Jueves
05.03.15 Alrededores del aeropuerto. Poco a poco le voy pillando el
punto a esto de comer en Albania. Sale mucho más a cuenta hacerlo en
un bar que comprar en las tiendas alimentos envasados y los que
venden a granel los compran a saber en donde, supongo que tendrán
sus lugares y precios. La única precaución es dejar el precio de la
comida en el bar pactado antes de comer, para evitar que como
extranjero te cobren el doble o el triple del precio normal.
En
Durrës me tomé una hamburguesa con patatas y botella de agua por 60
Leke y me llevé tres bollos descomunales y más o menos comestibles
por 40.
Siguiendo
las indicaciones del diácono ortodoxo que conocí ayer, me dirijo a
un convento que se encuentra en lo alto de una población mísera a
las afueras de Durrës y camino a Tiranë. Es un convento
reconstruido. En un edificio adyacente recorro una exposición de
fotos que muestran el estado en que se encontraba el patrimonio
religioso del país a la caída del comunismo. Ver un suelo de ricos
mosaicos en donde crece la hierba y es pisoteado por rebaños de
cabras tiene más que ver con una falta de sensibilidad cultural que
con temas políticos, a mi parecer. O el hacer pintadas patrióticas sobre frescos milenarios. Una salvajada.
El
complejo monástico tiene una escuela de teología y allí pasaré un
buen rato de charla con estudiantes venidos de diversas partes del
mundo así como con un par de profesores estadounidenses, el de
Alaska y ella de Texas.
Necesito
hablar del tiempo, se que puedo resultar cansino con ello. La ración
de lluvia de hoy es copiosa, muy generosa.
No
se si dispongo de unas horas o de estas horas más un día para
encontrarme con Marga. Un correo que leí y su mala traducción me
hace tener dudas cuando menciona la madrugada de un día. Imposible
la comunicación telefónica por mucho que lo intento y mira que le
dedico tiempo al tema. Cabinas a las que, de cuajo, le arrancaron el
auricular, un altavoz o el teléfono entero y las que veo completas
no dan señal.
Ante
esta perspectiva me voy al aeropuerto confiando en desde allí poder
llamar y si es mañana cuando llega, que así será, siempre podré
dormir en las cercanías del mismo o en la misma terminal. Finalmente
uso de dormitorio una casa sin terminar que esta pegada a la valla
del mismo.
Me
gusta una especie de yogur líquido y salado que venden por 50 Leke
el medio litro y que encuentro en bares o restaurantes de fast foot,
veo muchos que lo toman acompañando la comida y al imitarlos lo
agradezco con placer. Por las tiendas no los he llegado a ver y tengo
curiosidad por saber su precio.
EL
camino al aeropuerto lo he de hacer de nuevo por una autopista de las
de aquí. Veo motos de desguace que usan añadiendo un carro, delante
o atrás, y convirtiéndolas en triciclo para llevar mercancías. Son
de fabricación casera y carecen de matrícula, cosa que no parece
ser gran problema, me he cruzado con coches sin ellas en algún
pueblo. Las conducen sin casco. Bueno todas las motos las llevan sin
casco, de hecho, por Albania tan solo he visto dos cascos, el mio y
el de un tipo con el puesto y paseando por la playa.
A
última hora de la tarde, minutos antes del ocaso, me pilla una
tromba de agua apocalíptica acompañada de vendaval, cosa seria.
Calado hasta los empastes me cambio a oscuras en mi abrigo ocasional
y entro agradecido al saco en búsqueda de calor.
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