Lunes
y martes 09 y 10.03.15 Vía Egnatia. Tan pronto salgo del aeropuerto,
y tras dormir como una hora y veinte minutos en la noche, me dirijo a
la autopista que une Durrës con Tiranë y puedo observar el denso
transito de vehículos que de buena mañana se dirigen a la capital.
Cruzarla es caótico, nada que ver con la ciudad que pude
ver durante el fin de semana.
Los
intentos de la policía por ordenar algo esa marea son inútiles ante
la nula observación de sus indicaciones por parte de vehículos y
peatones. Cada cual actúa a su entender sorteándose peligrosamente.
Puedo asistir a un autentico motín cuando los peatones, cansados del
tiempo que el policía les hace esperar para cruzar, pasando de el
completamente invaden la calzada y se monta un lío monumental. El
policía se da la vuelta e impotente se retira, les deja hacer.
Dejo
atrás Tiranë y hasta la frontera todo será una prolongada cuesta,
para ir tomando altura, que va serpenteando entre montañas nevadas.
El paisaje quiere ser bello sin lograrlo. Le falta algo, un no se
que. Pero por encima de todo, no ayuda, ni una arquitectura de
fealdad sólida, sin fisuras ni concesiones, ni ayudará la basura
amontonada por doquier. Ni siquiera como paraíso vintage le veo
futuro a esto, mucho tiene que cambiar para alcanzar su sueño de
destino turístico, a pesar de su costa o sus precios. Por la costa he
visto edificios de apartamentos con su piscina separada por la valla
de montañas de basura pestilente. Un río que recorro ahora a lo
largo de unos 60 kilómetros, tiene sus riveras convertidas en
vertedero con toneladas de bolsas de basura que cuelgan de cualquier
saliente. Esto deprime.
El
martes ya llueve y he de recoger la tienda, que he usado ambas
noches, totalmente empapada y sin posibilidad de secar durante el
día.
Por
estas alturas, la temperatura nada tiene que ver con la que disfruté
en la costa o los días soleados del fin de semana. Hace frío, las
manos necesitan de los guantes y tan pronto comienza la tarde me he
de abrigar como lo hacía al comenzar el invierno. Voy logrando la
suficiente calidez como para conciliar el sueño, si bien de
madrugada noto el frío exterior y me despierta.
Estos
dos días, ruedo algún kilómetro más de lo normal ante los
posibles retrasos que el mal tiempo y las montañas que tengo por
delante, bien en Macedonia, bien en Grecia, me puedan ocasionar en mi
pretensión de llegar a Tesalónica antes del día 20, donde espero
encontrarme de nuevo con Marga. Ilusionado.
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