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martes, 22 de julio de 2014

Viernes 18.07.14 Cabo de Gata. Ayer cansado y aburrido en San José, definitivamente hay lugares con los que no logras conectar, me pongo en marcha.

Entro por la pista de tierra que une San José a Cabo de Gata que si bien tiene parte cerrada al tráfico a motor me permite unir ambas poblaciones sin dar un largo rodeo. Por esa pista, una bici con otras ruedas y sin carga se la merienda con placer, no así la mía que sufre el traqueteo del irregular suelo trufado de cantos y padece en las bajadas el riesgo de la grava acumulada, pero se ira haciendo. Preciosa playa de Los Genoveses, bonita Mónsul, las calas se suceden por un paisaje de singular belleza. Continuo por la pista cuando una señal indica el final del tráfico a motor, solo sigue mas allá un autobús que recorre esa pista con paradas en sus calas, su última parada es unto a la verja que ya cierra definitivamente el acceso.

Allí tres manchegas esperan su autobús para regresar al camping y los cuatro improvisamos una merienda de fruta a la que también me invitan, de hecho me regalan no solo su conversación y compañía si no además la fruta no consumida con lo que termino comiendo por el camino un melocotón, dos manzanas y un plátano, gran banquete.

Antes de eso dos guardas me han llenado de agua los bidones por que como soy idiota me he metido a hacer la travesía sin comida ni agua.

Desde ahí la pista se hace mas dura, pica en alto y mucho, sobre un suelo de piedras sueltas que hace que cada paso suponga mas esfuerzo, así hasta la Torre Blanca en donde a escasos metros me detengo a charlar con una pareja, usan bicis Elektrike, con un pequeño motor que ellos venden desde Córdoba. Derrochan simpatía, ya nos cruzamos antes en Las Negras, en esta ocasión nos damos correos y me prometen enviar la foto que nos hacemos.. Un poco más y descanso, hasta EL Faro donde me alcanza la noche.

He perdido un tornillo de las gafas, la patilla esta suelta, el último rato de luz lo empleo en tallar un trocito de caña y fabricarme uno provisional, hasta que llegue a Almeria no podre tener otro repuesto, en Cabo de Gata no hay ópticas me dice la bibliotecaria, en pasado la mañana en sus dominios, aire acondicionado, aseos, silla acolchada y portátil sobre una mesa. Antes desayuné en La Almadraba, en la terraza de un hotelito donde me reconcilie con la humanidad gracias al auxilio de un tazón de café con leche y unas tostadas. Las gafas se caen con este invento, no se sujetan bien en la cabeza, por lo que con una goma del pelo que de tan estirada ya no le daba uso, improviso con un par de nudos en las patillas tras romperla algo para mantenerlas en su sitio.

Poco antes de comer, ya en la playa de Cabo de Gata, converso con Guillermo, cicloturista de Granada, sobre los cambios internos, Sturmey Archer, Shimano o Rohloff, recuerdo que pasé mi época en la que me dio por ellos e incluso rodé un tiempo con el primero de ellos.

Las horas tontas del sol alto las paso hoy en La Goleta, de charla con la dueña quien me confirma el mal comienzo de temporada que sospecho desde hace días, hoy solo dos mesas ocupadas y a la salida me encuentro con Raul, tiene alquilado un apartamento justo allí mismo, me ofrece su casa, para una ducha, lavar, lo que sea, un melón que después a la noche me acercará a donde estoy y sera mi cena.

Uno de ellos, Guillermo o Raul “me manda” a Flo, cicloturista con origen París y destino Marruecos, tal vez Senegal, si encuentra el modo de evitar Mauritania. Buceador, viaja con la intención de unirse a un proyecto humanitario donde le esperan unos amigos, desde allí facturará su bici a París. Viaja ligero, poco peso y buen físico. Mañana se va por el faro a San José, el tramo que hice ayer y me interroga, nos contamos batallitas y alaba el comportamiento cívico y paciente de los conductores españoles para con los ciclistas, aquí tan denostado y criticado, con respecto a los que se ha encontrado por otras tierras. Me resulta curiosa cuanto menos su observación por que si bien se habla siempre de lo contrario lo cierto es que en estos días y kilómetros transcurridos me he encontrado en todo momento con un comportamiento en las carreteras que supera con mucho las mejores expectativas que podría esperar.

Aparece Ángela, monta su “boutique” en un instante y allí pasamos las horas, compartiendo algún cigarrillo, galletas, el melón.

Flo va a buscar donde dormir hacia el este, yo me marcho dirección norte a lo mismo, apartándome de la linea de playa, Ángela se queda a tomar unas cervezas.


Sin luz, sin ganas ni inspiración me tiro al suelo al poco de salir del pueblo, noche de mucha humedad que paso con la colchoneta inclinada hacia los pies y escorada a mi izquierda, con un par de mosquitos ecuestres, inmensos, que mato de un manotazo, hoy en el colmo de la desidia, pura dejadez, no me he puesto la loción y así despierto a las 6 y poco, con el saco calado por fuera, empapado de sudor por dentro, con sensación de suciedad, frío. Un desastre.

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