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miércoles, 30 de julio de 2014

Lunes 28.07.14 Salobreña – Almuñecar. Noche rara y húmeda. Ayer vi unos bancos bajo un tejadillo en el diminuto paseo marítimo de Carchuna, a las 22:00 estaba vacío, encajo la bici tras un banco y entre ella y yo me embuto con la mochila y el petate, todo candado, comienzo mi ritual de antes de dormir, gotas en los ojos incluidas, sopla algo más que una fresca brisa del mar y me duermo. Una hora más tarde me despierto, 10, 15, 20, 30 personas ocupan los escasos bancos de este paseo, algunas sentadas otras en pie, jóvenes y menos jóvenes, con sus perros algunos. Especial mención a una señora que pone su empeño en gritar de modo que su cháchara domina en todo el paseo marítimo, algún que otro berrido más, estos de los mas jóvenes para llamar a sus canes. Yo alucinado, no los vi llegar siquiera, el banco detrás del que ando acomodado también esta ocupado. La fresca brisa se ha convertido en un frío viento que la gente comenta quiero suponer que no al que está a su lado y  lo padece si no a la familia y amigos que dejaron en Granada, a unos 80 km, y que seguro les pueden escuchar por el volumen que emplean. Me he despertado congestionado, la nariz tapada, extiendo el saco, meto la cabeza dentro de el y me desentiendo del bullicio para despertar algo mas tarde y ver que de nuevo estoy solo.

Ya por la mañana amanezco con el saco mojado por fuera y dentro, la camiseta es una pura sopa pero desapareció la congestión de la noche. Recojo las cosas mientras devuelvo saludos a algunos caminantes madrugadores, otra corre y otro más en bici, tomo la mía y me dirijo al pueblo a desayunar. Me pongo en marcha temprano, cruzo Torrenueva en dirección a Motril donde no tengo la necesidad de entrar, de allí al puerto y desde este a Salobreña, recargo parcialmente la batería del portátil, subo un post, me ajustan las gafas y compro un cordón para sujetarlas, 1 + 2 €, me informo en Yoigo de las gestiones que
preciso hacer con lo de móvil robado, un plano en información turística, me cunde la mañana, ducha en la playa y buscar fruta completan el tiempo hasta la hora de comer.

En la playa charlo con un cicloturista de Córdoba, ahora de vacaciones con la familia. Pienso que los cicloturistas no se resisten a un breve intercambio de experiencias cuando se encuentras con otros, para mi fortuna ya que agradezco cualquier contacto humano. Como a la salida de la población a la sombra del puente y árboles que dan la nacional 340 a su paso por el pueblo. Después una cabezada amenizada de hormigas y moscas mientras el saco se va secando sobre la bici en un intento de eliminar toda la humedad acumulada esta noche. No dejo de pensar en el modo en que me tendré que organizar cuando por la estación y la zona la lluvia haga acto de presencia, no se si con acierto me comento alguien hace unos días que por Málaga esta es más frecuente. En un rato cuando el sol baje un poco saldré para Almuñecar y de ahí a entrar en Málaga serán pocos kilómetros.

Si bien la sierra que veo al norte está pelada ha sido notable el cambio en los campos, tras los plásticos de Carchuna al llegar a Motril veo la primera acequia, con el alegre y refrescante sonido del agua y desde el Puerto de Motril a Salobreña ruedo entre frutales, viendo regadíos inundarse a mi derecha.

Tiene el Puerto de Motril por lo visto mayor tráfico con el norte de África que Málaga y veo colas de vehículos que desde media Europa han decidido partir por aquí para sus vacaciones, así como carteles en árabe en bares, tiendas donde algunos viajeros reponen fuerzas y realizan sus últimas compras mientras esperan la salida.

También compre tabaco y no es que fume tanto pero, entre el que se me vuela y lo rápido que en ocasiones se me consumen algunos cigarrillos por el viento, lo tenía cerca de terminarse. Anoche por ejemplo apenas me dio tiempo a tres caladas, el resto pude ver como se lo fumó el viento. Ahora reparo en que las dotaciones de la pequeña playa que hay frente a su paseo marítimo en Carchuna esta excesivamente cargada, en pocos metros se acumulan tal cantidad de elementos que casi ocupan tan angosto espacio. En lugar de un módulo de aseos para mujeres, hombre y minusválidos, tienen tres, juegos infantiles, caseta de socorristas más su torre, duchas y algún módulo más que no recuerdo.

Hay alforjas de viaje y otras que no lo son, igual sirven para llevar un libro, una compra ligera o a saber con que finalidad están pensados, en tres días los que llevo tienen toda una costura lateral que ha saltado y mantengo unida con una cincha, las cremalleras de los bolsillos ya no cierran y la cordura de ambos bolsillos rota, si, reventada. Cumplen su función aún pero lo harán por mucho menos tiempo del que esperaba y necesitaran sustitución en cualquier momento. Por otro lado la canasta delantera es todo un acierto, me está haciendo un fantástico papel, hay cosas que no merece la pena llegar a candar o incluso es mejor que estén al aire, desde esa botella a medias de agua, la fruta que termine de comprar o el pan, una camiseta húmeda que ahí termina de secarse para cambiarme en lo alto de un puerto y evitar de ese modo el rápido descenso mojado, una toalla con la que me seco frente y rostro o las gafas siempre con gotas de sudor. La medio cierro con un trozo de cable de electricidad para evitar que algo salga volando y por el momento funciona. A todo esto es mas ligera y tiene más capacidad que una bolsa de manillar, esta mejor anclada y el que se vea lo que guarda en su interior la hace menos apetecible ante posibles hurtos.

Aparece Dani, en bici, baja y se estira en la larga bancada de obra que uso, leo La Divina Comedia, la termino de empezar hace un momento, edición de bolsillo y de viejo, 1 €. Llegue hasta allí siguiendo indicaciones de la oficina de Turismo, debería de continuar hasta la playa que me indicaron pero un tramo de arena que he de cruzar mas los escalones de una pasarela que le da acceso me detienen, además prefiero dormir donde me encuentro presumiendo que el banco de obra y la higuera al otro lado me protegerán algo. Comenzamos a charlar, primero de bicis, de componentes, de las rutas que el hace, también de mi viaje y destinos, de tiendas donde podré comprar un casco mañana, pero el me ofrece el suyo y se niega a cobrarme.

Nos hace una foto Ricardo que se unió a nosotros hace unos minutos, si Dani es de Almuñecar, Ricardo es de cerca de Valencia viviendo entre Madrid y Málaga, pero ahora anda aquí de vacaciones, nos cuenta un viaje que hizo en bici por Gales y sur de Inglaterra, la lluvia que les acompaño cada día, pasamos así las horas, con algún manotazo para espantar los mosquitos que aparecen, saco el repelente, Dani ya nos dejó. Repasando la bici juntos miramos las bielas de plástico que me preocupan, recuerdo haber roto ya unas similares, quebrándose el trozo que rodea a la tuerca del pedal, como se parte cuando ejerces fuerza en ese punto, en ocasiones cargando con el cuerpo, la caída suele ser segura. Me ofrece unas bielas que tiene en Benalmádena por donde es más que probable que pase, estaremos en contacto por correo.

Preparo la colchoneta y me dispongo a dormir. Tapado pues se ha levantado una fuerte brisa del mar que trae hasta mi su insistente sonido, sonido que entra en mis sueños, en otro lugar, con otra gente pero igualmente con olas que barren las calles de un pueblo que se que conozco pero no corresponde a ninguno, olas que entran en las casas, llueve en mi sueño también dentro de esas mismas casas, por fortuna para mi tan solo en el sueño.



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