa encima.
Llego
a Acquapendente y confirmo que efectivamente esto ya no es la
Toscana. Los desconchones de las paredes ya no me parecen artísticos,
tampoco lo son la basura que se acumula en las calles dentro o fuera
de bolsas. Las iglesias ya no lucen del mismo modo. Y eso visto en un
día que a estas horas ya es soleado y cálido. Ahora entro en otra
Italia muy distinta a la turística que conocí por la costa de
Liguria o la de la Toscana. Quiero suponer que no toda será así y
que encontraré otras cosas que admirar, a buen seguro que será así.
El hospital donde me alojo es una parte de la iglesia de
San Agustín,
convento de frailes mendicantes se levantó en el siglo XIII si
bien las dependencias que ocupamos son de una ampliación del siglo
XIV reformadas en el XVI y que ya por aquel entonces se enfrió y aun
mantiene el frío desde esa remota fecha. Mi compañero Moto y yo
vamos por la casa soltando vapor por la boca en cada estancia, antes
hemos hecho compra en un supermercado si bien las comidas serán frías
por que carece de elementos para calentar algo más que un café con
una placa eléctrica o cosas así. Hemos quedado en vernos en
Roma, el día 24, por si cada uno de los dos encontró aposento
en sitio distinto y acomodar de ese modo al otro, ya que mañana ya
iremos cada cual por su lado si logro como pretendo rodar hasta
Viterbo. De ese modo igualmente puede que no pase solo la Nochebuena,
bueno, ni él, que se alegra cuando le digo de quedar ese día allí.
Me
he gastado una pequeña fortuna para mi comprando algo de fruta,
galletas, comida principal para cuatro días, ya que los precios de
este supermercado no están nada
mal y no se que me encontraré más adelante. Comprando pan y
poco más puedo aguantar hasta el lunes en que quiero suponer que
andaré ya entrando a Roma y buscando la embajada. No dispongo de
plano de la provincia o región, la oficina de
información turística supongo
que comenzó a vender productos
típicos locales hace tiempo, la cosa no les fue del
todo mal y ahora es más una tienda de comestibles que otra
cosa. Me aporta la misma información y documentación que si hubiera
entrado en una panadería local.
Viendo
comer a mi compañero nipón me doy cuenta de un par de cosas,
primera que las raciones salvajes que en ocasiones ingiero de comida
no son tan exageradas,
el come como una lima y de buen seguro lo ha de consumir con su
esfuerzo diario. Lo otro hace referencia a Mapa de los Sonidos de
Tokio, donde me enteré que el sorber la comida ruidosamente no es en
Japón algo que tenga que ver con la falta de educación, Moto lo
hace, ¡y como lo hace!, con la pasta que anoche se comió y hoy con
una especie de sopa de verduras ya cocinada y que ha logrado calentar
en esa placa eléctrica. Sobre una bandeja reposan un par de libros,
en alemán, ahí se quedan. Me pongo la bufanda para ir al aseo, que
está en la parte norte de la casa y allí entre eso y el aspecto de
azulejos y sanitarios me da la sensación que hace algo más de frío.
Hay
una cripta en el Duomo, que me ha parecido entender,que es copia fiel
de la del Santo Sepulcro en Jerusalén. Hago tiempo esperando que Moto
regrese para ir a visitarlo juntos, el ha salido para llamar por
teléfono a su familia. Era, según me explica y creo entender,
operario en algo de ingeniería electrónica, montador de componentes
o cosa así. Un problema en la vista hizo que dejara el trabajo y
entonces decidió viajar un tiempo y por aquí anda, primero haciendo
los caminos de Santiago y Roma para completar más tarde lo de Italia
que quiere conocer. Disfruta de lo que esta haciendo, se le ve feliz,
no es cristiano pero le veo hacer una especie de reverencia o
bendición antes de las comidas, ya me iré enterando, con la
confianza de los días, que tipo de rito es ese y si forma parte de
algún tipo de creencia religiosa o espiritual. El se me presento
como Moto, que será un diminutivo y el modo en que decidió acortar
su nombre por occidente, ya que su nombre realmente es Motohisa y de
apellido Yoshimura, en cualquier caso nos sentimos a gusto dándonos por el momento mutua compañía tras las jornadas de bulliciosa
multitud del Camino Frances en contraste con las de Francia o aquí
en Italia en las que ambos hemos pernoctado en soledad la mayor parte
de los días. No dejo de sorprenderme cuando le veo hacer reverencias
por la calle cuando nos cruzamos con alguien y nos saludan. Es uno de
los pocos japoneses que he visto con barba, siendo su bello
facial lacio y ralo la ha
debido costar su esfuerzo lograr tenerla como la luce. Creo que le
queda bien.
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