Viernes
18.07.14 Cabo de Gata. Ayer cansado y aburrido en San José,
definitivamente hay lugares con los que no logras conectar, me pongo
en marcha.
Entro
por la pista de tierra que une San José a Cabo de Gata que si bien
tiene parte cerrada al tráfico a motor me permite unir ambas
poblaciones sin dar un largo rodeo. Por esa pista, una bici con otras
ruedas y sin carga se la merienda con placer, no así la mía que
sufre el traqueteo del irregular suelo trufado de cantos y padece en
las bajadas el riesgo de la grava acumulada, pero se ira haciendo.
Preciosa playa de Los Genoveses, bonita Mónsul, las calas se suceden
por un paisaje de singular belleza. Continuo por la pista cuando una
señal indica el final del tráfico a motor, solo sigue mas allá un autobús que recorre esa pista con paradas en sus calas, su última parada es unto a la verja que ya cierra definitivamente el acceso.
Allí tres manchegas esperan su autobús para regresar al camping y los
cuatro improvisamos una merienda de fruta a la que también me
invitan, de hecho me regalan no solo su conversación y compañía si
no además la fruta no consumida con lo que termino comiendo por el
camino un melocotón, dos manzanas y un plátano, gran banquete.
Antes
de eso dos guardas me han llenado de agua los bidones por que como
soy idiota me he metido a hacer la travesía sin comida ni agua.
Desde
ahí la pista se hace mas dura, pica en alto y mucho, sobre un suelo
de piedras sueltas que hace que cada paso suponga mas esfuerzo, así
hasta la Torre Blanca en donde a escasos metros me detengo a charlar
con una pareja, usan bicis Elektrike, con un pequeño motor que ellos
venden desde Córdoba. Derrochan simpatía, ya nos cruzamos antes en
Las Negras, en esta ocasión nos damos correos y me prometen enviar
la foto que nos hacemos.. Un poco más y descanso, hasta EL Faro
donde me alcanza la noche.
He
perdido un tornillo de las gafas, la patilla esta suelta, el último
rato de luz lo empleo en tallar un trocito de caña y fabricarme uno
provisional, hasta que llegue a Almeria no podre tener otro repuesto,
en Cabo de Gata no hay ópticas me dice la bibliotecaria, en pasado la
mañana en sus dominios, aire acondicionado, aseos, silla acolchada y portátil sobre una mesa. Antes desayuné en La Almadraba, en la
terraza de un hotelito donde me reconcilie con la humanidad gracias
al auxilio de un tazón de café con leche y unas tostadas. Las gafas
se caen con este invento, no se sujetan bien en la cabeza, por lo que
con una goma del pelo que de tan estirada ya no le daba uso,
improviso con un par de nudos en las patillas tras romperla algo para
mantenerlas en su sitio.
Poco
antes de comer, ya en la playa de Cabo de Gata, converso con
Guillermo, cicloturista de Granada, sobre los cambios internos,
Sturmey Archer, Shimano o Rohloff, recuerdo que pasé mi época en la
que me dio por ellos e incluso rodé un tiempo con el primero de
ellos.
Las
horas tontas del sol alto las paso hoy en La Goleta, de charla con la
dueña quien me confirma el mal comienzo de temporada que sospecho
desde hace días, hoy solo dos mesas ocupadas y a la salida me
encuentro con Raul, tiene alquilado un apartamento justo allí mismo,
me ofrece su casa, para una ducha, lavar, lo que sea, un melón que después a la noche me acercará a donde estoy y sera mi cena.
Uno
de ellos, Guillermo o Raul “me manda” a Flo, cicloturista con
origen París y destino Marruecos, tal vez Senegal, si encuentra el
modo de evitar Mauritania. Buceador, viaja con la intención de
unirse a un proyecto humanitario donde le esperan unos amigos, desde allí facturará su bici a París. Viaja ligero, poco peso y buen
físico. Mañana se va por el faro a San José, el tramo que hice
ayer y me interroga, nos contamos batallitas y alaba el
comportamiento cívico y paciente de los conductores españoles para
con los ciclistas, aquí tan denostado y criticado, con respecto a
los que se ha encontrado por otras tierras. Me resulta curiosa cuanto
menos su observación por que si bien se habla siempre de lo
contrario lo cierto es que en estos días y kilómetros transcurridos
me he encontrado en todo momento con un comportamiento en las
carreteras que supera con mucho las mejores expectativas que podría
esperar.
Aparece Ángela, monta su “boutique” en un instante y allí pasamos las
horas, compartiendo algún cigarrillo, galletas, el melón.
Flo
va a buscar donde dormir hacia el este, yo me marcho dirección norte
a lo mismo, apartándome de la linea de playa, Ángela se queda a tomar
unas cervezas.
Sin
luz, sin ganas ni inspiración me tiro al suelo al poco de salir del
pueblo, noche de mucha humedad que paso con la colchoneta inclinada
hacia los pies y escorada a mi izquierda, con un par de mosquitos
ecuestres, inmensos, que mato de un manotazo, hoy en el colmo de la
desidia, pura dejadez, no me he puesto la loción y así despierto a
las 6 y poco, con el saco calado por fuera, empapado de sudor por
dentro, con sensación de suciedad, frío. Un desastre.
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