Domingo,
lunes y martes 01, 02 y 03.03.15 Vlorë – Fier – Lushnje –
Kavaje. De Himarë a Vlorë cruzo un pedazo de montaña descomunal.
Nevada y entre brumas, lloviendo, por supuesto, casi al borde del mar
y buena parte del recorrido pie en tierra, empujando la bici cuesta
arriba por una pendiente interminable y maldiciendo todo lo
imaginable. Descender la misma no fue más fácil, por una carretera
que en ocasiones había perdido su asfalto y era un barrizal, temiendo
quedarme sin frenos y comerme cualquiera de los hermosos pinos de ese
parque natural. Una vez abajo, dejo atrás un paisaje para entrar en
otro muy distinto, como distinto es desde aquí Albania, sus ciudades
y gentes.
Hasta
Vlorë la influencia era griega. Los campos, excepto olivos, se usan
para el ganado y ahora ya no será así. Los albaneses que ahora me
cruzo tienen mayor influencia italiana, por la emigración y eso me
facilitará la comunicación con ellos. El otro día, al entrar a un
bar, vi a todos los clientes viendo una telenovela mexicana, sin
doblar, con los subtítulos en albanés y gracias a la afición que les
tienen he tenido la fortuna de hablar español, y ser entendido y
respondido, con dos empleados de bares y un policía con el que casi
me da un ataque cuando me suelta con fuerte acento mexicano: “no
entiendo el español que usted me habla”.
De
estos tres días, tan solo el martes no llovió. Fue el domingo por
la tarde, hablando con Claudio, cuando la sensación de irrealidad que
padecí la última semana, desapareció, se esfumó de golpe. Así,
sin saber la razón ni el como. Con el y dos empleados de la estación
de servicio bajo la que me refugie y donde pasé la tarde del domingo
bajo techo mientras fuera diluviaba. Claudio atiende el bar de la
gasolinera, habló con su jefe y este me permitió hacer noche en la
terraza, cubierta y con paredes de plástico, del bar, Lo abrió a
las 6:30 y se empeñó en invitarme al café. Yo a mi vez invité a
los gasolineros, que velaron mi sueño.
El
mercado, en la calle, de Vlorë fue un espectáculo. No digo ni
bueno o malo, pero lo fue. El país es pobre, hablo de salarios de
100 a 200 € al mes y haciendo frente a precios en las tiendas que
no guardan relación con sus ingresos. Un litro de leche comprado en
la misma fábrica, en su tienda, esta marcado a 130 leke, poco menos de un euro, la pasta como en Italia, no más barata y un litro de
gasolina a tan solo 20 céntimos por debajo. Algunos vendedores
ambulantes venden leche en botellas de litro y medio de refresco,
directamente de los ganaderos, no esperes ningún tipo de garantía sanitaria. He visto igualmente vender botellas de refresco al borde
de las carreteras llenas de gasolina.
Aquí se creció a golpe de inmigración y ahora la crisis de otros países ha paralizado a este. Todo parece a medio construir, las casas que se hacían con el dinero enviado quedaron detenidas cuando este dejó de
llegar. Por otro lado, lo que se rompe, roto se queda. El aspecto es
lamentable. No se ve más basura por lo complicado que tienen el
acceso a las cosas envasadas. Puedes recorrer una ciudad pequeña sin
ver nada parecido a una papelera.
Otra
cosa que me llamó la atención es la falta de vallas publicitarias,
puedes ver una con anuncio o dos por ciudad, ninguna en las
poblaciones más pequeñas y en carretera es fácil hacer 50
kilómetros sin tropezarte con ninguna.
Desde
Fier viajo por autopista. No hay otra opción, ni alternativa. No es
de peaje y bien mirado de autopista solo tiene el nombre. Esta
permitido ir por ella en bici. Y en asno. Y a pie. O que un pastor,
por el arcén, que tan solo es la línea pintada a la derecha,
conduzca sus cabras. Cuando las gallinas se despistan y se acercan en
exceso a los coches, un claxon las hace salir en estampida,
despavoridas.
Junto
a las carreteras, y desde que entre al país, veo pequeños bunker de hormigón abandonados, y me pregunto de quien querrían defenderse.
Luego recuerdo que Mussolini los invadió cuando pretendía montar un
imperio.
Si
pudiera olvidar lo macabro del personaje, podría compararlo con el
villano de las primeras entregas de James Bond y decidiendo hacerse
con el mundo por orden alfabético, primero Abisinia, después
Albania, y así, todo bien ordenadito. Sobreactuaria, al gusto de la
época, tan solo con hacer una escena en la que se desplazara, con
sus oficiales, a paso ligero, como una que vi y no logro borrar de mi
retina. Tendría éxito asegurado.
Volviendo
al tema de la autopista, su ventaja principal es que tiene asfalto,
ya que por la nacional esto no siempre es así. Si por cualquier
causa este se rompió o deterioró, te toca pasar por suelos de
grava, barrizales o directamente cruzar un torrente que se llevo el
firme a saber cuando y que ahí sigue sin reparar.
Otro
día por la autopista. Logran que esta tenga cruces, nada de
rotondas. ¿De que modo?Poco antes de llegar al cruce reduces los dos
carriles en cada sentido a tan solo uno, pones señales para aminorar
la velocidad prohibiendo ir a más de 40, en algunas curvas lo
reducen a 60, y el cruce se convierte en un fiesta. Todo un mercado
ambulante donde se compra o vende lo que sea. Coches, billetes de
autobús a cualquier parte de Italia, teléfonos móviles
arqueológicos, animales vivos, tenderetes donde se cocinan y venden
alimentos, etc.
Son
lugares de reunión de la gente, que pasa horas sentados en
“terrazas” frente a una taza de espantoso café al que ponen de
dos a tres sobres de azúcar. Muchos están en pie, siempre con un manojo de billetes en la mano, un gran manojo, no se si para indicar
que tienen dinero para comprar. En una zona ajardinada de la mediana,
dos vacas comen hierva y un hombre vende conejos a los que circulan
con sus coches, que los compran sin bajar de los mismos. Y hombres,
solo hombres, por esta zona del país resulta extraño ver a mujeres
por la calle, solo en sus tiendas o bares atendiendo a los clientes.
Ya se ven bicicletas circular, aquí la planicie las hace más idóneas.
Una
tienda se puede montar con cualquier cosa. Un local destartalado o
una simple mesa improvisada en cualquier lado y te pones a vender, o
intentarlo, tu mercancía. Un anciano le quita cordones a cualquier
calzado que encuentra, a continuación los empareja y así como están, sucias o deterioradas, se convierten en mercancía y las pone
en venta, ese es su negocio. Otra señora pone en el suelo una
báscula de baño, le pagas unos leke por pesarte.
A
diferencia de cuando he recorrido otros lugares, aquí, mi
desconocimiento cultural de la zona, no me permite prever las
consecuencias de usar para dormir espacios públicos o privados sin previa autorización y prefiero enfrentarme a las complicaciones
idiomáticas para pedir permiso antes que a las de ofrecer excusas.
Por fortuna, hasta la fecha, no he encontrado mayor dificultad en que
me permitan usar algún espacio cubierto para hacer noche y con eso
descanso con menor inquietud a sabiendas de no tener visitas
inoportunas o complicaciones.
Voy
sobrado de tiempo. El aeropuerto al que me he de dirigir se encuentra
a mitad de camino entre Durrës y Tiranë, lo que hace que tan solo
sea media jornada de viaje y la hora en que he de esperar a Marga es
bien tarde, a las 23:00, lo que me da todo el viernes para
realizarla, paseando si quiero. Ante esta perspectiva me tomo el
resto del camino con mucha más calma, recreándome en mis visitas y yendo a conocer sitios cercanos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario