Lunes
27.04.15 Un bosque a mitad de camino entre Burgas y Varna. Ayer
domingo apenas si caminé un poco por la población, lo justo para
tomar un café por la mañana y otro rato a medio día para comer. La
cena la hice en mi habitación con la comida que llevo conmigo.
A
la hora que me levanto aún los bares están cerrados, termino
tomando café de una máquina que hay junto a un kiosco. Allí me
reencuentro con un antiguo conocido que he añorado desde que me
separé de el. Hay picadura para liar de George Karelias. Compro un
paquete de 20g y como dos amantes que se ven de nuevo tras una
involuntaria separación, posaremos el día en la cama. Reposando mi
rodilla dolorida y liando algún cigarrillo con mi nueva adquisición
para deleitarme con su perfume.
El
día no da para mucho más en mi estado y prefiero posponer mi visita
a Nassebar para el lunes por la mañana.
Me
despierto tarde, muy tarde, anormalmente tarde y alarmado por el modo
en que he podido dejar pasar esas preciosas horas de la mañana. El
día es espléndido y ruedo de nuevo, como hacia mucho tiempo que no
me lo permitía, en manga y pantalón corto. Un placer. Tras la visita aplazada a Nassebar donde recorro la península de su ciudad vieja,
comienzo el ascenso a los montes que me separan de Obzor. No es que
tras esa población los montes desaparezcan, pero estos se van
presentando con menos pendiente y más separados entre si. A mi
tardío despertar, le sumo dos retrasos adicionales antes de salir.
Desayuno invitado por Mitco, suena así pero no se como se escribe,
el dueño del hostal donde he dormido. Y me retraso un poco más
visitando un Lidl y haciendo poca compra.
El
camino, flanqueado por bosques en ambos lados de la carretera y en
ocasiones con alguna vista sobre el mar, es todo un placer, aumentado
por el aire cálido que no deja de refrescarme. Es pasada la hora de
comer, cuando decido ponerme algo de ropa encima, por la bajada de
temperatura y por tener que bajar lo que antes subí.
Voy
rodando con calma, la rodilla me sigue dando guerra pero no me impide
adelantar algunos kilómetros. El bosque de la mañana da paso a
campos sembrados con alguna concentración de árboles que me
proporcionan múltiples ofertas para pernoctar. Llegada la hora en
que ya no me siento con ánimo para seguir castigando mi rodilla,
busco una zona elevada en un pequeño claro del bosque y allí decido
montar la tienda. De nuevo la temperatura es cálida y recostado
sobre mi catre, fuera del saco, paso un buen rato de descanso gozando
de la quietud y belleza del paisaje. Este bosque que hace unos meses
podría resultar monótono o amenazante, ahora con los colores
primaverales es un espectáculo hermoso.
Me
separan unos 45 kilómetros de Varna y pienso parar allí hasta que
mi rodilla se recupere. Puedo rodar, mal, en estas condiciones, pero
puedo agravar mi dolencia y causarme una innecesaria lesión que me
complique mucho más las cosas. Me da rabia tener que usar un hostel para recuperarme, con lo sencillo que me está resultando encontrar bosques que me sirvan de abrigo, pero hay dos factores que me convencen a tomar esa decisión. Mi economía no va mal en este momento, gracias a los precios que me voy encontrando por aquí y el hostel de Varna, pagando en levas me sale por menos de 8 € desayuno incluido, una ganga. Por otro lado en Varna hay un Decathlon donde tengo intención de comprar un tubo de un material sellante para reparar las costuras termoselladas de mi tienda. Tras poner el producto, el doble techo, ha de estar sin plegar durante muchas horas, cosa que no me permite hacerlo sobre la marcha. El hostel dispone de patio y allí la podré reparar y continuar con mejores garantías de no terminar con la tienda anegada bajo una intensa lluvia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario