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jueves, 12 de marzo de 2015

Lunes y martes 09 y 10.03.15 Vía Egnatia. Tan pronto salgo del aeropuerto, y tras dormir como una hora y veinte minutos en la noche, me dirijo a la autopista que une Durrës con Tiranë y puedo observar el denso transito de vehículos que de buena mañana se dirigen a la capital. Cruzarla es caótico, nada que ver con la ciudad que pude ver durante el fin de semana.

Los intentos de la policía por ordenar algo esa marea son inútiles ante la nula observación de sus indicaciones por parte de vehículos y peatones. Cada cual actúa a su entender sorteándose peligrosamente. Puedo asistir a un autentico motín cuando los peatones, cansados del tiempo que el policía les hace esperar para cruzar, pasando de el completamente invaden la calzada y se monta un lío monumental. El policía se da la vuelta e impotente se retira, les deja hacer.

Dejo atrás Tiranë y hasta la frontera todo será una prolongada cuesta, para ir tomando altura, que va serpenteando entre montañas nevadas. El paisaje quiere ser bello sin lograrlo. Le falta algo, un no se que. Pero por encima de todo, no ayuda, ni una arquitectura de fealdad sólida, sin fisuras ni concesiones, ni ayudará la basura amontonada por doquier. Ni siquiera como paraíso vintage le veo futuro a esto, mucho tiene que cambiar para alcanzar su sueño de destino turístico, a pesar de su costa o sus precios. Por la costa he visto edificios de apartamentos con su piscina separada por la valla de montañas de basura pestilente. Un río que recorro ahora a lo largo de unos 60 kilómetros, tiene sus riveras convertidas en vertedero con toneladas de bolsas de basura que cuelgan de cualquier saliente. Esto deprime.

El martes ya llueve y he de recoger la tienda, que he usado ambas noches, totalmente empapada y sin posibilidad de secar durante el día.

Por estas alturas, la temperatura nada tiene que ver con la que disfruté en la costa o los días soleados del fin de semana. Hace frío, las manos necesitan de los guantes y tan pronto comienza la tarde me he de abrigar como lo hacía al comenzar el invierno. Voy logrando la suficiente calidez como para conciliar el sueño, si bien de madrugada noto el frío exterior y me despierta.


Estos dos días, ruedo algún kilómetro más de lo normal ante los posibles retrasos que el mal tiempo y las montañas que tengo por delante, bien en Macedonia, bien en Grecia, me puedan ocasionar en mi pretensión de llegar a Tesalónica antes del día 20, donde espero encontrarme de nuevo con Marga. Ilusionado.

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