Translate

lunes, 18 de mayo de 2015

Sábado 16.05.15. No se donde leí que los búlgaros están entre los pueblos más depresivos del planeta y encabezan el rankin de los europeos. Bregovo, la población por la que salgo del país a buen seguro que es toda ella un monumento viviente ( o moribundo) de dicha patología. Es sábado, hay mercado, si se le puede llamar así a los tres mustios puestos que veo, no quiero imaginarme la población en las largas y oscuras tardes de invierno.

El día, con todo, es de plomo, pesado y gris. Empleo un rato en deshacerme de la moneda local, la menuda de metal que da problemas de cambiar por otra en los bancos. Un café con leche, un brazo de gitano industrial, sabor limón, botella de agua y dos cajetillas de tabaco marca Melnik para emplear unos 5 € y derecho a la frontera que se encuentra al final de una de las calles. Dejo atrás la plaza con alguna escultura y presidida por una con placa donde luce hoz y martillo. No logro descifrar que dice.

El trámite de aduana es rápido. La funcionaria serbia mira el contenido de dos bolsillos de las alforjas y mete su nariz dentro del tarro de descafeinado. Como a dos kilómetros me cruzo con Kjetil, un trotamundos noruego de viaje desde Alemania a Estambul. Foto.
Me gustan esos retrovisores.


Ahora es normal cruzarme con alguno cada día, esta es la Ruta 6, de Eurovelo, de las más frecuentadas del continente, y las fechas ya avanzadas.

Imposible cambiar moneda en el primer pueblo. La siguiente población, Negotin, tiene tres bancos, están abiertos y he ganado una hora con el cambio horario. El problema será que no aceptan moneda búlgara y es en ella en la que cobre mi pensión cuando pasé por Burgas. Llevo encima 50 €, de Marga, de cuando le cambie algo de euros por mi moneda rumana, y con eso me estoy salvando. Salvando si no gasto más de ese dinero en los próximos días. En Serbia cambian euros, dolares y cuando les interesa, hoy no, francos suizos y libras esterlinas. Mal asunto no cambiar moneda de tus propios vecinos. Por mi parte toca apretarme el cinturón.

La Ruta 6 no está ejecutada a su paso por Rumania, realmente las primeras señales aparecen pasado Vidin y pronto veo las indicaciones que he de seguir. Ofrece alguna comodidad, al ciclista, planos en carteles, señales en cada cruce, áreas de descanso adecuadas para un picnic, alojamientos que voy viendo aún cerrados. Cuando el camino va separado de la carretera tienes la tranquilidad de no encontrar excesivo transito de vehículos. Eso, si un sábado, no les da por montar una concentración de propietarios de Alfa Romeo, que con la coartada del idiota, que no es otra que camuflarse entre más idiotas, se creen con derecho de circular como cretinos poniendo en peligro a los que por allí pasamos. Un derrape en el que logra detener el coche a un escaso medio metro de mi persona.

El recorrido va buscando el camino más próximo al río posible, lo que supone que he de añadir kilómetros a montones. El tramo desde Negotin a Donji Milanovac que es de algo menos de 60 kilómetros, usando la Vía se convierte en unos 146. A cambio de esto recibo hermosas vistas, caminos menos frecuentados y escasas cuestas. No es mal negocio.

En Mihajovac me informan que la Vía esta cortada durante no menos de 7 kilómetros a causa de corrimientos de tierra. Me tomo mi tiempo para decidir que alternativa uso y mientras vamos conversando en que camino que une el pueblo nuevo del viejo. Me va contando Joko, que así se le llaman como diminutivo de Jokovich me dice, que el pueblo viejo tiene problemas con las crecidas cuando abren la presa que hay más arriba, en una central eléctrica. Cuando me ofrece dormir en su casa tardo en aceptar, me gusta poco entrar en casas ajenas, otra cosa es montar la tienda o usar algún tejado en el exterior. Insiste hasta hacerme aceptar.

La tarde la pasaremos en casa de unos amigos suyos, Franz y su esposa. Ella es del pueblo, el fisioterapeuta vienes, ambos disfrutan de unos días de vacaciones y usan una casa que tienen alquilada en el pueblo. Me molesta el modo en que Franz trata a su esposa, como si fuera un cachorro de perro, le da ordenes señalando con el dedo mientras la mira con insistencia. Espantoso. Joko nació en Valaquia, la parte de Rumania que conozco, de padres serbios, creció en Alemania y su amistad les permite que Franz tenga con quien hablar en alemán en el pueblo y compartir afición, beben. Mucho.

Termina la noche y Joko esta borracho, como Franz, pero es con Joko con quien he de ir y me gusta muy poco. Se pone muy pesado en su casa insistiendo con muestras de hospitalidad mal entendidas y he de ponerme muy serio con el. Dudo si marcharme a pesar de que por las horas que son tengo complicado cualquier alternativa. Me retiro finalmente a dormir y el, en el patio, sigue bebiendo, escucha música y habla en voz elevada, con nadie. Me preocupa que pueda ser violento. Noche surrealista que doy por terminada con la primera luz del día en que abro la puerta y salgo aliviado, dejando a Joko en un sueño etílico. Tomo nota de la experiencia con la confianza de haber aprendido la lección.


No hay comentarios:

Publicar un comentario