Domingo
31.05.15 Fojaz. Paso parte de la tarde con Jozsef, en su bar sin
clientela, la tarde es demasiado hermosa como para encerrarse en este
oscuro local y no dispone de terraza. La gente del pueblo pasea por
los jardines, plazas y calles, casi siempre sus caminatas terminan en
el río. En el, hay alguna instalación, ahora cerrada, para
veraneantes o los caminantes de una ruta de peregrinación húngara
que casi coincide con el trazado de la Ruta 6 a su paso por el país.
Ahora están cerradas. Si bien sus bancos de picnic, barbacoas y demás están ocupadas por gente que disfruta del día festivo.
Me
desperté con lluvia, poca cosa, duró apenas unas horas y ahora hace
un tiempo caluroso. Fastidiado por el agua, por no tener moneda local
con los bancos cerrados, las tiendas, en fin, todo eso. Tan pronto
llego a Baja me propongo lograr algo de moneda. Una cafetería en el
centro me proporciona un café y el cambio restante hasta los 10
euros en florines. Suficientes con las tiendas cerradas por la
festividad.
Una
estación de servicio me ofrece la oportunidad de comprar alguna
cosa, no esta disparada de precio si bien la oferta es muy reducida.
No preciso más por hoy. Mientras recorro su centro, la rivera de un
afluente que pronto se unirá al gran río, su mercadillo, voy
tomando el ritmo de sus gentes y sus precios. A pesar de estar muchas
cosas cerradas los escaparates son útiles para ese fin. El cielo
comienza a abrirse. A la salida de la ciudad me pierdo, o mejor
dicho, pierdo las señales de la Ruta, pocos kilómetros más
adelante las retomo sin problemas.
De
nuevo me subo a esa especie de muro de contención de tierra para
rodar junto al río. En la cafetería pude ver, vía skype, a Marga.
Se encuentra en cama, con dolor, superando una dolencia que por lo
pronto amenaza sus ansiadas vacaciones y podría frustrar nuestros
planes de rodar desde Budapest a Viena por Bratislava. Quedan días
por delante, tiene billete para el día 6. ¡Confianza!, Y son muchos
días para los pocos kilómetros que me separan de la capital, si
bien ayer la Ruta 6 me dio un gran rodeo para llegar a Baja, desde
aquí a Budapest observo en los mapas, que la cantidad de kilómetros
a sumar no serán ya tantos, iré más directo y con menos rodeos, la
carretera y el río ya no van tan distanciadas una de la otra. Con
esta información decido tomarme el día tranquilo, rodar poco y
lento.
Fojaz
me ofrece buena solución para hacer noche y pese a lo temprano de la
hora decido detenerme por hoy. Y para matar el tiempo e interesarme
de nuevo por Marga es por lo que termino en el bar de Jozsef. Me
enseña, y olvido, las primeras palabras en húngaro. No se por donde
pillar este idioma que solo se asemeja a sí mismo. No es de origen
indoeuropeo.
Salimos
a fumar a la puerta, cinco metros manda la ley y la cumplimos
escrupulosamente. Para señalar el punto tiene allí plantado un
cenicero, sobre una mesa. Vamos comentando en los países donde todas
estas normas se aplican con mayor o menor celo. Le hablo de Bulgaria, Serbia o Croacia donde son las relajados, el me habla de los
autobuses checos, en Praga o la ópera, donde se lo saltan todo, de
Viena y de lo exagerado que le parece eso de los cinco metros.
La
tarde la voy consumiendo frente al río, con las familias y parejas
que ocupan las mesas, viendo jugar a los niños. Compré poco en la
gasolinera y ya cuento las horas que me faltan para plantarme en un
supermercado con florines en la cartera y darme un banquete, voy
imaginando el bocadillo que me pienso preparar para almorzar mañana
y siendo esto una zona de vinos me viene el recuerdo, y añoro, los
vasos que me daban en Francia alguna bodega que convertían esos almuerzos en festejos frente al canal. De algún modo lo que
llevo recorrido desde ayer por el río me lo recuerda mucho, salvando
las diferencias de caudal y el tipo de naturaleza que observo. Es el
pedalear junto al agua y sin el trasiego de vehículos.
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