Domingo
27.07.14 Los domingos los encuentro aburridos, las tardes
especialmente. Alguna gente en la playa pero con escasas sombras
disponibles normalmente las suelo evitar y más a esas horas primeras
de la tarde, el resto de la población permanece sumida en una especie
de escenario de catástrofe post-nuclear, son las horas de las siestas
con o sin el auxilio de Tour de France, mano de santo para insomnes
siesteros.
Estoy
en Castell del Ferro donde llegué temprano y me detuve para evitar
achicharrarme, las temperaturas han subido y el inmisericorde astro
castiga de lo lindo si bien dispongo de una precaria sombra de
araucaria frente a lo que parece un abandonado cuartelillo de la
benemérita. Tras recorrer el pueblo, comprar pan y fruta, una breve
conexión para mirar correo y explorar he podido hacer un rápido
censo de sombras pública, rápido por lo escaso de estas y la
araucaria tiene el tiempo tasado. No, el cuartelillo no esta
abandonado, ahora veo la puerta abierta, tan solo está sensatamente
cerrado a cal y canto, puertas y ventanas, supongo que con la
intención de conservarse aislado del sol de plomo y el aire tórrido
que circula.
Ya próximo a Motril puedo confirmar algo que me contaron hace de ello
más de treinta años. Allá por Córdoba consumía yo mi ardor
guerrero por imperativo legal y tenia como compañero de remplazo a
un natural de Motril. Este me aseguró que en su tierra es donde más
se maltrata el castellano o eso me pareció entender entre sonidos
de difícil clasificación. Bueno, ahora en serio, se le entendía perfectamente pero si es del todo cierto, torturan las palabras hasta
un grado en que se requiere en ocasiones poner especial atención si
pretendes entender todo lo que están diciendo, supongo que para los
que no estamos habituados a oírles. Un par de conversaciones con
indicaciones para encontrar los aseos de la playa, tiendas y demás,
así como el tiempo pasado con Manolo compartiendo un cigarrillo en
el que me ha hecho un resumen de su vida con algo de esfuerzo por mi
parte para seguirlo, en serio. Vocales o consonantes son opcionales
en la mayor parte de las palabras que usa pero cuando se decide a
usar una vocal en ocasiones la puede alargar, estirar mientras la
entona y todo eso para plantearme supongo que sin pretenderlo una
paradoja, ¿recuerdas esa que dice “este enunciado es falso”?,
pues bien, este Manolo, de Castell de Ferro me dice, “no te fíes de
la gente de Castell de Ferro”, ahí queda eso.
Paso
las horas tontas, persiguiendo sombras, un cicloturista, Jose Luís,
regresa de una semana por Cabo de Gata, a finales de agosto saldrá
en dirección Santiago de Compostela desde Sevilla, Ruta de la Plata,
tiene una rueda que pierde aire y ha extraviado su infladora, como
soy un desastre no caigo en ofrecerle una cámara, solo reparo en
ello en el momento de escribir estas letras horas más tarde en mi
cuaderno. Como lo lamento. Eso antes de lavarme el pelo.
Salgo
en dirección Calahonda y desde allí a la próxima Carchuna, en
Calahonda converso con un ciclista que es de la zona y me pasa
indicaciones. Bonita población, tranquila y cuidada. Más pequeño
aún es el grupo de casas de Carchuna que hay junto a la playa
dejando la población oculta tras un laberinto de plásticos donde
puedes ver indicaciones par ir a un bar o la farmacia.
Ese
grupo de casas frente a la playa en Carchuna es un recoleto conjunto
residencial con un bar y la pequeña playa el final de la que comenzó en Calahonda.
Mañana
cuando pase por la primera oficina de información turística he de
hacerme con un plano de esta zona a pesar de que me las voy apañando
bien preguntando, no es propio de mi género, los tíos miramos
planos, desde la noche de los tiempos, eso de preguntar es cosa de
ellas, si continuo así se me secará mi hemisferio cerebral varonil
que ya anda bastante maltrecho.
He
comido en lo alto de un puerto que separa Castell de Ferro de
Calahonda, sobre las 18:00 horas que que a medio día me comí cerca
de medio kilo de albaricoques, de este modo igual esta noche ni ceno,
me tomo un vaso de leche o ni eso.
Miro
ya en Carchuna como un hombre joven toma cervezas mientras entretiene
a su hijo, molesto ante la salida de sus primeros dientes, el hombre
me recuerda a alguien, al final caigo, tiene los mismos rasgos que
recuerdo en Manuel Chaves a su edad. Habla con su mujer usando el
castellano de aquí. Cuando la gente se dispone a regresar a sus
poblaciones, les avisan que hay un control de la guardia civil en la única salida de esa playa, y puestos a esperar por no querer pasar el
control muchos se deciden a cenar en el bar y esperar a que el
control se esfume.
Suelo
extremar las precauciones con mis gafas, ahora después del robo ya no
tengo las de sol graduadas, lo que me obliga a dar más uso a las que
me quedan y a rodar con ellas, cosa que antes no hacia, con el riesgo
de que se caigan a causa de su deficiente ajuste. Tan pronto pase por
la siguiente óptica pedirle que me las revisen así como no seria
ninguna mala idea dotarlas de un cordón, elástico o lo que sea,
barato, que impida que se puedan caer al suelo y verme en problemas
por causa de ello.
Unos
británicos que andan por aquí con su autocaravana sepultan un plato
de calamares rebozados bajo una espesa capa de ketchup.
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