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martes, 4 de noviembre de 2014

Lunes 03.11.14 Invirtiendo el Camino Tolosano. Arrés II. Mañana tranquila, desayuno un par de veces con pereza. La del bar quedó en comprar el pan para mi y a medio día pasaré a por el. Mis planes para la mañana son poner orden en el albergue tras el lleno de ayer y limpiar que buena falta le hace.

La demora en la salida del grupo más numeroso hace que no pueda ponerme en faena hasta las 12 del medio día. El trabajo me cunde y un par horas después me dispongo a prepararme, con una cocina a mi sola y entera disposición, una comida como hace un siglo que no me pego. Tras el postre me meto en la cama y dormito una siesta con placer. No se que me deparará la tarde. Dispongo de una mediocre biblioteca a mi disposición, ya terminé el libro de Ira Levin, Las poseídas de Stepford que comencé anoche, sobre esa mediocre novela pesan ya dos versiones cinematográficas tituladas Las mujeres perfectas. Al final me decido por una de Lawrence Sanders del que nunca he leído antes nada.

Aparecen por la puerta un par de conquenses, serán tres pero el que falta anda metido en una especie de lío de teléfonos que le ha obligado a ir a Pamplona y llegará más tarde. Llega con un catalán que irá hasta Santiago, ellos lo dejan en Logroño al no disponer de más tiempo. Pronto se marchan todos al bar del que no regresarán hasta pasadas las 10 de la noche, cenados y convenientemente bebidos dejándome el albergue a mi disposición, cosa que aprovecho para pasar notas de la información que dispongo de lugares donde previsiblemente se puede hacer noche en mi camino por Francia e Italia. Con eso me puedo deshacer de innumerables papelitos y del libro de Pepe Sandoval, que dejo en el albergue para disfrute de a quien pueda gustar.

No deja de llover en toda la tarde y eso supone nieve en los lugares por los que he de pasar entre mañana y pasado, pienso mientras fumo en la puerta confiando en que me de un respiro para llegar a Jaca, después desde allí ya decidiré como y cuando subir Somport. Hasta la fecha, las masas de agua las he cruzado, cuando no tenia un puente, con el auxilio de los ferris. Lo se Sompotr no deja de ser una “masa de agua” solo que en estado sólido y eso bien me justifica a buscar lo equivalente a un ferri, que en este caso sería o bien el autobús que me puede dejar en el mismo Somport o el tren que me dejaría en Canfranc, ambos desde Jaca y ambos sin problemas en llevar una bici en su interior. Todo dependerá en confirmar si los pronósticos se cumplen y hay nieve, si no es el caso, con solo lluvia, subiría rodando con esfuerzo pero yendo yo sobre la bici.

Paso un rato de charla con mis compañeros de albergue, el catalán se retira pronto, mañana quiere madrugar, dos de los conquenses no tiene prisa y nos quedamos en el salón hablando de Cuenca principalmente, de su ciudad y de la provincia, que conozco bien y desde bien niño cuando anduve por su serranía un par de veranos con la mochila a la espalda, la última vez la crucé en invierno, pasé un par de días y de allí por la nieve, en coche y tras una máquina quitanieves, hasta Albarracín. Me hablan de un documental sobre Zobel, del que admiro su obra, que dicen no puedo dejar de ver. Tomo nota.

Por la mañana, haciendo tiempo a que los remolones  abandonen el albergue, me acerque paseando por el pueblo, hasta un grupo de caballos. A esa hora se reunieron un grupo de franceses que a las afueras del pueblo, 32 habitantes, tienen aparcadas las autocaravanas, tras montar en los caballos emprenden una excursión por el valle del río Aragón. Me comentaron ayer en el bar que en el pueblo llegaron a ser solo 10 personas la que vivían y que ahora viven un período de revitalización en que incluso hay niños. Las casas no habitadas son principalmente segundas residencias, con lo que en verano o fines de semana suelen tener vecinos. No es el único caso en la Jacetania, pasé ayer por pueblos que presentan el mismo grado de abandono.


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