Viernes
30.01.15 Marmore. Me despierto muy tarde. Y gracias a eso logro salir
del saco. El sol lucirá apenas 10 minutos en todo el día, pero es
al levantarme cuando esta sobre mi y con el reúno los ánimos para
ponerme en marcha. Un café caliente en el bar, con las manos heladas
no siento ánimos para prepararme yo nada en mi hornillo, me devuelve
a la vida. Eso y el encuentro con Gloria.
Medio
italiana medio argentina. Medio de Salermo medio de Buenos Aires. Me
la tropiezo en la puerta del bar, pasa sus días entre Bomarzo y
Luxemburgo, allí no se en que parte, viviendo con su madre ya
anciana. Me ofrece su casa a los pocos minutos, lastima no haberla
encontrado ayer, me tienta diciendo lo buena cocinera que es, cada
momento me suelta dos besos o me abraza, si no salgo pronto de allí
le pediré en matrimonio, seguro. El caso es que entre el poco sol, el
café y el encuentro con ella reúno la fuerza suficiente para ponerme
en camino. Me dice que si de regreso paso por allí que la visite,
que esta en el pueblo hasta el día 8. Se que no regresaré por
Bomarzo o al menos no lo tengo planeado, pero no es la primera vez
que mis planes se ven alterados y así quedamos.
Paso
por Orte de nuevo, ya que es el mejor camino para dirigirme a Terni.
En total rodaré buenas horas y cubriré no poca distancia en un día
que no me veía con ánimos para hacer nada. En Terni he decidido
hacerme con un plano de Úmbria y esperando la hora en que abre la
oficina de información turística, sentado en una plaza, me llueve,
me graniza y finalmente comienza la nieve. A todo esto frente a mi
hay un barómetro que aparte de dar la información numérica,
dispone de una manecilla que recorre los diversos estados de clima,
la manecilla, con sarcasmo, señala un día soleado.
Otro
encanto de mujer la empleada de información, cegata, eso si, incapaz
de encontrar nada en el plano que me ofrece, pero los consejos son
buenos.
Insiste
en que visite unas cascadas que hay en Marmore, a poco más de 7
kilómetros de allí. Y me diseña una ruta para ir hasta Espoleto
evitando un puerto de montaña que aparte de duro, me asegura que
carece de interés recorrer. La lluvia-granizo-nieve es intermitente y
he de buscar donde dormir, de modo que me pongo en marcha con esa
idea. No encuentro nada por la zona industrial que cruzo a la salida
de Terni, unos antiguos estudios de cine me permiten ver desde la
carretera parte del decorado que se uso para la película Pinocho y
sigo buscando por los saltos de agua un tejado medio decente. Uno que
encuentro está demasiado próximo a la carretera y eso aparte de
poco discreto y seguro es muy molesto por el ruido del tránsito de
vehículos. Aún queda algo de luz y continuo carretera.
Las
cascadas de Marmore solo abren en enero los fines de semana y a
partir de las 12 pero al llegar finalmente a ellas, buscando techo,
me las encuentro abiertas y con múltiples opciones. El belvedere
inferior esta justo frente a los tres saltos y la vista es esplendida, cierto que con un ruido notable, pero no tan alto como el
que padecí con las lluvias al recorrer la La Camarga y me decido por
dormir allí. Ceno sentado en un banco junto a una escultura que
conmemora el lugar donde Byron contemplo estas cataratas y escribió no
se que versos. El lugar formó parte del Gran Tour que poetas,
pintores, músicos y demás hacían desde mediados del siglo XVII y antes del invento del turismo.
Tras
la cena y ya metido en el saco, anochece y me dispongo a dormir
cuando la iluminación del parque se encienden. El invierno no ofrece precisamente una
paleta de colores demasiado atractivos, pero las luces, sabiamente
colocadas, no solo me muestran un aspecto de las cataratas mejor que
el que tenia con la mortecina luz del ocaso, metido como estoy en una garganta oscura, si no que además hacen
resaltar los verdes del musgo en contraste con el blanco de la espuma
del agua al caer, hacen más visibles las nubes de vapor que el agua
eleva y no encuentro el modo de dejar de mirarlo para dormir,
sobrecogido por la vista que tengo en mi “dormitorio”. La cosa
aún se eleva una octava en el momento en que comienza a nevar. No
puedo creer que este viendo eso. Por lo demás, la nieve, el vapor de
agua en el aire y todo eso, lo pagaré con una noche gélida. Ahora
que escribo esto, al calor de unas paredes, cierto que solo me quedo
con lo bueno de la experiencia, pero la noche fue terrorífica en
cuanto a confort.
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