Domingo
08.02.15 Roma. Me he despertado muy tarde y durmiendo toda la noche
de un tirón. No recuerdo desde cuando no me sucedía esto.
Marga
comienza el día aun peor de como se retiró anoche, sin apenas voz y
comentando lo mal que ha pasado la noche. Se convence que en su
estado salir a la calle no es lo mejor y pasa parte de la mañana en
la cama. A la tarde se dormirá de nuevo en el sofá.
Nada
más mirar mi correo esta mañana me llevo una inmensa alegría. Lev,
del que no tenia noticias desde octubre, me ha escrito esta noche. No
contengo mi emoción.
El
día lo pasaremos en casa. Consultas en el ordenador, notas y
lecturas, ratos de TV donde veremos una película y parte de otra,
comer bien, cenar mejor, copiosamente, que Marga, a pesar de su
estado, tiene apetito y yo siempre tengo hambre. Me cuesta
convencerla de que tome al menos algún analgésico y los toma entre
protestas.
Me
ayuda a preparar el camino de salida desde su casa hasta la via
Casilina que es la que me ha de llevar por las primeras etapas. Si
por la mañana fui somnoliento durante horas, por la noche el sueño
me vence igualmente pronto. Estoy acostumbrado, por entrar en calor
dentro del saco y por la falta de mejores ocupaciones, a dormir muy
pronto y ahora, aún estando en una casa, mi cuerpo me pide dormir a
horas muy tempranas. Gracias a eso, cuando despierto de madrugada por
el frío, mi cuerpo ya reposó horas más que suficientes cada día. Aquí en casa de Marga, obviamente, no hace frío.
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