Miércoles
10.06.15 Cilistov. Esta noche dormiré bajo techo y sin montar la
tienda. Esto supone menos tiempo por la mañana en recoger bártulos
y la aburrida espera a que se sequen para plegar cada cosa. Me sobra el
tiempo pero esa actividad me desespera. Por otro lado me supone
ponerme loción para los mosquitos que evita que me coman pero no su
desagradable sonido. Ninguna de las dos soluciones es perfecta,
simplemente las alterno y listo. Bueno, lo mejor es cuando duermo en
tienda y esta no amanece empapada, pero junto al río eso es una fantasía.
Me
detengo en Cilistov a escasos 20 kilómetros de Bratislava. Dejo esa
distancia para hacerla mañana en un rato y así disfruto del tejado
de un club de piraguas. Con eso dispongo de unas horas por la tarde
que paso entretenido medio charlando con uno del pueblo que me habla
en eslovaco o húngaro, a saber, y al que le respondo en español. La
conversación a buen seguro es surrealista. Otro rato con dos mozas
del pueblo que salen a pasear su perro y el resto de la tarde lo paso
viendo conejos. Gordos, inmensos. Son dos. Cuando me ven la primera
vez salen despavoridos. Aparecen al momento, se acercan más y cuando
se alejan ya no lo hacen en una huida. Aparecen y desaparecen. Son
ruidosos y los veo aproximarse por el movimiento que transmiten a la
alta hierba aún sin segar de la zona que circunda el club de canoas.
Ceno opiparamente. Fruta de postre y un par de galletas con chocolate
para rematar. Me retiro pronto a intentar dormir, se que tendré luz
pasadas las cuatro de la mañana y que desde entonces lo mismo me
costará volver a conciliar el sueño.
Desde
que salí de viaje siempre he tenido algo expuesto a la lluvia. Desde
el principio carecía de prendas adecuadas de protección y mis bolsas
que si lo eran me fueron robadas. Desde entonces he ido poco a poco
solventando el asunto como he podido. Primero un par de bolsas, más
adelante otra, después la chaqueta, el pantalón, calzado que me
aprieta por que no es de mi talla pero que cumple su cometido, etc.
Me encuentro próximo a lograr las alforjas delanteras y con ellas,
toda mi impedimenta y mi persona estará finalmente preparada para
soportar una lluvia sin que nada se moje. Tengo la dirección de una
tienda de Bratislava y mañana puede ser ese gran día.
Casi
me olvido, la población, el pueblo, es algo más parecido a una zona
residencial de la Capital, por su proximidad y por el tipo de casas
que veo. El río cerca y un par de canales hacen del lugar un
conjunto bonito y tranquilo donde la gente dispone de embarcadero
frente a su casa. Pasean a pie, en bici y alguno que otro solo o en
grupos reman en sus canoas. Precioso.
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