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martes, 18 de noviembre de 2014

Lunes 10.11.14 Las Galias VI. Un bosque de robles por el valle del Neste. A pesar de una previsión del tiempo de la semana que pude ver ayer con malos augurios, la mañana comienza soleada y sin atisbo de nubes en el cielo. Tomo el camino que ayer estudie lamentándome de no desviarme y hacer el Col del Tourmalet, pero se que lo terminaría subiendo a pie con la bici a mi lado.

Aún me mantengo en la montaña y el cielo no para de sufrir cambios, rápidos, en un instante pasa de estar despejado a cubrirse de nubes, de no soplar apenas viento a que este sea de cierta intensidad. Cuando leía cosas sobre esto que sucede en las montañas siempre me pareció exagerado, ahora puedo comprobar que es cierto y ya no se que prendas seleccionar pues las que me abrigan no son impermeables y las que lo son no abrigan como las primeras. Al final adopto la decisión de tener a mano las de lluvia pues esta puede caer de inmediato, cosa que el frío no es tan instantáneo ni tan catastrófico para mi bienestar.

Tras pasar algunas poblaciones veo para mi asombro que muchos comercios permanecen cerrados así como bares. Entro en una oficina de turismo donde me informan de varias cosas. Para usar su wifi he de pasar un calvario de configuración que me desanima, disponen de un ordenador pero tras dos intentos de introducir mi contraseña del correo esta no me la da como válida. De lo otro que me entero es de que muchos comercios y bares cierran los lunes por que trabajaron los sábados y resulta que mañana es el aniversario del armisticio que puso fin a la Primera Guerra Mundial y si bien eso allí en España carece de importancia vasta ver los monumentos a sus caídos en todas y cada una de las poblaciones, con las listas de los fallecidos en cada población, para entender lo que eso supuso en estas tierras y que es motivo para que mañana sea festivo en todo el país.


Cerca del pueblo hay un bosque y en el una caseta. Esta tiene aseos, un cuarto donde se encienden y apagan las luces de las pistas de petanca y otro cuarto que pertenece al club local de ese deporte. Dispone de un amplio voladizo y pienso que puede ser un sitio adecuado para hacer noche. Le pregunto a la empleada de la oficina si ella piensa que existe algún problema en que lo use y me dice que adelante. Una noche no es problema. Para allí me dirijo a esperar la hora en que anochezca que suele ser dependiendo de las nubes y la posición de las montañas alrededor de las 18:00. A las 17 comienzan a llegar jugadores de petanca, supongo que estarán un rato y se marcharan pronto, por la falta de luz y las bajas temperaturas. Nada de eso. Para empezar van bien equipados, el equipo local tiene prendas de abrigo en color naranja y negro, forros polares y más tarde aparecen las chaquetas impermeables. Las partidas se suceden y me entretengo viéndolos, se juntan doce y forman usan dos espacios de juego. A las 9 van sacando de su cuarto botellas de alcohol y refrescos y comienzan una especie de botellón. Al precio del alcohol en los bares es comprensible que prefieran ponerse a tono por su cuenta en el propio terreno de juego que ir de copas tras las partidas. La fiesta se va demorando hasta pasadas las 10. Me ofrecen tomar algo con ellos, cosa que rechazo sin saber bien la razón, algo me indica que es mejor así. Tan pronto se retiran tomo posesión de la caseta, monto mi tinglado de dormir y a pasar la noche.

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