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viernes, 6 de marzo de 2015

Jueves 05.03.15 Alrededores del aeropuerto. Poco a poco le voy pillando el punto a esto de comer en Albania. Sale mucho más a cuenta hacerlo en un bar que comprar en las tiendas alimentos envasados y los que venden a granel los compran a saber en donde, supongo que tendrán sus lugares y precios. La única precaución es dejar el precio de la comida en el bar pactado antes de comer, para evitar que como extranjero te cobren el doble o el triple del precio normal.

En Durrës me tomé una hamburguesa con patatas y botella de agua por 60 Leke y me llevé tres bollos descomunales y más o menos comestibles por 40.

Siguiendo las indicaciones del diácono ortodoxo que conocí ayer, me dirijo a un convento que se encuentra en lo alto de una población mísera a las afueras de Durrës y camino a Tiranë. Es un convento reconstruido. En un edificio adyacente recorro una exposición de fotos que muestran el estado en que se encontraba el patrimonio religioso del país a la caída del comunismo. Ver un suelo de ricos mosaicos en donde crece la hierba y es pisoteado por rebaños de cabras tiene más que ver con una falta de sensibilidad cultural que con temas políticos, a mi parecer. O el hacer pintadas patrióticas sobre frescos milenarios. Una salvajada.

El complejo monástico tiene una escuela de teología y allí pasaré un buen rato de charla con estudiantes venidos de diversas partes del mundo así como con un par de profesores estadounidenses, el de Alaska y ella de Texas.

Necesito hablar del tiempo, se que puedo resultar cansino con ello. La ración de lluvia de hoy es copiosa, muy generosa.

No se si dispongo de unas horas o de estas horas más un día para encontrarme con Marga. Un correo que leí y su mala traducción me hace tener dudas cuando menciona la madrugada de un día. Imposible la comunicación telefónica por mucho que lo intento y mira que le dedico tiempo al tema. Cabinas a las que, de cuajo, le arrancaron el auricular, un altavoz o el teléfono entero y las que veo completas no dan señal.

Ante esta perspectiva me voy al aeropuerto confiando en desde allí poder llamar y si es mañana cuando llega, que así será, siempre podré dormir en las cercanías del mismo o en la misma terminal. Finalmente uso de dormitorio una casa sin terminar que esta pegada a la valla del mismo.

Me gusta una especie de yogur líquido y salado que venden por 50 Leke el medio litro y que encuentro en bares o restaurantes de fast foot, veo muchos que lo toman acompañando la comida y al imitarlos lo agradezco con placer. Por las tiendas no los he llegado a ver y tengo curiosidad por saber su precio.

EL camino al aeropuerto lo he de hacer de nuevo por una autopista de las de aquí. Veo motos de desguace que usan añadiendo un carro, delante o atrás, y convirtiéndolas en triciclo para llevar mercancías. Son de fabricación casera y carecen de matrícula, cosa que no parece ser gran problema, me he cruzado con coches sin ellas en algún pueblo. Las conducen sin casco. Bueno todas las motos las llevan sin casco, de hecho, por Albania tan solo he visto dos cascos, el mio y el de un tipo con el puesto y paseando por la playa.


A última hora de la tarde, minutos antes del ocaso, me pilla una tromba de agua apocalíptica acompañada de vendaval, cosa seria. Calado hasta los empastes me cambio a oscuras en mi abrigo ocasional y entro agradecido al saco en búsqueda de calor.

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