Viernes,
sábado y domingo 01, 02 y 03.05.15 Camino a Ruse. De todos los
lugares por los que he viajado, es en Bulgaria y con diferencia,
donde más fácil me está resultando encontrar donde acampar. Junto a
la carretera, son multitud los bosquecillos que me voy encontrando
donde poder montar la tienda con comodidad, sin grandes
desplazamientos y a salvo de las miradas indiscretas de quien sea.
Incluso viajando con una tienda de doble techo naranja, lo que no
ayuda precisamente en la debida discreción que deseo. Tomo nota que
si en algún momento he de cambiar esta, lo haré por otra con
colores más discretos.
Aún
con eso, la primera noche y tras una jornada con lluvia intermitente,
prefiero encontrar un tejado bajo el que dormir y evitar el recoger
una tienda mojada a la mañana. Veo muy pocas explotaciones agrícolas
pequeñas, las hay, pero casi todo lo que me rodea son grandes
extensiones de cultivos y las instalaciones agrícolas son igualmente
grandes. Alguna ya en desuso, pero dotadas de naves, cuadras y
establos, edificios parcialmente derruidos que me pueden ofrecer una solución
para pernoctar. En uno de ellos solo veo habitada la casa de la
entrada, el guarda, a quien le pido permiso para dormir en unos
establos. La confusión es total, no hablo una palabra en su idioma y
el no entiende otro. Para complicar más la cosa, me dice con señas
que si puedo dormir, pero me lo dice al modo local, negando con la
cabeza. Tras unos minutos de absurda charla, termino entendiendo que
si puedo hacer noche allí y me instalo para descansar. Sus muchos
perros, pasaran uno tras otro a saludarme y asegurarse que no supongo
una amenaza.
La
última noche me interno en un pequeño bosque, el día a sido muy
cálido, casi caluroso, si bien por las mañanas suele refrescar,
todo sea dicho que me pongo en pie en ocasiones pasadas las cinco de
la mañana, con las primeras luces. El bosquecito tiene el suelo
sembrado de una maraña de arbustos que me hace complicado moverme
por el con la bici, entre espinos y ramas secas. El encontrar un
claro no parece tarea sencilla y tras algunas vueltas veo lo más
parecido a ello, apenas el sitio preciso para que quepa la tienda
pero no mucho más. La espesura es total y solo gracias al sonido de
la próxima carretera no termino desorientado.
Las
razones por las que en unos sitios estoy cómodo y en otros no, se me
escapa. En Bulgaria me siento bien. Como decía una gran oferta de
bosques para dormir, por las carreteras, si bien no cuento con arcén,
si me cruzo con vehículos que dejan una distancia muy generosa
cuando te adelantan haciendo la circulación segura. Buenos precios.
Si acaso la oferta de lugares donde detenerse a tomar algo, ir al
aseo, etc, no es ni de lejos como la que tenia en Turquía o en
Albania. Y puestos a poner pegas, hace tiempo que no encuentro ni un
café con leche aceptable ni bollería dulce de mi agrado, pero todo
esto son males menores.
Visito
alguna población por las que paso, haciendo tiempo. El desvío que he
tomado hacia Bucarest me la pone a tiro en las fechas previstas, si
bien llegaré antes de tiempo y procuro ir demorándome. El buen
tiempo, una carretera cómoda, la ausencia de molestias, me hace que
rodar por estos parajes hermosos sea todo un placer. Me detengo a
hacer noche a pocos kilómetros de Ruse por no hacer noche en una
ciudad y por entrar en Rumanía en un día que no sea festivo, por el
tema de cambiar moneda en banco y tener tiendas abiertas. En los
últimos kilómetros y al ser domingo, me voy cruzando con familias
rumanas que han pasado a este país para pasar una jornada primaveral
de picnic y con muchos grupos de moteros, cargados de bultos, que
usan esta carretera para ir de un país a otro en sus excursiones balcánicas.
Cicloturistas
veo igualmente. El sábado dos, uno por la mañana y otro, en
reclinada, ya por la tarde. Ambos germanos. Parada de saludo y poco
más. El domingo me cruzaré con otros tres, estos ya viajando juntos
y tan solo nos saludamos sin detenernos.
Si
bien no he visto apenas señales de la presencia musulmana en
Bulgaria, desde el sábado por la noche y la mañana del domingo, si
puedo escuchar llamadas para oración desde las próximas mezquitas
que no logro terminar de ver, tan solo oír.
Un
último apunte. Sea por que ahora dispongo de los vientos de otro
modo, sea por que he encontrado la mejor disposición de puertas
abiertas y mosquiteras cerradas, sea por que el clima es por aquí más
seco, más continental, el caso es que en las últimas semanas duermo
sin problemas de condensación en la tienda y eso me agrada mucho.
Este próximo fin de semana veré de revisarla en profundidad y
proceder a su reparación si logro encontrar en Bucarest el producto
reparador que preciso. Se trata de un gel que se extiende por las
costuras interiores del doble techo y una vez seco sustituye a sus
desaparecidas costuras termoselladas. Veremos que pasa o si
simplemente es tirar el dinero.
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