Lunes
03.11.14 Invirtiendo el Camino Tolosano. Arrés II. Mañana
tranquila, desayuno un par de veces con pereza. La del bar quedó en
comprar el pan para mi y a medio día pasaré a por el. Mis planes para la
mañana son poner orden en el albergue tras el lleno de ayer y
limpiar que buena falta le hace.
La
demora en la salida del grupo más numeroso hace que no pueda ponerme
en faena hasta las 12 del medio día. El trabajo me cunde y un par
horas después me dispongo a prepararme, con una cocina a mi sola y
entera disposición, una comida como hace un siglo que no me pego.
Tras el postre me meto en la cama y dormito una siesta con placer. No
se que me deparará la tarde. Dispongo de una mediocre biblioteca a
mi disposición, ya terminé el libro de Ira Levin, Las poseídas de
Stepford que comencé anoche, sobre esa mediocre novela pesan ya dos versiones cinematográficas tituladas Las mujeres perfectas. Al final
me decido por una de Lawrence Sanders del que nunca he leído antes
nada.
Aparecen
por la puerta un par de conquenses, serán tres pero el que falta
anda metido en una especie de lío de teléfonos que le ha obligado a
ir a Pamplona y llegará más tarde. Llega con un catalán que irá
hasta Santiago, ellos lo dejan en Logroño al no disponer de más
tiempo. Pronto se marchan todos al bar del que no regresarán hasta
pasadas las 10 de la noche, cenados y convenientemente bebidos dejándome el albergue a mi disposición, cosa que aprovecho para pasar notas de la información que dispongo de lugares donde
previsiblemente se puede hacer noche en mi camino por Francia e
Italia. Con eso me puedo deshacer de innumerables papelitos y del
libro de Pepe Sandoval, que dejo en el albergue para disfrute de a
quien pueda gustar.
No
deja de llover en toda la tarde y eso supone nieve en los lugares por
los que he de pasar entre mañana y pasado, pienso mientras fumo en
la puerta confiando en que me de un respiro para llegar a Jaca, después desde allí ya decidiré como y cuando subir Somport. Hasta
la fecha, las masas de agua las he cruzado, cuando no tenia un
puente, con el auxilio de los ferris. Lo se Sompotr no deja de ser
una “masa de agua” solo que en estado sólido y eso bien me
justifica a buscar lo equivalente a un ferri, que en este caso sería
o bien el autobús que me puede dejar en el mismo Somport o el tren
que me dejaría en Canfranc, ambos desde Jaca y ambos sin problemas
en llevar una bici en su interior. Todo dependerá en confirmar si
los pronósticos se cumplen y hay nieve, si no es el caso, con solo
lluvia, subiría rodando con esfuerzo pero yendo yo sobre la bici.
Paso
un rato de charla con mis compañeros de albergue, el catalán se
retira pronto, mañana quiere madrugar, dos de los conquenses no
tiene prisa y nos quedamos en el salón hablando de Cuenca
principalmente, de su ciudad y de la provincia, que conozco bien y
desde bien niño cuando anduve por su serranía un par de veranos con
la mochila a la espalda, la última vez la crucé en invierno, pasé
un par de días y de allí por la nieve, en coche y tras una máquina
quitanieves, hasta Albarracín. Me hablan de un documental sobre
Zobel, del que admiro su obra, que dicen no puedo dejar de ver. Tomo
nota.
Por la mañana, haciendo tiempo a que los remolones abandonen el
albergue, me acerque paseando por el pueblo, hasta un grupo de
caballos. A esa hora se reunieron un grupo de franceses que a las
afueras del pueblo, 32 habitantes, tienen aparcadas las
autocaravanas, tras montar en los caballos emprenden una excursión
por el valle del río Aragón. Me comentaron ayer en el bar que en el
pueblo llegaron a ser solo 10 personas la que vivían y que ahora
viven un período de revitalización en que incluso hay niños. Las
casas no habitadas son principalmente segundas residencias, con lo
que en verano o fines de semana suelen tener vecinos. No es el único caso en la Jacetania, pasé ayer por pueblos que presentan el mismo grado de abandono.
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