Domingo
21.12.14. Vía Francígena X, Campagnano. El día es claro,
luminoso, soleado. Veo a los campos desprenderse en forma de vapor la
humedad que les dejó la lluvia de ayer, de la espesa bruma de la
noche, que fue fría en la habitación tal y como me advirtieron. Me
desperté a las 12 con mucho frío que las mantas no logran mantener
apartado de mi. Ya dentro de mi saco la cosa mejora al instante y
entro rápidamente en calor.
Ruedo
muy poco por no entrar hoy en Roma. Uno de los contactos me ofrece en
teoría dos noches, el otro tres pero este último se encuentra
realmente apartado de todo mientras el primero está en el
Trastévere, cerca del río al atravesarlo por la isla. Si llego hoy
debería salir de ellos antes de Navidad cuando mis planes son pasar
allí la Nochebuena para partir el día de Navidad. De cualquier
modo es festivo el día 26 en Italia.
En
Campagnano no tengo contacto alguno para hacer noche, pero tan pronto
entro en el pueblo me cruzo con una señora que me pregunta
directamente si busco el centro parroquial y me indica que allí
puedo recibir hospitalidad. Sigo sus indicaciones y llego al mismo,
que esta cerrado a esa temprana hora. Frente al centro parroquial veo
un bar, entro a preguntar por si conocen los horarios y todo eso,
pero en la misma puerta, el propietario y su resfriada hija, me
invitan a pasar y calentarme diciendo que ellos se ocupan de todo. Y
así es. Localizan al párroco para informarle que estoy allí y me
dicen que tras la comida vendrá alguien a abrirme la puerta. El bar
se llama “Del peregrino” como puedo leer entonces en su cartel
mientras tomo en la puerta un capuchino conversando con un cliente y
la hija del dueño. Se siente mal y se marchará a casa un rato más
tarde. Tengo Roma a 30 kilómetros.
Un
periódico deportivo anuncia en su previsión meteorológica que al
menos mañana y pasado disfrutaré de buen tiempo. A las 13:30 me
llevan a una mesa y me plantan delante un plato de espaguetis y un
vaso de vino. Una vez acomodado en una habitación con literas de su
moderna segunda planta, el resto del edificio no esta mal pero tiene
sus años, salgo como de costumbre a recorrer la zona histórica del
pueblo a la que accedo por una puerta de su muro. Nada especial, o
así me lo parece, regreso pronto a la habitación y me duermo una
siesta casi sin querer. Cenar algo más tarde y vuelta a la cama
pronto. Poco más hoy.
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