Lunes
01.06.15 Al cruzar Francia sentía la libertad de poder dormir casi en
cualquier sitio, si pedía permiso o preguntaba me solían indicar
donde poder hacerlo. Es un país acostumbrado a los cicloturistas y no
todos son de hotel, camping y restaurante. En este mi tercer día por Hungría tengo idéntica sensación. No se como será el resto del país
pero por la zona junto al Danubio es un constante ir y venir de
ciclistas. Yo voy en bici y por lo tanto disfruto de esta situación
para mi comodidad.
Me
ha sorprendido ir a un banco, en Kalocsa, a cambiar moneda esta
mañana y que me enviaran a una agencia de viajes donde lo he podido
hacer. Veré en Budapest si las cosas aquí son así siempre, si
cambian en los bancos o como está la cosa. Ya con moneda he visitado mi primer supermercado, comparado precios, repasar oferta disponible
de productos y demás. Es de una cadena de tiendas que me he ido
encontrando anteriormente por el país, por lo que la información me
es especialmente útil. La excursión para hacer estas tareas me
aleja unos 5 km de la Ruta que retomo de nuevo tras ellas, sigo
sobrado de tiempo y es un modo válido para retrasar mi llegada a la
capital. El día es bueno y la carretera cómoda.
Las
cosas no están nada claras con que Marga pueda aparecer por aquí el
sábado. La he visto, skype, en cama, con dolor y sin aspecto de
mejorar. En caso de poder venir tengo serias dudas que pueda viajar
en bici durante los 10 días que teníamos previstos. Mañana, tan
pronto pueda, volveré a ver en que estado se encuentra.
Comí
en paradas, varias veces y pocas cantidades, lo prefiero, pero la
cena ha sido opípara, como hacía tiempo que no me la permitía,
quedo casi saciado. He de ponerme freno pues podría seguir comiendo
y comiendo por encima de mis necesidades y posibilidades.
Tan
pronto me detengo en una especie de aula al aire libre junto al río,
pero techada, con la intención de hacer noche, me apresuro a sacar
la loción antimosquitos y aplicarla con esmero. Se tiran como locos
y por mucho que me de prisa siempre termino con media docena de
picaduras. El problema es que la sigo guardando en mi bolsa de aseo,
donde paso el invierno y ahora necesita un nuevo lugar para tenerla
siempre más a mano, muy a mano, y ponérmela en un instante, tan
pronto me detenga.
Me
visita el guarda del parque natural, no me pone objeción a hacer
noche aquí, tan solo me advierte, como si no lo supiera ya, que los
mosquitos me darán guerra. Paseando cerca de mi dormitorio veo zonas
inundadas, esos manglares, a escasos 100 metros. El agua cubierta de
insectos. Los escucho, com a las ranas, las serpientes no las oigo,
pero se que están ahí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario