Miércoles
03.06.15 Budapest. Dentro de lo difícil que puede resultar caer en la monotonía cuando cada noches duermes bajo un techo distinto, rodeado
por parajes que siempre se diferencian en algo, gentes diversas, etc.
hay días en especial en los que siento una positiva ansiedad. Son
los días en que cruzo una frontera, entro en una capital o ciudad de
cierta importancia y los días en que espero reunirme con Marga. Hoy
me toca entrar en Budapest.
La
distancia es corta, pero como suele suceder cuando monto la tienda me
he de demorar con el secado de la misma, más cuando el doble techo
ya no cumple del todo su función y anoche sufrí un chaparrón. A
eso se le añade la demora que supone rodar con el denso transito de
entrada de una capital y de sortear los caprichosos caminos que me
veo obligado a tomar sorteando polígonos y evitando los típicos
accesos previstos para la masiva afluencia de vehículos y que suelen
estar prohibidos al uso de las bicicletas. Cuando creo que estoy
dentro de la ciudad pregunto por la dirección del hostel y me entero
que aún me encuentro a unos doce kilómetros del centro y vuelta a
rodar.
Finalmente
llego a la calle. El hostel se encuentra en el barrio judío, en un
edificio ruinoso. Aquí se estilan los pub en ruinas y los bajos del
hostel son precisamente eso. Uno de los de moda. Algo a medio reparar, a medio decorar, a
medio de todo, donde la gente disfruta escuchando música, tomando
copas y pasando la noche hasta altas horas de la madrugada. Las
habitaciones se encuentran sobre el pub que ocupa el patio, una
especie de "corrala" centroeuropea. Sucio, huele mal, pero es barato,
veremos como se presenta la noche. Por lo pronto me puedo duchar y
lavar algo de ropa, la cocina funciona y con todo eso ya me doy por
satisfecho, por el momento.
Tras
visitar un supermercado y ocuparme de la cena, me tomo la tarde con
calma, descansando y charlando con la fauna local del hostel, staff incluido. A la hora de dormir me sorprendo con un trío de jazz que
van versionando mejor que peor temas que conozco y me agradan, la
música lejos de molestar me ayuda a conciliar el sueño. Por el
momento la cosa va bien.
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