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lunes, 18 de mayo de 2015

Jueves 14.05.15 Frente a un lago a 72 kilómetros de Calafat. Desperté con los sonidos de mi compañero germano y de un rebaño de ovejas. Tras desmontar mi tienda la pongo a sacar al sol. A estas horas poco calienta y seca lento. Veo al alemán que la pliega tras una sacudida y pienso en los problemas de moho que me ocasionó hacer lo mismo una vez. Es fácil dejarla para más tarde o cuando la montes de nuevo. Sucede que el día se complica, no sale el sol o llueve intensamente y no la puedes secar. O simplemente que encuentras mejor modo de hacer noche y no la sacas de su funda. El resultado no es bueno. Se debe poner a secar a la primera oportunidad, por lo que pueda suceder.

De cualquier modo veo su recogida y plegado, el tiempo extra que requiere una de esas tiendas tipo geodésicas, con más varillas y pasadas por más sitios. Montar toda la estructura, o desmontarla, con las manos ateridas de frío, enguantadas o no, bajo una fuerte lluvia, supone un extra de tiempo adicional que no termina de convencerme, así como el tener que montarla o desmontarla sin ningún tipo de luz, como ya me sucedió por Francia. Su espacio interior no permitiría montar mi catre que meto en diagonal y al disponer de una sola puerta, la tienda, forzosamente, condensa más.

Horas más tarde. Hoy pregunté varias veces, como acostumbro, por la distancia que me separa a algún punto, hoy fue a la frontera y anoche lo consulté con mi compañero de pernoctación. Según todo ello, la distancia que me tendría que quedar en ese momento no debería ser de más de 30 o a lo sumo 35 kilómetros. Me dispongo a reducirla en unos 10 o 15 más antes de dar el día por terminado y pregunto de nuevo. 100 me dicen. No me lo creo y pregunto de nuevo. 100 me vuelven a decir. Con el alma por los suelos y cansado me lanzo a dejarla en algo menos, lo menos posible y aún ruedo 28 km más antes de detenerme.

Estos días estoy viendo otro tipo de cultivos y de forma de trabajar. A las grandes extensiones el paisaje va dando paso a parcelas más reducidas, pequeñas y trabajadas a mano o con el auxilio de algún animal. Labrar con mula, segar con guadaña. Los campesinos llegan a sus tierras en carros tirados por sus animales, en bicicleta o los que disponen de el, con su Dacia 1310 que no es otra cosa que un antiguo Renault 12 maquillado. Por Turquía los vi en cantidad pero no de Dacia si no los Renault de toda la vida que allí se siguieron fabricaron durante muchos años más.  Todos saludan al pasar, amablemente.

Me crucé por la mañana con una caravana de seis carros de gitanos. Su patria sobre cuatro ruedas y arrastrada por caballos. Niños desnudos juegan y corretean dentro del carro. Muchos saludos.

Con esto de los saludos es imposible cruzar cualquier pequeño pueblo, que distan entre sí de 3 a 6 km normalmente por lo que cruzo una gran cantidad de ellos, sin que los niños y los hay a cualquier hora ya que no son pocos los que no van a la escuela, se pongan en fila junto a la carretera y con su mano derecha extendida esperando que con la mia les de una palmada. Saludan con algún hello, muchos holas y pocos chao.
En el pueblo donde decido detenerme al fin, pregunto por algún lugar para acampar, me mandan a la salida, a un lago. Hay un chiringuito en el, un club de pesca. Hablo con el dueño, Daniel, acentuado en la “a”, quien me dice que acampe donde quiera. Una cerveza y un poco de conversación donde me explica que gran parte de los tres millones de rumanos que emigraron a España son de esa región, que muchos de esos niños nacieron allí y por eso me saludan en español, ya que es su lengua extranjera. El, de niño, estudio ruso, era obligatorio. Su camarero trabajó en Salamanca y un cliente en un pueblo de Valencia, se unen a la conversación. Su mujer, sin éxito, intenta alquilarme una de las cuatro cabañas de que disponen frente al lago. Cuando se marcha a casa, el marido me ofrece dormir en una de ellas a cambio de uno de mis cigarrillos. Aquí no se estila el liarlos y el nunca los ha fumado. Serán dos los que le lie y duermo finalmente en una cómoda cabaña. Veo la puesta de sol en el lago cuando comienza la lluvia.

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