Martes
21.04.15 Entre Silivri y Çorlu. Tras las vacaciones toca ponerse al
tajo. Y como no, tenia que ser con lluvia, si bien por primera vez
desde que comencé a viajar, dispongo de gore-tex hasta en los
empastes de las muelas y ruedo con una alegría tan solo empañada por
el esfuerzo inicial. Tras dos semanas de no subir en la bici me
siento bajo de forma y subo a pie en tierra las dos primeras cuestas
del día. A lo largo de la jornada me voy notando mejor y puedo rodar
con desarrollos más alegres.
Retorno
así mismo a mi costumbre de beber en las comidas esta leche levente salada y agria que aquí se estila y que tanto me agrada.
No he tenido ocasión de probar las variantes que se hacen, según me
informo, con ajo o con menta, por no encontrarlas en mi camino.
Dispongo de la receta y las intentaré hacer tan pronto disponga de
la ocasión.
Anoche
dormí en casa de Barkey a quien vi apenas unos minutos y ya medio
dormido. Si pude charlar un rato con un entristecido Cem quien me
cuenta de la reciente ruptura con su pareja, La casa, como de
costumbre, llena de gente que se ha reunido para ver un partido de fútbol y que dejarán la estancia donde duermo llena del humo de sus
cigarrillos. La pistola y los grilletes del primo de Barkey dejada en
cualquier sitio, sobre una mesa, lo que no me termina de resultar
cómodo.
Por
la tarde, despeja el cielo y no tardo en encontrar unas ruinas de lo
que parece fué un restaurante de carretera, para pasar la noche. Con
temperaturas más templadas, mejor equipo y mi saco de dormir lavado,
me las prometo felices y tengo ganas de que se ponga el sol y poder
dormir un buen montón de horas, tras dos noches en las que he
dormido por debajo de mis gustos.
Llevo
en una nota, la lista de las poblaciones por las que he de pasar
camino a Bulgaria, a falta de plano. Hoy me ha tocado rodar hasta
Silivri, por donde pase hace un par de semanas, si bien desde allí,
recorro nuevos lugares. Desde la colina donde pasaré la noche, me
despido del mas de Mármara, sobre un hermoso paisaje de onduladas
colinas donde se alterna el verde y amarillo, con el azul al fondo.
Apenas árboles.
En
Roma compré por 3 € un culote, de segunda mano, claro. Me viene
algo grande. No, nada de algo, me viene realmente grande, pero
agradezco la badana que durante tantos mese no he podido disfrutar.
Es bueno y es cálido.
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