Miércoles
05.11.14 Las Galias I. Sarrance. Nieve en la cima de la montaña que
tengo frente a mi y puedo ver por la ventana de la cocina. Estoy en
una abadia de monjas en Sarrance, vi un cartel en la puerta que decia
llamar y entrar y eso hice. A quitarme el frío que desde esta mañana
metí en mi cuerpo al pasar por Somport y que a malas penas he
logrado.
Me
he adentrado 40 kilómetros en Francia y he bajado 1.200 metros en un
intento de alejarme del frío de la cumbre, pero la cocina en la que
paso la tarde solo es gélida, el exterior es peor por lo que no me
quejo agradecido de poder usarla. Cuando le indique con las manos el
gesto de que buscava techo, entendío que queria montar una tienda y
me condujo a un prado que tienen dentro del convento. Con señas le
pregunto si puedo dormir en un salón destartalado donde he dejado la
bici y me dicen que si. A todo esto a las monjas no las he visto,
hablo o lo que sea con un tal Jacobo, no se que es del convento ni
tengo posibilidad de averiguar por que hablamos lenguas distintas. Me
he podido calentar una sopa y tras esta me hice un vaso de leche. Con
eso y calcetines secos, eso de que las botas son impermeables es pura
fantasia, si no entro del todo en calor al menos detengo el frío que
me tenia agarrotado.
El
autobus, que al final tome, 2,80 € me deja en Somport a las 9 de la
mañana bajo una nevada. Cometo el error de empezar a montar los
bultos en la bici sin ponerme los guantes y lo pago caro. Una vez las
manos heladas ponerme los guantes me cuesta mucho más. Con capas de
prendas superpuestas me lanzo carretera abajo mientras la nieve me
azota la cara y cubre parcialmente mi visibilidad a consecuencia de
las gafas, malditas. La opción de detenerme para limpiarlas la veo
inutil, con lo que esta cayendo no durarian limpias más que unos
segundos y detenerme no es tampoco opción, ¿donde? Todo cerrado en
el puerto, el antiguo puesto fronterizo incluido. La solución es
alejarme lo antes posible sin caerme y bajar cota.
Nunca
habia rodado ni por la nieve ni con nieve, pero me pongo en ello con
toda precaución y tan pronto dejo atrás la cota de nieve, esta se
convierte en lluvia lo que es peor. No me detengo al pasar por Urdos,
con todo cerrado, bar incluido. En Borge si lo hago en una marquesina
de autobus. Dejó momentaneamente de llover y aprovecho para limpiar
gafas, ver mi calamitoso estado general y procurar calentar algo las
manos con escaso éxito. Los bares, perdon, el bar, sigue cerrado.
Supongo que es su mes de descanso, antes de la temporada invernal y
tras los meses de verano en que tendrán más clientela. Tampoco
observo ninguna tienda a la vista ni carteles que me la anuncien.
El
paisaje, duro, vertical, la arquitectura gris y oscura, me traen a la
cabeza las imágenes de la película “Rios de color púrpura”,
dos coches de la gendarmeria con los que me cruzo terminan de
reforzar esos pensamientos. El río a mi derecha baja con aguas
bravas, solo de pensar en su temperatura aumenta la sensación de
frío que albergo
Voy
dejando atrás pueblo tras pueblo para bajar mas la cota y poner
tierra de por medio a las cimas pirenaicas, es inutil. El pueblo en
que me detengo tiene una cima próxima de 2.600 metros, nevada por su
puesto. Bar cerrado, una carniceria-charcuteria es el primer comercio
que veo abierto, me queda por fortuna algo de pan. Y es aquí donde
veo la abadia y el cartel que invita a entrar a los peregrinos de
modo que ahí me cuelo.
Me
abre la puerta un hombre, le digo lo primero, tras saludarle que no
hablo francés. Me hace esperar y busca a alguien. Sale a recibirme
otro y este es el que confunde mi gesto de hacer un techo sobre mi
cabeza. El tema se resuelve satisfactoriamente.
No
se por que pensé en monjas. El convento es de frailes o eso supongo.
Hay una lista de los servicios religiosos y cuando asisto a
“visperas” solo aparecen ellos más el sacerdote. Más tarde
mientras fumo los veo entrar de nuevo a “completas”, no se
cuantos son ni de que orden, no llevan hábitos ni símbolos
distintivos, tan solo como constante la marca de una conocida cadena
de material deportivo que se puede leer en sus jerseys, pantalones o
botas.
Leyendo
en la colchoneta antes de salir, viene otro a saludarme, este si
habla español y supongo esta comisionado por los demás para saber
algo más de mi. Hablamos brevemente, leo un poco más y me sumo en
un profundo sueño. Necesito entrar en calor y descansar de una
jornada dura. La nieve ha sido un componente nuevo en mi viaje y no
precisamente se ha presentado en un hermoso y soleado día.
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