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lunes, 18 de mayo de 2015

Viernes 15.05.15. Inovo. Pavitos, patitos y leche agria. Salgo a rodar con la intención de cubrir los 72 kilómetros que me separan de la frontera, finalmente serán alguno más, lo antes posible, no quiero entrar en Serbia con la tarde muy pasada.

Con el cielo cubierto y alguna llovizna el día no es malo para apretar, sin calores de los días pasados. Si se nota no obstante la humedad, el Danubio lo tengo a mi izquierda y algunas zonas son inundadas.

Pueblos como los que vi los dos últimos días, gente amable y niños, muchos niños que siempre saludan y esperan mi palmada junto a la carretera. En la puerta de cada casa una mama pava o mama pata, atada con un cordel y rodeada de su prole.

Los precios de por aquí poco tienen que ver con los de Bucarest, con sueldos medios de 300 € pocas alegrías se pueden dar. El café del desayuno me sale por 20 cts, mismo precio que la barra de pan, la cerveza de anoche, de medio litro y en la terraza de un chiringuito, por 60 cts. En un minimarket, no hay otra cosa por los pueblos, hago algo de compra, esta mañana la leche que tenía estaba agria, se termino el poder viajar con algunas cosas y desde ahora he de cuidar lo que compro y mirar que no necesite conservación en frío. El siguiente paso será la aparición de los mosquitos que por el momento aún no hicieron acto de presencia, pero no tardarán.

Volviendo con mi amigo alemán, no se como puede subir un puerto con semejante peso o como se las verá en un día ventoso con el disparate de volumen que viaja. Como ejemplo y solo en agua, porta dos botellas de 2 litros, una de 1,5 y dos más de 1 litro cada una, total siete kilos solo en agua, en una zona donde esta la encuentras donde la precises, sea en fuentes o comprada por un precio de risa. Sobre su rueda delantera lleva más cantidad de cosas que yo sobre toda mi bici y soy de los cargados. Su rueda trasera es un despropósito de bártulos. Para que aún le cueste más moverla, monta un buje dinamo en su eje delantero. Me quejo del peso de mi candado, pues el lleva tres.

Al llegar a Calafat, feliz por la hora, me dirijo al puente, este y la autovía que lo cruza junto a una vía férrea, obra de FCC, mi sorpresa es que no me lleva a Serbia, bueno si lleva, pero pasando por Bulgaria.

Mi falta de planos y que mis apuntes terminan en Vidin hacen urgente que conecte a la red para tranquilizarme con el google maps. Nada preocupante. Mi error fue que confundí, por que está su nombre en cirílico y muy próximo a la frontera con Serbia. Tan solo he de rodar 35 kilómetros por Bulgaria para entrar. Lo dejaré para mañana, en estos últimos cuatro días me he merendado 325 kilómetros, con una media por día muy superior a mis costumbres.

Por cierto, desde ayer y tras dolerme durante la noche anterior, la pierna dejó de molestarme, se fue el dolor como vino, sin que sea capaz de entender el porque. Prefiero tener la ignorancia que el problema.

Estos días, al rodar, donde tendría que estar el arcén pero no lo hay, voy viendo gran cantidad de pequeñas serpientes muertas, no más largas que una lombriz y más delgadas que estas.


Duermo con un saco manta de Thermolite, uso mi saco de plumas como edredón de madrugada, cuando refresca y me he enamorado de esta cama, por su volumen y por que mi catre pesa más de tres kilos.


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