Viernes
15.05.15. Inovo. Pavitos, patitos y leche agria. Salgo a rodar con la
intención de cubrir los 72 kilómetros que me separan de la
frontera, finalmente serán alguno más, lo antes posible, no quiero
entrar en Serbia con la tarde muy pasada.
Con
el cielo cubierto y alguna llovizna el día no es malo para apretar,
sin calores de los días pasados. Si se nota no obstante la humedad,
el Danubio lo tengo a mi izquierda y algunas zonas son inundadas.
Pueblos
como los que vi los dos últimos días, gente amable y niños, muchos
niños que siempre saludan y esperan mi palmada junto a la carretera.
En la puerta de cada casa una mama pava o mama pata, atada con un
cordel y rodeada de su prole.
Los
precios de por aquí poco tienen que ver con los de Bucarest, con
sueldos medios de 300 € pocas alegrías se pueden dar. El café del
desayuno me sale por 20 cts, mismo precio que la barra de pan, la
cerveza de anoche, de medio litro y en la terraza de un chiringuito,
por 60 cts. En un minimarket, no hay otra cosa por los pueblos, hago
algo de compra, esta mañana la leche que tenía estaba agria, se
termino el poder viajar con algunas cosas y desde ahora he de cuidar
lo que compro y mirar que no necesite conservación en frío. El
siguiente paso será la aparición de los mosquitos que por el
momento aún no hicieron acto de presencia, pero no tardarán.
Volviendo
con mi amigo alemán, no se como puede subir un puerto con semejante
peso o como se las verá en un día ventoso con el disparate de
volumen que viaja. Como ejemplo y solo en agua, porta dos botellas de
2 litros, una de 1,5 y dos más de 1 litro cada una, total siete
kilos solo en agua, en una zona donde esta la encuentras donde la
precises, sea en fuentes o comprada por un precio de risa. Sobre su
rueda delantera lleva más cantidad de cosas que yo sobre toda mi
bici y soy de los cargados. Su rueda trasera es un despropósito de bártulos. Para que aún le cueste más moverla, monta un buje dinamo
en su eje delantero. Me quejo del peso de mi candado, pues el lleva
tres.
Al
llegar a Calafat, feliz por la hora, me dirijo al puente, este y la
autovía que lo cruza junto a una vía férrea, obra de FCC, mi
sorpresa es que no me lleva a Serbia, bueno si lleva, pero pasando por Bulgaria.
Mi
falta de planos y que mis apuntes terminan en Vidin hacen urgente que
conecte a la red para tranquilizarme con el google maps. Nada
preocupante. Mi error fue que confundí, por que está su nombre en
cirílico y muy próximo a la frontera con Serbia. Tan solo he de
rodar 35 kilómetros por Bulgaria para entrar. Lo dejaré para
mañana, en estos últimos cuatro días me he merendado 325
kilómetros, con una media por día muy superior a mis costumbres.
Por
cierto, desde ayer y tras dolerme durante la noche anterior, la
pierna dejó de molestarme, se fue el dolor como vino, sin que sea
capaz de entender el porque. Prefiero tener la ignorancia que el
problema.
Estos
días, al rodar, donde tendría que estar el arcén pero no lo hay,
voy viendo gran cantidad de pequeñas serpientes muertas, no más
largas que una lombriz y más delgadas que estas.
Duermo
con un saco manta de Thermolite, uso mi saco de plumas como edredón
de madrugada, cuando refresca y me he enamorado de esta cama, por
su volumen y por que mi catre pesa más de tres kilos.
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