Jueves
y viernes 04 y 05. 06.15 Budapest. La ciudad tiene mucho por ver y
mucho bonito. La paseo, la disfruto sentado en un banco del parque o
una terraza, comiendo algo mientras camino o veo la vida pasar. Mucha
gente joven, muy vital, mucho ambiente en sus terrazas ya con estos
calores, mucha bici, de todo tipo y usadas para mil cosas. Me agrada
su ritmo pero como espectador, siento que soy forastero a cada
instante.
En
la mañana vi caer una intensa y corta tormenta con el desayuno, al
rato salio el sol y sin más señal de tormenta en todo el día,
calor, mucho calor. Se nota en los dormitorios que se encuentran en
el último piso y el sol castiga directamente unos tejados más
preparados para la nieve que para el azote veraniego que ya casi
tenemos encima.
El
viernes asisto a un espectáculo. No se la periodicidad del mismo, si
es semanal, mensual, el caso es que se trata del día donde la gente
saca a la calle sus enseres para ser retirados por los servicios de
limpieza, pero entre una cosa y la otra las calles se convierten en
una especie de rastro gratuito. Se rebusca entre esas basuras un
sillón que otro usará, una lámpara, una radio de madera de hace a
saber cuantos años y que será puesta en venta en un mercadillo o
adornará un estante de un bar. A parte de los particulares que
rebuscan en los montones me encuentro con los profesionales. Llegan
pronto a los montones, separan lo que les pueda interesar y sentados
en una silla esperan horas y horas que la furgoneta familiar pase por
el lugar para cargar las mercancías seleccionadas. Los servicios de
recogida tardarán en pasar y hay tiempo.
He
recorrido la zona de Pest y desde allí visto Buda al otro lado del
río, ya lo cruzaré mañana o pasado. Me pasa otro tanto con el
parlamento, su mejor vista es desde el otro lado del río y con este
formando conjunto. Tengo tiempo.
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