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jueves, 19 de marzo de 2015

Sábado 14.03.15 Edessa. Lo de los bares en Grecia me va a resultar complicado. Por un lado no se si aquí se estila eso de los bares de carretera, me temo que no, ayer no los vi y hoy he rodado unos 40 km o algo más sin ver ninguno. Los he de buscar en las poblaciones y con todo no hay demasiados. Hablo de la zona del país que estoy conociendo, del resto no tengo ni idea.

Mi otro problema con ellos es lo que me sucede en el interior. Recién levantado me acerco a la gasolinera a agradecer la hospitalidad, estará el socio de quien me la ofreció y estando la misma algo separada del pueblo, y en dirección contraria a donde me dirijo más una hora muy temprana, le interrogo al mismo por un bar donde tomar café. Directamente me prepara uno y me lo ofrece, eso si, a uno de los gustos que se estilan aquí que son turco o frappé. Será de estos últimos, bien frío.

Sus efectos “medicinales” me ponen las pilas para comenzar a rodar, pero noto falta de algo caliente. Y quiero calentar así mismo mis heladas manos.

Cuando llego a un desvío tengo la carretera que me lleva a Thessloniki por Edessa a mi izquierda y la que yo creía algo más larga, que no lo es, pero con menos montañas a mi derecha. Ayer el dueño de la gasolinera me recomendó la de Edessa, pero... el desvió de la derecha me parece más interesante y próximo a una población, Filotas, y quiero algo caliente. Por otro lado no hay que olvidar que salgo de Altea en dirección a Estambul tomando un “atajo” por Gibraltar, Lisboa y Finisterre. Tiempo tengo de sobra.

En Filotas encuentro mi bar, Petit Café, pido un turco con leche, grande, y me sirven una jarra de un tercio de litro, fantástico. Sábado por la mañana y el lugar muy animado, la camarera de rubio platino, rostro muy pálido, con ondas y labios color fresa intenso, su estilo muy en linea burlesque.

Con una mesa cercana discuto el mejor camino y termina participando todo el bar en que ruta es la que me conviene, por la belleza de sus paisaje, por la dificultad de sus montañas o simplemente por que pasa por el pueblo de uno de ellos. Les dejo decidir y me indican, finalmente, que regrese al desvío y ruede en dirección a Edessa. Me dejo aconsejar. A todo esto apareció la dueña del bar, más madura que la empleada y decididamente gótica. Al ir a pagar me cuenta me suelta en español: “en mi bar, los hombres como tu, no pagan”, me deja de una pieza. Vivió cuatro años en Barcelona y cuando traduce para el resto del local, este, estalla en sonoras carcajadas y aplausos. Yo no se donde meterme, bueno si, me retiro al aseo. Logro salir de allí sin tomar alcohol. Con esfuerzo pero lo logro.

Casi al entrar en Edessa, una pequeña población me parece buen sitio para hacer noche, mejor que en algo más grande y prefiero recorrer Edessa mañana, con tiempo y haciendo tiempo, que en un rato y de pasada hoy.

Unos jóvenes hacen reparaciones y adecentan un local municipal, resulta ser la sede de un grupo folclórico de baile, a uno de ellos interrogo por un lugar para montar la tienda. Se miran, se consultan y me envían justo enfrente, a un jardín junto a la oficina de correos. Me insisten en que no hay problemas en acampar allí, y allí acampo. Ciertamente sin problemas.

Desde una casa próxima, una señora me indica que apague el hornillo, alarmado y temiendo molestar lo apago y me acerco tal y como ella me indica. Finalmente la entiendo, me está diciendo que ella me trae de cenar. Alucinante. Si ya por Italia no salia de mi asombro de sus gentes, esto de Grecia no deja de sorprenderme por días.

Leo con el sol que definitivamente termina por lucir en el cielo durante un rato, que toda la mañana he tenido presencia de nubes. Los jóvenes han rechazado mi ofrecimiento a prestarles algo de ayuda, realmente son muchos y no todos andan ocupados, clavando tablones, barriendo hojas secas en el patio o descargando unos royos de maya metálica. Ne nuevo aparece la botella de ouzo y una invitación. Esta vez es por la tarde y si la acepto.

A pesar de mi negativa, mi “vecina” me trae unos sandwiches calientes, un trozo de bizcocho y huevos duros. El resto de la tarde lo paso practicando mi ingles y el de tres niños del pueblo.

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