Jueves
14.05.15 Frente a un lago a 72 kilómetros de Calafat. Desperté con
los sonidos de mi compañero germano y de un rebaño de ovejas. Tras
desmontar mi tienda la pongo a sacar al sol. A estas horas poco
calienta y seca lento. Veo al alemán que la pliega tras una sacudida y pienso en los problemas de moho que me ocasionó hacer lo mismo una
vez. Es fácil dejarla para más tarde o cuando la montes de nuevo.
Sucede que el día se complica, no sale el sol o llueve intensamente
y no la puedes secar. O simplemente que encuentras mejor modo de
hacer noche y no la sacas de su funda. El resultado no es bueno. Se
debe poner a secar a la primera oportunidad, por lo que pueda
suceder.
De
cualquier modo veo su recogida y plegado, el tiempo extra que
requiere una de esas tiendas tipo geodésicas, con más varillas y
pasadas por más sitios. Montar toda la estructura, o desmontarla,
con las manos ateridas de frío, enguantadas o no, bajo una fuerte
lluvia, supone un extra de tiempo adicional que no termina de
convencerme, así como el tener que montarla o desmontarla sin ningún
tipo de luz, como ya me sucedió por Francia. Su espacio interior no permitiría montar mi catre que meto en diagonal y al disponer de una
sola puerta, la tienda, forzosamente, condensa más.
Horas
más tarde. Hoy pregunté varias veces, como acostumbro, por la
distancia que me separa a algún punto, hoy fue a la frontera y
anoche lo consulté con mi compañero de pernoctación. Según todo
ello, la distancia que me tendría que quedar en ese momento no
debería ser de más de 30 o a lo sumo 35 kilómetros. Me dispongo a
reducirla en unos 10 o 15 más antes de dar el día por terminado y
pregunto de nuevo. 100 me dicen. No me lo creo y pregunto de nuevo.
100 me vuelven a decir. Con el alma por los suelos y cansado me lanzo
a dejarla en algo menos, lo menos posible y aún ruedo 28 km más
antes de detenerme.
Estos
días estoy viendo otro tipo de cultivos y de forma de trabajar. A
las grandes extensiones el paisaje va dando paso a parcelas más
reducidas, pequeñas y trabajadas a mano o con el auxilio de algún
animal. Labrar con mula, segar con guadaña. Los campesinos llegan a
sus tierras en carros tirados por sus animales, en bicicleta o los
que disponen de el, con su Dacia 1310 que no es otra cosa que un
antiguo Renault 12 maquillado. Por Turquía los vi en cantidad pero no
de Dacia si no los Renault de toda la vida que allí se siguieron fabricaron durante muchos años más. Todos saludan al pasar, amablemente.
Me
crucé por la mañana con una caravana de seis carros de gitanos. Su patria sobre cuatro ruedas y arrastrada por caballos. Niños desnudos
juegan y corretean dentro del carro. Muchos saludos.
Con
esto de los saludos es imposible cruzar cualquier pequeño pueblo,
que distan entre sí de 3 a 6 km normalmente por lo que cruzo una
gran cantidad de ellos, sin que los niños y los hay a cualquier hora
ya que no son pocos los que no van a la escuela, se pongan en fila
junto a la carretera y con su mano derecha extendida esperando que
con la mia les de una palmada. Saludan con algún hello, muchos holas
y pocos chao.
En
el pueblo donde decido detenerme al fin, pregunto por algún lugar
para acampar, me mandan a la salida, a un lago. Hay un chiringuito en
el, un club de pesca. Hablo con el dueño, Daniel, acentuado en la
“a”, quien me dice que acampe donde quiera. Una cerveza y un poco
de conversación donde me explica que gran parte de los tres millones
de rumanos que emigraron a España son de esa región, que muchos de
esos niños nacieron allí y por eso me saludan en español, ya que
es su lengua extranjera. El, de niño, estudio ruso, era obligatorio.
Su camarero trabajó en Salamanca y un cliente en un pueblo de
Valencia, se unen a la conversación. Su mujer, sin éxito, intenta
alquilarme una de las cuatro cabañas de que disponen frente al lago.
Cuando se marcha a casa, el marido me ofrece dormir en una de ellas a
cambio de uno de mis cigarrillos. Aquí no se estila el liarlos y el
nunca los ha fumado. Serán dos los que le lie y duermo finalmente en
una cómoda cabaña. Veo la puesta de sol en el lago cuando comienza
la lluvia.
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