Martes
y miércoles 24 y 25.03.15 Kabala. Ruedo por la costa viendo playas
y calas de ensueño, aún vacías.
Con
la primavera florecen los campos y los cicloturistas. El sábado, en
Thessaloniki, nos encontramos con Angela, uno de los tres ciclistas
con los que me crucé camino a la frontera de Albania y que se
dirigían a Athenas. Ahora rueda sola, pasará unos días de descanso
para continuar a Estambul. Igual me la encuentro de nuevo por allí.
Hoy martes ha sido con Jean Pierre, un maduro francés que viaja de
Estambul a su tierra, por los Balcanes. Como siempre nos detenemos e
intercambiamos información.
Poco
antes de nuestro encuentro me tropecé de cara con el León de
Amfípolis y pasé un buen rato merodeando en sus alrededores y
disfrutando del encuentro.
El
miércoles visito Kavala y decido dormir en un pequeño puerto, a su
salida, junto a una parada de taxis, todo un acierto. Converso con
ellos durante horas, me invitan a una infusión y me prometen que
velarán mis sueños, ya que algunos de ellos realizan el turno de
noche, y así debió ser por que paso una plácida noche como hacia
tiempo que no tenía.
Poco
antes de llegar a Kabala, en un pueblo a unos 15 ó 20 kilómetros,
paré a comprar algo. Por la TV puedo ver un desfile militar y caigo
en la cuenta de la gran cantidad de banderas que desde ayer vengo
observando por las calles. Es una fiesta griega. He de mirar de cual
se trata. Al salir de la tienda y llegar al paseo marítimo me
encuentro de frente con un desfile.
En
la tribuna, dos marinos, dos oficiales de tierra, una autoridad
religiosa y dos paisanos de traje. Frente a ellos la banda de música
más pobre que he visto nunca. El que la dirige lleva con paciencia y
humor las notas con que unos niños y un par de adolescentes, con
chaquetas de uniforme inmensas para sus tallas, atormentan al público
congregado en el paseo.
Desfilan,
mal, muy mal, niños con faldas, largas las de ellas y mucho más
cortas las de ellos, trajes típicos.
Leí
hace pocos días sobre el desmesurado gasto militar griego. Me
pregunto que gasto militar no es desmesurado. Sobre todo si nos
detenemos a pensar en la finalidad del mismo. O en todo lo que se
podría lograr empleando ese capital.
Recuerdo
una frase de Einstein que decía algo así como que desconocía que
armas se emplearían en una supuesta tercera Guerra Mundial, pero que
la cuarta se libraría con palos y piedras. Lo mismos nos podríamos
saltar una guerra y armar directamente a la gente de palos y piedras.
Sería más barato, menos bajas casi con seguridad y a estas alturas,
los yanquis, aún estarían apedreando Hiroshima, con lo que Nagasaki se
podría haber librado.
El
pequeño puerto, donde paso la noche, es precioso y veo sus locales
llenos de gente celebrando el día festivo. Paseo recorriendo la zona
y haciendo tiempo para que anochezca, la temperatura nocturna poco
tiene que ver con los 2 grados de la madrugada de hoy.
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