Lunes
28.07.14 Salobreña – Almuñecar. Noche rara y húmeda. Ayer vi
unos bancos bajo un tejadillo en el diminuto paseo marítimo de
Carchuna, a las 22:00 estaba vacío, encajo la bici tras un banco y
entre ella y yo me embuto con la mochila y el petate, todo candado,
comienzo mi ritual de antes de dormir, gotas en los ojos incluidas,
sopla algo más que una fresca brisa del mar y me duermo. Una hora
más tarde me despierto, 10, 15, 20, 30 personas ocupan los escasos
bancos de este paseo, algunas sentadas otras en pie, jóvenes y menos
jóvenes, con sus perros algunos. Especial mención a una señora que
pone su empeño en gritar de modo que su cháchara domina en todo el
paseo marítimo, algún que otro berrido más, estos de los mas
jóvenes para llamar a sus canes. Yo alucinado, no los vi llegar
siquiera, el banco detrás del que ando acomodado también esta
ocupado. La fresca brisa se ha convertido en un frío viento que la
gente comenta quiero suponer que no al que está a su lado y lo padece si no a la familia y amigos que dejaron en Granada,
a unos 80 km, y que seguro les pueden escuchar por el volumen que
emplean. Me he despertado congestionado, la nariz tapada, extiendo el
saco, meto la cabeza dentro de el y me desentiendo del bullicio para despertar algo mas tarde y ver que de nuevo estoy solo.
Ya
por la mañana amanezco con el saco mojado por fuera y dentro, la
camiseta es una pura sopa pero desapareció la congestión de la
noche. Recojo las cosas mientras devuelvo saludos a algunos
caminantes madrugadores, otra corre y otro más en bici, tomo la mía y me dirijo al pueblo a desayunar. Me pongo en marcha temprano, cruzo
Torrenueva en dirección a Motril donde no tengo la necesidad de
entrar, de allí al puerto y desde este a Salobreña, recargo
parcialmente la batería del portátil, subo un post, me ajustan las
gafas y compro un cordón para sujetarlas, 1 + 2 €, me informo en
Yoigo de las gestiones que
preciso
hacer con lo de móvil robado, un plano en información turística, me
cunde la mañana, ducha en la playa y buscar fruta completan el
tiempo hasta la hora de comer.
En
la playa charlo con un cicloturista de Córdoba, ahora de vacaciones
con la familia. Pienso que los cicloturistas no se resisten a un
breve intercambio de experiencias cuando se encuentras con otros,
para mi fortuna ya que agradezco cualquier contacto humano. Como a la
salida de la población a la sombra del puente y árboles que dan la
nacional 340 a su paso por el pueblo. Después una cabezada amenizada
de hormigas y moscas mientras el saco se va secando sobre la bici en
un intento de eliminar toda la humedad acumulada esta noche. No dejo
de pensar en el modo en que me tendré que organizar cuando por la
estación y la zona la lluvia haga acto de presencia, no se si con
acierto me comento alguien hace unos días que por Málaga esta es
más frecuente. En un rato cuando el sol baje un poco saldré para
Almuñecar y de ahí a entrar en Málaga serán pocos kilómetros.
Si
bien la sierra que veo al norte está pelada ha sido notable el
cambio en los campos, tras los plásticos de Carchuna al llegar a
Motril veo la primera acequia, con el alegre y refrescante sonido del
agua y desde el Puerto de Motril a Salobreña ruedo entre frutales,
viendo regadíos inundarse a mi derecha.
Tiene
el Puerto de Motril por lo visto mayor tráfico con el norte de
África que Málaga y veo colas de vehículos que desde media Europa
han decidido partir por aquí para sus vacaciones, así como carteles
en árabe en bares, tiendas donde algunos viajeros reponen fuerzas y
realizan sus últimas compras mientras esperan la salida.
También
compre tabaco y no es que fume tanto pero, entre el que se me vuela y
lo rápido que en ocasiones se me consumen algunos cigarrillos por el
viento, lo tenía cerca de terminarse. Anoche por ejemplo apenas me
dio tiempo a tres caladas, el resto pude ver como se lo fumó el
viento. Ahora reparo en que las dotaciones de la pequeña playa que
hay frente a su paseo marítimo en Carchuna esta excesivamente
cargada, en pocos metros se acumulan tal cantidad de elementos que
casi ocupan tan angosto espacio. En lugar de un módulo de aseos para
mujeres, hombre y minusválidos, tienen tres, juegos infantiles,
caseta de socorristas más su torre, duchas y algún módulo más que
no recuerdo.
Hay
alforjas de viaje y otras que no lo son, igual sirven para llevar un
libro, una compra ligera o a saber con que finalidad están pensados,
en tres días los que llevo tienen toda una costura lateral que ha
saltado y mantengo unida con una cincha, las cremalleras de los
bolsillos ya no cierran y la cordura de ambos bolsillos rota, si,
reventada. Cumplen su función aún pero lo harán por mucho menos
tiempo del que esperaba y necesitaran sustitución en cualquier
momento. Por otro lado la canasta delantera es todo un acierto, me
está haciendo un fantástico papel, hay cosas que no merece la pena
llegar a candar o incluso es mejor que estén al aire, desde esa
botella a medias de agua, la fruta que termine de comprar o el pan,
una camiseta húmeda que ahí termina de secarse para cambiarme en lo
alto de un puerto y evitar de ese modo el rápido descenso mojado,
una toalla con la que me seco frente y rostro o las gafas siempre con
gotas de sudor. La medio cierro con un trozo de cable de electricidad
para evitar que algo salga volando y por el momento funciona. A todo
esto es mas ligera y tiene más capacidad que una bolsa de manillar,
esta mejor anclada y el que se vea lo que guarda en su interior la
hace menos apetecible ante posibles hurtos.
Aparece
Dani, en bici, baja y se estira en la larga bancada de obra que uso,
leo La Divina Comedia, la termino de empezar hace un momento, edición
de bolsillo y de viejo, 1 €. Llegue hasta allí siguiendo
indicaciones de la oficina de Turismo, debería de continuar hasta la
playa que me indicaron pero un tramo de arena que he de cruzar mas
los escalones de una pasarela que le da acceso me detienen, además
prefiero dormir donde me encuentro presumiendo que el banco de obra y
la higuera al otro lado me protegerán algo. Comenzamos a charlar,
primero de bicis, de componentes, de las rutas que el hace, también
de mi viaje y destinos, de tiendas donde podré comprar un casco
mañana, pero el me ofrece el suyo y se niega a cobrarme.
Nos
hace una foto Ricardo que se unió a nosotros hace unos minutos, si
Dani es de Almuñecar, Ricardo es de cerca de Valencia viviendo entre
Madrid y Málaga, pero ahora anda aquí de vacaciones, nos cuenta un
viaje que hizo en bici por Gales y sur de Inglaterra, la lluvia que
les acompaño cada día, pasamos así las horas, con algún manotazo
para espantar los mosquitos que aparecen, saco el repelente, Dani ya
nos dejó. Repasando la bici juntos miramos las bielas de plástico que me preocupan, recuerdo haber roto ya unas similares, quebrándose el trozo que rodea a la tuerca del pedal, como se parte cuando
ejerces fuerza en ese punto, en ocasiones cargando con el cuerpo, la caída suele ser segura. Me ofrece unas bielas que tiene en
Benalmádena por donde es más que probable que pase, estaremos en
contacto por correo.
Preparo
la colchoneta y me dispongo a dormir. Tapado pues se ha levantado una
fuerte brisa del mar que trae hasta mi su insistente sonido, sonido
que entra en mis sueños, en otro lugar, con otra gente pero
igualmente con olas que barren las calles de un pueblo que se que
conozco pero no corresponde a ninguno, olas que entran en las casas,
llueve en mi sueño también dentro de esas mismas casas, por fortuna
para mi tan solo en el sueño.
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